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Alfonso Torregrosa Carlos Be Carmen Mayordomo David González Esperanza Elipe Fran Arráez José Ángel Trigo Locuras Cotidianas Pepa Rus Petr Zelenka Teatro Lara The Zombie Company

Locuras Cotidianas

Título:
Locuras Cotidianas

Autor:
Petr Zelenka (Dramaturgia de Carlos Be)

Elenco:
José Ángel Trigo
Pepa Rus
Fran Arráez
Esperanza Elipe
Alfonso Torregrosa
Carmen Mayordomo
David González

Escenografía:
Alberto Puraenvidia

Vestuario:
Pier Paolo Álvaro

Iluminación:
Jesús Antón

Producción:
The Zombie Company

Dirección:
Carlos Be

Me confieso seguidor del teatro de The Zombie Company, tiene esa capacidad de siempre zarandear al espectador que se presta a sus montajes. Creo que esta compañía, que se nutre del inquietante y variopinto universo de Carlos Be, tiene esa capacidad de no dejar indiferente a nadie, tanto para lo bueno como para lo malo, y eso ya es mucho decir.
En esta ocasión se han salido de su camino habitual, y han querido montar «Locuras Cotidianas» texto de Petr Zelenka, autor checo que, si no me equivoco, es la primera vez que se representa en nuestro país.
Una comedia surrealista en la que se nos cuenta el extraño mundo en el que se mueve Petr, joven checo, que intenta recuperar a su ex novia, la cual está a punto de casarse con un desconocido sin demasiada sangre. Petr intenta por todos los medios, ayudado por su amigo Mosca, llamar la atención de su chica, cosa que le acarrea más de un problema, tanto con la familia, como con ella, con su prometido, unos vecinos de extrañas costumbres sexuales, como con los propios padres de Petr, los cuales se encuentran también inmersos en una relación ciertamente peculiar que sobrevive entre ladridos y burbujas de cerveza.
Un montaje en el que uno nunca sabe si lo que ve sucede tan solo en la cabeza de su protagonista o es la realidad que le ha tocado vivir a este joven checo.
Carlos Be opta por romper con la imagen que se tiene de su teatro y se decanta, dentro de lo extraño del texto, por una producción que se ajuste a las exigencias del público de la sala Principal del Teatro Lara. Comedia ligera y con rostros conocidos. 
El texto juega con el teatro del absurdo y jugar al absurdo es un arma de doble filo; puede que se convierta en una pieza brillante, hilarante y que estimule la mente del espectador, o puede que caiga en un sinsentido que no se sabe muy bien por dónde agarrar. Sensación esta última con la que salí tras ver estas «Locuras Cotidianas»
El humor que tiene, las situaciones que plantea, no trascienden; el espectador acude con ganas de divertirse, y recibe con ansias los gags, intentando engancharse a ellos, pero perdiéndose en las transiciones entre unos y otros, más por la forma que por el contenido.
Creo que la historia de Petr no resulta atractiva tal y como está contada, su situación daría para muchos y variados enfoques, pero me dio la sensación de que esta vez Carlos Be se ha quedado en la superficie, esforzándose en dar un resultado y adornándolo con el afán de originalidad de su equipo, pero sin aportar el peso que requiere la función para resultar atractiva. Carlos ha querido salirse de su camino dando un volantazo, y sorprendernos con un giro en su estilo, imprimiendo su sello en campos por los que antes no había transitado… lo malo que ese volantazo le ha lanzado cuesta abajo por un terraplén. 
Hay aciertos como la ruptura de espacios, los divertidos puntos de vista de los personajes aún fuera de foco, la composición de algunos cuadros, pero hay otras cosas que dan sensación de estar metidas con calzador dentro de la propuesta, como ese número musical de Pepa Rus, la visión de la sábana voladora, la injustificada exhibición pectoral, aunque bien recibida, del protagonista o el trasnochado amaneramiento, en cierto momento, del personaje del padre.
Es extraño porque la historia no me llegó a atrapar, pero sin embargo si que disfruté de las interpretaciones. Había oído algunos comentarios negativos al respecto y, sin embargo, en la función a la que yo asistí, comprobé que los posibles problemas actorales habían sido subsanados y el elenco está bastante equilibrado, incluso con momentos de química bastante potente entre algunos de ellos y, casualmente, en todos esos momentos quien está junto a otro miembro del reparto es José Ángel Rubio, lo cual algo querrá decir, es la primera vez que le veía actuar y resultó un agradable descubrimiento –a nivel interpretativo, que ya me conozco yo los pensamientos de más de un@
Fran Arráez está divertidísimo con ese personaje perversa y desesperadamente onanista, que resulta un estupendo contrapunto para el protagonista.
Pepa Rus tiene una vis cómica tan marcada que le hace falta muy poquito para resultar divertida, de ella me quedo con la escena en el ascensor, ¡ay! si hubiera ido toda la función por ese camino… 
Al igual que Carmen Mayordomo que demuestra que además de ser una maestra en el drama, es capaz de reírse hasta de su propia sombra y hace que lo disfrutemos con cualquiera de los tres personajes que tiene a su cargo.
Alfonso Torregrosa al comienzo no me interesó demasiado, pero con el desarrollo y crecimiento de personaje que trabaja, acabó por convencerme; de hecho, otro de esos momentos de química potente de los que hablo más arriba es suyo, cuando el padre habla con Petr sentados al borde del escenario, repito, ¡ay! si hubiera ido toda la función por ese camino…
Las peores críticas que he leído han sido para David González, sin embargo, he de decir a su favor, que en esta función estuvo suelto, divertido y resolutivo con esos dos personajes que le han tocado en «suerte», sacándoles jugo a pesar de no ser precisamente los más atractivos de la función.
La que menos me convenció fue Esperanza Elipe que, si bien está correcta, siempre la veo en el mismo registro, tanto en televisión como en teatro y creo que anda falta de un cambio.
No creo que «Locuras Cotidianas» sea un acierto en el teatro de The Zombie Company, carece del auténtico sabor de esta compañía que ha intentado dar un paso hacia terrenos más comerciales, con un resultado poco satisfactorio; además, sigo opinando que el escenario del Teatro Lara no es el mejor lugar para acoger su estilo de teatro.
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Alfonso Torregrosa Carlos Be Carlos López David González Dorian Francisco Dávila Javier Prieto Jorge Cabrera La Pensión de las Pulgas Oscar Wilde Teatro The Zombie Company

Dorian

Titulo:
Dorian

Autor:
Carlos Be
(Basada en «El Retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde)

Lugar:
La Pensión de las Pulgas

Elenco:
Jorge Cabrera
Francisco Dávila
David González
Carlos López
Javier Prieto
Alfonso Torregrosa

Entrenamiento Actoral:
Fran Arráez

Vestuario:                                            Maquillaje:                             Peluquería:
José Martret y Juan Pablo Pérez       Vanessa HD Makeup            Peinate Tú

Espacio Escénico:                               Música:                                   Producción:
Alberto Puraenvidia                          Algora y Dani Campos           Sara Luesma

Ayudante de Dirección:
Pablo Martínez Bravo

Dirección:
Carlos Be

El martes pasado volví a traspasar el umbral a otra dimensión, esa en la que habita The Zombie Company. Una dimensión a la que me gusta viajar de vez en cuando porque hace que se desperecen en mi interior esos instintos que normalmente uno contiene, por aquello de ser socialmente aceptado.
En La Pensión de las Pulgas “La Zombie” abre un portal espacio-temporal desde el que uno puede estar simultáneamente a comienzos del siglo XXI o finales del XIX y en Madrid, Praga, Nueva York y Bogotá a la vez. Y todo para redescubrir, con los ojos de Carlos Be, un clásico como “El Retrato de Dorian Gary” de Oscar Wilde. Una visión que respeta la esencia del original, pero del que destierra todo elemento fantástico para mostrar una sordidez que en el 1890 quedó astutamente maquillada por la mano de Wilde y que ahora, en el 2014, se muestra tal cual podría haber sido, directamente de la mano de Be.
 
Una historia que supura sordidez, deseo, sexo y muerte; que se deja contemplar impúdica, y nos provoca ciertas reticencias al mirarla, como cuando uno no sabe si dar el paso que traspasa ciertos límites no permitidos del placer.
«Dorian» es la marca de la perdición. Bajo esa apariencia de joven deseable, provocador, dispuesto a conceder un momento de morboso descontrol al pobre mortal, se esconde la turbiedad y lo enfermizo del ser humano. Los personajes que habitan esta pieza son víctimas de esa maldición de fría e inocente mirada azul que es Dorian.
Dorian sufre, es consciente de ser un virus que destruye cuanto (¿ama?) desea, pero se siente cada vez más atraído por la oscuridad y la sordidez, el sadismo de quien se sabe poseedor de poder e insoportablemente superior, y desde ahí contempla, atormentado a veces, encandilado otras, la destrucción que genera y de la que siempre sale impune. Adoptando la imagen de una especie de encarnación vampírica e inmortal.
¿Por qué nadie huye? ¿Por qué no escapan? ¿Por qué se empeñan en seguir atados a él hasta que es demasiado tarde? Porque él es reflejo de nuestros más oscuros deseos y nadie puede separarse de algo que se lleva dentro, aunque sea el mismo infierno.
 
Un texto de ingeniosos diálogos, con una complejidad y una poética al más puro estilo de sus autores (Wilde y Be). Un texto que juega y se pasea por espacios y tiempos indeterminados, y que genera un ambiente decadente y (per)turbador que empapa al espectador hasta que este se siente parte involucrada; lástima que a veces es interrumpido por un exceso de cambios entre habitaciones que afectan el fluir de la función. Es cierto que las atmósferas son las apropiadas y están brillantemente logradas, pero estas rupturas hacen que cueste volver a enganchar con la historia y es que, a veces, son tan breves que uno no llega a “reengancharse” cuando se encuentra con que hay que volver a cambiar. El juego al que se presta La Pensión de las Pulgas es un arma de doble filo con el que hay que tener cuidado para no «matar» el ritmo.

Si algo hay que aplaudir a The Zombie Company es la generosidad y disposición de sus actores para darse tanto como el montaje y su director exijan, y no es poco. Siempre son interpretaciones arriesgadas, difíciles de poner en pie sin un verdadero compromiso, y que no son trabajo que “cualquier” actor quiera, o sea capaz de, llevar a cabo.

Ahí tenemos a este maravilloso elenco en el que la mayoría dobla o incluso triplica personajes, masculinos y femeninos, y lo hacen con grandeza. Uno sale de ver la función realmente satisfecho del trabajo realizado por Jorge Cabrera, Francisco Dávila, David González, Carlos López, Javier Prieto y Alfonso Torregrosa, y los menciono así, sin diferenciar ni individualizar personajes para que la sorpresa se mantenga al ver la función. Tan solo decir que ponen toda la carne en el asador y se entregan a realizar un trabajo muy bien ejecutado y muy serio. Perfectas composiciones que hacen que la esencia de lo que escribió Oscar Wilde permanezca en ellos, son deseables en algunos cosas, detestables en otros, luminosos y extrañamente entrañables. Carlos Be los dirige con inteligencia, ofreciendo momentos y apariciones estelares, ahí están Sibyl, Victoria, Agata… Sus canciones… La ambigüedad en sus acciones… Que nos deje con la miel en los labios… Que nos haga sentir repugnancia, que en ocasiones sugiera en vez de mostrar…
La contundencia que adquirirán con el paso de las funciones puede llegar a ser sobrecogedora, estoy seguro de ello.

Esta versión es una pieza que juega con nosotros, nos excita, que se cuela en nuestros pantalones, nos roza con sus labios, que jadea en nuestros oídos, que nos atrae con un innegable morbo vicioso que, aunque nos hace sentir sucios, nos da placer experimentar, y que acaba por arrastrarnos hacía el terreno más repulsivo y enfermizo del deseo, aquel en el que acaban condenándose estos personajes. Provocando que salgamos masticando un regusto amargo que no nos es del todo ajeno.

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Alberto Puraenvidia Autostop Carlos Be Fran Arráez Juan Caballero Mentxu Romero Teatro Teatro Lara The Zombie Company

Autostop

Título:
Autostop

Autor:
Carlos Be
(Basado en un relato de Milan Kundera)

Lugar:
Teatro Lara

Elenco:
Mentxu Romero
Juan Caballero

Vestuario:
Reme Gómez

Escenografía:
Alberto Puraenvidia

Iluminación:
Jesús Antón

Producción y Ayudante de Dirección:
Sara Luesma

Dirección:
Fran Arráez

Me encanta asistir a los montajes de The Zombie Company y ver las reacciones de aquellos espectadores que desconocen el terreno en el que se adentran; las caras de estupefacción con la que salen son dignas de ver, y es que Carlos Be tiene el poder de hacer que todos nos sentimos un poco estupefactos cuando nos sumergimos en sus mundos. Asistir al estreno de uno de sus textos es como volver a perder la virginidad. Te sientes inseguro, excitado, esperando con ansiedad el momento; sientes que te invade una mezcla entre miedo y entusiasmo y, llegado el momento, te entregas con cierto temor sabiendo, por lo que te han contado, que puede doler, pero que lo acabarás por gozar… ¿Sentirse satisfecho al acabar? ¡Ahí ya cada uno con su experiencia! Yo cuento la mía.

Ayer asistimos al estreno de “Autostop”, nueva producción de esta compañía que no ha dejado de parir montajes, cada uno con su estilo y todos con el mismo, el de su autor, Carlos Be. En esta nueva función, basada en un relato de Milan Kundera, nos adentramos en un peligroso juego que, con un aparente tono inicial de inocente socarronería, nos presentan a una pareja que durante un viaje cargado de intenciones románticas se descubre a si misma…
Si quieres que tu pérdida de virginidad en “Autostop” sea única y genuina, te aconsejo que no sigas leyendo porque quizá pueda «spoilear» parte de la función.
Es curioso como uno se entrega con entusiasmo al juego que Carlos Be y Fran Arráez, director del montaje, nos proponen. Uno sabe que la aparente armonía e idealidad de los personajes se va a ver truncada en cualquier momento por alguna circunstancia que sacará a la superficie su verdadera naturaleza. Hurgar en la herida nunca trajo nada bueno… y si además jugamos con fuego, lejos de cauterizar esa herida, lo que haremos será ahondar en ella y acabar perdiéndonos dentro, como si fuera una caverna de tierras movedizas.
Partiendo de una colorida y preciosista premisa, nacida del vestuario de Reme Gómez y la escenografía creada por la brillante mano de Alberto Puraenvidia; reflejo de esa artificiosidad con la que estos personajes han decidido decorar toda su “mierda”; vamos desgarrando, a golpe de juguetonas cuchilladas, esas “vidas estupendas” en las que se encuentran atrapados estos dos seres, para despertar el dolor tan corrompido y repulsivo que se revuelve en su interior. Una “mierda” que es simple y llanamente la liberación de ellos mismos y sus verdaderos sentimientos.
Un trabajo por parte de Juan Caballero y Mentxu Romero muy arriesgado, no tanto por su desnudez física, si no por la emocional, por el paso de esa artificiosidad de la que hablaba antes, a la visceralidad de sus interpretaciones y, por supuesto, la absoluta entrega en respuesta a lo que Fran Arráez les propone.
No creo que cualquier actor se atreva a exponerse y dar tanto de la manera que ellos lo hacen. Pasar de la aparente insustancialidad de la comedieta inicial al desgarro final de una manera tan despojada de prejuicios, hacen que aplauda la valentía con la que se entregan. 
No es un montaje fácil y nada convencional, de hecho no creo que todo el mundo soporte mirar dentro de la habitación a la que nos invitan The Zombie Company, pero este es su estilo y es lo que defienden. A mi particularmente me gusta y me entrego cada vez con más curiosidad a sus propuestas, pero no sé si esta es la obra apropiada para dar el salto del Off al On. Confieso que me encanta ver montajes tan arriesgados en las tablas de un gran teatro y no en su hall o en su sala pequeña. Es como ver cumplida parte de una utopía que muchos compartimos.
Mi mayor temor es pensar que no encaje con el tipo de público que acostumbra a acercarse por el Teatro Lara, ojalá me equivoque. El tiempo lo dirá y espero que sea lo suficientemente justo con ellos.
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Alberto Puraenvidia Carlos Be Carmen Mayordomo Elepé Fran Arráez Ivan Ugalde La Casa de la Portera musicales Sara Luesma Teatro The Zombie Company

Elepé

Título:
Elepé

Lugar:
La Casa de la Portera

Autor:
Carlos Be

Elenco:
Sara Luesma (Dejota)
Fran Arráez (Toñi)
Carmen Mayordomo (Lucía)
Iván Ugalde (Ángel)

Escenografía:
Alberto Puraenvidia

Vestuario:
Antoni Delgado

Producción:
The Zombie Company
Tantarantana Teatre

Dirección Vocal:
Mirko Jumilla

Ayudante Dirección:
Sara Luesma

Dirección:
Carlos Be

Y de nuevo regreso al interior de La Casa de la Portera a sumergirme en una de esas historias que nos tienen preparado con su sabor particular. Mira que son diferentes unas de otras y, sin embargo, que todas estén enmarcadas dentro de este lugar, hacen que las sientas hermanadas en su estatus de compañeras de piso. Y es que a mi me transmiten eso, La Casa de la Portera es como esos pisos compartidos donde cada uno es de su padre y de su madre, pero donde la convivencia hace que haya cierta conexión entre todas ellas. Algo que no todas las salas con diferentes espectáculos pueden decir. Supongo que parte de la personalidad de este espacio radica aquí.
A Carlos Be le sigo desde el año pasado cuando en el Festival Fringe descubrí su «Muere Numancia, Muere» y me dejó cautivado con su forma de morder la escena; es cierto que aún me fustigo mentalmente por no haber ido a ver sus «Peceras» porque estoy convencido que es una de esas obras a las que yo le dedicaría una de mis mas extensas y apasionadas Crónicas Atmosféricas (¡gracias Teatroland por bautizarlas de manera tan acertada y bella!) En el Festival de la Alternativa de este año volví a reencontrarme con otro de sus mordiscos «696», breve pieza que se encuentra dentro de «Tres Segundos», montaje de radioteatro del que ya os hablé, dirigido por Jesús Ortega y donde el texto de Carlos Be brilla con luz propia. Para entonces ya sabía que tenía preparado este «Elepé» del que ahora os hablo, pero han tenido que pasar unos cuantos meses y llegar al momento de su ¿última? representación para que pudiera hablaros de ella. Cosas de andorrear entre teatros, que el tiempo no cunde para poder ver todo cuando uno desea…
«Elepé» es una vuelta a los años 80, donde una aspirante a actriz, Lucía, espera desesperada la llamada de Pedro Almodovar para que le haga un casting para su última película. Mientras espera, tiene que seguir poniendo copas en el Elepé, uno de esos lugares donde hay actuaciones en vivo con cierto regusto casposo, donde actúa su amiga Toñi, pero donde la vida se vive con toda la intensidad y las ganas con la que se vivían las cosas en aquella época. Allí mismo es donde conocen a Ángel, el portero del local y sobrino del propietario, quien hará que la vida de las amigas encuentre un camino que ni ellas mismas esperaban.
Hay que ver las narices que le echan esta gente de The Zombie Company para poner en escena todo tipo de géneros. Ahora se les ha puesto por el camino hacer un musical y salvan la situación con nota y todo. Tan solo tenían que seguir la fórmula de los famosos «Musicales Jukebox», tomárselo de la manera mas gamberra posible, echándole morro y gracia, para salir airosos del envite. Un buen puñado de canciones conocidas por todos, que como pequeñas joyas engastadas en la historia, nos pasean por una montaña rusa de sentimientos de lo mas kitsch, con momentos memorables como la canción de Mari Trini «Una Estrella en Mi Jardín». Todas ellas conducidas por Dejota, personaje silencioso, pero con su propia visión de la historia,  que se ajustan a la trama y logran que todo el público estemos tarareando y sonriendo como bobos, absolutamente entregados a la historia. Aunque creo que llegado el final la cosa pierda fuelle; creo que todo se alarga en exceso y eso hace que la emoción conseguida se pierda.
De todos modos, uno sale de la función fascinado con los personajes, con los actores, Carmen Mayordomo, Iván Ugalde y el absolutamente memorable Fran Arráez que nos regala un personaje de los que no se olvidan, tan tierno y amargo que uno desea tenerlo en su vida para cuidarlo y que nos cuide. Hacen un trabajo precioso. Se nota que entre los tres ya hay un código establecido y que se entienden a la perfección; tienen un dominio tan grande de lo que hacen que impresiona, por poner un ejemplo, en un momento dado hay una escena que dura lo justo para que una cafetera, puesta en el hornillo, termine de hacerse en el momento exacto en el que la situación lo requiere ¡Qué maravilla de tempo!… y qué regalo de personajes, con esas situaciones creadas por Carlos Be, esos diálogos tan llenos de esa chispa de decadencia que les hace ser tan terrenales dentro de su brillo.
Es curioso ver como, a la contra de lo que suele ser lo habitual, el autor hace que los personajes sean dueños de su propio destino, como si estuvieran dotados de una clarividencia que acota su existencia hasta donde ellos dictan. Algo que hace que quieras acompañarles hasta ese final del camino del que hablan, deseando profundamente que se hayan equivocado. Hay tal grado de inocencia en ellos, de ilusión truncada sin motivo, que no puedes por mas que desearles que les vaya bien y no sean una víctima mas del momento que les tocó vivir.

Elepé es el destello fugaz del recuerdo de una época que se marchó y que en el recuerdo permanece con un sabor agridulce. Una época que se merecía que alguien le pusiera una sonrisa, aunque fuera de medio lado, para hacerle honor ahora que la miramos desde la distancia.
Si vuelve a representarse, no dejéis de ir a verla, es todo un viaje en el tiempo merecedor de hacerse y disfrutarlo con ganas.

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3 Segundos Agustín Jiménez Carles Harnillo Carlos Be Emilio Williams Fanny Gautier Festival La Alternativa Isabel Prinz Jesús Ortega Juan Caballero Juan Carlos Rubio Mentxu Romero Sala Triángulo

Tres Segundos

Título:
Tres Segundos

Lugar:
Sala Triángulo

Autores:
Juan Carlos Rubio
Emilio Williams
Carlos Be
Carles Harillo
Jesús Ortega

Elenco:
Isabel Prinz
Fanny Gautier
Mentxu Romero
Juan Caballero
Miguel Ángel Calvo
Josi Cortes
Agustín Jímenez (Voz en Off)

Música:
Juan Antonio Simarro

Asesor de Movimiento:
Alberto Arcos

Vestuario:
Guadalupe Valero

Dramaturgia y Dirección:
Jesús Ortega

El pasado Jueves, mientras estaba viendo la función «Tres Segundos» de Jesús Ortega en la Sala Triángulo, me sentí transportado; volví a recuperar sensaciones de mi niñez, cuando mi padre se paseaba por la casa con su transistor escuchando a Manolo Molés, a mi abuela hablándonos del consultorio de Elena Francis, el «Carrusel Deportivo» en el coche, de regreso a casa tras un domingo en la Sierra madrileña o de cuando mi madre nos daba de desayunar los fines de semana y nos ponía la radio para que escucháramos el programa en directo de «El Gran Musical» con todas esas actuaciones y esos locutores que me hacían sentir la emoción que se vivía tras los altavoces de mi casa… Cuando se apagaron las luces de la sala y comenzó la «rentransmisión» de la obra, vinieron de nuevo todas esas sensaciones de golpe.

«Tres Segundos» es una propuesta diferente e interesante de poder presenciar. Una propuesta en la que se mezcla el costumbrismo madrileño con la modernidad de los textos, todo ello hilvanado con un toque de melancolía venido de la voz de Agustín Jiménez.
Recuperar la fórmula del Radio-teatro y que además no solo lo puedas escuchar a través de las ondas, si no que puedas estar ahí y poder ver al actor preparado, marcando la entrada y representando una lectura dramatizada, es algo que aunque a simple vista parezca algo insustancial, tiene su interés y aplaudo la idea que ha tenido Jesús Ortega de llevarlo a escena. Nadie mejor que él para hacerlo, que sabe perfectamente de lo que habla. Es un complejo trabajo actoral que requiere de un gran esfuerzo, ya que como se supone que lo estamos escuchando, el cuerpo no debe «contar» demasiadas cosas, haciendo que la herramienta mas poderosa sea la voz. Una voz que nos debe transmitir todas las sensaciones que la historia requiera.

En «Tres Segundos» se nos ofrece la oportunidad de adentrarnos en una comunidad de vecinos de un edificio del centro de Madrid, de esos en los que actualmente se mezclan habitantes de los de toda la vida con nuevos inquilinos que aportan su «sal» a la vida de la vecindad. Unas vidas que de puertas a fuera imaginamos de una manera y que muy posiblemente de puertas para adentro sean totalmente diferentes, pero eso es algo que debéis averiguar por vosotros mismos cuando visitéis este programa de radio-teatro que en Mayo estará en la programación de la sala y que ahora hemos podido presenciar unos pocos con motivo del Festival La Alternativa que está teniendo lugar en la capital.

La función se compone de cinco historias de cinco autores diferentes, Carles Harnillo«El Síndrome Spears», Emilio Williams «La Biografía de… Delawere!», Carlos Be«696», Jesús Ortega«Remitec» y Juan Carlos Rubio «Un Cuento de Hadas». Todas ellas unidas a través de la narración de Agustín Jiménez y la música de Juan Antonio Simarro. Cinco textos con cierto toque de comedia amarga que a mi me divirtió.
Unos textos funcionan mejor que otros, unos actores son mas conscientes que otros del tipo de fórmula que están ofreciendo, pero el conjunto es interesante de ver, tan solo le falta un puntito de cuerpo y ensayo… cosas de los estrenos que son totalmente solucionables.

Uno de mis momentos favoritos dentro de la función, sin spoilear nada, es el texto de Carlos Be, que está lleno de una ironía agudísima y una mala leche lanzada con todo descaro, muy propia para el momento que vivimos y que a mi me hizo pasármelo en grande. Tanto Mentxu Romero como Juan Caballero se divierten representándolo y eso se nota. También es cierto que es el único de los textos que cuenta con dos actores, y el apoyo entre ellos hace que todo tenga un ritmo mucho mas dinámico; pero para voces que realmente te hacen creer que estás dentro de un programa radiofónico son las de Isabel Prinz y Fanny Gautier, que con esas modulaciones, esas intenciones, se respiraba el ambiente perfecto del radio-teatro. En mas de una ocasión cerré los ojos, me limité a escucharlas, y me sentí sintonizando lo que buscaba.
También me gustó el desquiciamiento en el texto de Emilio Williams, pero confieso que me quedé con ganas de mas de lo que ofrece el final de su texto.
Y como administrativo que soy en mi vida al otro lado del espejo, no pude dejar de sentirme identificado con lo que cuenta «Remitec» de Jesús Ortega… Quién no haya tenido esos pensamientos, que tire la primera piedra.

No puedo terminar esta crónica sin dejar de comentar algo que, aunque sé que me voy a meter en donde no me llaman, quisiera expresar.
Sé que esta es la propuesta del director, a mi me gustó y la respeto e incluso la aplaudo, pero pensando ya en casa sobre la función, caí en la cuenta que a mi había algo que me faltaba en la función para hacerla mas redonda… La presencia física de ese narrador que une las historias. Quizá hubiera habido mas ambiente radiofónico si cabe y su punto de vista hubiera conectado mas con el público; pero ya digo que solo es una apreciación mía que quería dejar caer con todo el respeto hacia la propuesta y el trabajo realizado, y sin intención alguna mas que plasmar en palabras el pensamiento que me surgió.
 
Un bonito homenaje a la radio que retoma un camino que, ojalá, se explote mas a menudo como género teatral porque da para contar muchas mas cosas. Estad atentos porque en Mayo podréis disfrutarlo.

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Carlos Be Carmen Mayordomo Conde Duque Fran Arráez Ivan Ugalde José Gamo Juan Caballero Mentxu Romero Muere Numanacia Zombie Company Korego proArte

Muere Numancia, Muere

Título:
Muere Numancia, Muere

Lugar:
Teatro Conde Duque

Autor:
Carlos Be

Elenco:
Fran Arráez (Scipio)
Juan Caballero (Babpo)
José Gamo (Buntalos)
Carmen Mayordomo (Aunia)
Mentxu Romero (Amaina)
Iván Ugalde (Caciro)

Producción:
Zombie Company & Korego proArte

Dirección:
Carlos Be

Últimamente En Un Entreacto, para ser un blog tan «de andar por casa», lleva una actividad endiablada, viendo montajes, escribiendo sobre ellos, realizando entrevistas (mil perdones por el intrusismo, no me lo tengáis en cuenta), haciendo pequeños ensayos, artículos… Y a veces es complicado compaginarlo con la vida que llevo al otro lado del espejo, por eso puede que algunas crónicas lleguen un poco tarde, como esta, pero siguiendo fiel al principio por el cual se creó este blog, hablar de todo aquello que voy viendo como espectador, aquí estoy de nuevo.

Cuando uno va al teatro, comienza a interesarse por el trabajo de actores, directores, autores, compañías, etc… y va haciendo un seguimiento; tratando de estar al tanto de cuales van a ser los nuevos proyectos y procurando estar ahí para poder verlos e incluso, si se tercia, tratar de ayudar a darles difusión con las posibilidades que uno cuenta. Es por eso que conocí «Muere Numancia, Muere», siguiendo la trayectoria de uno de sus actores y habiendo oído hablar del autor y director. Así que me planté en el 1º Certamen de Artes Escénicas Fringe Madrid en el Conde Duque, sin saber muy bien qué es lo que iba a ver, pero atraído por la curiosidad de descubrir cosas diferentes.

La historia, escrita y dirigida por Carlos Be, está inspirada en «El Cerco de Numancia» de Miguel de Cervantes. Cuenta el momento en el que cinco numantinos siguen resistiéndose a Scipio El Joven, sabiéndose derrotados, aferrándose a la desesperación de encontrar la manera de sobrevivir al asedio y al hambre, pero sobretodo conseguir sobrevivir a si mismos y a la lucha propia e interna de cada uno.

Un montaje con un texto lleno de momentos desgarradores, poéticamente desesperado, que a veces se interrumpe intencionadamente con las intervenciones y el humor amargo con el que Scipio nos hace cómplices a todos los espectadores. Rompiendo la cuarta pared y llenando la escena de atemporalidad, haciendo que lo que pasó hace mas de dos mil años no nos resulte tan lejano como cabría esperar. Aunque confieso que estos momentos de ruptura me sacaban demasiado de la atmósfera creada y me provocaban cierto distanciamiento del que me costaba volver.
Ni el montaje ni el texto son fáciles. Es de esos montajes que uno necesita digerir tras la función, que dejan un regusto extraño y que cada uno debe llevar a casa para que termine de aposentarse y saber descifrar de donde vienen las sensaciones que te ha generado. Porque es cierto que se necesita un momento posterior para rematar lo que has visto, pero las sensaciones que te deja son inmediatas, el espíritu reacciona ante los estímulos de la escena y eso si aparece en la butaca.
A mi el montaje, aunque algo irregular en ritmo, me convenció y en momentos me conmovió. Esos personajes tan llenos de dolor, luchadores incansables ante la resignación, hacen daño por dentro. 
Esa mujer, hermana e hija que vive la amargura de saberse perdedora de padre, hermano y marido, y que sin embargo resiste en pie hasta el último aliento… 
Ese hermano visionario que se entrega a la derrota futura ¿así sucede porque «estaba escrito» o somos nosotros quienes provocamos que nuestros miedos se conviertan en realidad? 
Ese marido culpable de su «buena» fortuna, que decide devolver su suerte aunque con ello no cambie nada ¿generosidad absoluta o cobardía camuflada?… 
Esa mujer dolorida con la pérdida de su hijo y que, sin embargo, se siente aliviada por sobrevivir y no ser devorada por su propio fruto… 
O ese hombre desesperado ante tanto dolor, que se lanza a luchar, hambriento y cansado; quien se encuentra con un enemigo sano, bien alimentado y lúcido en ideas, que le vence ofreciéndole poder volver con los suyos u obtener alivio definitivo a cambio de su propio sacrificio… 
Los actores realizan un trabajo absolutamente intenso y extenuante, consiguiendo transmitir la sensación de desesperanza y lucha por el último aliento. El dolor de Mentxu Romero, el abatimiento de Iván Ugalde, la culpabilidad de José Gamo, el cinismo de Fran Erráez y la derrota anticipada de Juan Caballero (mención a parte su trabajo gestual y estremecedor como Hombre Muerto) son grandes trabajos, pero con el permiso de todos ellos, sin lugar a dudas me quedo con la interpretación de Carmen Mayordomo, totalmente entregada a su Aunia, alma de la función. No la había visto trabajar hasta ahora, pero pienso seguirla de muy cerca.
Son personajes que duelen, que te arrastran con ellos y que te obligan a decidir cual sería tu elección estando en su caso. Todo ello acompañado de una escenografía y una simbología que dibuja muy acertadamente el encerramiento de los personajes, su angustia ante el poder del enemigo y su triste destino.

Me queda la duda de saber qué va a suceder con este montaje, si tendrá nuevas fechas o si ha sido fruto únicamente de este Primer Certamen del Fringe Madrid. Confío que no, que tenga nuevas oportunidades de ser representado y que llegue a mas público del que ha llegado en estas dos únicas fechas porque considero que es un montaje que hay que verlo, sobretodo en los tiempos que estamos viviendo.
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