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Los Ojos

Título:
Los Ojos

Lugar:
Corral de Comedias (Alcalá de Henares)

Autor:
Pablo Messiez

Elenco:
Fernanda Orazi (Natalia)
Marianela Pensado (Nela)
Óscar Velado (Pablo)
Violeta Pérez (Chabuca)

Dirección:
Pablo Messiez




Es una suerte y una alegría haber venido a ver «Los Ojos» sin saber muy bien qué es lo que me iba a encontrar. Y eso que me habían venido recomendaciones por muchísimos sitios… Recomendaciones que me despertaron la curiosidad, pero que a la vez siempre me hacen temer quedar defraudado. 
Así que tomé la decisión de saber lo menos posible, no informarme de nada y solo conocer algo de la línea argumental, ¿para qué mas si el resto lo iba a descubrir desde la butaca?
«Los Ojos» está inspirada en «Marianela» de Benito Pérez Galdós, y nos cuenta la historia de Pablo y Nela, él ciego de nacimiento y ella una muchacha Tucumana que vino a España obligada por su madre, Natalia, que seguía la estela de un amor equivocado, dejándolas atrapadas en tierra de nadie. Ellos viven su amor tranquilos hasta que un día aparece una oftalmóloga, Chabuca, que les ofrece la posibilidad de sanar a Pablo para que pueda ver, pero… ¿Esto traerá tanta felicidad como aparenta?
Pablo Messiez, autor y director, agarró las entrañas de la historia y la transformó en «Los Ojos», una función con un texto que entra en ti como una puñalada, que comienza con un ritmo descontrolado, que te desgarra la piel, penetra bien hondo y actúa desde las mismas tripas del alma. Haciéndote sentir el miedo, el desarraigo, la soledad, el desamparo, la inseguridad de sus personajes, pero que también te hace vivir la pasión del amor, ese amor incondicional e irracional de absoluta entrega; ese amor que nos azota y nosotros consentimos; un amor que a veces nos deshumaniza, nos desvela y nos vuelve egoístas y que nos provoca una aterradora inseguridad al no creernos merecedores de tanta dicha. Un temor obsesivo que a veces nos traiciona y nos hace dejar escapar ese amor como arena entre los dedos. Esa misma arena que azota, castiga, se pega a los personajes, que se llevan, que les retiene y les distancia al mismo tiempo.

El texto de Pablo Messiez es una auténtica delicia hecha teatro, alberga una poesía dolorosa y cercana que me conquistó desde el comienzo. Un texto que juega y se deleita con el lenguaje, con el sentido de las palabras, con su humor amargo como ese mate que los personajes nunca llegan a tomar. Supongo que oir los acentos argentinos, que no me esperaba, y que siento tan íntimamente cercanos, me agarraron del corazón y no pude por menos que rendirme; esos personajes llenos de inocencia dañada, quebradizos y a la vez curtidos por la sequedad de la vida. La candidez casi animal de Nela, el desquiciamiento de Natalia en busca de ese segundo en el que ser escuchada para vomitar su dolor; la calidez y claridad de Pablo y la desorientación de Chabuca. Todos ellos perdidos dentro de si mismos, de su propia oscuridad y que luchan por salir, ver la luz (unos literales y otros figurados) y tomar aire fresco, desembarazarse del polvo que los asfixia y que les impide seguir la búsqueda de su camino…
Un trabajo sobrecogedor el de Fernanda Orazi como Natalia, tan lleno de sentimiento y verdad, de dolor, de desesperación y con ese “qué sé yo” tan propio de los argentinos, que con media sonrisa te cuentan su miseria haciendo que tú también te sonrías o incluso sueltes una carcajada, pero haciendo que no olvides el dolor que transportan sus palabras.
Marianela Pensado realiza un trabajo tan difícil y especial, creando esa Nela tan llena de ese sentir sin límite, casi desbocado; llena de pureza y de miedo cegador. No puedo por menos que aplaudir esa composición de personaje tan sumamente arriesgado y tan bien resuelto.
El Pablo de Óscar Velado me conquistó en todos los sentidos, la calidez de su voz, de su forma de expresar, la sensatez ante tanta locura, la energía tan palpable que regala y ese acento que invita al sosiego. Un personaje muy bonito, maduro, delicado y muy bien trabajado.
Al personaje de Violeta Pérez, Chabuca, lo noté fuera del código creado por sus compañeros. Este cambio de energía no estaría mal para hacer ver que su personaje es el detonante hacia el desenlace, el que rompe la supuesta armonía, pero algo no me llegó a encajar del todo; quizá sea que Chabuca, a pesar de ser la puerta a la liberación y la ruptura, es el personaje mas desdibujado y menos justificado de toda la función y eso, en ocasiones, le hace rozar mas que fluir.

Una función llena de sentimiento, de simbologías, de un texto que saborear. De las que darían para hablar y hablar durante horas. De las que invitan a divagar e incluso, como seguro he hecho yo en esta crónica, sacar lecturas que lo mismo ni existen en la idea original del montaje, pero que resultan tan estimulantes que uno no puede evitar dejarse llevar.
«Los Ojos» me descubre un nuevo director/dramaturgo y un equipo de actores a los que seguir con atención porque hacen un trabajo con una sensibilidad muy particular, con la que conecto y que disfruto desde dentro.

 
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Barraca del Zurdo Corral de Comedias Goyanes Laví E Bel musica musicales Personal Teatro

La Barraca del Zurdo

Titulo:
La Barraca del Zurdo

Lugar:
Corral de Comedias (Alcalá de Henares)

Libreto y canciones:
Emilio Goyanes

Elenco:
Piñaki Gómez
Larisa Ramos
Nerea Cordero
Antonio Ramos Leiva
Alejandro Cruz Benavides (Músico)

Iluminación:
Miguel Miñambres

Escenografía y Atrezzo:
Carlos Monzón

Vestuario y sastrería:
Marisa Pascual

Dirección:
Emilio Goyanes

Hace unos meses leí un artículo escrito por el actor Ignasi Vidal que me emocionó hasta saltárseme las lágrimas. Hablaba sobre la historia de «La Barraca del Zurdo», podría decir que hablaba sobre una familia y su espectáculo, pero no, creo que mas bien hablaba sobre el amor a la vida y a la familia y la pasión por lo que hacía toda una dinastía de artistas. Cuando leí el artículo algo se me quedó dentro que impedía que se me olvidara del nombre del espectáculo, la compañía, la historia… desde entonces he sentido la necesidad de comprobar que la pasión que transmitían las palabras de Ignasi tenían verdaderamente ese peso que me había conmocionado. Han pasado los meses y, por fin, ha coincidido que la gira de Laví e Bel ha pasado cerca de casa, por supuesto no he dejado pasar la ocasión.

Antes de nada, os cuento un poco el argumento de lo que trata «La Barraca del Zurdo». Habla de Daniel  Buenaventura «El Zurdo», un joven lanzador de cuchillos que junto a su amada Aurora Romano, montan una barraca con la que recorren la geografía española haciendo su espectáculo. Actuaron en la República y en el frente durante la Guerra Civil. Hasta que se ven obligados, por sus ideales políticos, a marchar al exilio, concretamente a Latinoamérica, donde siguieron ofreciendo su arte junto a sus hijos Pablo, Sara y Miguel.  Todos los miembros de la familia formaban parte del espectáculo. Pasados los años y los kilómetros, surge la oportunidad de volver a Europa, donde se dan a conocer, aunque el ansiado sueño de volver a la patria no se cumple hasta el año 1983, ya con 90 años y toda una vida de superación.

Algo se transforma, me pasó parecido cuando fui a ver «Follies«, cuando algo maravilloso está a punto de suceder. El ambiente se envuelve de un halo de magia y parece que el destino adorna todo a tu alrededor para que lo puedas saborear con verdadero gusto. 
Sales de casa con la sensación de que vas a ver algo realmente especial, llegas a Alcalá de Henares, que te recibe con el encanto particular que tiene ese ciudad; vas al Corral de Comedias, te reciben con una sonrisa y con una amabilidad que te sorprende porque últimamente escasea entre los empleados de los teatros. Entras en el patio de butacas y te encuentras con que ¡el Corral de Comedias es como una cajita de bombones! He visto muy pocos sitios tan bonitos y cálidos como este. Miras al escenario y ¡ahí está! La Barraca en todo su esplendor. Absolutamente integrada en el ambiente, casi sonriéndote misteriosa. Observándote enigmática, notando que tienes ganas de mirar dentro… 
Lógicamente todo esto no lo expresas a tus acompañante mas que con una sonrisa porque te pueden tildar de cursi o pedante, pero es que es la sensación que te envuelve y lo que el ambiente te transmite ¿por qué no disfrutarlo?
Habría mil maneras de contar esta historia, pero Laví e Bel optan por utilizar un lenguaje «cabaretero» que aporta un dinamismo y una realidad mágica al conjunto, que le sienta como un guante al Zurdo y a toda su familia. Una escenografía cambiante, circense… un vestuario que a penas si varía, pero que nos hace ver la diferencia de personajes. Una iluminación maravillosa que nos mueve entre el mundo de los vivos y los muertos… Se ve todo tan cuidado, tan «hecho con cariño» que no puedes dejar de apreciar el trabajo tan meticuloso que han realizado. Solo un «pero», creo que el cuadro clown en el cumpleaños de Pablo es un poco largo, pero es un «pero» dicho con la boca pequeña porque confieso que no dejé de reir.
Los actores no es que estén bien, es que hacen un trabajo insuperable, artesanal. Cambian de registro tan rápidamente y de manera tan convincente que asusta. Viendo la función, me dio por pensar en la posibilidad de que los espíritus de la familia del Zurdo estuvieran ahí presentes, en escena; y que iban poseyendo a los actores en función a lo que se iba contando, como si Piñaki Gómez, Larisa Ramos, Nerea Cordero y Antonio Ramos Leiva fueran meros instrumentos de un juego paranormal. Es increíble como se intercambian roles, como van y vienen los acentos, las aptitudes, la forma de mirar, como bailan con el texto, como se lo intercambian, se cruzan, lo alborotan para luego ofrecértelo aún mas enriquecido, como entran y salen de la función… y qué decir de las canciones, de los números musicales, acompañados de Alejandro Cruz Benavides al piano, acordeón y voces. Absolutamente exquisitos, pequeños caramelos que dejan un regusto tan dulce y familiar que me encantaría poder seguir escuchando aún pasada la función.
Cuando un trabajo está tan bien hecho uno es capaz de palparlo casi con la yema de los dedos. El que consigan que en 90 minutos cambies de la carcajada al llanto y del llanto a la complicidad y de nuevo a la carcajada, lo dice todo. Y es que creo que, aunque se centran en la historia de una familia en concreto, todos nos podemos sentir identificados. Lo que cuentan es algo universal, el poder de la familia, la unión de la sangre, el ánimo de superación, de abrazar a los tuyos y sentir que puedes con todo y contra todo. Eso  sale de las tripas, de lo mas profundo de nuestro ser. Y creo que eso es lo que Laví e Bel nos transmiten. Nos recuerdan que debemos amar lo que nos rodea, apreciar que una mirada puede tener mucho mas sentimiento que toda una conversación y que luchar por lo que uno quiere es posible.
Ya digo, un trabajo que toca la fibra, que te agarra del corazón y te lleva volando al pasado, a que saborees una historia de superación, cálida como un abrazo, pero con unas gotitas de dolor y de desarraigo… Y para mi, personalmente, la mayor y mas bonita historia de amor que jamás me han contado.
Gracias por este regalo que nos hacéis a los espectadores que vamos a veros. Aún sigo aplaudiéndoos por el momento tan feliz que me hicisteis pasar.