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300 Pistolas Anna Hastings Álvaro Morte Carlos de Austria Esteban Jiménez Miguel Mihura Nave 73 Sara Gómez Teatro Tres Sombreros de Copa

Tres Sombreros de Copa

Título:

Tres Sombreros de Copa

Autor:
Miguel Mihura

Versión:
Álvaro Morte

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Álvaro Morte
Sara Gómez
Esteban Jiménez
Anna Hastings
Carlos De Austria

Vestuario:                          Iluminación:              Escenografía:
Blanca Clemente             José Mora                 Blanca Clemente
                                                                             Álvaro Morte

Música:                             Coreógrafa:
José Villalobos                Fredeswinda Gijón

Dirección:
Álvaro Morte

Ir a ver Tres Sombreros de Copa despierta en mi un sin fin de aromas del pasado. 

Fue una de las primeras obras que me dieron a leer en el instituto, una de las primeras que ensayé y con la que aprendí a jugar en escena; también fue una de las primeras funciones que recuerdo haber visto en un teatro «Grande» con un fantástico Luis Merlo como Dionisio… 
En fin, que cuando se me puso delante la posibilidad de volver a recuperarla, no quise resistirme.
Siempre he pensado que algo de este texto de Mihura se me escapaba, supongo que la lectura de un jovenzuelo de 15 años quedaba un tanto limitada a lo que el gran Miguel Mihura escondía tras sus frases, y ver esta propuesta ha sido como si encendieran una luz que dejara a la vista todas las esquinas de una habitación que había estado hasta entonces en penumbra. 
Es difícil de explicar sin ver la función, pero el trabajo tan laborioso que han realizado para lograr la intención correcta a cada una de las intervenciones es tan magnífica, que aún me hace sonreir rememorar ciertos momentos del montaje que Alvaro Morte y el resto del equipo de 300 Pistolas ponen en escena. La propuesta que se traen entre manos es tan fresca y atractiva que no se puede pasar por alto.
Comienza la función y uno ya es consciente de que lo que va a presenciar no tiene nada que ver con la idea que podría llevarse preconcebida ante este texto. Ellos optan por jugársela a lo bestia, «Tirando pa’lante» y ¡vaya que sí!, la apuesta les sale redonda.
Jamás se me hubiera ocurrido pensar que Miguel Mihura pudiera convertirse en la esencia palpitante de los Hermanos Marx. Que todo aquello que ellos llevaban a cabo en sus películas, ese ritmo endiablado, lleno de dobles inteciones, de velocidades imposibles y malabarismo casi sobrehumanos, esos juegos con el absurdo tan efectivos, ¡y ese humor tan maravilloso! pudieran estar presentes dentro de un texto como este, y menos subido a un escenario, con la precisión con la que esta compañía lo lleva a cabo.

Solo puedo decir que gocé todos y cada uno de los minutos.
Cada vez que la función amenazaba con languidecer, remontaba con una nueva cabriola, un nuevo guiño o un truco que hacía que nuestras orejas de espectador se volvieran a erguir para no perder detalle de aquello que ocurre en los recovecos del mundo de 300 Pistolas.

Los actores son piezas de un engranaje que funciona con absoluta exactitud. Todo está calculado al milímetro y realizado con una gustosa limpieza. Las coreografías, los movimientos, la minuciosidad en los detalles, el acierto en los gestos mas insignificantes, hacen de este montaje un trabajo impecable.Uno los mira con embobamiento, hasta el punto casi de babear.
Esas interpretaciones de triple salto mortal, hacen que den ganas de aplaudir a cada cierre de cuadro. Siempre hay un «mas difícil todavía» que hace que cuando te quieres dar cuenta, te encuentras sentado en el filo de la grada provocado por el entusiasmo que nos genera cada nueva escena. Como si fuéramos niños pequeños.
Esteban Jiménez es en sí mismo un parque de atracciones, no hay personaje de los que cae en sus manos durante esta función, que no sea un regalo para el espectador, es el delirio personificado y siempre impecable.
Sara Gómez nos obsequia con el sabor agridulce de su Paula, que trae con tanta delicadeza. En ella podemos intuir la mirada triste del payaso, esa lágrima que nunca resbala porque no hay tiempo ni lugar donde dejarla. y a la vez tan divertida… la coordinación y el trabajo con sus compañeros es admirable. Hace de lo complicado un juego sencillo. Bellísima.
Anna Hastings es un soplo de aire que revuelve la escena cada vez que aparece tras el telón, juega con ganas y nosotros lo disfrutamos a manos llenas.
Carlos De Austria hace una cosa que a mi me parece muy complicada de lograr, y es llegar a dirigir la mirada del espectador para que este esté pendiente de sus puntos de vista en los momentos adecuados. Generoso cediendo el foco a sus compañeros, pero sabiendo lucirse en las escenas que le toca defender.

No se ha perdido ni un ápice de la magia y la candidez del original, todo lo contrario, se ha enriquecido de tal manera que creo que el trabajo que ha hecho Álvaro Morte con la adaptación y la dirección son de lo mejorcito que he visto en bastante tiempo. Al igual que su interpretación de Dionisio. Ofrece una visión tan renovada de este personaje, tan enriquecida, que es un placer haber disfrutado tanto descubriendo aspectos desconocidos, para mi, de este personaje.

Siempre valoramos los dramas, las tragedias y las funciones que te desgarran por dentro, pero Álvaro logra con esta comedia un trabajo absolutamente artesanal, rematado con un gusto exquisito
¡Lástima no haber llegado a ver lo que hicieron con El Perro del Hortelano!

Ya os podréis imaginar que os la recomiendo con ganas. Incluso creo que es una de esas funciones que aficionan a ver teatro a aquellos que se resisten. Atrapa desde el comienzo, hace que uno se divierta con ganas y que en ocasiones se emocione, está hecho todo con una ternura y una pasión tan grandes que traspasan y calan.
300 Pistolas son muy necesarios, son el teatro de Barraca resucitado y, eso, es una belleza.
¡Vayan a comprobarlo por sí mismos a Nave 73!

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Andrés Lima Álvaro Morte ¡Ay Carmela! Inma Cuesta J.L.García Sánchez Javier Enguix Javier Gutiérrez Javier Navares Joan Valent Julio Awad Marta Ribera musicales Pablo Raya Sanchís Sinisterra

¡Ay, Carmela! Musical

Título:
¡Ay Carmela! Musical

Lugar:
Teatro Reina Victoria

Adaptación:
José Luis García Sánchez
(Basada en el original de 
José Sanchís Sinisterra)

Elenco:
Inma Cuesta (Carmela)
Javier Gutiérrez (Paulino)
Marta Ribera (Gustavete/Narradora)
Javier Navares (Ripamonte)
Álvaro Morte (Peláez)
Pablo Raya (Joe)
Javier Enguix (Ejercito Español/Cura)

Música y Arreglos:
Joan Valent

Canciones:              Escenografía y Vestuario:            Iluminación y Proyecciones:
Victor Manuel       Beatriz San Juan                         Valentín Álvarez
Vanesa Martín
Pedro Guerra

Coreógrafa:            Productor:                                    Director Musical:
Teresa Nieto         Andrés Vicente Gómez                Julio Awad

Director:
Andrés Lima


La temporada en Madrid está llegando a su fin, las vacaciones de verano aletargan la cartelera y hay que aprovechar para ver todos aquellos espectáculos que se nos han ido quedando en la lista antes de que echen el cierre, por temporada, porque salen de gira (¿aún existe esta posibilidad?) o porque dan por finalizado su recorrido.
Uno de esos montajes que se habían quedado pendientes era esta versión dirigida por Andrés Lima de «¡Ay, Carmela!» el clásico de José Sanchís Sinisterra que José Luis  García Sánchez ha adaptado en clave musical.
Ciertamente me picaba la curiosidad descubrir en qué se podía convertir esta historia pasada por el filtro del musical. Si bien la obra trae en su interior varias canciones populares, en esta producción también se incluyen otras nuevas compuestas por Víctor Manuel, Joan Valent, Pedro Guerra y Vanesa Martín. Bellas canciones que quizá como tributo a la obra de Sanchís Sinisterra hubieran funcionado mejor.
El montaje tenía muchas cartas a su favor para poder ser uno de los musicales de la temporada. Una historia conocida por todos, con unos personajes muy bien desarrollados y con los que el público conecta, un buen director, un reparto lleno de voces maravillosas, pero… no.
De nuevo nos encontramos con una historia desmadejada y poco clara, en la que, desde mi punto de vista como espectador, no se ha conseguido igualar la carga emocional, con las canciones, que con el texto ya existente, del que solo han quedado pinceladas anecdóticas. Y es que los personajes se han convertido en una sombra de lo que la historia original ofrecía.
El primer acto es un claro ejemplo de lo que digo; me dejó bastante perplejo que en 45 minutos la historia no hubiera arrancado, que solo hubiera sido una sucesión de escenas inconexas donde se presupone que el espectador sabe de lo que se le habla; el público no tiene porqué llegar al Teatro Reina Victoria conociendo la historia, si no que viene a que se la cuenten, y esta función ha tenido que utilizar el recurso de una narradora para aclarar esos puntos emborronados que da el presuponer tanta parte importante de la obra; por eso digo que es una pena que se haya desaprovechado el original de esta manera. Como también es una pena que se malgasten momentos tan impactantes como el final del primer acto para, una vez conseguida una emoción tan profunda en el espectador, se nos envíe al descanso, y luego intentar que el segundo acto arregle lo que en el primero ni se ha molestado en mostrar…

Es verdad que tiene números con cierta calidad, donde gracias a las voces de los artistas, uno puede permitirse disfrutar de la función. Pero no es suficiente para levantar un montaje en el que predomina el chiste facilón y el juego tramposo del sentir popular para lograr un patio de butacas puesto en pie.
Hay un pequeño destello de lo que podría haber sido una producción de las que marcan temporada, pero que no se ha sabido llevar a buen puerto. Pequeños momentos que se han enturbiado entre chillidos y aspavimientos innecesarios. La historia del soldado y Carmela, el escalofriante Peláez, el momento de la función ante el ejército, ese Paulino perdido tras la desaparición de Carmela y, repito, unas grandes voces muy desaprovechadas… Una verdadera lástima.

Inma Cuesta, Javier Gutiérrez, Marta Ribera, Javier Navares, Javier Enguix, Pablo Raya y Álvaro Morte son un gran conjunto de actores y cantantes que hacen lo que pueden estando al servicio de un libreto y una dirección muy débiles.

Parece que no logramos dar con la clave para conseguir encontrar un musical de gran formato y de producción propia que tenga la calidad suficiente para tomárnoslo en serio. Y me da pena decir esto porque me considero amante de este género y me encantaría presumir de lo que se hace en España, pero de momento creo que toca seguir buscando.

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