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Aday Rodríguez Alejandro de los Santos David Tortosa Excitame Jose Luis Sixto Juanjo Llorens Stephen Dolginoff Teatro Fernán Gómez

Excítame – El Crimen de Leopold & Loeb

Título:
Excítame – El Crimen de Leopold y Loeb

Lugar:
Teatro Fernán Gómez

Autor:
Stephen Dolginoff

Elenco:
Alejandro de los Santos (Nathan Leopold)
David Tortosa (Richard Loeb)

Dramaturgia:
Pedro Víllora y Alejandro de los Santos

Escenografía:
Asier Sancho

Iluminación:
Juanjo Llorens

Vestuario:
Silvia de Santiago

Dirección Musical:
Aday Rodríguez

Dirección de Escena:
José Luis Sixto


Confieso mi debilidad por el teatro musical, siempre he permanecido muy cerca de este género por muchos motivos y le tengo un especial cariño, pero como pasa con todas las cosas que uno quiere, puede que sea más crítico y exigente que con otros géneros. Siempre quiero más y mejor.
 
Una de las cosas que siempre le he reprochado al musical que se hace en nuestro país es la ligereza con la que sobrevuelan nuestras propuestas (no siempre), por la forma en la que están enfocadas, su filosofía y su factura. Habitualmente se tiene más en cuenta la espectacularidad que el aspecto  actoral o vocal de los artistas, y muchas veces se apuesta por un rostro «popular» y se suple su carencia interpretativa con grandes efectos especiales, con fastuosos decorados o con cualquier agente externo que desvíe la atención del espectador hacia otro lado y le haga exclamar de asombro, haciéndole olvidar si el actor estaba haciendo un buen trabajo o no, relegando los momentos donde el actor debería brillar a mero “teatrillo” hecho entre canción y canción. Por supuesto me estoy refiriendo a los espectáculos de gran formato, donde aún nos queda mucho que aprender de esos otros lugares con los que tanto nos gusta compararnos y equipararnos. Las franquicias no cuentan, que esas ya vienen con instrucciones, como los muebles de Ikea. Y no es tanto por el artista en si, si no por quienes los producen y los montan, que quieren hacer taquilla a golpe de cara conocida en detrimento del resultado artístico del producto, dando la sensación que la línea de pensamiento es algo así:“Con que quede resultón es suficiente, ya lo llenaremos de confetis y escenarios giratorios” “There’s No Business like a Show Business”…
 
Y todo esto viene a cuento porque donde sí tenemos mucho que decir es en el terreno del Teatro Musical de pequeño formato, donde está claro que ponemos más carne en el asador, donde en muchos casos brillamos; quizá la inversión económica sea menor, que no el riesgo, y carecer de ciertos medios hace que el apoyo esté basado en ofrecer un resultado artístico de gran calidad, es la única manera de poder sobrevivir luchando contra gigantes, pues otra cosa puede que no tengamos, pero gente preparada no nos falta y donde encuentran camino para poder demostrarlo es en este terreno, montando sus propios espectáculos, inventando salidas, indagando en musicales desconocidos, propuestas diferentes y atrayentes porque se salen precisamente de la norma, y mostrando en ellos todo lo que saben hacer. Y pensándolo bien, quizá sea esta gente la que haga más por dar a conocer el teatro musical al público…
Uno de esos casos es“Excítame – El Crimen de Leopold & Loeb” de Stephen Dolginoff dirigido por José Luis Sixto e interpretado por Alejandro de los Santos y David Tortosa. Un musical de pequeño formato que sorprende por la factura que gasta; ha sido tratado con la seriedad y la rigurosidad de los grandes, cuidándose hasta el más mínimo detalle, ofreciendo una profesionalidad a prueba de balas. Y donde además se apuesta por un trabajo actoral sólido y creíble, imprimiéndole la importancia interpretativa que cualquier espectáculo teatral debería tener.
José Luis Sixto es un tipo que sabe por dónde se anda, sabe lo que quiere y posee una mente imaginativa que salpica de originalidad la puesta en escena de este thriller teatral y que además orienta a sus actores por un camino que rara vez se ve en los musicales. Juega a mezclar ingredientes y hace un maravilloso cóctel en el que mezcla el humor negro, con el erotismo, la angustia, las obsesiones o el desamor… Es un tipo que lleva mucho tiempo viéndole las tripas al teatro y desde muchos lados diferentes, y esa experiencia ha sabido utilizarla en favor del montaje.
 
La historia cuenta un caso real acaecido a comienzos del siglo pasado, donde dos jóvenes amantes, obsesionados con Nietzsche y la teoría del Superhombre, ponen a prueba sus límites cometiendo todo tipo de delitos hasta acabar secuestrando y asesinando a sangre fría a un niño. La historia nos cuenta cómo urden el plan, cómo las obsesiones y manipulaciones de uno de ellos arrastran al otro y esto les hace acabar atrapados en un callejón sin salida.
Se agradece que el libreto, adaptación de Pedro Víllora, no escatime en detalles. Me cansa la falsa mojigatería y la autocensura en según que historias, así que me encanta que en «Excítame» no se pasen por alto aquellos pasajes que normalmente incomodan, e incluso tengan sus propias canciones donde dan buena cuenta de todo lo que vivieron esta pareja de asesinos. Es arriesgado, no vamos a negarlo, pero la oscuridad de la historia y lo perturbador de lo que cuenta resultan irresistibles, al igual que esa escenografía sencilla, pero multifuncional, diseñada por Asier Sancho y la iluminación absolutamente magistral de Juanjo Llorens que nos hace viajar a todos aquellos lugares por los que transitaron estos personajes con un acierto y una belleza sublime.
La partitura, dirigida por Aday Rodríguez, nos mueve por el entramado de esta historia sin pretender destacar, si no como un elemento más que hace avanzar la historia enriqueciéndola, con canciones que cuentan mas que ser cantadas, digo esto por el peso que tiene el contenido de sus letras, adaptadas por Alejandro de los Santos; siendo un complemento perfecto que le otorga atmósfera y ritmo a la trama.

Creo que Alejandro de los Santos aporta a su personaje una acertada visión de este ser débil, aparentemente frágil. Su Leopold se nos va mostrando a pequeñas pinceladas, y poco a poco, a cada cuadro, en cada canción, va nutriéndose de nuevos trazos y giros que hacen tan interesante su evolución. Un descubrimiento verdaderamente grato.
Hay algo que me gusta de David Tortosa y es que a cada montaje nos demuestra su crecimiento como intérprete, descubriéndonos un recodo nuevo en el entramado de su actuación. Y en «Excítame» nos regala un reverso tenebroso que hace que Tortosa se desdibuje y mude su expresión en favor de ese oscuro e hipnótico Loeb que se asoma aterradoramente a través de sus ojos. Salvando algún problema de vocalización, creo muy interesante el camino por el que David Tortosa está experimentando.

Los dos juntos hacen una gran pareja y aunque yo vi el estreno, ya se les notan las ganas de jugar en escena, transmitiendo la excitación de estos dos jóvenes que se mueven entre el amor obsesivo, los encuentros sexuales furtivos y la violencia y que podrían haber sido perfectamente portada del periódico «El Caso»
Insisto en lo mucho que me agrada el haber visto un musical con unas interpretaciones creíbles y justificadas, con los pies en el suelo; sí, con sus torpezas por el nerviosismo del estreno, como es lógico, hay que dejarles caminar, pero demostrando que a «Excítame» no se viene solo a ver un musical, como suele ir a verse este género, si no a ver Teatro.
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Borja Roces En Un Entreacto Radio Encrucijada Marta Belenguer Mentxu Romero Miguel Pérez Valiente Pequeños Dramas Sobre Arena Azul Yernos Que Aman

En Un Entreacto Radio – Programa 21

Regresamos de las vacaciones de verano y encaramos una nueva temporada de En Un Entreacto Radio. Una 2ª temporada que viene cargada de buenas energías, con las pilas cargadas a tope y con la intención de seguir ofreciéndoos a los Entreacteros toda la actualidad teatral cada quince días.

En este primer programa dimos un repaso al inicio de la temporada teatral de la mano de nuestro amigo Miguel Pérez Valiente, que como siempre nos ofreció un avance desde su particular y siempre indispensable punto de vista.

Después tuvimos el gusto de poder pasar un rato conversando en nuestro estudio de GetafeVOZ con Borja Roces y Alicia Rodríguez, que vinieron a hablarnos del regreso de «Encrucijada – Nihil Novum Sub Sole» a la sala El Umbral de Primavera. Nos hablaron de su forma de afrontar el teatro y el estilo desde el que ellos se quieren expresar, un placer conocer su teatro de primera mano.

Y despedimos este primer programa con la explosión de energía que trajeron al estudio Abel Zamora, Mentxu Romero y Marta Belenguer, que tienen en cartel dos obras, «Pequeños Dramas Sobre Arena Azul» y «Yernos Que Aman». Nos hablaron de ello y de su manera de hacer teatro. Una divertidísima charla que no deberíais perderos.

Un estupendo primer programa de temporada que esperamos sea muestra de lo que nos iremos encontrando en este nuevo curso.

¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!

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Aitor Merino Guillem Clua Ramón Pujol Smiley Teatro Lara

Smiley

Título:
Smiley

Autor:
Guillem Clua

Lugar:
Teatro Lara

Elenco:
Ramón Pujol
Aitor Merino

Escenografía:
Guillermo García-Hoz

Iluminación:
Daniel Navarro

Sonido:
Andrés Belmonte

Producción:
Nicolás Belmonte

Dirección:
Guillem Clua

Comenzamos la temporada y lo hacemos estrenando la nueva sala del Off del Teatro Lara; una sala que mejora lo que era el antiguo escenario-off, el Hall del Lara. Ahora con eso de descender a los bajos del teatro, hay un rollo clandestino que me gusta y que deja atrás ese aire improvisado que hacía tan difícil la vida de algunos montajes… Dejaremos que ande un poco más antes de juzgarla, aunque alguna fila tiene pinta de no dejar ver más allá de la coronilla del espectador de delante y las sillas siguen siendo matadoras pasada la primera hora de espectáculo…
 
Yo me he estrenado en esta sala con un montaje que llevaba tiempo esperando que viniera a Madrid, y al que le he seguido la pista con mucha curiosidad e interés en su imparable evolución por los teatros de Barcelona. Smiley es un texto escrito y dirigido por Guillem Clua que desde ya os digo viene para reventar la cartelera madrileña. Un texto divertido, incisivo, que da palos para todos lados, pero sabiendo donde apunta y cargado de ternura; un texto lleno de referencias y que resulta un regalo interpretativo para cualquier actor que se entregue a su juego. Tiene una enorme sensibilidad y una verdad que nos gana a todos.
 
De Guillem Clua conocía «Invasión», trepidante e inteligente texto que puso en escena la temporada pasada La Joven Compañía, y su colaboración en la bellísima «Cenizas». ¿Qué tienen que ver unos textos con otros? Pues simple y llanamente la genialidad de su autor, que sabe sorprendernos saltando de género en cada uno de ellos y con sobresaliente resultado. Ahora que ya son tres textos los que conozco, me apetece conocer todo su teatro y seguir sorprendiéndome con lo que quiera contarme.
Centrándome en Smiley”, como ya dije en twitter cuando salí de ver la función, ha conseguido que me reconcilie con las comedias románticas, un género que siempre me ha producido urticaria y del que he renegado con insistencia, pero del que ahora ya no sé qué decir… ¿Qué sucedería si Cary Grant intentara seducir a James Stewart en vez de a Katherine Hepburn? Pues eso hay en “Smiley”, ese regusto a comedia clásica escondida tras esa apariencia moderna, gay, “hipstérica” y “vigoréxica” que se marcan.
La historia de Bruno y Álex es sencilla, una confusión lleva a que dos extraños, aparentemente opuestos, entren en contacto y un compendio de malos entendidos provoquen que surja el ¿Amor?
Con esa premisa parten, una historia repleta de pedacitos de cada uno de nosotros, más allá de nuestra orientación sexual. Su acidez, su humor, su sensibilidad, su mala hostia, es algo intrínseco en el ser humano y así está plasmado en esta función. Es inevitable salir del Lara pensando que las reacciones de estos personajes son las mismas que hubiéramos tenido cualquiera de nosotros.
¡Qué bien ver una comedia que te deje esa sensación de plenitud! De haber pasado un rato divertido sin trucos bobalicones que fuercen la risa, que no traten al espectador como si le faltara un hervor, que haya referencias para todos, que rezume inteligencia y que a la vez sea tan ligera y refrescante.
Ya os digo que esta función ha venido para quedarse por mucho tiempo entre nosotros.
Y qué decir de sus dos actores, Ramón Pujoly Aitor Merino. ¡Están espléndidos!
¡Lo que hace Ramón con su monólogo inicial es magistral! Sí, sí, lo es… Si no, ¿cómo es posible que las manos se te vayan solas para aplaudir histéricamente lo que hace en esos primeros minutos de función? La sitúa a un nivel altísimo, tanto que asusta que esté tan arriba, porque uno no puede evitar pensar que de ahí solo queda la bajada… ¡bobadas! Guillem, Ramón y Aitor la mantienen allí con naturalidad, manejando los tiempos, las sorpresas, y las emociones hasta el último minuto.
Aitor Merino es una bestia parda, maravilloso descubrir esa comodidad y comicidad tan chispeante y vertiginosa con la que trabaja. Se marca un auténtico Tour de Force que no afloja en la hora y media que dura la función. No digo más, comprobadlo por vosotros mismos y rendíos a sus pies porque os va a sorprender el desparrame que se marca en escena.
Lo mismo sucede con Ramón Pujol, lo que hace en «Smiley» provoca que quieras más y más… ¡y mucho más! Salta de la seducción a la rudeza, de la soberbia a la ternura, de la torpeza a la galantería y todo ello en un pestañeo; las intenciones, tanto en la palabra como en la expresión, son absolutamente precisas y dibujan con exactitud lo que quiere contarnos. Su trabajo es de esos que fluyen con tal sencillez que no eres consciente que te ha atrapado hasta que tú mismo sientes que se te ha quedado cara de tonto de tanto como estás disfrutando.
En definitiva, es una gozada ver cómo, cuadro tras cuadro, transmiten tanta complicidad y ganas de jugar; ver cómo se siguen, se complementan, se completan… ¡No puedo dejar de lanzarles halagos! Y si no fuera por la incomodidad de las sillas del Off, no me hubiera importado que aquello se alargara un rato más.
La función acaba y sales con la sensación de que tú también vives tu propia comedia romántica y eso, aunque me cueste admitirlo, me encanta.

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Canciones Para No Cortarse Las Venas Jardines de Sabatini Juanjo Llorens Lourdes Zamalloa Manu Berástegui Mariano Marín. Pablo Rubén Maldonado musicales Veranos de la Villa Victor Ullate Roche

Canciones Para No Cortarse Las Venas

Título:
Canciones Para No Cortarse Las Venas

Autor:
Manu Berástegui

Lugar:
Jardines de Sabatini (Dentro de la Programación de
Los Veranos de la Villa)

Elenco:
Víctor Ullate Roche (El Hombre)
Lourdes Zamalloa (La Mujer)
Pablo Rubén Maldonado (El Pianista)

Vestuario:
Moma Costume

Iluminación:
Juanjo Llorens

Dirección Musical:
Mariano Marín

Dirección:
Manu Berástegui

No había asistido nunca a un espectáculo de los que se programan habitualmente en los Jardines de Sabatini dentro de la programación de los Veranos de la Villa, y la verdad, solo con encontrarme sentado al aire libre, para disfrutar en directo de un espectáculo, frente a este escenario que tiene como fondo el Palacio Real, así, iluminado, grandioso… ya merece la pena.
Me encuentro de vacaciones, pero la tentación me pudo.

“Canciones Para No Cortarse Las Venas” es un espectáculo de formato sencillo, diseñado por Manu Berástegui como excusa para poner en escena un buen ramillete de canciones y hacer un recorrido por un amplio repertorio dedicado al (des)amor y a los corazones rotos.
Una mujer acude a una especie de “piano-bar” desesperada, en busca de un remedio para el desamor; allí es atendida por un barman que, junto al pianista del lugar, la ayudan a hacer “terapia” y afrontar su mal, diseccionándolo, desmenuzándolo a través de diferentes géneros musicales que tocan el tema; descubriendo las mil caras del amor o de la falta del mismo, desde los corazones rotos, despechados, magullados, masoquistas, quejumbrosos, violentos, atormentados… que habitan estas canciones. 
El espectáculo tiene como pretexto una sencilla línea argumental para vestir y dar algo de cuerpo a este recital, convirtiéndolo en un espectáculo musical dramatizado, que se concentra en enfatizar las estupendas voces de Víctor Ullate Roche y Lourdes Zamalloa, boleros, copla, tangos, por poner solo un ejemplo, sobrevuelan los Jardines de Sabatini acompañados al piano por un maravilloso Pablo Rubén Maldonado.
La dramaturgia es simple, incluso bastante superflua y naif, pero como excusa para que las canciones fluyan hilvanadas una tras otra, es aceptable. Doy fe que he visto espectáculos de factura más potente y con pretensiones más ambiciosas que poseían una dramaturgia mucho más traída por los pelos y que han sido aplaudidos a rabiar. Sí, sí, hablo de esos musicales juke-box que campan a sus anchas por ahí. Como digo, no es un musical en sí, donde uno busca un peso dramático y una historia sólida, si no un divertimento hecho para deleitarse con estas dos grandes voces y así es como hay que tomárselo y disfrutarlo. Yo lo hice.
El buen trabajo de Víctor Ullate es más que conocido y apreciado por todos los aficionados al teatro musical, y en “Canciones Para No Cortarse Las Venas” derrocha simpatía con este “Doctor-Desamor” que nos invita a probar su amplísima carta de cócteles musicales. Junto a él nos encontramos con la gran sorpresa que resulta Lourdes Zamalloa, una voz potente, cálida, que brilla más a cada canción y que irradia cercanía; quizá menos conocida que Víctor, pero con un amplísimo recorrido en el terreno del Teatro Musical del que hace gala en este espectáculo. Los dos están divertidos, defienden con ganas el espectáculo, juguetean con el público, al que tienen presente en todo momento, y nos hacen salir con una buena carga de positivismo. 
Si me tuviera que quedar con uno de los momentos  de este espectáculo es el bloque dedicado a la canción italiana o la complicidad entre ellos con los boleros o el momento tequila… Vaya, creo que me quedo con unos cuantos…
Quizá el repertorio peca en exceso de melódico, algo más de fuerza y desgarro en algunos momentos le vendría que ni pintado para acabar por enganchar y provocar en el público ese sentimiento que expresan las canciones. 
Y puestos a pedir, eché en falta algún éxito más contemporáneo, seguro que hubiera encajado perfectamente, pero eso es solo apreciación mía. Aún así resulta entretenido de ver y sobretodo de escuchar porque no se les puede negar a Víctor y a Lourdes que es un placer dejarse envolver por sus voces de una manera tan agradable, sentados al aire libre, en la noche madrileña y sentir que nos dejan con ganas de más.
Una bonita noche recordando grandes éxitos como medicina contra el mal de amores.
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Íñigo Rodríguez-Claro Carlota Gaviño Grumelot Javier Lara Juan José Rodríguez Los Brillantes Empeños Mikele Ruíz Nave 73 Pablo Messiez Rebeca Hernando

Los Brillantes Empeños

Título:
Los Brllantes Empeños

Autor:
Pablo Messiez
(Sobre textos del Siglo de Oro)

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Carlota Gaviño
Rebeca Hernando
Javier Lara
Juan José Rodríguez
Íñigo Rodríguez-Claro
Mikele Urroz

Escenografía, Vestuario e Iluminación:
Pablo Messiez
Javier L. Patiño
Grumelot

Producción:
Grumelot
Nave 73
Festival Internacional De Teatro Clásico de Almagro

Dirección:
Pablo Messiez

Adoro el teatro en verso, adoro lo que cuenta y sobretodo cómo lo cuenta, adoro escucharlo en boca de quien tiene algo que decir con él y adoro también el silencio, esos espacios en los que uno respira, mira desde su interior y siente la necesidad de no decir porque lo que le remueve por dentro es más grande que las propias palabras.
«Los Brillantes Empeños» es todo un homenaje a esto y a otras muchas cosas que irán saliendo a lo largo de la crónica… o no. Con todo lo que pellizca Pablo Messiez por dentro uno no sabe ni lo que va a contar al hablar de ello.
Seis hermanos en escena, como seis niños perdidos en el País de Nunca Jamás, con una Wendy en el filo de la infancia y la adultez, llena de responsabilidades cruelmente impuestas como primogénita, con un corazón lleno de amarga soledad, insoportable carga de madurez para su edad.
Seis seres humanos con la pasión de los clásicos como única referencia a imitar; empujados a interpretar la vida desde la mirada de los autores del Siglo de Oro español, con el verbo y la retórica de la época para aprender a canalizar y descubrir el sentir del espíritu humano.
Seis almas «segismundianas» que destapan el sentir más primario a golpe de olores, roces, besos, de carnalidad y de Luna. Impulsos llenos de enternecedora e ilimitada inocencia; con una vida atrapada entre cuatro paredes de pasado incierto, violento, desdichado. Una mirada primeriza, llena de misterio, de extraño sentir, de dolores extracorpóreos que comen el alma más inocente, y de AMOR. Amor al alma, amor a la carne, amor fraternal, ciertamente incestuoso, a la palabra, al silencio, a la música, al ritmo interno de cada una de esas seis vidas, que se transforman en infinitas cada vez que recitan un nuevo parlamento como explicación a tanto sentir enigmático.
Un juego de textos propios y ajenos bien enfrentados, quizá algo densos en algún momento, pero con una acertada y necesaria sencillez en lo que cuenta; que invita a abrirse a las interpretaciones post-función. La complejidad que abraza este experimento lo encontramos ya escrito varios siglos atrás, estupendamente adoptada en favor de la historia.
De «Los Brillantes Empeños« salí tremendamente enamorado, conmovido por el trágico lirismo del destino de estos seis hermanos, con el corazón enternecido de tanto sentir. Con una puesta en escena breve de espacios, esquemática, y sin embargo tan profunda en simbolismos.
Hubo momentos que casi me subía en la chepa del espectador que tenía delante de tanto que me iba inclinando en mi asiento. Sentía la necesidad de acercarme más y más a lo que sucedía en escena para impregnarme de ello, intentando asirme a una brizna extra de aquello que fluía en escena.
Escuchar los versos de Calderón, de Lope, de Quevedo, fuera del contexto de sus obras originales y percibir un sentimiento renovado en ellos, es algo fascinante. Volver a saborearlos en labios ajenos a los personajes para los que fueron creados, es volver a descubrirlos con un gusto maravilloso, con un renacer tan cargado de sentir que se agarrota en la garganta y se escapa por los ojos en forma de lágrimas. Cuántos matices escondidos, qué belleza redescubrir la riqueza del vocabulario y las mil formas que adopta; y con un extra tan sublime como es que se pueda aplicar a cada uno de nosotros, prueba palpable de que realmente son universales y que son la vía perfecta para canalizar todo ese torbellino de vida que nos bulle por dentro.
Lo que Grumelot hace en escena es arriesgado, está lleno de valentía y de buenas intenciones, pero sobretodo ganan al espectador con la ternura y la sencillez desde donde se nos ofrecen. 
Un trabajo físico complicado, mezcla acertada de códigos que conforman un microuniverso perturbador y a flor de piel. Un mundo lleno de primeras veces, de ojos que aprenden a mirar, de almas que se expanden y de las que asistimos a su primer salto al vacío con el que emprenden el vuelo a la vida.
Una maravilla la forma que tienen de hacernos redescubrir el verso, haciéndolo tan terrenal, tan primario y, porqué no decirlo, tan sexual. En definitiva sintiéndolo tan vivo.
Confieso que a mi me ganaron por completo desde ese momento «mesa» «silla», a partir de ahí me entregué de lleno a ellos y dejé que jugaran cuanto quisieran con mi alma.
La comunión entre la particular visión de Messiez y la absoluta implicación de Grumelot posee una luminosidad tan íntima que invita a que la amemos sin prejuzgarla, que la descubramos con ojos limpios y dispuestos. 
Una propuesta delicada que guarda en su interior un bello homenaje a la esencia del Siglo de Oro, a la música, al ritmo, al silencio, a la palabra… y sobretodo, y por encima de todo, al empeño de vivir.
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Antonio Rojano Ascensión y Caída de Mónica Seles La Casa de la Portera Nerea Moreno Rocío Marín Teatro Víctor Velasco

Ascensión y Caída de Mónica Seles

Título:
Ascensión y Caída de Mónica Seles

Autor:
Antonio Rojano

Lugar:
La Casa de la Portera

Elenco:
Rocío Marín 
Nerea Moreno

Espacio Sonoro:
David García

Dirección:
Víctor Velasco

Al entrar en La Casa de la Portera, como suele ser habitual, nos encontramos en un lugar que a pesar de sernos tan familiar, vuelve a darnos la sensación de un espacio en el que nunca habíamos estado. Esta vez se convierte en un espacio donde las luces ocultan lo que las sombras nos cuentan; así es «Ascensión y Caída de Mónica Seles», el nuevo montaje que podemos ver los lunes en La Casa de la Portera. Un texto escrito por Antonio Rojano y dirigido por Víctor Velasco.
De nuevo se da un giro de tuerca a sus habitaciones, trasladándonos a un particular limbo donde habitan unos personajes que aguardan el momento de saltar a primera línea y ejecutar su juego. Una historia contada a golpe de set que nos hace cambiar de campo para ver una historia que nos mueve a través del tiempo, de un presente desconcertante a un pasado embaucador, y que nos convierte en insectos ante trampas de luces cálidas y brillantes, donde creemos haber encontrado nuestra panacea personal y que no son más que nuestra perdición, de la que es tan complicado huir.
El tenis, las peluquerías clandestinas de extrarradio, las pijas que ansían ser Blancanieves cuando en realidad son meras brujas caprichosas, las víctimas incautas que se dejan hipnotizar por palabras huecas acompañadas de coletillas pegajosas como «cariño«, «querida» «amor«, «niña«… Los fantasmas dolidos que claman venganza o la crisis económica… todo ello se nos junta en esta historia que contiene un cóctel de interesantes ingredientes que al ser agitados quizá se entremezclan en exceso haciendo que nos cueste saborearlos.

Nerea Moreno y Rocío Marín ejecutan un atrevido trabajo, muy medido y sujeto a la original, por momentos, puesta en escena.
Ambas actrices están plenamente al servicio de la historia y pelean por llevar a buen término la función con unas interpretaciones entregadas que, a veces, revolotean zigzagueantes ante el exceso generalizado, y no del todo canalizado, de la dirección. Hay situaciones, información, ideas a las que dar cuerpo, simbolismos, simbologías que dan la sensación de encontrarnos ante una sobresaturación de asuntos que tratar.
Entre ellas se generan curiosas situaciones, dibujos que dan un muy acertado tono a la historia. La ricachona racista arrodillada ante un barreño, o ese botellón improvisado de anís y polvorones, situaciones envenedamente castizas, casi casposas y algo «almodovarianas» que hablan por si solas, pero que se acaban por diluir en un final de trazo confuso e indefinido. Es como si la traca, en vez de reservarse para el final, hubiera estallado en el comienzo.
Me gustan las historias de intereses creados que guardan giros, las historias que nos esconden sorpresas en cada recodo por el que nos hace pasar; las mezclas de géneros, poder pasar de la comedia al suspense, del drama al terror y regresar a todos ellos, me gustan los diálogos ocurrentes, escritos con gracia, que compliquen la trama, y Antonio Rojano nos ofrece todo esto en «Ascensión y Caída de Mónica Seles», pero creo que va perdiendo sabor según se va resolviendo el puzle.
La función tiene un comienzo interesante, que atrapa en su misterioso propósito, pero que hacia la mitad da la sensación de estar sobrevolándola por encima sin que deje que nos posemos sobre ningún aspecto concreto y dejando la sensación de algo ya visto.
Es complicado aunar en un mismo camino la justificación del paralelismo que pretende denunciar y la resolución de la trama. Ciertamente es una pena salir con la idea de que han acabado por precipitar la resolución de la historia sin llegar a encontrar ese punto de originalidad que rompa con todo y abra una nueva brecha por la que querer mirar.
Aunque para gustos… ya se sabe…
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Arturo Turón Confesiones A Alá David García Desde El Patio Efecto Escena En Un Entreacto Radio Glosas Teatrales Jesús Melones Jesús Ortega Miguel Pérez Valiente Tragycom

En Un Entreacto Radio – Programa Número 20

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Llegamos al final de nuestra 1ª Temporada de En Un Entreacto Radio. Nos marchamos de vacaciones para recargar pilas y regresar con fuerzas renovadas allá por el mes de Septiembre.
Ha sido una maravillosa temporada en la que hemos encontrado un buen puñado de amigos entre todos los «Entreacteros» que ya forman parte de esta familia.
¡Gracias por hacernos sentir tan arropados!
En este último programa nos hemos saltado el guión y hemos contado con unas visitas en el estudio de GetafeVOZ muy especiales para nosotros. Unos compañeros de butaca con los que nos apetecía compartir el repaso de temporada. Ellos son Jesús Ortega del programa Efecto Escena, Miguel Pérez Valiente del blog Glosas Teatrales, David García actor y autor del blog Desde El Patio y Jesús Melones, 50% de la web teatral Tragycom.
Con ellos hemos hablado de lo que más y lo que menos nos ha gustado de la temporada, hemos debatido sobre todos esos montajes que nos han marcado, para bien o para mal, y además nos han lanzado unas cuantas recomendaciones para que no nos falte el teatro dentro de nuestro verano.
Por supuesto que hemos tenido nuestra sección de cartelera, no podía faltar, pero esta vez la hemos pasado junto a Arturo Turón, autor de la versión española de «Confesiones a Alá», quien también la dirige y quien nos ha contado detalles de este montaje que actualmente se puede ver en el hall del Teatro Lara.
No debéis perderos este programa con tanto contenido, tan divertido e interesante. Esto si que ha sido acabar por todo lo alto.
Nos marchamos de vacaciones con muy buen sabor de boca y orgullosos de esta aventura que no ha hecho más que esperar.
Espero que descanséis y que en Septiembre os apetezca seguir acompañándonos. Nosotros seguiremos por aquí.
¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!
¡Felices Vacaciones!
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Abel Zamora David Matarín La Casa de la Portera Marta Belenguer Mentxu Romero Nuria Herrero Pequeños Dramas Sobre Arena Azul Raúl Prieto Teatro

Pequeños Dramas Sobre Arena Azul

Título:
Pequeños Dramas Sobre Arena Azul

Autor:
Abel Zamora

Lugar:
La Casa de la Portera

Elenco:
David Matarín
Mentxu Romero
Raúl Prieto
Marta Belenguer
Nuria Herrero
Abel Zamora

Vestuario:
Puri Peláez

Maquillaje:
Ana Lahoz

Dirección:
Abel Zamora

Esta semana parece que me estoy marcando un especial sobre el teatro de Abel Zamora, cosas que pasan cuando un autor tiene en cartel dos funciones estrenadas en menos de una semana… Bueno, «Pequeños Dramas Sobre Arena Azul», la función de la que voy a hablar, es un re-estreno porque ya estuvo programada a comienzos de año en el mismo espacio, en La Casa de la Portera; por cierto, adoro el título, con esa mezcla entre poética abstracción y escatología mundana.
Había oído comentarios sobre este montaje, pero todo el mundo se ha guardado de hablarme con claridad sobre de qué iba, y aún así había algo en los comentarios de la gente, en lo que no contaban sobre la función, que me llamaba poderosamente la atención, así que no he querido dejar pasar más tiempo y entrar en «La Portera» a curiosear sobre esta «Comedia Triste».
Creo que va a ser complicado contar sin desvelar, pero voy a hacer un esfuerzo para que quien vaya a verla cuente con el factor sorpresa, que creo hace que la experiencia sea aún más gratificante.
En esta función el autor, que también dirige e interpreta uno de los papeles, vuelve a traernos a escena la cotidianidad de la familia. Una cotidianidad que ciertamente no esperamos, pero que al fin y al cabo es el día a día de estos personajes con los que nos topamos, los cuales viven sus días llenos de «normalidad», con sus perezosas tardes anhelantes de emociones, hasta que el drama entra por la puerta para instalarse en sus vidas, un drama en el que nosotros reparamos raramente y que a penas damos importancia, y que sin embargo a ellos les desbarata sus planes de futuro.
Abel Zamora da luz ante nuestros ojos a la invisibilidad de una historia de amor, de amistad, de malas pasadas, que sucede próxima y que nunca somos capeces de ver… hasta ahora, que ya os digo yo que lo miraréis con otros ojos y con la que no podréis dejar de sentir un pellizco de culpabilidad. Una historia que nos provoca la risa por la desconcertante cercanía y la inevitables empatía que sufrimos con esos seres que habitan «Pequeños Dramas Sobre Arena Azul». Quizá es ley de vida, pero por ello la realidad no deja de ser terrible, ¿verdad?
No puedo más que quitarme el sombrero ante la valentía de los actores que se han prestado a esta propuesta, porque no por curiosa deja de ser arriesgada; de hecho me encantaría saber qué pasó por sus cabezas cuando les ofrecieron hacer esta función. 
Cinco actores que se prestan a semejante montaje dan a entender que la confianza que tienen en Abel Zamora es plena. David Matarín, Mentxu Romero, Raúl Prieto, Marta Belenguer y Nuria Herrero, ofrecen una interpretaciones divertidamente dramáticas, llenándolas de verdad, atreviéndose a jugar con todas las consecuencias al juego que se les plantea, que no es moco de pavo, que perfectamente les podría haber salido el tiro por la culata y haber hecho el más grande de los ridículos, y sin embargo ellos lo han defendido y ahí están, haciéndonos pasar un rato tremendamente divertido. Yo los veo como auténticos dibujos animados que han traspasado la dimensión que les separa de nosotros y que se han hecho carne y hueso. Ya desde ahí podéis entregaros a la locura que nos ofrecen con sus personalidades deslenguadas, brutas, primarias, sin malicia, tremendamente tiernas y hasta en el más desagradable de los casos, adorables. 
Unas composiciones tan trágicas que acaban por tocarse por el otro extremo, como un perro intentando morderse la cola, provocando más de una carcajada al contemplar su pesar. Y a la vez transmitiendo un desgarro enternecedor en sus «pequeños» dramas, que después de habernos reído, nos damos cuenta que no son tan risibles, si no que son merecedores de un abrazo que les transmita calidez y consuelo.
Insisto en expresar mi admiración por la mano que tiene este autor para crear personajes sacados de los rincones mas insospechados de nuestro día a día, y ofrecernoslos sin filtros, y que nosotros compremos la idea sin prejuicios. 
¿Qué es lo que se toma Abel Zamora cuando escribe? Pues no lo sé, pero desde luego que yo se lo daría a más de uno. No puedo pasármelo mejor con su teatro y viendo el morro que le echan los actores que trabajan con él.
Categorías
Carles Harillo Emilio Williams Fanny Gautier Javier Ruíz de Somavía Mónica Regueiro Rodrigo Poisón Smartphones Teatro Teatro Lara

Smartphones

Título:
Smartphones

Autor:
Emilio Williams

Lugar:
Teatro Lara

Elenco:
Fanny Gautier (Amelia)
Rodrigo Poison (Bernabé)
Mónica Regueiro (Chantal)
Javier Ruíz de Somavía (Dagoberto)

Diseño Vestuario:
Miriam Jarillo

Iluminación y Sonido:
Sergio Guivernau

Escenografía:
Elena C. Galindo

Dirección:
Carles Harillo Magnet

Fíjate las alturas de la semana en la que nos encontramos y yo aún sin publicar nada sobre «Smartphones»… Y no es por pereza, de verdad. Realmente llevo todo este tiempo dándole vueltas a qué es lo que vi y cómo contarlo.
¿Qué es Smartphones? ¿Una sátira? ¿Un vodevil? ¿Una denuncia? ¿Una farsa? ¿Una tomadura de pelo? ¿Un simple divertimento? Pues después de mucho pensarlo, creo que tiene un poco de todo esto y muchas otras cosas más, todas pasadas por el tamiz del Teatro del Absurdo.
Vayamos por partes, la historia que nos cuentan escrita por Emilio Williams, fue todo un éxito en su lectura dramatizada allá por el 2011 en el Parnasillo del Teatro Español, parte de una premisa muy clara. Cuatro amigos se reunen en casa de un quinto ausente que los ha citado a todos en su casa, pero que parece que no llega nunca (¿a qué nos suena?) Van sabiendo de él a través de las actualizaciones en su perfil en Facebook, por ambiguos tweets y llamadas sin a penas cobertura, pero nunca obtienen una respuesta clara. Mientras tanto vamos descubriendo sus relaciones, quienes son y qué hacen allí.
Una historia en la que los personajes no se despegan de sus teléfonos en ningún momento, y que más que mirarse a los ojos y reconocerse, saben de la existencia del otro por las fotos de perfil que tienen colgadas en las redes sociales. Un texto que se mofa, que nos acusa y que descarga sobre nosotros una clara denuncia a esta situación cada vez más absurdamente palpable que estamos viviendo con el tema de los teléfonos móviles.
La historia dirigida por Carles Harillo Magnet e interpretada por Fanny Gautier, Mónica Regueito, Rodrigo Poisón y Javier Ruíz de Somavía es una locura de entradas, salidas, líneas de diálogo a veces afiladas, otras muy brutas y a veces tontorronas, de desconexiones, de cortes, de vueltas a lo mismo, de momentos delirantes, de otros incomprensibles, y porqué no decirlo, algunos soporíferos, que al terminar me dejó practicamente igual que al comienzo.
Es cierto que dentro de ese caos e incomprensión sentí cierta fascinación por lo que estaba viendo en escena, me despetaba curiosidad ver hacia dónde se dirigía todo, pero vamos que también puedo sentir fascinación por ver el funcionamiento de una lámpara de lava, los revoloteos de una bolsa de plástico que se lleva el viento o buscar figuras en el gotelé de la pared, pero ¿qué me aporta realmente?… pues eso.
El conjunto de la puesta en escena me pareció correcta, interesante. Aunque tanta mención durante la función a las referencias en las que se inspira me suenan a justificación… 
De las interpretaciones no puedo mas que decir cosas positivas, los cuatro están estupendos, no se les puede quitar el mérito, tienen un acertadísimo tono de comedia, resultan juguetones dentro del lenguaje del absurdo y caen bien. De hecho si recomendase la función, sería para que vieran su trabajo. Pero la dirección aún tiene que afinar todas esas entradas, salidas, pulir los diálogos para que resulten aún más picados, para que el ritmo no decaiga, porque si encima de que la propuesta que estamos viendo es un tanto «especial», si se deja que nos distraigamos, se corre el riesgo de perder espectadores que comiencen a hacer la lista de la compra mentalmente, si no a abandonar la sala, como ya pasó el día del estreno.
No es una propuesta que me haya conquistado, la verdad. Me gusta el teatro del absurdo, pero en esta función hay cosas que me parecieron un tanto abusivas, incluso tramposas; me dio la sensación que llegados a ciertos puntos, se sacan de la manga cortes, quiebros, rupturas, que situaban a los personajes en otro lado para no resolver conflictos. No sé si están dentro del texto, si son propuestas del director o de dónde han salido, pero yo, como espectador, tenía cierta sensación de que me estaban tomando el pelo… Con cierta gracia, que mis carcajadas me eché, no le vamos a quitar el mérito.
Categorías
Abel Zamora David Matarín Emilio Gavira Juan Caballero La Pensión de las Pulgas Mamen García Manolo Caro María Maroto Marta Belenguer Mentxu Romero Ramón Villegas Yernos Que Aman

Yernos Que Aman

Título:
Yernos Que Aman

Autor:
Abel Zamora

Lugar:
La Pensión de las Pulgas

Elenco:
Marta Belenguer
Juan Caballero
Manolo Caro
Mamen García
Emilio Gavira
María Maroto
David Matarín
Mentxu Romero
Ramón Villegas
Abel Zamora

Espacio Sonoro:
Ruth Rubio

Espacio Escénico:
Alberto Puraenvidia

Dirección:
Abel Zamora

Cuando estaba pensando en qué iba a contar en esta crónica, me ha venido a la mente una canción de Sabina que dice así:

«Hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
(….)
Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres consuelo, mujeres puñal,

(…)
Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan,
Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad,
Hay mujeres que abren agujeros negros en el alma,
Hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.

(…)
Hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.«

Y es que es un poco así como podríamos definir a estos seres que componen la familia ¿disfuncional? de «Yernos Que Aman» que Abel Zamora ha escrito y dirigido.
Una «dramedia» de amor y familia con sabor muy muy particular, y no digo «familia» porque sea para todos los públicos, si no porque transcurre en el microuniverso de una familia y el amor que flota, y a veces intoxica, el aire, pero… ¿Qué es el amor? Pues aquí vamos a encontrar un amplio y curioso catálogo con mil y una combinaciones, más o menos aceptables… cada cual tiene su concepto del amor y conseguir que alguien lo acepte y quiera empastarlo con el suyo es complejo… ¡Y vaya si lo es!
 
Me encanta la facilidad que tiene Abel Zamora para jugar con los géneros, para crear personajes tan rematadamente peculiares, pero absolutamente posibles, y esa estupenda mano para mezclar la más pura realidad con la ensoñación, con los seres surrealistas, y ver que encajan sin problema. 
El espectador tiene que venir de casa con la mente despejada y bien limpita para dejarse arrastrar a una propuesta inusual y que a mi particularmente me apetece encontrar de vez en cuando.
Esa mezcla entre los dramas existenciales, lo sobrenatural, la comedia gamberra y malhablada y la ternura, a mi me ganan y me divierte. 
Me hace estar todo el tiempo con la atención puesta en lo más alto esperando un «más difícil todavía» y «Yernos Que Aman» lo logra, va añadiendo pizcas de diferentes condimentos para no aburrir con intensidades alargadas innecesariamente, aunque si es cierto que a veces tiene predilección por el melodrama y se le pasa un poco de cocción. 
Abel juega a amoldar al espectador a un tipo de lenguaje y cuando le nota cómodo, da un manotazo a todo para que gire vertiginósamente y acabe por toparse con lo que menos espera.

Y esto lo consigue con certeras líneas de diálogo, a veces de trazo grueso y otras tan afiladas que cortan como bisturíes; por cómo logra implicarnos en su universo particular; y gracias a esa estupenda mano para rodearse de semejante elenco. Todos ellos actores y actrices con ganas de jugar, a los que no les importa aproximarse a los extremos para tenernos con los ojos bien abiertos, haciéndonos soltar carcajadas de escandalizada sorpresa, como ese inesperado personaje de David Matarín, o revolvernos en el asiento, sorprendentes registros los de Juan Caballero o Marta Belenguer, y sí, dejarnos con un nudito en la garganta. Porque dentro de tanta burrada, de tanta carcajada, de tanta crueldad, hay reservada una parcelita para la emoción, ¡Qué maravillosa está Mamen García! Como esa silenciosa y sufridora matriarca y como la MUJER que es, así, en mayúsculas.
Hay momentos preciosos, como el que tienen la propia Mamen con Manolo Caro, o rematadamente crueles, Caro y Belenguer; la escena final de Emilio Gavira y Mentxu Romero, o lo imposible entre Abel Zamora y Ramón Villegas, sin dejar de mencionar la incomodísima escena entre Caballero y María Maroto que nos saca la sonrisa de un bofetón… 
La obra está compuesta de bailes por parejas con los que nos van aportando nuevos ingredientes a este cupcake que tan buena pinta tiene por fuera… ¡a saber qué saber nos espera por dentro! Vamos, lo que sucede con cualquier familia, ¿no?
Esta ha sido mi primera incursión en el teatro de Abel Zamora y confieso que he encontrado algo que me apetece seguir explorando. 
Ha sido como un flechazo y la posible prolongación, en forma de teatro, de una adicción confesa que tengo; soy adicto a las chucherías, me encanta devorar bolsitas de gominolas variadas y sorprenderme con los diferentes sabores que encuentro y eso, el teatro de Abel Zamora, me lo da.
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