Categorías
musicales Teatro

Anastasia, el musical

Esta temporada Stage Entertainment sí ha sabido dar en la diana con el estreno de Anastasia, el musical. Ha sabido coger lo mejor de cada uno de los montajes que ha ido estrenando en nuestro país y conjugarlo en el escenario del Teatro Coliseum. Se la estaba jugando con otras grandes productoras que le estaban comiendo su pedazo del pastel, el bluf de El Guardaespaldas a muchos aficionados nos estaba desinflando el mito de esta productora que, si bien no se le puede negar el haber abierto brecha en el terreno de los musicales en nuestro país, estaba visiblemente de capa caída; después del estreno, hace ya demasiado, de El Rey León, solo se le estaban conociendo traspiés, dejando la sensación de vivir de las rentas del rey de la selva G r an Vía, pero para esta ocasión ha sabido sacar la artillería pesada y demostrar que sigue tan potente como se la recordaba. ¡Afortunados todos!

Una puesta en escena llena de espectacularidad, que mezcla el detalle de lo clásico, ¡qué vestuario!, con las nuevas tecnologías. Lo que el año pasado parecía un complemento más propio de un macro concierto, aquí ha sido utilizado en favor de la historia haciendo que nos marquemos un viajazo desde nuestra butaca. Esas pantallas – El equivalente 2.0 a los viejos telones – van a dejar a más de uno con la boca abierta. Me declaro enemigo de utilizar pantallas para la escenografía, pero la utilización que se le han dado en esta producción aporta un dinamismo y una espectacularidad innegables.

En cuanto al elenco, al fin se han decidido a contar con artistas que saben que la interpretación hablada tiene tanta importancia en un musical como la cantada o el saber bailar, aunque lamentablemente no todos. Un gran acierto el contar con Jana Gómez como Anastasia, es una delicia la energía que aporta al personaje, quizá tiene que atender más a la composición corporal, pero estoy seguro que sabrá encontrarla con el transcurso de las funciones y, ni qué decir tiene que escucharla cantar es una auténtico placer, puede sin problema con el peso de un personaje que los fans de la película mirarán con lupa. A Íñigo Etayo y a Carlos Salgado quizá les haya tocado bailar con la “más fea”, vaya por delante que son dos estupendas voces, pero sus personajes se me quedan algo planos e insípidos en desarrollo frente a la fuerza que tienen el resto; una duda, Gleb, el «malo» de la función, ¿no es demasiado parecido al Javert de Les Miserables?. Contar con Angels Jiménez siempre es un tanto a favor, ¡si hasta supo salir airosa de la última producción de Nine! Elegante, tierna, sobria y con una voz como pocas. Pero los que realmente me hicieron disfrutar, porque se nota que ellos lo gozan, son Javier Navares y Silvia Luchetty, ¡fuegos artificiales dentro del espectáculo! Por separado son magistrales, no cabe duda, pero la química que tienen cuando están juntos en escena es algo sublime que no quieres que deje de suceder. ¡Merecen un spin-off ya!

Que nadie vaya pensando en comparar la película de animación con el musical, esto es otra cosa y así ha de verse. Se ha prescindido del toque ‘sobrenatural’ para aportar algo más de verismo a esta leyenda que forma parte de la historia de los Romanov; pero que nadie se asuste, sí, contiene los números musicales que todo el mundo espera ¡y son de ponerte nudo en la garganta! y además hay un buen puñado de números más que llenan de espectácularidad este musical que cuenta con unas voces y una música en vivo de impresión, ¡qué gran placer!

Es cierto que hay un contraste dramático entre los dos actos que quizá descompensa el resultado final, el segundo acto se ha estirado en exceso y quizá le falte un broche algo más brillante para un desenlace que resulta algo atropellado y deslucido, pero estoy seguro que todos vamos a salir con la sensación de haber disfrutado de un fantástico espectáculo que bien merece la entrada y que puede mirar a su «hermana americana» con la cabeza bien alta.

FICHA:

Dirección: Darko Tresnjak Reparto: Jana Gómez, Íñigo Etayo, Carlos Salgado, Javier Navares, Silvia Luchetti, Àngels Jiménez, José Navar, Andrea Currello, Diego Rodríguez, Juan Bey, Marc Flynn, María Arévalo, Marta Malone, Rafael Granados y Xènia García Libreto: Terrence McNally Música original: Stephen Flaherty y Lynn Ahrens Traducción: Zenón Recalde y Roger Peña Escenografía: Alexander Dodge Iluminación: Donald Holder Sonido: Peter Hylenski Audiovisuales: Aaron Rhyne Peluquería: Charles G. Lapointe Vestuario: Linda Cho Coreografía: Peggy Hickey Producción: Stage Entertainment España y Tom Kirdahy Productions

Categorías
Teatro

El curioso incidente del perro a medianoche

Comienza la función de El curioso incidente del perro a medianoche y aquello ya es una explosión de lo que se nos viene encima. El interior de la cabeza de Christopher Boone es un cúmulo de estímulos, de ideas, de imágenes, de lugares que se comparten con el espectador, pasando de cero a cien en cuestión de segundos, y de ahí podría decir que todo se convierte en una carrera de fondo para su protagonista, pero no sería verdad, es un extenuante sprint de dos horas y cuarto para Álex Villazán, secundado por un infatigable elenco, al que José Luis Arellano le confía la columna vertebral de esta mega-producción bajo la adaptación de José Luis Collado.

El curioso incidente del perro a medianoche y su protagonista, Christopher Boone, se han convertido en clásicos contemporáneos, tanto de la literatura, gracias a Mark Haddon, como del teatro por la multipremiada adaptación de Simon Stephens. Las páginas de la novela, como su paso por los escenarios, han hecho que el gran público se emocione con este viaje iniciático. Una gran aventura épica llena de descubrimientos, donde la familia, el paso al mundo adulto y, sobre todo, la superación se convierten en los grandes temas de la historia de este muchacho de 15 años, procedente de una pequeña ciudad británica, al que un hecho fortuito como es la muerte del perro de su vecina, le hará emprender el mayor viaje de su vida. Un viaje que descubriremos desde el interior de su cabeza, desde su particular punto de vista, Christopher padece síndrome de Asperger, circunstancia que nos abrirá los ojos a su forma de percibir el mundo y que, quizá, a muchos nos haga mirar la vida desde una nueva perspectiva tras abandonar el teatro.

La factura técnica de la producción madrileña, con esa escenografía creada por Gerardo Vera, iluminada por Juanjo Llorens, la video escena de Álvaro Luna y el espacio sonoro de Luis Delgado, es apabullante, el auténtico reflejo de cómo funciona el interior de la cabeza de Christopher; imágenes superpuestas, el caos, el orden, la calma, la lógica. Una factura mayúscula que viene a sumar y no a envolver, como suele pasar cuando se realiza un despliegue de medios como el que puede verse en el Teatro Marquina.

Se nota que José Luis Arellano se lo ha pasado como un niño componiendo este montaje. Lograr que todos los engranajes de este espectáculo funcionen con la precisión adecuada no es algo sencillo y lo logra, vaya que si lo logra, pero es que además lo hace transmitiendo diversión, una fuerte carga emocional y una fluidez que se agradecen muchísimo desde el patio de butacas. El dinamismo que tiene el acabado es magnífico, es cierto que un corte en algunos momentos le aportaría algo más de homogeneidad en ritmos y energías, pero en conjunto es un viaje completamente disfrutable y admirable. Es complicado que tanta infraestructura técnica no ahogue la ternura y la humanidad que posee su historia, pero el cariño y la mano de su director lo logran. Viendo el trabajo que ha estado, y está, desarrollando en La Joven Compañía creía haberlo visto todo en su forma de trabajar, pensaba que le tenía pillado “el truco”, pero con El curioso incidente del perro a medianoche, Arellano demuestra que tiene muchos ases todavía bajo la manga y lo aplaudo gozoso.

En cuanto a la interpretación… ¡Uf! ¿Cómo contener el entusiasmo desmedido que me produjo el trabajo de Álex Villazán para no llenar esto de calificativos superlativos? Solo repetiré lo que ya dije por redes sociales, espero que le caigan uno tras otro todos los reconocimientos posibles porque lo que hace Villazán es estratosférico. Tiene entre manos un potro desbocado que le podría hacer salir bastante magullado y, sin embargo, lo ha domado con gusto. Qué placer sentir la emoción que nos atenaza el corazón, esa última pregunta aún se agarrota en mi garganta, y es que tanta honestidad apabulla. Me encantaría sentarme con él y que me hablara sobre lo que pasa por su cabeza durante la función, ¡menudo torrente tiene que correr por ahí adentro! Me produce mucha alegría haber sido testigo de su camino desde que comenzara en La Joven Compañía, comprobar su evolución montaje tras montaje y ver cómo brilla ahora sobre las tablas del Marquina. Emociona pensar en todo el camino que tiene por delante.

Pero la función no sólo es él, además cuenta con Marcial Álvarez, Lara Grube, Mabel del Pozo, Carmen Mayordomo, Anabel Maurín, Boré Buika, Eugenio Villota, Alberto Frías y Eva Egido. Un reparto que juega a favor de este entramando, todos a una, sin apenas respirar, construyendo y deshaciendo, interviniendo, sacándose y poniéndose personajes, jugándolos, pasándolos por la cabeza y el recuerdo de Christopher, a veces caricaturizándolos, otras dándoles algo más de sobriedad, y siempre con un resultado, salvo alguna excepción que aún no ha pillado bien el paso, acorde con lo que exige el conjunto.

Ojalá que El curioso incidente del perro a medianoche haya llegado para quedarse, que sea un tren de largo recorrido, porque esto tiene que verlo todo el mundo, sentir el poder transformador que habita en la mirada de este chico.

Ficha del espectáculo:

Título: El curioso incidente del perro a medianoche Autor: Mark Haddon Adaptación Teatral: Simon Stephens Dirección: José Luis Arellano Reparto: Álex Villazán, Marcial Álvarez, Lara Grube, Mabel del Pozo, Carmen Mayordomo, Anabel Maurín, Boré Buika, Eugenio Villota, Alberto Frías y Eva Egido Versión: José Luis Collado Escenografía: Gerardo Vera Iluminación: Juanjo Llorens Vestuario: Silvia de Marta Coreografía: Andoni Larrabeiti, Música: Luis Delgado Videoescena: Álvaro Luna Producción: Grupo Marquina y Acción Sur.

Categorías
Teatro

Algún día todo esto será tuyo.

¿Cómo se transforma una persona que nace sin tener nada y acaba teniéndolo todo? ¿Cómo nos cambia el poder? ¿Qué somos capaces de hacer por lograr estar en la cima? Estas son solo alguna de las preguntas que Club Caníbal nos plantea desde Algún día todo esto será tuyo, la última entrega de su trilogía Crónicas Ibéricas. A golpe de sarcasmo, mucha guasa y un corrosivo sentido del humor que ahonda en las costumbres y comportamientos patrios.

En la primera parte, Desde aquí veo sucia la plaza, ponían el foco en las tradiciones festivas, en Herederos del ocaso, era la picaresca y, ahora, cerrando esta trinidad teatral, Algún día todo esto será tuyo, rascan en el mundo de la empresa. Las tres propuestas poseen una estructura similar, los tres intérpretes, Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa, bajo la socarrona mano de Chiqui Carabante, juegan a quitarse y ponerse un amplísimo abanico de personajes delante del público, con los que ayudan a dibujar una historia central, en este caso la vida de Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés; un comprometedor lenguaje empeñado en mostrar el lado más mundano de las cosas para, desde ahí, confeccionar un complejo entramado de ritmo frenético que no da respiro. Y, por supuesto, la música en directo a cargo de Pablo Peña que, sin duda, es un personaje más con voz y voto dentro de este “juego de niños” elevado a la enésima potencia. Digo que es un juego de niños porque así nos lo quieren mostrar ellos, envueltos en trajes chaqueta de pantalón corto y sacando ese comportamiento entre lo revoltoso y lo cruel. Ellos se pringan en todos los sentidos y cuanto más sucios, más grotescos y más burros se muestran, mayor es el disfrute.

Bajo esta sátira se esconde un trabajo arduo de investigación, de experimentación y de concreción, que les dispara poniendo en escena esta nueva pieza que mantiene las mismas dosis ácidas de crítica social que sus predecesoras. Los Caníbales se miran el ombligo, el de todos nosotros, para meter caña de la buena; lo tienen muy claro, para reírse de algo, primero hay que hacerlo de uno mismo y ¡vaya si lo hacen! Utilizando un estilo guiñolesco, plantean un juego de personajes y situaciones que, cuanto más controvertidas resultan, más carcajadas provocan.

Para ver esta nueva pieza hay que dejarse las expectativas en la puerta -Bueno, como debería hacerse siempre que se va a ver cualquier espectáculo- Como mejor se va a disfrutar es tomándose cada una de las partes de la trilogía como un plato diferente de un mismo menú, sin esperar necesariamente la misma explosión de sabores en cada uno de ellos. Este plato es igualmente chispeante, pero su escozor es menos evidente, quizá con Algún día todo esto será tuyo se han ido hacia el lado más paródico y la crítica sea menos salvaje, más reflexiva. Si en los dos montajes anteriores se golpeaba con contundencia la moral conjunta del comportamiento patrio, aquí se apunta hacia un individuo concreto, poniendo en tela de juicio su moral para, desde ahí, generar cuestiones que llevarse a casa para reflexionar, pero saliendo, por esta vez, ilesos. Eso sí, los momentos delirantes e incómodos no faltan, la referencia a las cunetas de España removió visiblemente al público que lo recibió con una exclamación de asombro, un golpe de genialidad al más puro, y gozoso, estilo Caníbal.

Un gran broche final para esta trilogía que tanto nos ha hecho disfrutar, divirtiéndonos y escandalizándonos al mirarnos en ese espejo que son las Crónicas Ibéricas. ¿Qué será lo siguiente? ¡Ya le tenemos ganas!

Ficha del espectáculo:

Título: Algún día todo esto será tuyo Dramaturgia y dirección: Chiqui Carabante Reparto: Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa, Pablo Peña / Laura Nadal (música en directo) Diseño de iluminación: Nerea Castresana Música en directo y composición: Pablo Peña Vestuario: Salvador Carabante Escenografía: Walter Arias Ayudante de dirección: Vanesa Espín Diseño gráfico: Fratelli Moca – Jose Fernández Producción: Club Canibal

Categorías
Teatro

Dos machos verdes fritos

A priori el título puede despertar algo de recelo, Dos machos verdes fritos, pero ya se sabe que no debemos juzgar el libro por la portada y menos si la ocasión que se nos presenta es la de contar con David Verdaguer en un escenario de la capital -¡y en plan cómico!- algo que de momento se da en muy raras ocasiones, así que ya es motivo suficiente para pasar por taquilla. Aquí estamos acostumbrados a verle en cine, cuando está claro que su hábitat natural es el teatro.

Dos machos verdes fritos es un ser bicéfalo, con la voz y la energía de Vedaguer y la presencia y música de Óscar Machancoses. Un viaje autoparódico por el mundo masculino, de una irreverencia inocentona que se lame las heridas a golpe de canción, que tan pronto te canta un bolero como se rasca los huevos y que te hace ver lo iguales que somos cuando lo que nos tocan es el corazón.

Verdaguer y Machancoses son divertidos, ocurrentes, algo canallas, incluso infantiloides, tienen un repertorio de canciones chispeante, maravillosamente interpretadas -¡Otro descubrimiento, el Verdaguer cantante!- que salpimentan un monólogo que huye del concepto ‘polite’, haciendo que el tiempo vuele y te quedes con ganas de continuarlo fuera del teatro, en el bar de al lado, regándolo con unas buenas cervezas o un copazo y terminarlo llegando a casa casi a gatas, pensando “Joder, ¡qué noche!”.

Hace falta más humor sin censuras que nos haga llevarnos las manos a la cabeza mientras soltamos carcajadas escandalizadas, que escupa burradas y a la vez nos despierte ternura.

¡Ojalá podamos contar con estos Dos machos verdes fritos más tiempo por aquí!

(Texto perteneciente a Teatro Madrid)

Ficha del espectáculo:

Reparto: David Verdaguer y Oscar Machancoses Producción: La Bacanal Espacio: Teatro Cofidís Alcázar.

Categorías
Teatro

Cuando caiga la nieve

Las miradas, desde ahí nos atrapan los personajes de Cuando caiga la nieve de Javier Vicedo Alós bajo la dirección de Julio Provencio. Sus palabras, sus historias, la poética de lo cotidiano se escapa a través de sus miradas, a veces tristes, a veces crispadas, anhelantes, desde las que se percibe el eco de la esperanza batallando con la resignación.

Cuatro personajes giran en torno a una urna funeraria. Las cenizas de un padre transforma la vida de familiares y extraños, ¡quién diría que los muertos pueden ejercer una influencia tan fuerte sobre los vivos! Cuatro historias independientes que acaban por confluir de la manera más inesperada, como suceden las cosas en la vida. Impecables José Luis Alcobendas, Fernando Delgado-Hierro, Fabián Augusto Gómez Bohórquez y Chupi Llorente. La tragicomedia por la que transitan sus personajes es tan suave, hasta en los momentos más violentos, y está tratada con una delicadeza tan reconciliadora, que acaba por transformarse en poesía. Cuando caiga la nieve raspa y duele, sí, pero a la vez es una mano cálida que nos sostiene, un soplido que calma el escozor de la herida.

Cuatro vidas que se habitan en círculos, que orbitan por el destino, migrando por instinto, y que, sin pretenderlo, se aproximan, se rozan y, en ocasiones, chocan. Un big-bang emocional que explota sordo, amortiguando la virulencia de la vida con el color blanco, no se sabe si de nieve o de cenizas, que transforma lo anterior y nos proyecta hacia nuevas trayectorias sobre las que seguir orbitando.

¡Un nuevo acierto de La Belloch!

(Texto perteneciente a Teatro Madrid)

Ficha del espectáculo:

Dirección: Julio Provencio Reparto: José Luis Alcobendas, Fernando Delgado-Hierro, Fabián Augusto  Gómez Bohórquez y Chupi Llorente Dramaturgia: Javier Vicedo Alós Producción: La Belloch teatro Espacio: Sala Cuarta Pared.

 

Categorías
Teatro

La ternura

Imposible no elogiar el trabajo que Alfredo Sanzol ha realizado con La ternura, texto por el que ha resultado este año ganador del Premio Valle-Inclán, tejiendo este traje ‘Shakesperiano’ a una historia que bebe y homenajea al Bardo con constantes referencias a los títulos de sus obras, las cuales realizan cameos a lo largo y ancho de la función. Un texto ágil y tremendamente divertido, que va in crescendo hasta acabar en un delirio de fuegos artificiales que arranca carcajadas y aplausos. La ternura guarda en su interior un mensaje absolutamente actual, que invita a la tolerancia y a dejarse llevar por los sentimientos, por extraños que estos nos parezcan, y que cuanto más ‘desetiquetados’ nos resulten ¡mucho mejor!.

La Ternura es al teatro lo que una tarta de limón a la gastronomía; tiene esa textura merengosa que en boca se descubre cremosa, más sólida, y gratamente ácida, que hace salivar de gusto, arrancándote casi un suspiro de placer, que provoca que la devores con glotonería y que, al acabar, deseas que quede una porción más para poder repetir.

¿Y ese elenco? Tan disfrutón, revoltoso, pasándose de vueltas tan acertadamente y a la vez tan… ¡tierno! ¡Claro que sí! Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón. Un sexteto que funciona con precisión, que entiende y saca lustre a las propuestas de dirección, aumentando exponencialmente las posibilidades de este montaje.

La Ternura se me descubrió chispeante, luminosa, juguetona, bienintencionada y emocionante ¡Un chute de positivismo que disfruté bien a gusto!

(Texto perteneciente a Teatro Madrid)

Ficha del espectáculo:

Dirección: Alfredo Sanzol Reparto: Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón Autor: Alfredo Sanzol Escenografía: Alejandro Andújar Iluminación: Pedro Yagüe Vestuario: Alejandro Andújar Música: Fernando Velázquez.

Categorías
Teatro

Julieta & Ofelia, suicidas de toda la vida

Me ha encantado el arrojo para decir “¡Estamos hasta el coño!” de estas dos muertitas que son Julieta y Ofelia. Dos mujeres a las que se las suicidan cada dos por tres, cuando lo que a ellas les pasa es que no se pueden aguantar las ganas de vivir lo que no las dejaron -¡las historias siempre se pintan con el tufo machirulo dominándolo todo!- Ni son tan bobas, ni tan mojigatas, ¡ah! Ni tan rechonchas… y, desde el limbo al que están condenadas por suicidas y teatreras, lo chillan en plan alegato feminista.

Un texto de Julio Rojas, nacido de un taller supervisado por María Velasco y Alberto Conejero, cañero, lleno de referencias shakesperianas y actuales, ocurrente, cínico, de esquinazos lacerantes y con un punto mamarracho que a mí me pone.

La puesta en escena dirigida por Aarón Lobato resulta desnhibida, oscura, despechada, polisexual y de ritmo incesante, manteniéndonos enganchados a esta mezcla de disciplinas que fluyen a lo largo de la función. En este limbo el cuerpo, la palabra y la danza se trenzan para contarnos las historias truncadas de estas dos mujeres, interpretada por los propios Julio Rojas y Aarón Lobato.

Vi toques de los Malditos, de Chevi Muraday, del travestismo isabelino que hacía que los papeles femeninos fueran interpretados también por hombres, salpicado de gotitas Pandurianas, por algo la función está dedicada al desaparecido director esloveno, que así mezclado, hicieron que me lo gozase bien gustoso.

¡Yo hubiera echado un ratito más con estas Julieta y Ofelia en la morgue!

(Texto perteneciente a Teatro Madrid)

Ficha del espectáculo:

Dirección: Aarón Lobato Reparto: Aarón Lobato y Julio Rojas Autor: Julio Rojas Dirección artística: Pablo Martínez Bravo Voces: Ana Wagener Escenografía: Aarón Lobato Iluminación: Diego Dominguez Sonido: Los Bárbaros Artes Escénicas Vestuario: Felype de Lima Coreografía: Chevi Muraday Fotografía: Carlos Rubio Recio y Alberto Campa Bernar Producción: Los Bárbaros Artes Escénicas.

Categorías
Teatro

Deadtown: The Forman Brother’s Theatre

En estos días adentrarse en la Nave 11 de Naves Matadero es retomar el disfrute de cuando éramos niños. The Forman Brothers Theatre con Deadtown nos invitan a descubrir un mundo fantástico lleno de momentos divertidos, de toque naif y absolutamente deslumbrante.

Todo comienza como un espectáculo de variedades. Hay canciones, bailes, música en directo, circo y muchísimo sentido del humor. La gente entra de muy buena gana en la propuesta, no dejan de oírse risas, aplausos y exclamaciones de asombro ante los números realizados a dos palmos de nuestras narices, pero como ellos mismo dicen, no han recorrido miles de kilómetros para ofrecer tan solo ese espectáculo y en ese preciso instante la verdadera magia de los Forman se despliega ante nosotros. Un giro completamente inesperado nos arrastra a un Salvaje Oeste onírico, donde el cine mudo mezcla la poética con la rudeza de sus personajes y nos descubre un delicioso lenguaje escénico que, a base de proyecciones, una escenografía cambiante y la gestualidad, el clown y las ocurrencias de los actores, provocan que nos retrepemos en nuestra butaca maravillados ante la forma en la que todo acontece. Un universo fantástico que miraremos con ojos brillosos, la boca abierta y una impagable sonrisa bobalicona.

Lo que hacen The Forman Brothers Theatre con Deadtown es lograr que dejemos aparcado al adulto por un rato y recuperemos nuestro espíritu infantil para fascinarnos viendo cómo su imaginario se materializa ante nosotros.

(Texto perteneciente a Teatro Madrid)

Ficha del espectáculo:

Dirección: Petr Forman Reparto: Petr Forman, Veronika Švábová, Marek Zelinka, Jacques Laganache, Daniela Voráčková Idea original: Ivan Arsenjev y Petr Forman Escenografía: Josef Sodomka y Matěj Forman Sonido: Michal Holubec y Marek Poledna (Studio Bystrouška) Audiovisuales: Josef Lepša Vestuario: Andrea Sodomková Coreografía: Veronika Švábová y Marek Zelinka Música: Marko Ivanovič, Jarda Traband Svoboda y La Lettera di Lincoln (Ennio Morricone) Producción: Forman Brothers Theatre

Categorías
Teatro

Iphigenia en Vallecas

Iphigenia en Vallecas se ha convertido en todo un fenómeno teatral y no es para menos. El trabajo de dirección de Antonio C. Guijosa y el brutal talento de María Hervás hacen de esta propuesta un torrente escénico que nos vuelve del revés y nos hace trizas por dentro.

Iphigenia tiene la mirada feroz, es impertinente, está llena de rabia, se revuelve en su agujero y está loquita por encontrar una mano que la saque de ahí, que vea más allá de la quinqui barriobajera. Nos pide que dejemos de juzgarla sin saber, que nos metamos nuestros prejuicios por donde nos quepan y la escuchemos, que nos va a llevar de paseo por su particular decenso a los infiernos. Una invitación a mirar el lado más injusto y jodido de la vida. ¿qué le ha llevado ahí? ¿qué ha pasado en su vida para terminar ahí?

María Hervás se lanza a la arena abierta en canal, pringándose y desparramando las entrañas de su personaje a la vista de todos y si tienes la suerte de que pose sus ojos en ti, y el pánico no te puede,… ¡ay! ¡Esa experiencia no viene con el precio de la entrada! Quien ya la ha visto sabe de lo que hablo.

Tras dejarnos locos con Confesiones a Alá, va y se lanza con este texto de Gary Owen que ella misma se ha encargado de adaptar. Una radiografía de la desesperanza de la clase obrera. Una llamada a despertar, a no permitir que nos sigan llevando al límite, engañándonos con el cuento de que es la vida que nos toca. Nuestra vida no está para hacer concesiones con ella.

(Texto perteneciente a Teatro Madrid)

Ficha del espectáculo:

Dirección: Antonio C. Guijosa Reparto: María Hervás Autor: Gary Owen Adaptación: María Hervás Escenografía: Mónica Teijeiro Iluminación: Daniel Checa Sonido: Mar Navarro Diseño gráfico: Daniel Jumillas Fotografía: Cock-Buning Producción: María Hervás y Serena Producciones.

Categorías
Teatro

Bodas de Sangre – Una mirada y un borbotón

La Luna o la muerte, o las dos enredadas en el mismo cuerpo, en el mismo cabello de Claudia Faci, se pasean dueñas y señoras por la escena. Ella es sabedora de lo que va a acontecer y nos lo hace saber mirándonos a los ojos, enigmática, tal como es, nos guste o no. El hecho teatral va a comenzar y ella es, con su ir y venir errático, casi como un desafío que nos invita a adentrarnos en estas Bodas de Sangre. La madera cae con estruendo dispuesta a ser cincelada a golpe de historia por esa troupe de actores que se dispone a celebrar el encuentro con la palabra de Federico desde la mirada de Pablo y prestarle sus cuerpos que se dan tal como saben, tal como lo sienten.

No puede caber más dolor en el pecho que el generado con la voz y la mirada que Gloria Muñoz entrega a la Madre, ni tener más sensación del tacto de la tierra, áspera, cierta, certera, que escuchando y viendo a Estefanía de los Santos. El sentimiento de una entrega irremediable al destino de ese Novio de Julián Ortega al que dan ganas de hablarle sujetándole la cara con las dos manos y decirle «Duele horrores el honor, el alma, la familia. Entiendo que vayas, ve y sacúdetelo de encima porque así no vas a poder vivir, pero sé consciente que ya no vas a volver» y abrazarle casi eternamente para evitar lo irremediable. O el Leonardo de Francesco Carril. Lo que a la vista parece una propuesta de comportamiento caprichoso, despechado, casi infantil, es realmente la mirada vuelta hacia adentro del personaje ¿o acaso alguno de nosotros es capaz de sostener el volcán que es un sentimiento? ¿Quién da lecciones de compostura a eso que nos muerde por dentro? La Novia de Carlota Gaviño y la duda, las consecuencias y la condena de un amor, uno solo, el esperado o el deseado. Y esa Mujer de Leonardo de Guadalupe Álvarez que me come el alma con sus canciones, con sus miradas, estando cuando tiene que estar y sin querer estarlo, solo por lo que ya la une, la ata y la obliga, un hijo que será un recuerdo doloroso de lo no correspondido tatuado en una chispa de alegría. ¡Cómo duele ese personaje!

Imágenes, belleza en la composición de cuerpos, luces y espacios, del inicio de ese costumbrismo sumergido en la pincelada de lo (casi) abstracto, a la boda de esos pequeños burgueses -me permito el juego- llena de guitarreadas y bullicio que visten miradas que lo llenan todo, que dicen tanto en el silencio, ¡ay, Gloria! y repleta de vicios, de deseos que casi no se aguantan las ganas, de una carnalidad que bulle, que se arrebata y que palpita y explota irremediable para adentrarse en ese bosque mágico y condenado de sexos desatados, donde la luna señala y sentencia a los amantes que se entregan, donde la muerte arrebata para pasar al dolor de la pérdida, en un amplísimo sentido, espejo que nos devuelve nuestro silencio ante ese lamento convertido en quejido resignado -De nuevo, y clavado por siempre en el alma, Gloria- y esa Novia derruida y condenada.

Los cuadros se suceden teatrales, pictóricos, de palabras que resbalan por los labios, que se cuelan por las grietas del corazón y salen etéreas como el vaho cálido de un invierno de dolor, difuminándose en el todo y condensándose en el cielo de lo ya dicho, de lo ya visto, de lo ya respirado y de lo terrible, de lo premonitorio, del relámpago anunciador. La tormenta de después estará formada por nubes de ese calor interno de las entrañas. Corazón, mucho corazón, entrañas, muchas entrañas y sueño y pesadilla, y amor, del cándido, del resentido, del que nació, del que se teme o se esquiva con la mirada puesta en otro calor y del que se gesta.

Hay poesía de raíces y de tierra, de sangre. Un quejido temeroso de quien ya todo lo sabe, de quien ya todo se espera. Y al instante la poesía se torna canción trenzada, una canción que mece en las entrañas, que celebra la dicha, pero que supura un amor de consolación, del que busca colarse por lo negro de los ojos hacía la luz del pecho de la que no entiende porqué es negada. Ahogándose en el silencio de la pena y el deseo de ser el destino de aquella mirada. O desatándose en furia amortiguada primeramente por las maneras y explosiva de lágrimas crueles que empañan ojos de dientes apretados después. El rojo ciega el alma y lo torna todo de filos que buscan morder y descarnar, aplacar el honor a mordiscos en el calor de las entrañas de quien quiso querer y no supo cerrar las heridas que se lamía.

Pero la vida además de raíces enterradas son ramas que buscan el sol, que siguen forzosamente la guía, pero que instintivamente buscan aquello que hace que la savia sea algo más que una fuente de vida, aquello que explota en un espíritu en ebullición, el incontenible deseo que hace palpitar el sexo. Para eso hay que volar, galopar y avanzar rasgándose con escozor el tallo y dejándose para después el borbotón de la herida, cuando la respiración entrecortada, casi privada porque no nos cabe por la garganta, pueda ser saciada. Pero no tanto, ¡no tanto! Que la luna sigue mirando, que la muerte se hace fuerte con la pasión ciega de consecuencias, que es ella la que nos priva la respiración haciéndonos creer que ese suspiro ahogado precede al resto de una vida cuando ya no sigue, que ella es la leñadora que busca la madera con la que seguir calentándose de ardores y, cuando te tenga, acariciándote el cabello de mirada perdida cortará las ramas voladoras, ensoñadoras, para volver a golpear suelos con maderas inertes, dejando nuevamente solas las raíces, sentadas, tranzándose las penas en gritos susurrados de lágrimas que ya lo sabían. Ahora todo es tierra cuarteada de temores y malos augurios que se han vuelto realidad en la vida.

FICHA:

Título: Bodas de Sangre Autor: Federico García Lorca Dirección y Versión: Pablo Messiez Elenco: Carlota Gaviño, Francesco Carril, Julián Ortega, Estefanía de los Santos, Guadalupe Álvarez, Pilar Bergés, Juan Ceacero, Fernando Delgado, Claudia Faci, Pilar Gómez y Carmen León Escenografía y vestuario: Elisa Sanz Iluminación: Paloma Parra Espacio sonoro: Óscar G. Villegas Ayudante de dirección: Javier L. Patiño Diseño cartel: Javier Jaén Fotos: MarcosGPunto Espacio: Teatro María Guerrero.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar