Titulo:
La Barraca del Zurdo
Lugar:
Corral de Comedias (Alcalá de Henares)
Libreto y canciones:
Emilio Goyanes
Elenco:
Piñaki Gómez
Larisa Ramos
Nerea Cordero
Antonio Ramos Leiva
Alejandro Cruz Benavides (Músico)
Iluminación:
Miguel Miñambres
Escenografía y Atrezzo:
Carlos Monzón
Vestuario y sastrería:
Marisa Pascual
Dirección:
Emilio Goyanes
Hace unos meses leí un artículo escrito por el actor Ignasi Vidal que me emocionó hasta saltárseme las lágrimas. Hablaba sobre la historia de «La Barraca del Zurdo», podría decir que hablaba sobre una familia y su espectáculo, pero no, creo que mas bien hablaba sobre el amor a la vida y a la familia y la pasión por lo que hacía toda una dinastía de artistas. Cuando leí el artículo algo se me quedó dentro que impedía que se me olvidara del nombre del espectáculo, la compañía, la historia… desde entonces he sentido la necesidad de comprobar que la pasión que transmitían las palabras de Ignasi tenían verdaderamente ese peso que me había conmocionado. Han pasado los meses y, por fin, ha coincidido que la gira de Laví e Bel ha pasado cerca de casa, por supuesto no he dejado pasar la ocasión.
Antes de nada, os cuento un poco el argumento de lo que trata «La Barraca del Zurdo». Habla de Daniel Buenaventura «El Zurdo», un joven lanzador de cuchillos que junto a su amada Aurora Romano, montan una barraca con la que recorren la geografía española haciendo su espectáculo. Actuaron en la República y en el frente durante la Guerra Civil. Hasta que se ven obligados, por sus ideales políticos, a marchar al exilio, concretamente a Latinoamérica, donde siguieron ofreciendo su arte junto a sus hijos Pablo, Sara y Miguel. Todos los miembros de la familia formaban parte del espectáculo. Pasados los años y los kilómetros, surge la oportunidad de volver a Europa, donde se dan a conocer, aunque el ansiado sueño de volver a la patria no se cumple hasta el año 1983, ya con 90 años y toda una vida de superación.
Algo se transforma, me pasó parecido cuando fui a ver «Follies«, cuando algo maravilloso está a punto de suceder. El ambiente se envuelve de un halo de magia y parece que el destino adorna todo a tu alrededor para que lo puedas saborear con verdadero gusto.
Sales de casa con la sensación de que vas a ver algo realmente especial, llegas a Alcalá de Henares, que te recibe con el encanto particular que tiene ese ciudad; vas al Corral de Comedias, te reciben con una sonrisa y con una amabilidad que te sorprende porque últimamente escasea entre los empleados de los teatros. Entras en el patio de butacas y te encuentras con que ¡el Corral de Comedias es como una cajita de bombones! He visto muy pocos sitios tan bonitos y cálidos como este. Miras al escenario y ¡ahí está! La Barraca en todo su esplendor. Absolutamente integrada en el ambiente, casi sonriéndote misteriosa. Observándote enigmática, notando que tienes ganas de mirar dentro…
Lógicamente todo esto no lo expresas a tus acompañante mas que con una sonrisa porque te pueden tildar de cursi o pedante, pero es que es la sensación que te envuelve y lo que el ambiente te transmite ¿por qué no disfrutarlo?
Habría mil maneras de contar esta historia, pero Laví e Bel optan por utilizar un lenguaje «cabaretero» que aporta un dinamismo y una realidad mágica al conjunto, que le sienta como un guante al Zurdo y a toda su familia. Una escenografía cambiante, circense… un vestuario que a penas si varía, pero que nos hace ver la diferencia de personajes. Una iluminación maravillosa que nos mueve entre el mundo de los vivos y los muertos… Se ve todo tan cuidado, tan «hecho con cariño» que no puedes dejar de apreciar el trabajo tan meticuloso que han realizado. Solo un «pero», creo que el cuadro clown en el cumpleaños de Pablo es un poco largo, pero es un «pero» dicho con la boca pequeña porque confieso que no dejé de reir.
Los actores no es que estén bien, es que hacen un trabajo insuperable, artesanal. Cambian de registro tan rápidamente y de manera tan convincente que asusta. Viendo la función, me dio por pensar en la posibilidad de que los espíritus de la familia del Zurdo estuvieran ahí presentes, en escena; y que iban poseyendo a los actores en función a lo que se iba contando, como si Piñaki Gómez, Larisa Ramos, Nerea Cordero y Antonio Ramos Leiva fueran meros instrumentos de un juego paranormal. Es increíble como se intercambian roles, como van y vienen los acentos, las aptitudes, la forma de mirar, como bailan con el texto, como se lo intercambian, se cruzan, lo alborotan para luego ofrecértelo aún mas enriquecido, como entran y salen de la función… y qué decir de las canciones, de los números musicales, acompañados de Alejandro Cruz Benavides al piano, acordeón y voces. Absolutamente exquisitos, pequeños caramelos que dejan un regusto tan dulce y familiar que me encantaría poder seguir escuchando aún pasada la función.
Cuando un trabajo está tan bien hecho uno es capaz de palparlo casi con la yema de los dedos. El que consigan que en 90 minutos cambies de la carcajada al llanto y del llanto a la complicidad y de nuevo a la carcajada, lo dice todo. Y es que creo que, aunque se centran en la historia de una familia en concreto, todos nos podemos sentir identificados. Lo que cuentan es algo universal, el poder de la familia, la unión de la sangre, el ánimo de superación, de abrazar a los tuyos y sentir que puedes con todo y contra todo. Eso sale de las tripas, de lo mas profundo de nuestro ser. Y creo que eso es lo que Laví e Bel nos transmiten. Nos recuerdan que debemos amar lo que nos rodea, apreciar que una mirada puede tener mucho mas sentimiento que toda una conversación y que luchar por lo que uno quiere es posible.
Ya digo, un trabajo que toca la fibra, que te agarra del corazón y te lleva volando al pasado, a que saborees una historia de superación, cálida como un abrazo, pero con unas gotitas de dolor y de desarraigo… Y para mi, personalmente, la mayor y mas bonita historia de amor que jamás me han contado.
Gracias por este regalo que nos hacéis a los espectadores que vamos a veros. Aún sigo aplaudiéndoos por el momento tan feliz que me hicisteis pasar.