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FuenteOvejuna – Ensayo Desde la Violencia

Llego a las 18,30h a las puertas de Nave 73, una jovencísima sala que ha abierto sus puertas a penas hace unos meses. Miro su fachada y siento un escalofrío, primero por la curiosidad de saber qué me voy a encontrar tras sus puertas y porque no puedo evitar encontrar ciertas similitudes y recordar que el día anterior, a poca distancia de donde me encuentro, echó el telón definitivamente Garaje Lumiere, sala que ha hecho tanto por las compañías que intentan conseguir su hueco dentro del panorama teatral… 

Es una pena que conocer esta nueva sala no suponga la suma de una mas a las que ya pueblan la ciudad, y dar cobijo a esas propuestas que nos miran ansiosas por ser descubiertas… El sentimiento que me provoca es el de la necesidad de alimentarnos de estos sinsabores, reponernos, sacar pecho y golpear con las armas que tenemos, la creatividad y las ganas incansables de emprender nuevos caminos. Y si nos cierran puertas, abrir otras por las que seguir dejando entrar todo el Arte que palpita en Madrid. Y me siento bien porque este espíritu combativo me viene al pelo para descubrir la versión de «Fuente Ovejuna» que nos trae la Compañía Alma Viva Teatro, con César Barló al frente.
Traspaso las puertas de Nave 73 y, no sin cierta timidez, me adentro en la sala. Me siento casi como el que profana un lugar sagrado. Oigo al equipo trabajar, actores calentando la voz, alguien barriendo las tarimas. Por el pasillo de acceso se respira ese aroma tan peculiar y que tantos recuerdos me trae; mezcla de madera, polvo y pintura, que en absoluto es un olor desagradable, y es que a mi a lo que me huele es a escenario.
No puedo evitarlo, algo me bulle por dentro cuando penetro en una sala que se prepara para recibir a los espectadores; es una visión completamente diferente a la que uno está acostumbrado como público. Aún hay materiales tirados por el suelo, las gradas llenas de las pertenencias del equipo, focos por dirigir, gente yendo y viniendo concentrados en rematar todo para que esté listo antes de la apertura de puertas. 
Todo eso me hace sentir que estoy donde realmente quiero, en el epicentro de algo largamente deseado. Me hace sentir que ese es mi habitat real, donde yo me quedaría a vivir, donde se ve la trampa y el cartón, donde los personajes se quedan y aparecen los actores, las personas que pueblan esas salas mientras nosotros estamos comprando las entradas. Ese lugar donde uno puede quejarse, transmitir, contar, agitar conciencias, crear revoluciones, fabricar sueños… Porque ahí es donde se respira las verdaderas emociones que después mueven la «maquina de hacer teatro».
Sé que muchos pensaran que me estoy pasando tres pueblos, pero también sé que no soy el único que lo siente así, y si no, esperad que comience la función porque esos a los que miráis, piensan igual. ¡Qué le voy a hacer si tiendo a la dramatización! Entendedme, tengo el alma teatrera.
Uno de estos habitantes es, como decía mas arriba, César Barló, director de la compañia AlmaViva Teatro. Ya nos conocíamos de antes, de cuando hicieron ese maravilloso montaje del «Don Juan Tenorio» en el Campo de la Cebada. Y al igual que aquella vez, me permite traspasar la barrera y conocer de primera mano como se ha gestado el proyecto.
Me recibe en medio de toda esta marabunta de trabajo por rematar para darme la oportunidad de poder husmear como ultiman los retoques antes de su primera representación de «FuenteOvejuna – Ensayo Desde la Violencia» dentro del I Festival de Teatro Clásico que organizan el equipo de Nave 73. Aunque no es su primera representación como tal, porque vienen de reavivar corralas en Aranjuez, donde han tenido una fantástica acogida que les ha reportado una gran vivencia a nivel personal y profesional.

César me comenta que su primera idea era realizar una nueva visión sobre «La Celestina», pero en ese momento el espacio que le había inspirado no estaba disponible para el montaje, además de haber mas versiones rodando por los teatros, con lo que la idea quedó aparcada (Espero que no definitivamente porque lo que me contó sobre ese proyecto prometía mucho). Y como las cosas no suceden nunca porque sí, Daniel Ruiz le presentó la oportunidad de llevar a cabo en Aranjuez, una función recuperando el espacio de una auténtica corrala. A César aquel espacio le inspiró el deseo de querer crear una nueva versión de «FuenteOvejuna», y ya sabemos que un montaje al uso no es precisamente lo que identifica a AlmaViva, así que junto a Antonio Sansano se pusieron manos a la obra y decidieron mezclar el espacio original y el espíritu de comunidad de las corralas, con un texto adaptado al Siglo XXI; un texto en el que se ha contado con Lope de Vega como un miembro mas de la compañía, un miembro que ha aportado su obra como columna vertebral de la acción, al que se le han ido anexando otros textos mas actuales que lo han ido alimentando y lo han modificado hasta llegar a este «Ensayo Desde La Violencia», término el de «ensayo» aplicado en todos sus significados.

El montaje cuenta con cinco actores, Juan Carlos Arráez, Alberto Gómez, Iria Márquez, Luna Paredes y Sergio Torres, que encaran los personajes principales de la función, trabajando desde lo mas básico del ser humano, su respiración y su movimiento. Dejando de lado las poses y los amaneramientos para lograr un mayor acercamiento a la esencia de lo que el texto de Lope nos intenta transmitir.
Un trabajo extenuante, que transmite la agonía del que se siente al límite del desfallecimiento para, desde ahí, mostrar la lucha frente a la opresión de los personajes de Lope, que tantos puntos en común tienen con la situación que estamos viviendo actualmente.

Tener la ocasión de estar presente, hablar con ellos, conocer lo que supone para ellos este viaje, adentrarme un rato en su espacio e incluso ver cómo realizan el calentamiento previo a la función, es un regalo añadido. Ver como realizan un calentamiento que ya posee el espíritu de lo que minutos mas tarde podré presenciar. Donde los actores van entrando en sintonía con sus personajes, primero en grupo y poco a poco de manera mas individual, es casi como mirar el cuerpo desnudo de lo que en un momento vestirán en escena…
Es en ese momento cuando se recogen los bártulos, se colocan las gradas, se echa el último vistazo a que todo esté en su sitio y la energía de la sala se transforma. Es ahí cuando siento que es momento de recuperar mi posición como espectador, abandonar el lugar y guardar cola para ocupar mi asiento.

Lo que vi en la función fue un montaje descarnado, que al comienzo me tuvo un tanto desconcertado al intentar asimilar tanta información recibida desde todos los puntos de la escena. Donde unos actores se calzan, literalmente, unos personajes que intentan zarandearnos, abofetearnos la cara para hacernos reaccionar ante las situaciones que nos incomodan y nos revuelven las tripas.
El movimiento es la pieza clave dentro de este montaje que, mezclado con el verso, con los textos añadidos y las músicas, hacen que algo palpite con mas fuerza dentro de nosotros. Dando una dimensión renovada y absolutamente contemporánea a la idea que propone Lope de Vega en su enorme texto.

Hay tantas imágenes llenas de significado, tantos momentos desgarradoramente bellos, tanta provocación que no se si fue el sentimiento de rebelión, el asco ante lo visto o la tristeza de presenciar lo que parece inevitable, que salí sobrecogido ante la crudeza de la propuesta.
La entrega de los actores es brutal. En muchos momentos había en ellos mas de animal que de ser humano, supongo que el esfuerzo físico al que se someten provocaba esas reacciones tan primarias que, teniéndoles a un palmo escaso de distancia, asustaban por impredecibles.
Un texto orgánico, muy bien enlazado en sus rupturas, con unos silencios necesarios, tensos. Unas miradas directas a los ojos del espectador, llenas de reproche, de súplica agónica, hacen de esta propuesta algo necesario de ser visto y sentido.

Casi me atrevería a decir que quisiera verla seis veces; una general para empaparme de lo que el conjunto provoca y una por cada uno de los actores, para dedicarles toda mi atención. Los cinco llenan de riqueza y significado hasta el último de sus segundos en escena.
Sergio Torres,  Iria Márquez, Juan Carlos Arráez, nos ofrecen unas interpretaciones tan comprometidas y cálidas que son un gusto de contemplar, es fascinante ver como los personajes cobrar vida en sus cuerpos, como son esas reacciones tan verdaderas, salidas desde lo mas hondo de sus tripas; pero lo que hacen tanto Luna Paredes como Alberto Gómez es cosa de otro mundo. La crueldad desmedida de ese animal enjaulado que es el comendador y la impotencia ante la violencia mostrada, hacen que algo se te quiebre por dentro al verlos.
Ver un trabajo así hace que uno quiera estar atento con los cinco sentidos ante sus futuros trabajos porque estoy seguro de que nos harán vivir grandes momentos.
Una compañía sin complejos, con ganas de contar las cosas a su manera, de aportar nuevas alternativas y de ofrecernos los textos del Siglo de Oro bien cerca de donde estemos y en los lugares mas insospechados. Estad atentos, que merece la pena.

Es un absoluto placer haber podido vivir esta experiencia con ellos, con César y con Elena, con Sergio, Iria, Juan Carlos, Luna, Alberto… ¡Mil gracias, es un placer sentir el cuidado y la generosidad con la que me habéis recibido!

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Andrés Lima Álvaro Morte ¡Ay Carmela! Inma Cuesta J.L.García Sánchez Javier Enguix Javier Gutiérrez Javier Navares Joan Valent Julio Awad Marta Ribera musicales Pablo Raya Sanchís Sinisterra

¡Ay, Carmela! Musical

Título:
¡Ay Carmela! Musical

Lugar:
Teatro Reina Victoria

Adaptación:
José Luis García Sánchez
(Basada en el original de 
José Sanchís Sinisterra)

Elenco:
Inma Cuesta (Carmela)
Javier Gutiérrez (Paulino)
Marta Ribera (Gustavete/Narradora)
Javier Navares (Ripamonte)
Álvaro Morte (Peláez)
Pablo Raya (Joe)
Javier Enguix (Ejercito Español/Cura)

Música y Arreglos:
Joan Valent

Canciones:              Escenografía y Vestuario:            Iluminación y Proyecciones:
Victor Manuel       Beatriz San Juan                         Valentín Álvarez
Vanesa Martín
Pedro Guerra

Coreógrafa:            Productor:                                    Director Musical:
Teresa Nieto         Andrés Vicente Gómez                Julio Awad

Director:
Andrés Lima


La temporada en Madrid está llegando a su fin, las vacaciones de verano aletargan la cartelera y hay que aprovechar para ver todos aquellos espectáculos que se nos han ido quedando en la lista antes de que echen el cierre, por temporada, porque salen de gira (¿aún existe esta posibilidad?) o porque dan por finalizado su recorrido.
Uno de esos montajes que se habían quedado pendientes era esta versión dirigida por Andrés Lima de «¡Ay, Carmela!» el clásico de José Sanchís Sinisterra que José Luis  García Sánchez ha adaptado en clave musical.
Ciertamente me picaba la curiosidad descubrir en qué se podía convertir esta historia pasada por el filtro del musical. Si bien la obra trae en su interior varias canciones populares, en esta producción también se incluyen otras nuevas compuestas por Víctor Manuel, Joan Valent, Pedro Guerra y Vanesa Martín. Bellas canciones que quizá como tributo a la obra de Sanchís Sinisterra hubieran funcionado mejor.
El montaje tenía muchas cartas a su favor para poder ser uno de los musicales de la temporada. Una historia conocida por todos, con unos personajes muy bien desarrollados y con los que el público conecta, un buen director, un reparto lleno de voces maravillosas, pero… no.
De nuevo nos encontramos con una historia desmadejada y poco clara, en la que, desde mi punto de vista como espectador, no se ha conseguido igualar la carga emocional, con las canciones, que con el texto ya existente, del que solo han quedado pinceladas anecdóticas. Y es que los personajes se han convertido en una sombra de lo que la historia original ofrecía.
El primer acto es un claro ejemplo de lo que digo; me dejó bastante perplejo que en 45 minutos la historia no hubiera arrancado, que solo hubiera sido una sucesión de escenas inconexas donde se presupone que el espectador sabe de lo que se le habla; el público no tiene porqué llegar al Teatro Reina Victoria conociendo la historia, si no que viene a que se la cuenten, y esta función ha tenido que utilizar el recurso de una narradora para aclarar esos puntos emborronados que da el presuponer tanta parte importante de la obra; por eso digo que es una pena que se haya desaprovechado el original de esta manera. Como también es una pena que se malgasten momentos tan impactantes como el final del primer acto para, una vez conseguida una emoción tan profunda en el espectador, se nos envíe al descanso, y luego intentar que el segundo acto arregle lo que en el primero ni se ha molestado en mostrar…

Es verdad que tiene números con cierta calidad, donde gracias a las voces de los artistas, uno puede permitirse disfrutar de la función. Pero no es suficiente para levantar un montaje en el que predomina el chiste facilón y el juego tramposo del sentir popular para lograr un patio de butacas puesto en pie.
Hay un pequeño destello de lo que podría haber sido una producción de las que marcan temporada, pero que no se ha sabido llevar a buen puerto. Pequeños momentos que se han enturbiado entre chillidos y aspavimientos innecesarios. La historia del soldado y Carmela, el escalofriante Peláez, el momento de la función ante el ejército, ese Paulino perdido tras la desaparición de Carmela y, repito, unas grandes voces muy desaprovechadas… Una verdadera lástima.

Inma Cuesta, Javier Gutiérrez, Marta Ribera, Javier Navares, Javier Enguix, Pablo Raya y Álvaro Morte son un gran conjunto de actores y cantantes que hacen lo que pueden estando al servicio de un libreto y una dirección muy débiles.

Parece que no logramos dar con la clave para conseguir encontrar un musical de gran formato y de producción propia que tenga la calidad suficiente para tomárnoslo en serio. Y me da pena decir esto porque me considero amante de este género y me encantaría presumir de lo que se hace en España, pero de momento creo que toca seguir buscando.

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Alicia Fernández El Mal de la Liebre Isabel Alguacil Javier Hernando Herráez Joan Carles Suau Michael Carter Pedro Casas Sala Cuarta Pared Salvador Bosch Sergio Torres Teatro

El Mal de la Liebre (La Verdadera Historia del Sr.Smith)

Título:

El Mal de la Liebre
(La Verdadera Historia del Sr. Smith)

Lugar:
Sala Cuarta Pared

Autor:
Javier Hernando Herráez

Elenco:
Isabel Alguacil
Salvador Bosch
Michael Carter
Alicia Fernández
Joan Carles Suau
Sergio Torres

Iluminación:
Miguel Ruz

Escenografía:
María Iciz

Vestuario:
María Carvajal

Movimiento:
Michael Carter

Dirección:
Pedro Casas


Hay funciones que uno busca, las persigue por la cartelera, y otras funciones que son ellas mismas las que vienen a tocar a nuestra puerta, como ha sido el caso de «El Mal de la Liebre». Una función de la que no sabía nada y que días antes de su estreno vino a darse a conocer a través del perfil de Twitter que tiene este blog (@enunentreacto). Como siempre que suceden estas cosas, a parte de sentirme muy agradecido porque haya gente que demuestre interés en En Un Entreacto, me pongo a investigar por internet, a buscar información sobre la función y conocerla un poco mas, conocer lo que ofrece y los habitantes que la pueblan. En esta en concreto lo que vi me llamó la atención, por su originalidad, por lo diferente de su propuesta, y la verdad es que me apetecía encontrar una producción que me ofreciera, como espectador, la posibilidad de poder descubrir un tipo de teatro distinto del que he estado viendo en los últimos tiempos y el reto como blogger de poder transmitir las sensaciones que el espectáculo ha provocado en mi. Las fechas se me juntaban con otros compromisos, pero gracias a Programate y un poco de suerte, pude no perdérmela.
¿Qué es «El Mal de la Liebre»?
“El mal de la liebre no es que las liebres sean malas. No. El mal de la liebre es que las liebres no se dan cuentan que están corriendo demasiado. El mal de la liebre es que las liebres no se dan cuentan que han dejado atrás al galgo. El mal de la liebre es que las liebres no se dan cuenta que nunca hubo un galgo persiguiéndolas.” Así lo define la propia «Compañía del Señor Smith».
Un espectáculo escrito por Javier Hernando Herráez que, a través de esta fábula, nos habla de como los seres humanos vivimos atosigándonos a nosotros mismos, perdiéndonos en conseguir objetivos en la vida que acaban por asfixiarnos; autoexigiéndonos tanto que acabamos por perdernos en nuestros ensimismamientos y en nuestras preocupaciones, olvidándonos de lo que verdaderamente deberíamos valorar.
Nos habla de nuestros miedos y nuestros deseos, de la disyuntiva en la que vivimos constantemente, corriendo angustiados tras objetivos de los que nunca nos sentimos totalmente satisfechos. Tan cegados, que somos incapaces de darnos cuenta que ya hemos conseguido metas que perseguíamos y que jamás llegamos a disfrutar porque andamos obsesionados en nuevos objetivos asfixiantes, dejando los logros abandonados a su suerte.

Pedro Casas dirige un espectáculo que me fascinó y que aún me fascina cuando lo rememoro en mi cabeza. Lleno de una poética deliciosa, de una delicadeza que va conquistándote por dentro, que posee un humor juguetón y que a la vez es certera en su mensaje.
Un montaje que visualmente atrapa; en el que, sin grandes medios, uno puede ver actores volando como briznas de hierva, sentir la tristeza del abandono, rememorar con una sonrisa agridulce el paso del tiempo, querer y empatizar con todos y cada uno de sus personajes e incluso descubrir la sabiduría tras el paso de una tortuga.
Hasta la escenografía y el vestuario tienen gran peso en el transcurrir de la función, abriéndonos las puertas entre el aquí y ahora y el cuento del Sr. Smith.
Aunque en ocasiones el montaje es excesivamente complejo de seguir, y no estoy seguro si es porque exige demasiado al espectador o si, por el contrario, tan solo le pide que se deje llevar y se contagie de su vivacidad, el caso es que hay momentos en los que llega a extraviarnos en su lirismo.

Seis actores que transmiten una ternura y una poderosa energía positiva desde el mismo momento en el que accedes al patio de butacas. Que aunque los sientes cercanos y comunicativos con el público, nunca lo percibes de forma invasiva. Desde el comienzo hacen entender que lo que quieren es simplemente que les mires, que les prestes atención un instante de tu vida para que te cuenten y te dejes conquistar por un ratito, después se evaporarán siguiendo otra estela, pero en ese momento es a ti a quien quieren.
Isabel Alguacil, Salvador Bosch, Michael Carter (preciosa composición de movimiento y danza que ha creado para esta función)Alicia Fernández, Joan Carles Suau y Sergio Torres hacen un maravilloso ejercicio de interpretación, vistiéndose y desvistiéndose personajes, ofreciéndote la oportunidad de poder disfrutar tanto de su realidad como personas, como de la fantasía a la que juegan siendo actores. Que nos regalan momentos llenos de sensaciones que nos calan dentro por la sencillez que practican en su acercamiento.

Un fantástico viaje que quizá no sea apto para todo tipo de público, aunque si les apetece aparcar a un lado lo habitual y dejarse invadir por la poesía y la fábula, seguro descubren un lugar que es mas común de lo que en principio uno pueda pensar.
Desde luego que a mi el Sr. Smith y sus compañeros me conquistaron y aún me hacen reflexionar.
 

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Carles Cuevas Carmen Pardo Daniel Acebes Diagoras Producciones El Secreto de las Mujeres Emilio Verdejo Fredeswinda Gijón Marta Arteta Nayra Petrini Pablo Cabrera Teatro del Arte Yann Charpentier

El Secreto de las Mujeres

Título:

El Secreto de las Mujeres

Lugar:
Teatro del Arte

Versión:
Daniel Acebes

Múscia y Letras:
Yann Charpentier
Emilio Verdejo

Elenco:
Daniel Acebes
Fredeswinda Gijón
Marta Arteta
Carles Cuevas
Pablo Cabrera
Nayra Petrini

Vestuario:
Daniel Maya

Coreógrafa:
Nayra Petrini

Escenografía:                                                       Producción:
Diágoras Producciones                                       Diágoras Proyectos Artísticos, S.L.

Dirección Musical:                                                Dirección:
Emilio Verdejo                                                   Carmen Pardo
                                                                          Daniel Acebes


En una época en la que estamos apunto de vivir en la capital una avalancha de musicales «Jukebox» y «requetereposiciones» imagino que generado por la crisis y el maldito 21% matataquillas y cierrateatros, nadie se atreve a embarcarse en la aventura de renovar los títulos que podemos ver; así que cuando uno sabe que se va a estrenar una comedia musical de cosecha propia, no puede por menos que sentirse atraído y tener la tentación de acercarse a verla. Un poco de savia nueva es muy de agradecer.
«El Secreto de las Mujeres» es una comedia musical, que no un musical, codirigido por Carmen Pardo y Daniel Acebes, que llega al Teatro del Arte con la sana intención de hacernos pasar un rato muy divertido. Una comedia ligera, llena de color, con un texto que juega con el surrealismo, la esquizofrenia y la realidad distorsionada, al borde de la misoginia, de un personaje profundamente trastocado por haber vivido el exceso de un entorno femenino.
La función viene de la mano de la valiente y ecléctica Diagoras Producciones, de quien ya hemos podido disfrutar otros montajes y siempre con un resultado mas que notable; y que esta vez se ha embarcado en la difícil tarea de crear un musical desde cero.

Una función absolutamente disparatada, donde las situaciones están sacadas de quicio, pobladas de personajes estereotipados y llevados mas allá del límite, a los que identificamos con claridad, hecho que provoca que soltemos mas de una carcajada.
Al comienzo es cierto que asusta oír el tipo de barbaridades que sueltan por la boca los personajes, pero enseguida uno comprende y entra en el juego de la exageración y la caricatura que nos propone el texto, haciendo que te olvides de todos los prejuicios, dejándote llevar por ese universo tan particular al que nos invitan a viajar.
Una obra llena de colorido y de muy buena energía, donde además de contar con un divertido texto, también cuentan con canciones creadas por Yann Charpentier y Emilio Verdejo, quien también se encarga de la dirección musical.
Canciones que sirven como pinceladas para las escenas, que son absolutamente pegadizas (Han pasado dos días desde que vi la función y aún saltan solas en mi cabeza), pero que en algunos momentos resultan prescindibles, pues no aportan demasiado, incluso frenan el ritmo de la historia. Otras, sin embargo, dan dimensión acertadamente a los personajes y a sus «taras» psicológicas, pero sin duda, frente al texto, es la parte donde se nota que el montaje aún cojea.
Antes de entrar en este tema, advierto que la función la vi el día del estreno y la valoración es un tanto subjetiva pues los nervios no son los mejores compañeros. Aún hay que hacer reajustes que, estoy convencido, harán que todo vaya a mejor con el transcurrir de las funciones, pero en la función del estreno faltó contundencia en el sonido. En un musical o en una comedia musical, las canciones deben dar brillo y aquí, el sonido de la sala era excesivamente opaco, haciendo que cayera el nivel conseguido, desluciendo la labor de los actores que incluso se les notaba tímidos a la hora de entrar en los coros y de ejecutar las coreografías creadas por Nayra Petrini, supongo que por la imposibilidad de escuchar con claridad. Aunque no todo es culpa del volumen de la música, falta en general potencia vocal y eso si que debe tener una solución urgente porque, al cantar sin micrófonos, cuando los problemas de sonido se hayan solventado, puede ser todo un impedimento para la buena marcha del espectáculo.

Salvando este tema, los seis actores hacen un muy buen trabajo. Es una gozada ver como se dejan la piel en escena, como consiguen que la función tenga un ritmo endiablado y los 90 minutos de espectáculo vuelen. Crean unos personajes con tanta personalidad, a pesar de ser absolutamente caricaturestos, que uno no sabe con cual quedarse.
Daniel Acebes hace un auténtico tour de force, a penas si sale de escena, canta, baila, salta y se desquicia a escasos centímetros del público y sin dar un solo síntoma de desfallecimiento, todo lo contrario, parece como si se retroalimentara de ese esfuerzo que conlleva llevar el peso de la función sobre sus espaldas. Dibuja un personaje lleno de tics que perduran y aumentan durante la función y logra que hagamos con sumo placer el viaje a través de la mente de su personaje.
Fredeswinda Gijón nos ofrece un ramillete de personajes adorablemente sobreactuados que me dejaron boquiabierto y que van a hacer las delicias de todos los que asistan a ver la función, tan llenos de vida, de detalles, tan disfrutables… que estás deseando que vuelva a aparecer en escena.
Pablo Cabrera siempre ha demostrado la solvencia como actor que tiene, da lo mismo lo que le echen. Lo resuelve todo con tanto gusto y demostrando un peso escénico tan grande, que es imposible no disfrutar viéndole trabajar. Y en esta función vuelve a suceder, y además hay que añadir que es todo un descubrimiento escucharle cantar.
Nayra Petrini, que además de ser la responsable de las coreografías del montaje, nos ofrece una especie de «Campanilla» gamberra y juguetona que se pasa la función revoloteando por la escena, haciendo algo muy bonito que es el subrayar el trabajo de sus compañeros sin robar foco y haciendo una composición muy entrañable de un personaje que es una delicia mirar.
Carles Cuevas es otro intérprete que como Fredeswinda, nos trae uno de esos personajes con los que te quedes al final de la función, que te conquista nada mas aparecer en escena y te apetece seguir viéndole; él opta por jugar con la contención exagerada de su personaje, que lucha por no dejar salir toda la potencia, si no que la dosifica sabiamente para que lo disfrutemos de principio a fin.
Marta Arteta es de esas actrices que uno no sabe muy bien porqué, pero según pisa el escenario presiente que nos va a dar algo mas de lo que en principio aparenta, y así es, tiene una gran energía que maneja con gracia y que nos lleva desde el comedimiento a la exageración sin demostrar esfuerzo alguno. Juega con ganas sobre el escenario y el resultado como contrapunto a la locura del personaje de Daniel es perfecto.

En general los seis logran que disfrutemos en escena. Realizan un trabajo enorme y muy divertido y que con el pasar de las funciones creo que van a lograr que este montaje brille en todos sus aspectos.
Carmen Pardo y todo su equipo afrontan este reto con mucha valentía, explorando nuevos caminos por los que antes no habían transitado y eso es muy placentero de encontrar para los que amamos el teatro. No todos los profesionales apuestan por un riesgo como el de esta producción en los tiempos que corren y yo espero y deseo que esa apuesta haya sido por un caballo ganador.
No dejéis de pasaros este verano por el Teatro del Arte y ver «El Secreto de las Mujeres» porque os prometo que os lo vais a pasar en grande, os vais a olvidar de las preocupaciones y saldréis con muy buen sabor de boca.
Y a todos los que visitéis Madrid este verano. No solo en la Gran Vía se hace teatro, investigad y descubrid estos pequeños bombones que nos tienen preparados en el resto de salas porque merece la pena descubrirlos y disfrutarlos.

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Celia de Molina Garaje Lumiere Javier Martínez Jorge Quesada Paco Anaya S.Paradise Teatro

S.Paradise

Título:
S.Paradise

Lugar:
Garaje Lumiere

Autor:
Paco Anaya

Elenco:
Javier Martínez (Kike)
Jorge Quesada (Lu)
Celia De Molina (Macarena)

Iluminación:
Chon López

Ayudante de Dirección:
Lydia Ruíz

Dirección:
Paco Anaya





Hace unas cuantas crónicas comentaba que de vez en cuando a uno le apetece sentarse y ver una función sin mas pretensiones que las de pasar un buen rato, disfrutando de un montaje que te cuente una historia que te divierta. No siempre me apetece acudir al teatro en busca de historias que me hagan reflexionar sobre temas profundos, hay veces que lo que se busca es poner una buena sonrisa como bálsamo para olvidarse de las preocupaciones del día a día y creo que «S.Paradise» cumple a la perfección con esto (Aunque con su toque, no creáis)

«S.Paradise» nos introduce en el interior de una sauna de ambiente gay donde se nos presenta a y a Kike, dos chicos que entran en la sauna por motivos aparentemente muy diferentes, pero que acaban compartiendo un instante de sus vidas. Mientras, conoceremos a Macarena, un fantasma que vaga por las salas de la sauna penando y «pagando» un precio muy caro por haber dado rienda suelta a sus instintos mas primarios y que nos lo contará con pelos y señales, literalmente…

Esta función escrita y dirigida por Paco Anaya se apoya en todos los tópicos que cualquiera puede tener en su mente sobre el ambiente, riéndose de ello y mostrándolo sin ningún tipo de pudor.
Un texto que tiene un estilo muy particular de contar las cosas, que ya hemos podido disfrutar en otras  obras coescritas junto a su amigo y colaborador Jota Linares. Nos hablan de frente y sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre, creando situaciones y provocando emociones con las que todos nos podemos sentir identificados, mas allá de donde se desarrolle la acción y el tono de la obra.

Me parece una idea bastante valiente, en los tiempos tan mojigatos y rancios a los que estamos retrocediendo, el realizar un montaje donde se llama a cada cosa por su nombre y donde si hablamos de un lugar en el que lo que predominan son los encuentros sexuales, se nos muestren sin autocensuras y con todas las consecuencias. Y si «S.Paradise» es una comedia donde se habla de amor, sexo, «tíos buenos» y pollas, sea eso lo que veamos.
El situar a los personajes en una sauna tan solo es la excusa para hablar de las formas tan diferentes que tenemos unos y otros a la hora de encarar las relaciones. Cuando hay unos que simplemente piensan en un encuentro casual, echar un polvo sin mas, jugar con el cuerpo y disfrutarlo, otros se dejan embelesar y sienten la necesidad de engañarse y ver en ese flirteo, la posibilidad de encontrar el amor verdadero. Reflejos, ambos, de la soledad en la que muchas veces nos hayamos sumidos y de la que cada cual intenta salir a su manera. Todo ello roto muy acertadamente con los soliloquios de Macarena que marcan el tono divertido y ácido de la función.

Los tres actores realizan un buen trabajo de interpretación. Jorge Quesada y Javier Martínez resultan convincentes en sus roles y dan perfectamente con los estereotipos necesarios para que la historia sea creíble, aunque quizá el texto de su historia se les quede algo corto, dejando la balanza inclinada a favor del bombón que es Macarena, con el que tanto nos divierte y se divierte Celia de Molina y del que exprime todo el jugo con mucha gracia y enorme complicidad.

Una función divertida que nos plantea con mucho cachondeo los tópicos que siempre se han atribuido al ambiente gay mas «promiscuo» y que, como marca del autor, deja un regusto un tanto amargo para que la función no sea tachada de frivolidad, cosa que tampoco tendría porqué ser un calificativo negativo para esta obra.

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Ana Salas Bajarse al Moro Entrevistas Hector González Jose Luis Alonso de Santos La Kimera Teatro Lucía Espín Miguel Rascón Teatro

Bajarse Al Moro – Entrevista con La Kimera Teatro

Desde hace cosa de un mes La Kimera Teatro está poniendo en pie una nueva versión de «Bajarse Al Moro» de José Luis Alonso de Santos.

Una función fresca, divertida, que se ha sacudido de encima todos los prejuicios y con una enorme sonrisa nos  proponen un viaje a los 80 para que revivamos esta época junto a ellos y unos personajes de los que deberíamos recuperar ese espíritu de superación y esa chispa de inocencia que tanta falta nos está haciendo últimamente.
Los chicos de La Kimera Teatro han sacado un ratito para responder a las preguntas que desde En Un Entreacto les hemos hecho para que les conozcáis un poquito mejor y os animéis a ver las dos funciones que aún tienen en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid.

          En Un Entreacto.- ¿De dónde viene La Kimera Teatro?
     La Kimera Teatro.-  La Kimera Teatro viene de la necesidad y las  ganas de crear de cuatro jóvenes actores formados en  la escuela de Cristina Rota. Las ganas de hacer cosas y mostrar nuestro modo de contar historias son nuestro origen y es a lo único que podíamos agarrarnos al empezar. Sabemos de donde venimos y aún no sabemos donde llegaremos, pero cada vez que nos perdemos nos agarramos a eso, a la ilusión y a todo lo que nos empujó a empezar. 
      Los tiempos son difíciles, pero mientras haya obstáculos que salvar seguirá habiendo carrera en la que correr.
          EUE.- ¿Quiénes son los integrantes de esta compañía?
          KT.- La compañía como tal la conformamos Miguel Rascón, Lucía Espín, Hector González y Ana Salas. Somos el núcleo del que todo partió, pero siempre contamos con colaboradores y gente que va y viene. Gente profesional en la que creemos y confiamos al igual que ellos lo hacen en nosotros. Anteriormente pudimos trabajar con Luis F. Jimenez, un lujo, premio Max de la crítica, por ejemplo, y para este montaje contamos con la dirección de Samuel Señas, y las interpretaciones de Lucía Navarro y Laura Cabrera, tres grandes descubrimientos que han enriquecido a la compañía, así como Sergio Delgado en escenografía o Chules Piñango como asesora de puesta en escena entre muchos otros.
           EUE.- ¿Qué queréis aportar al panorama teatral?

          KT.- Si algo aportamos es una visión joven y fresca aunque profesional; queremos ocupar el hueco que en otra época estaríamos ocupando. El cambio generacional en el gremio es algo que muchos otros llevan reclamando de hace tiempo, pero nosotros lo que buscamos es seguir creciendo en compañía de los más experimentados. No pretendemos suplantar ni apartar a nadie, sino todo lo contrario, enriquecernos todos en nuestro camino. Nos gustan los textos grandes de la historia y creemos que hoy aún están vivos. Nos encanta poder mostrar a gente de nuestra generación que aún se puede reinventar el siglo de oro español sin que pierda un ápice de su esencia, así como nos encanta ver emocionarse a nuestros padres presenciando como reproducimos en un discurso actual todo por lo que ellos luchaban cuando ni siquiera esperaban que nosotros llegáramos a la vida. Creemos en lo que hacemos, y en una época en lo que todo parecen ser trabas nosotros aportamos ganas de seguir hacia adelante con lo nuevo adquirido y lo viejo aprendido. 
    EUE.- El año pasado coqueteasteis con el teatro clásico y ahora os lanzáis con una comedia ochentera. ¿y este cambio? ¿dónde os sentís más cómodos?
     KT.- Podrían parecer dos temáticas opuestas, pero tan solo en lo más evidente lo es. Con “De Finea y Nise” nuestra particular versión de “La Dama Boba” de Lope de Vega fue toda una aventura que nos llevó por toda la península y con la que conseguimos pisar el Cafe de la Danse de París, nunca lo olvidaremos, pero sentíamos la necesidad de trabajar otros textos más cercanos al público. Las emociones han existido siempre, y los conflictos universales alrededor de temas como el amor, la supervivencia, o la amistad están presentes en todos los grandes clásicos, y nos fascina como Jose Luis Alonso de Santos fue capaz de trasladarlo de una manera tan natural a unos diálogos tan frescos que 30 años más tarde siguen de total actualidad. «Bajarse al Moro» ha sido un paso más en la carrera de La Kimera Teatro, y hoy por hoy nos sentimos muy cómodos con el trabajo realizado.
Ana Salas, Hector González y Miguel Rascón en «Bajarse al Moro». Foto Sergio García
          EUE.- ¿Qué os atrajo de “Bajarse al Moro” para volverla a poner sobre las tablas?
     KT.- El teatro debe ser una herramienta más allá del ocio, eso creemos nosotros. La cultura provoca inseguridad a quien la teme, y si alguien la teme es porque al fin y al cabo nos hace más libres a todos. 
     Bajarse al Moro habla de una generación y de los sueños y frustraciones de unos jóvenes que tenían nuestra misma edad hace casi 30 años. Nos parecía alucinante ver de una manera tan clara que todo eso que movía a la gente en esa época nos mueve hoy a nosotros mismos, y no había una manera mejor que, entre risas, poder llegar a  contarlo. Era un reto estimulante, y una aventura divertida. Bajarse al Moro es la obra que todo el mundo debería conocer en 2013 para ver que no estamos tan lejos de nuestra generación anterior y seguir tirando hacia adelante con sentido del humor y esperanza.
          EUE.- Habéis tenido que retocar el texto para adaptarlo a la compañía, ¿cómo creéis que juega este cambio en la función?
    KT.- La adaptación en el texto ha sido muy pequeña, pero necesaria para impregnarle lo que buscábamos. Siempre da miedo meterle mano a  las letras que con tanto cariño alguien colocó en un papel. Pero el mayor cambio reside en las transiciones y en la supresión de los personajes que menos presencia tenían. Cuestiones técnicas y dramáticas para nuestro montaje en casi todos los casos. Le hemos añadido protagonismo a algunas partes que pasaban más desapercibidas en la puesta en escena, pero la historia es la misma.
Miguel Rascón en «Bajarse al Moro». Foto de Sergio García
          EUE.- ¿Cómo está funcionando en pleno siglo XXI?
        KT.- Estamos muy contentos con las impresiones que nos llegan de quien ha visto nuestra función. No pensábamos recibir tantos abrazos de gente desconocida a las salida del teatro. La gente se emociona, ríe, y a veces baila. La gente empatiza con todos y cada uno de los personajes de la obra y se van a casa con la sensación de haber tenido una charla con un colega o haber vivido en primera persona esta historia.
       EUE.- La obra destila una inocencia que parece que ya no se respira en el ambiente, los ideales parece que han cambiado y la gente transmite un desencanto muy diferente al que transmite la obra ¿No creéis? ¿Cómo serían los personajes en estos momentos?
    KT.- Es inevitable desmoralizarse cuando no paran de decirte lo que no debes hacer constantemente. Estos personajes se mueven entre lo que quieren ser, lo que son, lo que les gustaría ser, y lo que nunca podrán ser. La diferencia más grande reside en que en aquella época se vivía en una especie de esperanza de que todo estaba cambiando, y hoy en día la esperanza va por otro lado, por el de “algo debería estar cambiando”. El mensaje de hace tres décadas nos encajaría muy bien hoy, pero para poder comprenderlo hay que ver la función, jeje.

         EUE.- ¿Pesa el tener como precedente tantos y tan grandísimos actores que interpretando a los personajes de esta función?
        KT.- Es una responsabilidad y las comparaciones a veces son odiosas, pero creo que hemos creado una visión nueva alejada de anteriores interpretaciones. No podíamos hacernos cargo de competir con nombres tan grandes como Verónica Forqué, Juan Echanove, Chus Lampreabe o Antonio Banderas entre tantísimos otros, así que decidimos coger la obra como si fuera la primera vez que oyéramos hablar de ella y darle vida de nuevo desde nuestras vivencias y características propias.
         EUE.- Finalizado este periplo en el Auditorio Marcelino Camacho, ¿qué futuro le aguarda a Bajarse al Moro?
  KT.- Aún no lo sabemos pero esperemos que sea bueno. Andalucía, Extremadura, Castilla y León o La Sala Margarita Xirgú en Alcalá de Henares, son próximas paradas. Pero aún no sabemos como llegaremos hasta allí. Estamos barajando pasar por latino américa, incluso tal vez Francia de nuevo, pero ahora mismo no sabemos nada.
          EUE.- Aún quedan dos funciones antes de acabar la temporada, ¿qué diríais a la gente para que no se la pierda?
    KT.- Simplemente que vengan si tienen ganas de reírse y de disfrutar de un viaje en nuestra particular máquina del tiempo a 1985. Tan solo hay que relajarse y dejarse llevar, todo está permitido en nuestra fiesta y hay una butaca para ellos. 

      La verdad que es un gusto leer lo que tienen que contarnos y la ilusión, las ganas y el tesón que destilan. Ellos son la nueva generación que ha llegado para quedarse en los teatros y desde aquí les damos la bienvenida con todas las ganas porque estamos seguros que nos harán vivir grandes momentos.
      Así que ya sabéis, si podéis, no dejéis de hacer este viaje con ellos, os aseguro que disfrutaréis de una bonita función que tocará la fibra de todos los que os dejéis conquistar por La Kimera Teatro y su «Bajarse al Moro».


      Tan solo quiero darles las gracias por haberse fijado en En Un Entreacto, haber confiado y dejarnos ser partícipes de un trocito de su ilusión, regalándonos un rato de su tiempo. Ahora habrá que permanecer atentos para seguirles la pista y ver en qué nueva aventura se embarcan y compartirla con todos nosotros.
      Una vez mas… ¡Viva el Teatro! 
Categorías
Aitana Sánchez-Gijón Asier Etxeandia Irene Escolar Jorge Calvo José Ollé La Chunga Mario Vargas Llosa Rulo Pardo Teatro Teatro Español Tomás Pozzi

La Chunga

Título:

La Chunga

Lugar:
Teatro Español

Autor:
Mario Vargas Llosa

Elenco:
Tomás Pozzi (El Mono)
Asier Etxeandía (Josefino)
Rulo Pardo (José)
Jorge Calvo (Lituma)
Aitana Sánchez-Gijón (La Chunga)
Irene Escolar (Meche)

Escenografía:
Sebastiá Brosa

Iluminación:
Lionel Spycher

Vestuario:
Miriam Comple

Dirección:
José Ollé

«La Chunga» es uno de esos espectáculos que despiertan mi curiosidad desde el comienzo, sin conocer nada del montaje; la unión del autor y el reparto era excusa mas que suficiente para lanzarme a la compra de entradas sin saber mas. Después, leyendo el argumento y viendo los vídeos promocionales que el Teatro Español ha ido colgando en las redes sociales las ganas se multiplicaron.
«La Chunga» nos sitúa en un pueblecito de Perú donde la vida transcurre perezosa y sin sobresaltos, hasta que una noche, Josefino, un parroquiano que frecuenta la taberna regentada por La Chunga, presenta su nueva novia ante sus amigos, Los Inconquistables. Todos, incluida la dueña de la taberna, quedan deslumbrados ante la belleza y la juventud de Meche.
La noche transcurre entre cervezas, apuestas y dados. En un momento de «calentón», Josefino, hace un trato con La Chunga y le propone poder pasar una noche a solas con Meche a cambio de que le preste dinero para poder seguir apostando; ella accede y se marchan a su habitación, pero a la mañana siguiente, cuando Josefino vuelve a por su novia, esta ya no está y nadie consigue arrancarle una palabra a La Chunga de lo sucedido. Esto provoca que cada uno de Los Inconquistables imagine, según su forma de interpretar las cosas, qué es lo que sucedió aquella noche entre las dos mujeres, sin sacar nada en claro.
El texto de Vargas Llosa nos embarca en un viaje a las mentes de cada uno de los personajes, jugando con lo que piensan que sucedió y lo que jamás sabrán. El autor entra en lo mas profundo de sus almas, dejando al descubierto los demonios que torturan su día a día exponiendo aquellos deseos y anhelos que jamás verán cumplidos. Un retrato de lo que nos sucede a los humanos cuando algo se nos escapa a nuestro entendimiento; todos intentamos encontrarle una lógica que nos satisfaga, que nos consuele el pensamiento, aunque nosotros mismos sepamos que dista mucho de la verdad.

José Ollé dirige esta función en la que la realidad y la ficción se solapan, se entremezclan y se confunden, tal como les sucede a los personajes que pueblan esta historia. Los mete a todos en un microunirverso que es la taberna de La Chunga donde parece que se encuentran a salvo, ese refugio donde huele a agrio y a serrín, donde unos castigan a otros, pero donde todo se cura abriendo una nueva botella de cerveza y entonando una vez mas el himno que les une en su soledad.
Con una escenografía esquelética, creada por Sebastíá Brosa, que acompañada de la iluminación Lionel Spycher, llena el espacio de recovecos y rincones oscuros, de texturas ásperas y nada reconfortantes, que nos adentra en un universo de almas desesperadas que chillan su dolor disfrazado de sueños inconfesables y que se fusiona con las personalidades de cada uno de los personajes que pueblan la función.

Entrando en el tema de las interpretaciones, hay de todo, cosas que me entusiasmaron y otras que me dejaron frío.
Me agradó encontrarme con una Aitana Sánchez-Gijón absolutamente transformada, dejándose literalmente la piel en el escenario, y regalándonos una de esas actuaciones que marcan. Un maravilloso trabajo de fusión con el personaje, cuerpo y voz están al servicio de La Chunga, aunque en los momentos mas desgarradores juegue quizá algo en su contra, pero dejándome un regusto final que aún paladeo con ganas.
Admiro cuando un actor/actriz apuesta por si mismo y pone toda la carne en el asador para llegar a crear algo diferente a lo que hemos visto, como es el caso de Aitana y esta Chunga.

Asier Etxeandía vuelve a darnos una lección de como hacer parecer fácil lo difícil; la brutal personalidad  de su Josefino explota en nuestra cara y nos deslumbra con un personaje que nos asusta, pero que a la vez nos descubre a un ser prisionero de si mismo que, como todos, intenta salir a la superficie a tomar aire, pero al que su lado mas perverso le arrastra hacia el fondo… interesante descubrir la cantidad de matices que Asier dibuja para que no quede en mera fachada. Nuevo punto a favor del inmenso Asier.
Ambos actores tienen una escena en esta función que ya solo por vivirla merece la pena ir a ver «La Chunga», un momento en el que ni Asier ni Aitana están en escena, son Josefino y La Chunga, tan vivos que impresiona verlos; demostrando como ambos se entregan al servicio de sus personajes y dan una lección del control sobre la escena y sobre el espectador. Memorable.

Mención especial a Jorge Calvo por ese Lituma que te arrebata el corazón, que dibuja una pureza de sentimientos y una limpieza en su interpretación, que «su momento» es una delicia de experimentar. Qué bien que haya actores que te conquisten de esta manera y con esa sencillez, ¡quiero mas Jorge Calvo!.

Tomás Pozzi es pura energía, a veces da la sensación que vuela por el escenario. Es arrollador. Aunque al comienzo cuesta encajar con su personaje, de tan excesivos que resultan sus ademanes y formas, uno acaba por conocer al Mono y comprender. Tomás Pozzi sabe cómo hacer para que acabes por entrar en su código y conquistarte.

A Irene Escolar ya la he visto en tres montajes y siempre me ha convencido, me gusta su forma de afrontar los personajes, se nota que se entrega de lleno a lo que hace y me creo todo lo que nos propone, pero me apetece verla en otro registro y descubrir mas cosas de ella porque comienzo a tener cierta sensación de «ya visto» y es una lástima porque realmente es una actriz que me gusta. En esta función tiene un momento precioso junto con Aitana en el que la ruptura de los personajes es tal que llegue a sobrecoger de la emoción transmitida.

Con quien no llegué a encontrar un punto de conexión fue con Rulo Pardo y su José, quizá se me escapó el detalle que da la clave de su personaje, pero en todo momento lo vi fuera de sintonía con el resto de actores y poco convincente en su intervenciones. A excepción del momento en el que comenzamos el viaje a su «versión» donde creo que la sordidez de su realidad sale a flote y provoca muchas reacciones en el patio de butacas. Lástima porque ese hubiera sido el camino que hubiera hecho mas interesante a este personaje, siempre desde mi humilde opinión.

Lo que uno no puede negar viendo este montaje es que los actores afrontan la obra con coraje, entregándose al texto de Vargas Llosa con ganas y valentía y que, gracias a la labor de dirección de José Ollé, nos encontramos con un trabajo potente donde no se escatima en imágenes crudas y llenas de fuerza, que mezcladas con un toque de realismo mágico, nos hacen vivir con intensidad este cuento que nos traen a las tablas del Teatro Español y del que uno sale, aunque empañadas de puntos sobrantes, con la sensación de haber visto cosas muy grandes.

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Antonio Nieves Dunia Ayaso Félix Sabroso Israel Reyes José C. Campos Lili Quintana MCarmen Sánchez musicales Octavi Pujades Perdona bonita Teatro Infanta Isabel Victor Formoso Yanely Hernández

Perdona Bonita Pero Lucas Me Quería A Mi (El Musical)

Título:
Perdona Bonita Pero Lucas Me Quería A Mi

Lugar:
Teatro Infanta Isabel

Autor:
Félix Sabroso
Dunia Ayaso

Elenco:
Octavi Pujades
Victor Formoso
José Carlos Campos
Antonio Nieves
Lili Quintana
Yanely Hernández
MariCarmen Sánchez

Escenografía:
Victor Medina

Vestuario:
Unai Telleria

Iluminación:
José Manuel Guerra

Musica Original:
Germán G. Arias

Dirección:
Israel Reyes



De vez en cuando me apetece buscar propuestas mas ligeras, que me hagan pasar un rato divertido sin tener que romperme la cabeza y rebuscar en la cartelera para intentar descubrir una nueva joya escondida…
Con esta idea acudí el pasado jueves al Teatro Infanta Isabel, buscando un momento divertido y petardo. Si que es cierto que no iba con la mejor de las predisposiciones, había visto vídeos promocionales por internet que no me convencían del todo, pero bueno, teniendo en cuenta que, en su momento, con la película me lo pasé estupendamente y que la adaptación venía de los mismos autores, Félix Sabroso y Dunia Ayaso, estaba convencido que los vídeos no le estaban haciendo justicia…
La historia, igual que en la película, nos cuenta como un trío de gays a punto de ser echados del piso que comparten por falta de dinero, buscan un nuevo compañero que les ayude económicamente para poder salir a flote. En esa desesperación aparece Lucas, el hombre perfecto, convirtiéndose en el objeto de deseo de los tres, por supuesto no pierden el tiempo y le proponen que se quede a vivir con ellos.
Desde ese mismo momento comienza la batalla entre los amigos para lograr conquistar a Lucas, pero un buen día aparece asesinado. Llaman a la policía, sin pensar que estaban complicando todavía mas la historia, pues las policías que aparecen para investigar el caso se encontrarán mas involucradas en el asesinato de lo que se esperaban.
A la historia, que ya de por si tiene suficiente miga para entretener, le han querido añadir un ingrediente mas ¡Convertirlo en musical! Jugando entre melodías originales, canciones ya incluidas en la película y mezcla de canciones conocidas con letras ligeramente alteradas. Algo que no funciona en ningún momento, creo que las canciones están metidas con calzador y no aportan nada al desarrollo de la historia, tan solo podría salvarse el momento flash-back de los tres chicos explicando sus versiones de los hechos, pero para cuando llega ese momento, mi interés ya se había perdido.
En mi opinión es un intento fallido por sacar adelante una función con muy buenas intenciones, pero que creo que no funciona como debería. De ser una comedia «marica» muy divertida y sin grandes pretensiones, que lleva al límite una situación ya de por si surrealista, pasa a convertirse en un sketch sacado de un programa estilo «Noche de Fiesta» excesivamente alargado. 
Los personajes funcionan a golpe de chiste, las reiteraciones con algunas situaciones llegan a ser cansinas… y si a esto se le añade que algunos actores no consiguen afinar una sola nota… A mi personalmente me enfada.
A estas alturas se presupone que si se presenta un musical en Madrid, en un teatro como este, debe llevar un mínimo de calidad y ese mínimo que se exige es que el elenco sepa cantar, si no se quiere o no se puede ofrecer un resultado correcto, lo mejor es cortar las canciones y presentar la función con su texto original, sin mas, seguro que la cosa funcionaría mejor. Me enfado porque las entradas están caras, el público escasea, el 21% nos come los bolsillos a todos y esto no ayuda, no es de buen recibo sentarse en la butaca a oir desgañitarse a un actor que no llega a las notas, lo siento, pero es así. Hay mucha gente preparándose como para encontrar algo de este calibre en un teatro de la red comercial… Es igual que lo de «hacer de», ¿por qué hay un actor «haciendo de» gordo en vez de contratar a uno que lo sea y darle un poco de verosimilitud a la obra? Si tiene una justificación no logré encontrarla.
Es cierto que hubo gente que se reía con ganas y aplaudió entusiasmada, eso quiere decir que si tienen su público y por ese lado yo me alegro, eso quiere decir que hay gente que ha visto y ha entendido lo que a mi se me ha escapado. Sé que detrás hay un esfuerzo que espera ser reconocido, pero pienso que todo está hecho buscando un resultado que se conforma con agradar a unos cuantos, cuando podría haberse convertido en una función absolutamente divertida y alocada y me da pena y rabia, no puedo evitarlo.
En fin, no siempre se puede acertar con lo que uno va a ver…

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Garaje Lumiere Gonzalo Grillo Ignacio Mateos Jota Linares Maggie Civantos María Hervás Mejor Dirección Novel Pablo Cabrera Paco Anaya Teatro

Mejor Dirección Novel

Título:

Mejor Dirección Novel

Lugar:
Garaje Lumiere

Autor:
Jota Linares
Paco Anaya

Reparto:
Pablo Cabrera (Iván)
Maggie Civantos (Leo)
Gonzalo Grillo (Esteban)
María Hervás (Eme)
Ignacio Mateos (Adrián)

Escenografía e Iluminación:
Chon López

Ayudante de Dirección:
Lydia Ruíz

Dirección:
Jota Linares

Mucho estaba tardando yo en acercarme por Garaje Lumiere a curiosear qué es lo nuevo que Jota Linares nos tenía preparado. Después del agridulce pero maravilloso sabor de boca que nos dejó a medio Madrid con «¿A Quién Te Llevarías A Una Isla Desierta?» y la placentera orgía de risas llenas de vísceras que nos regaló con su último corto «Ratas», no podía por menos que acudir a esta nueva cita.
Jota Linares junto a su inseparable amigo Paco Anaya han ideado un libreto que mezcla el cine, los amigos en la treintena y los secretos a voces. Un cocktail que se ha convertido en marca la casa.
En esta ocasión la función nos sitúa, literalmente, en la fiesta de la premiere de «Cuatro Septiembre al Año», la primera y exitosa película de Eme Betancourt, jovencísima directora que da con la clave para lograr que con su primera incursión en el cine, sea nominada nada menos que a 7 Goyas. Todo es perfecto hasta que sus cuatros «mejores» amigos se juntan y, entre copa de champán y copa de champán, descubren que tienen mucho mas que ver con la película de lo que ellos pensaban… y hubieran deseado.
Con este libreto Jota Linares y Paco Anaya demuestran la buena mano que tienen para dibujar personajes heridos, en constante conflicto interior y con ganas (y mucho miedo) a una segunda oportunidad. Personajes que a pesar de haber llegado a la treintena se sienten perdidos como adolescentes, insatisfechos en su posición y desconcertados ante la posibilidad de dar un paso equivocado. Me atrevería a decir que es casi un retrato generacional, pero sacándole de encima todo lo grandilocuente que pueda llevar ese término, tan solo es la invitación a echar un vistazo para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Con unos diálogos certeros, que no dan puntada sin hilo; donde lo que aparentemente parece una nimiedad, algo ligero, e incluso con cierto tufillo a topicazo, acaba por abofetearnos y descubrirnos que viaja mucho mas adentro nuestro de lo que nos estamos creyendo. 
Una comedia con un poso amargo que deja que nos relajemos, comencemos a divertirnos y cuando ya nos tiene desprevenidos ¡Zas! Nos sacude haciéndonos ver que, lo que a nosotros nos está provocando la risa, es justamente lo que desgarra el alma de estos cinco personajes.
El conjunto es brillante, pero si agarramos el bisturí, diseccionamos ese «todo» y vamos viendo sus partes de manera individual, descubrimos unas escenas con un aroma absolutamente especial, donde los diálogos mas inverosímiles, a veces sucios, petardos, íntimos, otras inocentes o demoledores, pueden llevarnos a descubrir asombrosos matices escondidos en los personajes, asombrosos y posiblemente hasta un poco perturbadores, y es que estos diálogos están dichos en muchos momentos a la cara del espectador, arrojándonoslos a bocajarro, como si se nos exigieran una respuesta  (Habría que preguntarle a los actores lo que ven en nuestras caras en esos momentos porque debemos ser auténticos «poemas») Esta función tiene un grado de intimidad tan vívida que da hasta pudor.
El ritmo y la estructura cinematográfica es claramente un sello de su director, que apuesta por ilustrar la historia a golpe de secuencia, incluso la iluminación y la distribución de la escenografía hace del escenario un pequeño set de rodaje. Tan solo echo en falta algo de música que subraye ciertos momentos de la función, pero esto es apreciación mía, supongo que el que no esté es una razonada y justificada elección del director.
Me encanta el teatro de Jota porque hace reencontrarme con actores con los que disfruto mucho viéndolos trabajar. 
Actores como Pablo Cabrera que se lanza de cabeza a sus personajes y los llena de tanta que vida y tanta cercanía que, aún conociéndole en persona, consigue desconcertarme por la verdad que les entrega. Cada trabajo suyo es una demostración mas de lo grande que es, el dominio que tiene sobre la escena y lo lejos que puede llegar.
Maggie Civantos tiene una luz en su interpretación que enamora, hace del gesto mas pequeño un dibujo completo de la personalidad de su personaje. Una actriz que me fascina por su valentía y su forma de jugar en escena, que arriesga y que uno no puede dejar de mirar. Me gusta mucho su forma de trabajar y dar sentido a los diálogos.
María Hervás es la energía escénica personificada. No sé si ella llegará a leer esto o no, ni si le gustará, pero es mi Uma Thurman particular, tiene un magnetismo que le hace capaz de interpretar del mas barriobajero al mas glamuroso de los personajes. Regala a su «Eme» los aires de gran Diva en ciernes tan apropiados para conseguir dibujar esa soledad y confusión que necesita su personaje. 
Y los recién llegados al equipo, Gonzalo Grillo e Ignacio Mateos, dos descubrimientos mas que me quedo con todo el gusto del mundo. La energía que Gonzalo entrega en escena es muy potente e Ignacio   dice tantas cosas a través de sus ojos y desprende tanta sensibilidad que desarma.
Un elenco que funciona muy bien en el conjunto y que con su diversidad enriquecen la función. Tan solo un «pero» para alguno de ellos y es el cuidar la proyección de la voz, en los momentos mas íntimos se hace difícil escuchar con nitidez el texto y es una pena perderse ni una sola de las líneas.
Una función muy divertida, aparentemente ligera, pero con mucha «chicha» a la que hincar el diente. Con diálogos y situaciones deliciosas en su contundencia, que Paco Anaya y Jota Linares ponen en escena cuando otros muchos las cortarían ¡y a mi eso me encanta! y estoy convencido que a su reparto les pasa lo mismo porque eso se percibe desde las gradas del «Lumiere».
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Amaya Curieses Irene Curieses Jaume Policarpo La Guindalera Todos Mienten

Todos Mienten

Título:

Todos Mienten

Lugar:
Sala Guindalera

Autora Versión:
Amaya Curieses
Basado en «La Muerte de Pitia» de
Friedrich Dürrenmatt

Elenco:
Amaya Curieses (Paniquis, La Pitonisa)
Irene Curieses (Paniquis Joven)

Escenografía:
Juan Sanz
Miguel Ángel Coso

Vestuario:
Almudena Rodríguez Huertas

Videoescena:
Bruno Praena

Dirección:
Jaume Policarpo


«Todos Mienten» es un montaje que encierra un hermoso motivo por el que no podía perdérmelo, y ese motivo no es otro que poder ver una vez mas sobre un escenario a Amaya Curieses, una de las personas que mas ha influido en mi vida teatral; una de esas personas que por cosas del destino se planta en tu camino y te lleva por sitios por los que no tenía pensado transitar y que han acabado por influir y convertirme en lo que soy.
Ella es una de las principales culpables de que adore el verso, valore el maravilloso y sacrificado trabajo del actor y que venere los teatros como los templos que son. Algún día, cuando retome aquellas crónicas que  escribía hace tiempo, homenajeando los momentos mas «teatreros» de mi vida, os hablaré de ella con detenimiento. Pero como os decía, ella es el principal motivo por el que el pasado viernes pisé de nuevo La Sala La Guindalera.

Esta función podríamos decir que es una deconstrucción en toda regla del mito de Edipo. Un texto adaptado por la propia actriz basado en «La Muerte de Pitia» de Friedrich Dürrenmatt; donde entre coqueteos con diferentes lenguajes teatrales, vamos descubriendo una visión diferente de lo que supuso el paso del mero «chisme» a lo que después acabó por convertirse en una de las historias mas recordadas de la antigüedad.
La principal protagonista de esta historia es la adivina Paniquis que por quitarse de en medio a otro de esos pesados que venían a consultarle insustancialidades de la vida, se le ocurrió vaticinarle que mataría a su padre y se casaría con su madre ¿de qué nos suena esto? y la lió muy, pero que muy gorda…
A través de diferentes momentos de la vida de la pitonisa vemos a los personajes que se vieron afectados por aquella «improvisación» suya; cada uno aporta su visión y su versión de lo acontecido ante los ojos asombrados y , por qué no, divertidos de la adivina que no da crédito, casi hasta el momento de su muerte, de que ella fuera el desencadenante de toda esa historia.

Hay un problema con los que vamos tanto al teatro y es que a veces asistimos con una idea prefijada de lo que nos vamos a encontrar en el espectáculo y somos nosotros mismos los que nos ponemos obstáculos a la hora de darnos a la propuesta e impidiendo entrar en el juego desde un primer momento. Algo así me pasó a mi que, acostumbrado a ver a Amaya Curieses en textos de los grandes autores del Siglo de Oro, esperaba encontrarme con una propuesta mas «convencional»…
Si vais a verla, que espero que sí, procurad ir con la mente abierta, dispuestos a dejaros llevar porque lo que Jaume Policarpo nos ofrece es mucho mas interesante que una función que se tome a si misma en serio.
Es una función llena de humor, a veces inocentón y otras veces lleno de un corrosivo sarcasmo, que juega rompiendo la temporalidad y la época en la que habitan los personajes para encontrar un nexo de unión con el público de la sala.
Tan solo dos actrices en escena, Amaya e Irene Curieses, que comparten personaje; unas veces solapadas, otras fragmentadas e incluso interpretando al resto de personajes implicados en la historia. Dos caras de una misma moneda que se enfrentan, se complementan y que ofrecen una interpretación sólida, llena de una energía cálida que te hace disfrutar de lo que se está viendo. Me encanta ver la compenetración con la que juegan en escena, su trabajo corporal, sus voces cambiantes, sus saltos de género… Incluso en algún momento se me asemejaron a un par de «juglares» o cuentacuentos que revolotean por la escena intentando captar toda nuestra atención transformándose en todos los personajes que sean necesarios para atraparnos con su historia.

Quizá no sea una función fácil, los constantes juegos cambiantes con el lenguaje teatral y el texto hacen que uno no se permita un momento de relax en la butaca. Hay mucha información que, en un principio, puede parecer abrumadora; pero enseguida uno se da cuenta que lo que se nos propone es una madeja que debemos ir desenrrollando poco a poco, al ritmo que «Las Curieses» nos dictan. Además ¿quién dijo que la función tuviera que ser sencilla? Cuando uno oye un «cotilleo», no tiene toda la información desde un primer momento. Primero conoce el hecho, que está lleno de interrogantes, y después, poco a poco, va descubriendo los motivos, las razones y las explicaciones que llevan a aclarar el acontecido… o no… nunca se sabe en una función que se titula «Todos Mienten»

La escenografía nos sitúa en el interior de la cueva que Paniquis habita, no del todo contenta con ello, pero resignada ya que pertenece a su destino de «adivina», y que no pierde ocasión de criticar por su decoración. Nosotros vemos en ella el paso del tiempo a través del agujero que da al exterior, que a la vez actúa como el ojo que todo lo ve. Muy interesante la videocreación y el juego con el agua.
Existe un punto dentro de esta obra que no quiero dejar pasar, el trabajo de máscaras y marionetas que desfilan en el montaje, habitantes indispensables que cuentan la historia envolviéndola de un halo de ensueño o de irrealidad muy bello e incluso inquietante y  que aplaudo con ganas pues aportan un dinamismo y una magia esencial para el montaje.
La función aún está dando sus primeros pasos y esto se nota en el tempo de algunos gags, aún un poco toscos, pero que con el paso de las representaciones, estoy convencido que funcionarán con toda fluidez y aportarán momentos muy divertidos y que sorprenderá encontrárselos dentro de esta temática.

Si os apetece encontrar una propuesta diferente ante un tema que todos conocemos, podéis acercaros por La Guindalera y descubrir este trabajo lleno de poesía y humor que la compañía de Amaya Cuireses os ofrece. Propuesta por otro lado muy valiente, de una actriz que después de toda una carrera dedicada al Teatro Clásico decide afrontar nuevos retos y arriesgar por sacar a la luz una nueva faceta. Una demostración de que los actores viven una constante regeneración que, con su generosidad, consiguen que los espectadores no perdamos la capacidad de sorprendernos aunque vayamos pensando que sabemos lo que nos vamos a encontrar.

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