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Arturo Querejeta Daniel Albaladejo Eduardo Vasco Noviembre Teatro Otelo Shakespeare Teatro Federico García Lorca

Otelo

Título:
Otelo

Autor:
William Shakespeare

Lugar:
Teatro Federico García Lorca
(Versión Yolanda Pallín)

Elenco:
Daniel Albaladejo (Otelo)
Arturo Querejeta (Yago)
Cristina Adua (Desdémona)
Fernando Sendino (Casio)
Isabel Rodes (Emilia)
Héctor Carballo (Rodrigo)
José Ramón Iglesias (Brabancio/Montano)
Paco Rojas (Dux/Ludovico)
Ángel Galán (Pianista/Criado)

Iluminación:
Miguel Ángel Camacho

Vestuario:
Lorenzo Caprile

Escenografía:
Carolina González

Dirección:
Eduardo Vasco


Soy sincero, no había visto “Otelo” en teatro hasta este momento, alguno no dará crédito a esto, pero tampoco voy a fustigarme por ello. Las ocasiones se nos plantan delante cuando tiene que ser, y no por ser un clásico he de verme todas las obras de Shakespeare en cuanto son programadas en la ciudad, a parte del texto, tiene que seducirme lo que voy a ver y si no me llama la atención, espero a otro montaje nuevo que venga a conquistarme. Y así ha pasado con Otelo, que lo he visitado en cine, he leído el texto, pero en teatro hasta ahora… nada. Y seguro que ha habido montajes que merecían ser vistos, pero no se pusieron en mi línea de tiro.
Este montaje que estuvo en las tablas del Federico García Lorca de Getafe, llegará en breve a Almagro y posteriormente se quedará en el Teatro Bellas Artes de Madrid a pasar el verano. En él podemos ver una versión de Yolanda Pallín que respeta el original, adaptándolo a una duración bastante asequible, sin que por ello uno sienta que se ha mutilado sin ton ni son.

Este Otelo respira respeto, solemnidad, incluso cierto aire operístico en su puesta en escena. Nos mueve a través de la tragedia con un ritmo bien marcado. Todo está bien medido bajo la batuta de Eduardo Vasco, con vistas a ofrecer una propuesta de calidad y un claro gusto por el trabajo correctamente ejecutado. Ya ha habido en esta temporada un exceso de clásicos despellejados y maltratados, así que, que llegue una compañía a ofrecernos un “Otelo” sin ánimo de absurda innovación se agradece, ¡qué queréis que os diga!
Una estupenda iluminación de Miguel Ángel Camacho, complementaria a la escenografía de Carolina González, que gana en estética a cada cuadro, pasando de la abstracción al más puro realismo. O la ambientación y el dramatismo que otorga la música del piano en directo, con aromas a cine mudo, tocada por Ángel Galán y ese exquisito vestuario de Lorenzo Caprile, que llama la atención por lo bello y cuidado, son claro ejemplo de la calidad y la sobriedad con la que han querido presentarnos esta producción de Noviembre Teatro.
Daniel Albaladejohace de su Otelo un placer creciente. Este actor cuida hasta el más mínimo detalle de su interpretación, las intenciones, la forma de mirar, de decir, de contar… Crece y crece durante la función, y hace que uno sufra al ver cómo el veneno de los celos le va devorando cruelmente, como ese amor incondicional acaba superado por esa bestia interna que desata un desenlace que ni él mismo desea. Un auténtico gigante en escena.
Al igual que ese Yago interpretado por Arturo Querejeta que sabe saltar de esa fingida mansedumbre inicial hacia su amo hasta descubrir ese ser envidioso, cruel y uno de los más perversos de cuantos se han creado para la escena. ¿Quién no querría hincar el diente a un personaje como este? Arturo Querejeta juega todas las cartas que le ofrece y gana de mano. Sus soliloquios dirigidos al espectador son auténtico veneno sombrío.
A Cristina Adua le falta cierto peso escénico para rematar su Desdémona, quizá la inmensidad de Albaladejo y Querejeta la dejan algo pequeña frente a este reto. Y frente a las tablas de compañeros de elenco como Fernando Sendino, Isabel Rodes o José Ramón Iglesias (Como Montano)


La parte más débil del reparto es sin duda el personaje de Rodrigo que va degenerando en una especie de pelele al que llegado su terrible desenlace, a mi como espectador, no me provoca ninguna lástima; tanto traspiés y «patoseo» premeditado llegan a cansar e incluso a sobrar.

Lo único que le reprocho a este montaje es que, dentro de tanta verdad, de la cuidada puesta en escena y de unas interpretaciones tan maravillosas, uno descubra una violencia tan “de mentira”. En ocasiones excesivamente fingida como son los casos de Yago contra Emilia o el final de Desdémona. A mi el cuerpo me pedía, dentro de esta historia tan terriblemente cruel, que esa violencia que uno sabe que está por llegar y que rezuma en cada cuadro, haga su aparición con mucha más contundencia, algo mejor coreografiada para engañar al espectador y terminar de sobrecogernos. Hubiera sido el remate perfecto a la tragedia que Shakespeare nos lanza desde este maravilloso texto. Y es que descubrir el truco nos puede alejar de la atmósfera conseguida de un solo manotazo.

Obviando esos nubarrones, creo que es un montaje apetecible, bien rematado y que ofrece la oportunidad de disfrutar de dos enormes actores y un elenco dispuesto a traernos un Shakespeare en condiciones para terminar la temporada.

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Agus Ruíz José Luis Alcobendas Julio César Mario Gas Paco Azorín Sergio Peris-Mencheta Shakespeare Teatro Teatro Bellas Artes Tristán Ulloa

Julio César

Título: 
Julio César

 
 

Autor:
William Shakespeare

Lugar:
Teatro Bellas Artes

Elenco:
Mario Gas (Julio César)
Sergio Peris-Mencheta (Marco Antonio)
Tristán Ulloa (Bruto)
José Luis Alcobendas (Casio)
Agus Ruíz (Casca)
Pau Cólera (Decio)
Carlos Martos (Metelo)
Pedro Chamizo (Octavio)

Versión:
Paco Azorín


Escenografía:           Iluminación:                    Audiovisual:
Paco Azorín            Pedro Yagüe                 Pedro Chamizo

Vestuario:                Sonido
Paloma Bomé        Orestes Gas 

Dirección:
Paco Azorín 

 
Andaba detrás de este “Julio César” desde hacía mucho tiempo, siguiendo su paso por diferentes teatros y con ganas de que recalara, por fin, en la capital. Un elenco como este y con una función de tal envergadura no podía dejarse pasar.

No hace falta que le cuente a nadie qué es lo que narra este texto de Shakespeare, tan solo contar que la versión que ha realizado Paco Azorín está ambientada en un tiempo indeterminado que, a juzgar por el vestuario de Paloma Bomé y la escenografía del propio Azorín, se pretende que sea lo mas cercana posible a nuestros días.
Un montaje con aires de grandiosidad, de líneas rectas, de una frialdad aséptica, y con claras referencias masculinas, no hay mas que ver el obelisco que preside la escena; nos desafía a presenciar una propuesta basada, tal como el propio director expresa en el programa de mano, en el actor y la poética de la palabra; centrándose en los pasajes claves de la función original, condensándola en un torrente de hora y media que vomita hechos, aunque quizá peque en la excesiva condensación de acontecimientos, convirtiéndolo casi en una enumeración de momentos.
Para mi gusto la función, a pesar de su clara intención de hacer que el espectador saboree los versos del autor, es plana en emociones; creo que la propuesta de Paco Azorín no llega a calar en el espectador. 
Hay algo en la cadencia con la que están tratadas las situaciones que hace que uno incluso llegue a desconectar de lo que está sucediendo en escena. El dramatismo queda apagado por una sucesión de escenas que a mi me dejaron con las ganas, y es una lástima porque creo que el trabajo de algunos intérpretes, no todos, no por elevar la voz o gritar uno transmite emociones más potentes, es bastante notable, pero no percibí armonía en el conjunto. Todos saben su partitura y manejan su instrumento con profesionalidad, pero no llegan a empastar para crear la sinfonía pretendida.
Me agradó encontrarme con un Bruto, interpretado por Tristán Ulloa, diferente. Uno va con una idea preconcebida y desde el mismo instante en el que irrumpe en escena, ya te das cuenta que no tiene nada que ver con lo que se espera, y es de agradecer poder encontrarse con una vuelta de tuerca en un personaje como este.
Lo mismo sucede con Sergio Péris-Mencheta, la contundencia con la que se presenta en escena su Marco Antonio hace que hasta el mismísimo Julio César se haga pequeño. Su actitud, su forma de decir el texto, hacen que uno pueda disfrutar de su interpretación a pesar de lo insípido del montaje.
Ambos sí lograron interesarme y deleitarme con sus trabajos, en ellos sí percibí esa poética de la que habla el director.
Y sería injusto no destacar la labor de José Luis Alcobendas y Agus Ruíz, que se entregan, en mi opinión, con energía, atractivo y solvencia a los personajes que les ha tocado en suerte.
Lástima que el acabado, tan bello estéticamente, quede desperdiciado en un montaje que, siempre bajo mi punto de vista, pueda ser olvidado nada más abandonar el teatro.

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Alberto Puraenvidia Boira Daniel Pérez Prada Inma Cuevas José Martret La Pensión de las Pulgas Maribel Luis MBIG Pepe Ocio R.Muñoz-Cobo Rocío Calvo Shakespeare

MBIG – La Pensión de las Pulgas

Título:
MBIG (Mc Beth International Group)

Autor:
José Martret
(Versión del texto de W. Shakespeare)

Lugar:
La Pensión de las Pulgas

Elenco:
Francisco Boira (Macbeth)
Rocío Calvo (Urd Bruja 1)
Manuel Castillo (Malcom)
Inma Cuevas (Camelia)
Victor Dupla (Ross)
Maribel Luis (Skuld Bruja 2)
Rocío Muñoz-Cobo (Lady Macbeth)
Pepe Ocio (MacDuff)
Francisco Olmo (Duncan)
Daniel Pérez Prada (Banquo)

Espacio Escénico:
Alberto Puraenvidia

Vestuario:
Lupe Valero
(Con la colaboración de Lorenzo Caprile)

Espacio Sonoro:
Antonio Martín

Dirección:
José Martret

Algo se había filtrado en los mentideros teatrales. Todos cuchicheaban que algo se estaba cociendo y que en poco tiempo saltaría la noticia; y todos, como niños buenos que no quieren quedarse sin su regalo, permanecimos sin alzar la voz. Hasta que pasado mediados de Noviembre saltó la noticia a las redes sociales, el propio José Martret soltaba la bomba ¡La Casa de la Portera iba a tener una hermanita! El parto estaba programado para el día 20 de Noviembre y, aunque las conexiones internáuticas ya no tienen ruidos, un clamor se alzó. El júbilo se desató y todos comenzamos a ponernos nerviosos, ansiosos por conocer mas sobre el retoño que traían al mundo  José Martret y Alberto Puraenvidia. Nos adelantaron que se llamaría “La Pensión de las Pulgas” como homenaje a la Bella Chelito, antigua habitante del inmueble donde abrirían las puertas de este nuevo paraíso teatral, y su cuplé “La Pulga”
Y es que estos chicos no dan una puntada sin hilo, cosa que no me extraña, habiéndose situado en la primera línea de batalla del teatro Off de Madrid, donde ya irrumpieron hace un par de años sacándose de la manga “La Casa de la Portera”. Dándole a la capital un toque de valiente distinción, tan refrescante, inteligente, demencialmente excitante, y sobretodo tan necesaria.
Ahora nos ofrecen la posibilidad de tener dos opciones donde elegir y entregarnos al goce de saltar dentro de la función. 
“La Pensión de las Pulgas” es un paso hacia delante en la evolución de esta idea de hacer teatro, un espacio cuidado al detalle, donde Alberto Puraenvidia nos sumerge en un ambiente mas luminoso, mas despejado, pero igualmente atractivo y estimulante para los que queremos “empaparnos” en la experiencia de vivir las historias casi en primera persona.
La noticia de la apertura de este nuevo espacio no podía venir sola, tenía que aparecer con el nombre del montaje con el que fuera a dar sus primeros pasos y no podía ser cualquier cosa… Debía ser algo que le hiciera justicia, que mostrara en todo su esplendor las galas de esta nueva criatura. 
Si en el estreno de la Portera fue Chejov quien nos abrió las puertas, en La Pensión de las Pulgas quien nos recibe es Shakespeare, con un Macbeth hecho a imagen y semejanza del espacio. Un montaje inspirado en los años 50/60 donde las ambiciones de las cortes y los reinos, se traspasan a las grandes empresas y que sorprendentemente (o no) siguen intactas. Los tiempos pasan, todo se transforma, pero nada cambia. El ser humano sigue estancado en las mismas batallas, por eso ahora en vez de llevar por título Macbeth, tal como su autor lo bautizó, José Martret ha pasado a llamarlo MBIG (Mc Beth International Group) Mucho mas acorde con la historia de ambiciones y finanzas que nos ha preparado.

Todo sigue igual, como decía antes, tan solo nos trasladamos de época y los significados y los intereses se convierten en otros que el público actual maneja con mas soltura.
Como banda sonora tenemos un hilo musical, apropiado para hacer de esta multinacional el lugar ideal en el que trabajar y sentirse asépticamente cómodo, hasta que pasamos al despacho presidencial y las conspiraciones vaticinadas por las mejores brujas «Macbethrianas» jamás vistas, se desatan a ritmo de los mercados y las finanzas.

Como digo, esas dos brujas, que son tres y a la vez son una, están encarnadas por las espeluznantes Rocío Calvo y Maribel Luis, dos siamesas teatrales que funcionan como una perfecta sinfonía de respiraciones, conjuros, jadeos y visiones que maravillan en todo momento. Decir que están perfectas, es quedarse con corto con ellas.
Francisco Boira nos deja casi respirar el aliento de un Macbeth desesperante, agónico en su culpabilidad, que aunque tiene algún momento que madurar, resulta estremecedor por su cercanía y realismo.
Apasionante y apasionada es la Lady Macbeth de Rocío Muñoz-Cobo, una primera imagen a lo Liz Taylor que se transmuta y acaba siendo devorada por sus propias ambiciones. Me sedujo  en su riesgo y entrega, uno de los platos fuertes de esta función.
Un comité empresarial presidido por un fabuloso Francisco Olmo, acompañado en su séquito por un excelente Víctor Dupla y por un tanto inseguro Manuel Castillo.
Mención a parte tienen Daniel Pérez Prada y Pepe Ocio que exprimen al máximo las energías de sus personajes llenando todo el espacio con su sola presencia, con un maravilloso crecendo que es un auténtico disfrute interpretativo, de esos que te dejan con hambre de mas.
Y, por supuesto, nuestro nexo de unión entre el espectador y esta tragedia, Inma Cuevas. Es lo mismo que esta actriz hable de mercados de valor, coberturas empresariales, o anunciar a Macbeth el avance de un bosque que viene a derrotarle; su «verdad» e implicación son máximas en todo momento y ardes en deseos de que pose sus ojos en ti para sentir completa esta experiencia de sumergirte en cuerpo y alma en un drama shakesperiano. El personaje que ella interpreta es el único agregado por la exquisita mano de Martret.

Se me llenan los dedos y la boca de elogios para esta nueva aventura que José Martret y Alberto Puraenvidia nos han regalado. 
Con esos ambientes tan perfectamente creados, con esa forma de envolver al espectador, de hacernos sentir inmersos en los universos que crean; deseosos de dar un paso mas allá y acabar fundido en el interior de sus mundos inventandos, de sus personajes. 
Han hecho que atravesar el portal de la Calle Huertas 48, se convierta en ese ansiado paso a otros mundos que todos siempre hemos deseado.

¡Larga vida a La Pensión de las Pulgas!
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Alejandra Mayo Alejandro Saá Canal Elena González Enrique VIII Ernesto Arias Fernado Gil Jesús Fuente Jesús Teyssiere José Padilla Rodrigo Arribas Shakespeare Teatro Teatro Clásico

Enrique VIII

Título:
Enrique VIII

Lugar:
Teatros del Canal

Autor:
William Shakespeare

Versión:
José Padilla

Elenco:
Fernando Gil (Enrique VIII)
Elena González (Catalina de Aragón)
Jesús Fuente (Wolsey)
Alejandro Saá (Gardiner)
Daniel Moreno (Chambelán)
Rodrigo Arribas (Northfolk)
Jesús Teyssiere (Cranmer)
Bruno Ciordia (Suffolk)
Alejandra Mayo (Beatriz)
Oscar de la Fuente (Sands/Intendente)
Andrés Bernal (Sands/Intendente)
Julio Hidalgo (Buckingham/Campello)
Sara Moraleda (Ana Bolena)
Asier Tartás (Figurante 1)
Andrés Bernal/Diego Santos (Figurante 2)
Juan Manuel Artero (Organista)

Adjunto Dirección:
Rafael Díez Labín

Dirección:
Ernesto Arias


De un tiempo a esta parte tenía muy abandonado el teatro clásico, había cogido algo de miedo a ver un montaje en verso; no es que no me guste, todo lo contrario, pero es que los últimos montajes que había visto me habían dejado bastante frío y me negaba a seguir sintiendo eso cuando he disfrutado tanto del verso. Seguramente haya dejado pasar puestas en escena muy buenas, pero poco a poco estoy volviendo a hacer las paces con el género y en un mes ya he visto dos montajes que me están haciendo querer ver mas.
A través de twitter he seguido los pasos que ha ido dando este montaje de Enrique VIII que ahora se está representando en los Teatros del Canal, hasta llegar a las Olimpiadas Culturales de Londres 2012 y su puesta de largo en The Globe Theater. Me parece algo tan sumamente especial para cualquier persona que se dedique al teatro… Imaginaos, poder tener la oportunidad de representar una obra de Shakespeare en el mismo escenario donde se representó por primera vez y en las mismas condiciones en las que se representaban en aquella época. 
¡Qué cúmulo de sensaciones!
Así que, con estos antecedentes, cómo iba a dejar escapar la oportunidad de ver lo que Rakatá, a través de Fundación Siglo de Oro, nos trae. Y ya no solo por todo lo que os he contado, si no por la oportunidad de ver un texto nunca antes representado en España y que además ha sido sacado adelante gracias al «Crowfunding«, una nueva forma de financiar la producción de teatro, cine, danza a través de pequeños aportes de pymes, particulares y algunas empresas que creo, con los tiempos tan oscuros que se nos vienen y el escaso apoyo por parte de las instituciones hacia la cultura, seguramente estará mas que presente de ahora en adelante.
Ojalá que, como ha pasado con este Enrique VIII, lo que haga la adversidad sea agudizar el ingenio y que podamos disfrutar de producciones mucho mas arriesgadas y ricas, que no estén sujetas a las condiciones impuestas que muchas veces ahogan a la cultura.
La función nos sitúa en el momento en el que Enrique VIII estaba separándose de la que fue su esposa hasta ese momento, Catalina de Aragón, y su posterior matrimonio con Ana Bolena. Las injustas acusaciones y presiones a las que Catalina fue sometida y las intrigas, montajes y manipulaciones que había en la corte.

Un montaje sencillo, sin grandes decorados, con los elementos justos para sacar adelante la función. Por lo que he visto en los vídeos del Globe, creo que han intentando respetar lo máximo posible todos esos elementos tal cual estaban cuando representaron allí.
La compañia ha querido rodearse de público, dejando que unos pocos puedan permanecer sentados en gradas en los laterales del escenario, obteniendo una visión completamente diferente a la que se suele estar acostumbrado. Una perspectiva curiosa para el público, aunque en algunos momentos un tanto incómoda para seguir los movimientos de los actores en escena.

El simple hecho de que comiencen la función saludando al público para después vestirse encima al personaje, a mi, que soy espectador al que le gustan los pequeños detalles, ya me predispone a querer disfrutarlo. Esa sensación de ver una compañía que viene a contarnos algo al público, me hace respirar un ambiente distinto. Se que enseguida me meteré en la historia, pero ahora lo que cuenta es que para el actor estoy ahí, sintiendo que la presencia de ambos es importante para los dos, rompiendo la frialdad del primer momento.

La obra, dirigida por Ernesto Arias, tiene un ritmo muy ágil, respetando silencios, pausas, pero impregnándolo todo de una energía muy viva.
Los actores vibran a cada verso gracias a la adaptación de José Padilla. Reaccionan y respirar al servicio de la función. A mi me tuvieron atento en todo momento a cuanto acontecía en escena, creo que me pasé mas de la mitad de la dos horas que dura la función echado hacia adelante en mi butaca, procurando que no se me escapara nada. Disfruté muchísimo sintiendo que me llegaban todas y cada una de las palabras, de las intenciones, de las miradas. Es un placer ver un trabajo tan bien hecho y que atrape de esta manera.
Los actores están de sobresaliente, hay algún caso que quizá quede algo rezagado del resto, pero no empaña el conjunto. Se nota el oficio y la pasión por mostrar un trabajo hecho con cariño y respeto.
Hay grandes momentos que no puedo dejar de mencionar, como ese final de Jesús Fuente como Wolsey, que deja sin palabras; demostrando que cualquier personaje de Shakespeare, por muy retorcido que pueda llegar a ser, está hecho de carne y hueso, llenándolo de debilidad humana. O cualquiera de las intervenciones de Elena González como Catalina de Aragón, un bombón para cualquier actriz, en el que Elena se regodea y nos regala unos momentos impagables, de poner los pelos de punta. Una actriz cargada de energía que nos la suelta a bocajarro, dejándonos aturdidos con tanto sentimiento. Te indignas, peleas y sufres con ella, está inmensa. Alejandra Mayo, una lección de como permanecer en segundo plano dentro de la trama y sin embargo demostrar su valía haciendo que el público sonría y sufra cuando ella lo hace; me entusiasmó, al igual que Rodrigo Arribas, Jesús Teyssiere, Alejandro Saá o Fernando Gil, por poner algunos ejemplos. Con esto no quiero hacer de menos a nadie de la compañía porque, repito, disfruté muchísimo de sus interpretaciones que son toda una lección de cómo debería ser el teatro clásico.

Además que como regalo extra, cuando fuimos a ver la función resultó ser el día en el que la compañía tenía encuentro con el público, donde pudimos enterarnos de muchas mas detalles del montaje, de su forma de trabajar, de anécdotas…
Esto es algo que el espectador medio desconoce y que puede ser interesante para despertar la curiosidad y hacer que el público se sienta mas involucrado con el mundo del teatro. En estos encuentros uno trata de tú a tú con todo el equipo y el intercambio de impresiones es muy interesante y enriquecedor.

La verdad que no me importaría volver a verla, saborearla de nuevo ahora que la conozco y descubrir cosas nuevas que seguramente con el primer visionado uno se pierde.
Creo que es uno de los imprescindibles de esta temporada, quien vaya a verlo va a poder disfrutar de un gran montaje que, además, sorprenderá por lo actual de todo lo que cuenta.

Un gran reencuentro con el teatro clásico que me ha vuelto a hacer disfrutar y además a lo grande.


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Bárbara Martín Clara Gispert Cristina Castellà Danza Esther Ariño Helena de Ramón Mercè Grané Olga Tarrés Pensamientos de Julieta Sala Triángulo Sara Pérez Shakespeare

En danza con Julieta por Madrid – Los Pensamientos de Julieta

«A las ocho de la tarde nos vemos»… Esas fueron las últimas palabras que intercambié con mi cita de hoy… Una cita a ciegas en toda regla. Digo que era una cita a ciegas porque cumplía con todas las características; no nos conocíamos de nada, pero los dos veníamos de parte del mismo amigo y teníamos cierto interés en conocer a alguien como el otro… intercambiamos algunos mails, intentando ser simpáticos el uno con el otro, dándonos pistas y finalmente ¡surgió la cita! A las ocho de la tarde en la Plaza de los Cubos de Madrid. Daríamos un paseo y charlaríamos…

He salido del trabajo nervioso, pensando en si lo que llevaba era lo adecuado para la ocasión, temeroso de cómo iba a resultar todo, si se llevaría una buena impresión de mi o quedaría decepcionada… y es que no había quedado con cualquiera ¡había quedado con la mismísima Julieta! Sí, si, Julieta la amada de Romeo. Podéis imaginar lo que eso significa, tener ante mi a la protagonista de la obra de Shakespeare, charlando conmigo, paseando y… ¡bailando para mi! Bueno, en realidad había quedado con siete Julietas a la vez… ¿Que cómo es eso? Muy sencillo, tenía seis fragmentos de la personalidad de Julieta, cada uno de ellos con su nombre y apellido personal (Helena de Ramón, Olga Tarrés, Esther Ariño, Clara Gispert, Bárbara Martín y Cristina Castellà), mas su cabeza pensante (Mercè Grané) y es que han venido a Madrid porque el día 23 de Agosto estrenan en la Sala Triángulo, el espectáculo «Los Pensamientos de Julieta». Estarán los días 23, 24 y 25 a las 20,30h y quería que me contaran de qué iba todo esto para poder contároslo después a vosotros.
Mercè Grané me comenta que el espectáculo fue un encargo para ser estrenado en el Festival Shakespeare de Catalunya del 2011 y que debido a los cambios políticos que hubo en ese momento, todo se fue al garete.

Foto Ariel S. Boissiere

Ya sabéis que aunque la cultura siempre sea la misma, si hay cambios políticos, todo da un giro extraño y lo que antes era bueno para ser subvencionado, acaba por no ser lo suficientemente válido como para ser apoyado. Obviando el esfuerzo, la ilusión y el trabajo invertido para llevarlo a buen puerto. Pero como el que vive de esta profesión mama desde el comienzo el «no» como respuesta, pues está curtido, y de un parón como el que sufrió el montaje se enriqueció y creció hasta ser lo que el 23 se podrá ver en Madrid.

Mientras me comentaba todo esto, las «Julietas» estaban calentando en mitad de la Plaza de los Cubos para llamar la atención sobre el espectáculo a los que por allí pasaban. Le pregunté a Mercè como llegaron hasta ella cada una de las bailarinas/actrices y me dice que cada una ha salido de un sitio diferente, que algunas son antiguas alumnas suyas, a otras las ha conocido del teatro musical, de la interpretación e incluso del basket! Y es que como bien han recalcado, Julieta tiene muchos fragmentos diferentes en su personalidad que tienen que ser alimentados de diferentes personalidades. Y ahora Mercè dice que le cuesta pensar en un equipo mejor para el montaje… ¡Aunque las chicas siempre la miren incrédulas cuando le oyen decir esto!

Las Julietas están ansiosas por ponerse manos a la obra y con un altavoz que funciona con bluetooth, se lanzan a bailar la primera pieza coral, consiguiendo que algunos ciudadanos se paren a ver qué es lo que están haciendo. En cuanto la pieza se acaba, las chicas se lanzan a entregar flyers promocionando la obra, y es que si ciertos sectores han ignorado en su web cultural su presencia en Madrid aun siendo de ámbito publico, ellas no se van a rendir al desaliento que esto podría ocasionar y tratan de llevar de la mano al teatro a todo aquel que quiera dejarse atrapar.

Foto Ariel S. Boissiere

Como la cosa no se puede quedar aquí, nos dirigimos a Callao, a reclutar mas espectadores y a que las Julietas nos regalen algún otro momento de la función. Mientras, Mercè me va contando que ella ha optado por ofrecer un espectáculo que mezcle la danza con el teatro, en este caso Shakespeare, porque cree que esa mezcla de ambas disciplinas es la clave para abrir puertas a nuevos espectadores que normalmente son reacios a ir a este tipo de espectáculos. Para conseguir que la posible frialdad de la técnica de la danza se derrita un poco y rompa ese muro que hace que muchos ni se planteen este tipo de propuestas… Ojalá tenga razón y este sea un paso hacia adelante para llenar las salas de nuevos espectadores con ganas de descubrir cosas diferentes.

Foto Ariel S. Boissiere

En Callao hay mucho movimiento y la policía vigila algo desconfiada con la espectación que despiertan nuestras Julietas, no les dicen nada y dejan que podamos saborear otro de los números. Yo, que voy con ellas y voy viendo los números unos tras otro, me voy envenenando de sus movimientos y cada vez tengo mas claro que tengo ganas de ver el montaje completo. Hay cierta «imperfección» en sus movimientos que me seduce, que las hace mas cercanas. Supongo que eso es lo que Mercè me contaba que buscaba, que siempre cuida la técnica, pero buscando algo mas de humanidad en las coreografías porque ellas son una mujer, con sus miedos, sus inseguridades, sus ilusiones, sus amores… y eso no está cortado en una serie de movimientos delineados, si estructurados y limpios, pero llenos de la debilidad humana. Mientras espero a que de comienzo el número, una Julieta me cuenta que en todo momento están en escena, ya que todas son una sola y lo que siente una lo exteriorizan también las demás, cada una desde su personalidad, pero toda aman, sufren, se envenenan juntas…

Foto Ariel S. Boissiere

Como ya había dicho, mi cita era para pasear y charlar con Julieta, así que en nuestro paseo, nos dirigimos a Sol, donde todo el que ha estado allí, sabe que espectadores y curiosos no les van a faltar a nuestras chicas, así que cuando llegamos, mientras ellas calientan bajo las órdenes de su coreógrafa y ya cuentan con un buen número de seguidores que les miran sin saber muy bien qué es lo que está por suceder.  Ellas se van animando cada vez mas y se van creciendo, han pasado de tener cierta timidez cuando estaban en la plaza de los Cubos, a parar por un momento la rutina de unas cuantas personas que quizá este fin de semana se animen a pasar por la Sala Triángulo y terminar de ver lo que estas desconocidas han comenzado.

Foto Ariel S. Boissiere

Nuestra última parada es la Plaza de Santa Ana y mientras vamos hacia allá  les pregunto por la música del espectáculo. Una mezcla muy variada de voces femeninas y en varias lenguas. Desde Janis Joplin, pasando por Noa, Montserrat Cavallé o Marlango, entre otras y es que hay que tener en cuenta que son varios cuadros mezclados con seis solos, uno por cada una de ellas, con lo cual requieren varias voces que expresen lo que sucede.
Cuando llegamos a nuestro último destino, nos desvelan un momento mágico del montaje. No os cuento mucho por si vais a verlo, pero es un número lleno de plasticidad y de sentimiento que ha acabado por conquistarme. Después solo hay que quedarse a un lado, mirar a la compañía. Ver como disfruta de todo este momento que han vivido en una tarde, como intercambian sensaciones, para darse cuenta de la ilusión con la que afrontan este reto de salir de su Mataró natal y venir a Madrid a mostrar lo que les nace de dentro.

Sinceramente, valoro mucho la valentía de querer poner en pie algo así, montarlo y dejarse literalmente la piel en ello. Unas poniéndose encima del escenario, otras dirigiendo o, incluso, produciendo, como es el caso de Sara Pérez, que cree como Mercè, que hay algo entremedias del teatro y la danza, que está por descubrirse y que hay que intentar darlo a conocer.
Solo por esto, yo creo que ya merece la pena hacer el esfuerzo de acercarse y comprobar en persona que hay un buen trabajo tras tanto esfuerzo.

Gracias a todas ellas por dejarnos compartir un rato tan agradable, y poder ser por una tarde sus Romeos y así sentirnos conquistados por estas Julietas. ¡Todo un placer!

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Alberto Arcos Humor Infantil musica musicales Oberón Puck Shakespeare Teatro Teatro Arenal Titania

El Loco Sueño de Una Noche de Verano

Título:

El Loco Sueño de Una Noche de Verano
Lugar
Teatro Arenal.
Elenco:
Alberto Árcos (Puck)
Carmelo Peña (Oberón)
Laura Soría (Titania)
Rafael Estepa (Lisandro)
Ainhoa Tato (Hermia/Flor de Guisante)
Chechu Moltó (Demtrio/Batuta)
Fanny Sánchez (Elena/Flauta)
Koldo Ribote (Yoyo)
Marina Hodgson (Duquesa)
Fernando Martín (Duque)
Versión y Dirección
Carmen Galisteo.
Hacía mucho tiempo que no iba a ver un infantil, tenía ganas de llevar a mis primillos a ver algo. Ya que el primo mayor es un teatrero empedernido, hay que comenzar a meterles el veneno y llevarles a ver cosas, acordes a su edad, pero que les comiencen a estimular las ganas de ver teatro.
La oferta en la capital es muy amplia, pero hubo una función que prevalecía por encima de las demás por un tema de debilidades. «El Loco Sueño de Una Noche de Verano», versión infantil del clásico de Shakespeare, fue la elección.
Los niños iban entusiasmados con la idea de ver una historia de duendes, hadas y conjuros mágicos. Aunque confieso mi temor a que el enredo que se crea con los humanos de la historia, les pudiera perder en la historia. Nada mas lejos de la realidad, la versión de Carmen Galisteo resuelve muy bien y abrevia todo de una manera que, sin dejar de contar la historia, todo se comprede sacando la esencia a este clásico.
Cuando pensé en escribir esta crónica, pensé que, ya que está hecha para ellos, que fueran mis chicos los que me guiaran y me dijeran qué son las cosas que mas les llamaron la atención.
Destacaron la escenografía que, aunque sencilla, a los chicos les llama la atención. Eso de encontrarse con un libro gigantesco que sirve de decorado, les gustó. Pero lo que mas les gustó fueron las canciones, yo los contemplaba en la oscuridad e inconscientemente se les iba el cuerpo, ¡se movían al ritmo sin quererlo! Al igual que con los momentos de lucha, se inclinaban hacia adelante sin pestañear, y estaban divertidamente nerviosos viendo como Puck se confundía con los encargos del rey de los duentes o siendo partícipes de los conjuros con los que Oberón les instaba a repetir con él para que fueran realmente eficaces.
Cuando salimos les pregunté qué personajes les había gustado mas y, como no podía ser de otra manera, les encantó el Puck de Alberto Árcos y el hada Flor de Guisante de Ainhoa Tato, al igual que se reían mucho con la Duquesa de Marina Hodgson y su aire pijo; aunque cuando a la salida se encontraron con los personajes para saludarles en persona, no dejaban de mirar a todos, deslumbrados. Y si eso sucede es porque el trabajo de todo el elenco ha estado bien. Confieso que yo también me divertí mucho.
Así que si alguien piensa que a sus pequeños les puede gustar ver esta obra, que no lo dude. Ellos van a pasar un rato muy divertido y para los adultos es muy agradable ver como ellos se quedan embobados ante lo que sucede en escena. Eso sí, ya solo estarán este próximo fin de semana…
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Alberto Arcos Baz y Boeta Clásico Concierto de una Orquesta de Verano Didier Otaola Humor Laura González Laura Rojas musicales Noelia Marló Roberto Saiz Shakespeare Teatro Victoria

Concierto de una Orquesta de Verano

Título:
Concierto de una Orquesta de Verano.

Lugar:
Teatro Victoria.

Reparto:
Didier Otaola (Juan Gallo)
Laura González (Lola Limón)
Noelia Marló (Toni)
Laura Rojas Godoy (Vanesa)
Roberto Saiz (Sebas)

Dramaturgia y Dirección:
Rafael Boeta Pardo.

Música y Dirección musical:
Gonzalo García Baz.

Movimiento escénico:
Rafael Boeta Pardo y Alberto Arcos.

Coreografía:
Alberto Arcos.

Escenografía y Vestuario:
Mónica Florensa.

En Madrid pasan cosas muy interesantes y no siempre son merecidamente anunciadas, y es que hay montajes modestos que nacen con la idea de probar suerte, de intentar hacerse hueco como pueden. Es de agradecer que haya salas que apuesten por las nuevas propuestas para programar, que al menos les den una oportunidad de demostrar si merecen la pena… Es el caso de «Concierto de una Orquesta de Verano» y el Teatro Victoria. Montaje que nace de la mano de Baz y Boeta y que por suerte podremos disfrutar al menos todos los Jueves de Enero… Mas adelante ya se verá…
Digo que es de agradecer porque creo que es una de las apuestas mas divertidas y ciertamente arriesgadas que nos podemos encontrar en la programación actual de la cartelera madrileña. 
La obra nos cuenta como los componentes de una orquesta llegan a un pueblo cualquiera para tocar en la noche de San Juan, narrándonos a ritmo de musical, sus problemas internos; los cuales desembocarán en toda una comedia de enredos digna del propio Shakespeare, de quien beben en gran medida (Comenzando por el título…) No desvelaré nada mas para que os asoméis al teatro Victoria y lo descubráis por vosotros mismos… Desde ya os digo que os sorprenderá el giro que va dando la función según avanza.
Quizá no sea del todo acertado decir que nos lo cuentan en clave de musical; quizá sería mas correcto hablar de una comedia musicalizada, ya que la historia se apoya en las canciones, pero la trama va por otros derroteros. Eso sí, las canciones tienen un sabor a «Sondheim» sazonado con toques folclóricos que, pasado por la túrmix, deja un regusto ciertamente extraño. No por ello tiene que ser malo, todo lo contrario, le da un sabor especial que quizá esté abriendo una nueva puerta para futuras propuestas.
El caso es que quien se siente a ver esta función tiene garantizadas dos horas de risas, unas veces con tintes mas blancos y otras llenos de escatología, pero risas al fin y al cabo. Una función divertida, sin mas pretensión que la de entretener, lo que no quita el destacar el gran trabajo de los actores, que hacen una labor prodigiosa, casi de encaje de bolillos, para llevar a buen puerto un montaje tan frenético como este; donde los actores tienen cambios de vestuario a la velocidad de la luz y entradas y salidas demenciales por cualquier zona de la sala; gran diseño de movimiento escénico por parte de Alberto Arcos. Además de esto, no quiero dejar de destacar las interpretaciones tan completas que hacen todos los integrantes del reparto, cantan, bailan, interpretan, se atreven con el teatro clásico; que es la parte de la función donde mas me agradó el conjunto… Didier Otaola y Laura Rojas Godoy comenzaron por no convencerme, pero se ganaron mi interés poco a poco, gustándome mucho en la segunda mitad de la función. Laura González tiene una voz maravillosa y juega perfectamente con el equilibrio entre la patética comicidad de Lola Limón y la sobriedad en su «otro yo», que a mi personalmente me interesó. Noelia Marló tiene un peso y una fuerza enormes, al igual que Roberto Saiz, y se crecen con unos personajes muy agradecidos. Algunas interpretaciones son mas acertadas que otras, pero todas llevadas al extremo casi del «cartoon» y de la parodia dan una luz que acaba contagiando al espectador, haciéndole aplaudir al final de la función con una sonrisa enorme en la cara.
Este solo ha sido el nacimiento de este montaje al que le deseo que encuentre una producción apropiada, que le ayude a crecer como se merece, con unos buenos decorados, vestuario y unas mejores condiciones de sala. Seguro que eso hacen de él un montaje del que hablar durante mucho tiempo. Y es que es maravilloso encontrar gente con esta entrega y estas ganas de crear y trabajar.
No dejéis de visitarles.
Categorías
Asorey Canal Hernández-Simón Macbeth Maurín Pedroche Pimenta Sánchez Zafra Shakespeare Teatro Tomé

Macbeth

Título:

Macbeth


Autor:
William Shakespeare


Lugar:
Teatros del Canal


Reparto:
José Tomé (Macbeth)
Pepa Pedroche (Lady Macbeth)
Óscar Sánchez Zafra (Duncan/Macduff)
Javier Hernández-Simón (Banquo/Médico)
Tito Asorey (Ross/Asesino)
Belén de Santiago (Malcolm)
Anabel Maurín (Lady Macduff/Enfermera)
Coro de Voces Graves de Madrid.


Dirección y Versión:
Helena Pimenta

Hace unos días vi un vídeo por internet de una nueva versión de Macbeth que había dirigido Helena Pimenta con Ur Teatro. Enseguida llamó mi atención la propuesta, tenía ciertos elementos innovadores que me la hicieron atractiva y compré las entradas para no perdérmela. La verdad es que siempre me produce mucha curiosidad cuanta vuelta de tuerca se le da a las obras de Shakespeare, leyéndolas te das cuenta de cuántas opciones diferentes te ofrece, cuántas puertas te deja abiertas para conseguir que, por muchos montajes que haya con el mismo título, nada tengan que ver unos con otros…
La versión que vi el pasado Sábado 3 de Diciembre en la Sala Verde de Los Teatros del Canal me pareció muy original. Un montaje basado en las proyecciones, utilizando tan solo unas sillas y unos telones semitransparentes. Muy sencillo y sin embargo dando un tono siniestramente épico, que no siempre se consigue en un escenario. Así es como aparecen unas fantasmales brujas, un ejército al completo, jinetes montados a caballo, espectros… Y con el que consiguen que el espectador haga una inmersión en ese universo en el que Macbeth hace de su deseo su propio infierno. En gran medida ese toque épico que menciono también fue gracias a la gran idea de integrar al Coro de Voces Graves de Madrid, que enfatizaba e incluso salvaba ciertos momentos. Como digo, gran montaje, aunque confieso que me dejo algo frío. Como elemento visual me pareció muy atractivo, pero no consiguió llegarme.
Con las interpretaciones tuve mis mas y mis menos.
José Tomé no llegó a convencerme como Macbeth. Me daba todo el tiempo como fuera de papel, no llegué a creerme su texto, salvo en contadas ocasiones. La verdad que no debió ser su mejor día; lleno de percances, esa daga que no dejaba de caérsele y ese vestuario mal rematado con botones desprendiéndose de casacas y chaquetas; se notaba que le hacían estar incómodo y demasiado pendiente de ello.
Tampoco me convenció Belén de Santiago como Malcolm. En todo momento veía una actriz intentando hacer de «jovencito», pero siempre viendo una figura femenina en escena intentando dar el pego en un rol masculino. No tengo nada malo que decir de ella, simplemente que mi imaginación no se dejó engañar.
Pepa Pedroche sin embargo nos ofrece una Lady Macbeth que va siendo mas y mas interesante según va transcurriendo la obra. Al comienzo creo que se excede en histerismo, pero tras el asesinato todo cambia, y nos muestra una Lady Macbeth llena de matices que nos hace de su maldad algo humano.
Con los que disfruté muchísimo, hasta el punto de inclinarme en mi butaca para no perder detalle de sus interpretaciones fue de Anabel Maurín, Óscar Sánchez Zafra, Javier Hernández-Simón y Tito Asorey. Lo mas destacable a nivel actoral de esta función, sin lugar a dudas. Haciendo que el montaje adquiriera un ritmo realmente interesante en los momentos en los que el foco se centraba en ellos. Hubiera escuchado todo lo que hubieran tenido que contarme sin perder un ápice de atención.
En definitiva, el montaje es espectacular, bello e impactante, la mayoría de las interpretaciones son mas que interesantes; pero el conjunto no me parece que haya sido pensado para emocionar, sino para innovar. No digo que esté mal ofrecer nuevas opciones, soy de los que piensa que hay que desempolvar los clásicos, hacerlos mas cercanos, mas atractivos para todo tipo de público, pero hay que encontrar la dosis apropiada para encontrar un equilibrio que haga conectar con las emociones, no dejarlas eclipsadas intentando hacer algo «diferente».
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Alcázar Clásico Oberón Puck Shakespeare Teatro Titania

El Sueño de Una Noche de Verano


A veces es mejor quedarse con el buen sabor de boca que te deja un recuerdo a querer repetir la experiencia pasado un tiempo. Al menos eso es lo que me pasó anoche viendo «El Sueño de Una Noche de Verano» en el Teatro Alcázar de Madrid.

Vuelvo a los recuerdos de antaño… A veces pienso que soy el abuelo cebolleta! jejejeje Recuerdo que vi a la Compañía Morboria representando esta obra hace 10 años, cuando estaba estudiando teatro clásico con Zampanó Teatro. Fue en el Teatro Federico García Lorca de Getafe… (Ese teatro tan maravilloso y tan desaprovechado… ya hablaré de eso algún día)
Fue una experiencia increible, puesta en escena, energía actoral, texto… fue toda una lección de teatro, algo que me hubiera encantado representar, pero así, tal cual lo vi! Tanto me marcó que cuando vi la programación de los Veranos de la Villa de este año, ni lo dudé, reservé entradas para poder volver a verlo, estaba ansioso, deseando tener ese reencuentro con aquella experiencia teatral tan bonita que tuve… Sin caer en la cuenta que esto no es como ver una película que te haya gustado… aquí interviene mucho el factor humano de la compañía, el paso de los años y que yo ya no soy el inocente estudiante de teatro clásico que se le llenaban los ojos con todo lo que le ponían por delante…

Los actores están muy bien, representan sus personajes con mucha credibilidad dentro de lo que esta obra permite (Seres mágicos, palurdos medio culturetas y nobleza casta y enamoradiza) y sobretodo me quito el sombrero a esa proeza de interpretar varios personajes de la función! Es algo que siempre he admirado y que valoro muchísimo. Aunque si que me quedé con las ganas de un Puk mas enérgico y con mas expresión corporal… Lo siento, pero al ser un personaje que siempre he querido interpretar, tengo en mi mente algo idealizado al ser que está a las órdenes de Oberón y soy muy crítico.

La caracterización es impresionante!!! Me encantaría poder ver todos esos trajes y máscaras de cerca, poder estar presente en el momento en el que los actores se los ponen, en el proceso de transformación de actor a personaje. Qué riqueza de detalles y de seres! Aunque eché en falta los momentos en los que Puk, el sátiro, se transformaba en murciélago, cuando lo vi por primera vez, me impactó mucho, aunque si es cierto que descolocaba un poco y no se sabía, al haber tantos seres diferentes, si era el mismo Puk o era otro ser… pero bueno, es que el traje me fascinó.

Si es cierto que la música no me cuadraba demasiado, no veía demasiada diferencia entre la que sonaba cuando estábamos viendo a los seres «reales» y cuando veíamos a los seres «fantásticos», no ayudaba en el avance la función, ni a crear una atmósfera adecuada y con la mala acústica del Alcazar (Al menos desde la zona en la que el público del patio de butacas está bajo el techo del entresuelo) uno tendía al despiste.

La verdad es todo estaba bien, pero algo no acababa de encajar anoche en la función. No sé si un mal día, como dije antes el factor humano interviene mucho en el teatro, o qué podía ser. Es como cuando tienes todos los ingredientes para conseguir una gran comida, pero no se le consigue dar el toque adecuado para que sepa todo lo suculenta que podría ser… Era como si el director hubiera hecho que los actores estuvieran demasiado apoyados en el final, hacían la función demasiado lineal para terminar en unos fuegos artificiales espectáculares (El público se entraga de lleno a la representación de los «palurdos»). Como contando demasiado con que el público que va a ir a ver la función es un público facilón, al que si le das una buena ración de carcajadas al final, se olvida de lo que fue el resto… y eso no tendría que ser así. La obra tiene muchos ingredientes ricos para que el público se quede encandilado con ella, enredos llevados al límite, personajes pasados de vueltas, seres mágicos con los que llenar los ojos del espectador…

No sé, la verdad que tengo cariño a la obra en sí y a la compañía Morboria en particular (a los que seguiré de cerca porque me gusta el tipo de teatro que hacen y por donde lo llevan), trato de encontrar qué es lo que no funciona, por justificar el que no me llenara lo que vi, pero anoche me quedé con la sensación de que hacemos demasiado grandes los recuerdos, es así como deberían permanecer y no intentar volver a revivirlos porque después pasan estas cosas…

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