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Canciones Para No Cortarse Las Venas

Título:
Canciones Para No Cortarse Las Venas

Autor:
Manu Berástegui

Lugar:
Jardines de Sabatini (Dentro de la Programación de
Los Veranos de la Villa)

Elenco:
Víctor Ullate Roche (El Hombre)
Lourdes Zamalloa (La Mujer)
Pablo Rubén Maldonado (El Pianista)

Vestuario:
Moma Costume

Iluminación:
Juanjo Llorens

Dirección Musical:
Mariano Marín

Dirección:
Manu Berástegui

No había asistido nunca a un espectáculo de los que se programan habitualmente en los Jardines de Sabatini dentro de la programación de los Veranos de la Villa, y la verdad, solo con encontrarme sentado al aire libre, para disfrutar en directo de un espectáculo, frente a este escenario que tiene como fondo el Palacio Real, así, iluminado, grandioso… ya merece la pena.
Me encuentro de vacaciones, pero la tentación me pudo.

“Canciones Para No Cortarse Las Venas” es un espectáculo de formato sencillo, diseñado por Manu Berástegui como excusa para poner en escena un buen ramillete de canciones y hacer un recorrido por un amplio repertorio dedicado al (des)amor y a los corazones rotos.
Una mujer acude a una especie de “piano-bar” desesperada, en busca de un remedio para el desamor; allí es atendida por un barman que, junto al pianista del lugar, la ayudan a hacer “terapia” y afrontar su mal, diseccionándolo, desmenuzándolo a través de diferentes géneros musicales que tocan el tema; descubriendo las mil caras del amor o de la falta del mismo, desde los corazones rotos, despechados, magullados, masoquistas, quejumbrosos, violentos, atormentados… que habitan estas canciones. 
El espectáculo tiene como pretexto una sencilla línea argumental para vestir y dar algo de cuerpo a este recital, convirtiéndolo en un espectáculo musical dramatizado, que se concentra en enfatizar las estupendas voces de Víctor Ullate Roche y Lourdes Zamalloa, boleros, copla, tangos, por poner solo un ejemplo, sobrevuelan los Jardines de Sabatini acompañados al piano por un maravilloso Pablo Rubén Maldonado.
La dramaturgia es simple, incluso bastante superflua y naif, pero como excusa para que las canciones fluyan hilvanadas una tras otra, es aceptable. Doy fe que he visto espectáculos de factura más potente y con pretensiones más ambiciosas que poseían una dramaturgia mucho más traída por los pelos y que han sido aplaudidos a rabiar. Sí, sí, hablo de esos musicales juke-box que campan a sus anchas por ahí. Como digo, no es un musical en sí, donde uno busca un peso dramático y una historia sólida, si no un divertimento hecho para deleitarse con estas dos grandes voces y así es como hay que tomárselo y disfrutarlo. Yo lo hice.
El buen trabajo de Víctor Ullate es más que conocido y apreciado por todos los aficionados al teatro musical, y en “Canciones Para No Cortarse Las Venas” derrocha simpatía con este “Doctor-Desamor” que nos invita a probar su amplísima carta de cócteles musicales. Junto a él nos encontramos con la gran sorpresa que resulta Lourdes Zamalloa, una voz potente, cálida, que brilla más a cada canción y que irradia cercanía; quizá menos conocida que Víctor, pero con un amplísimo recorrido en el terreno del Teatro Musical del que hace gala en este espectáculo. Los dos están divertidos, defienden con ganas el espectáculo, juguetean con el público, al que tienen presente en todo momento, y nos hacen salir con una buena carga de positivismo. 
Si me tuviera que quedar con uno de los momentos  de este espectáculo es el bloque dedicado a la canción italiana o la complicidad entre ellos con los boleros o el momento tequila… Vaya, creo que me quedo con unos cuantos…
Quizá el repertorio peca en exceso de melódico, algo más de fuerza y desgarro en algunos momentos le vendría que ni pintado para acabar por enganchar y provocar en el público ese sentimiento que expresan las canciones. 
Y puestos a pedir, eché en falta algún éxito más contemporáneo, seguro que hubiera encajado perfectamente, pero eso es solo apreciación mía. Aún así resulta entretenido de ver y sobretodo de escuchar porque no se les puede negar a Víctor y a Lourdes que es un placer dejarse envolver por sus voces de una manera tan agradable, sentados al aire libre, en la noche madrileña y sentir que nos dejan con ganas de más.
Una bonita noche recordando grandes éxitos como medicina contra el mal de amores.