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FuenteOvejuna – Ensayo Desde la Violencia

Llego a las 18,30h a las puertas de Nave 73, una jovencísima sala que ha abierto sus puertas a penas hace unos meses. Miro su fachada y siento un escalofrío, primero por la curiosidad de saber qué me voy a encontrar tras sus puertas y porque no puedo evitar encontrar ciertas similitudes y recordar que el día anterior, a poca distancia de donde me encuentro, echó el telón definitivamente Garaje Lumiere, sala que ha hecho tanto por las compañías que intentan conseguir su hueco dentro del panorama teatral… 

Es una pena que conocer esta nueva sala no suponga la suma de una mas a las que ya pueblan la ciudad, y dar cobijo a esas propuestas que nos miran ansiosas por ser descubiertas… El sentimiento que me provoca es el de la necesidad de alimentarnos de estos sinsabores, reponernos, sacar pecho y golpear con las armas que tenemos, la creatividad y las ganas incansables de emprender nuevos caminos. Y si nos cierran puertas, abrir otras por las que seguir dejando entrar todo el Arte que palpita en Madrid. Y me siento bien porque este espíritu combativo me viene al pelo para descubrir la versión de «Fuente Ovejuna» que nos trae la Compañía Alma Viva Teatro, con César Barló al frente.
Traspaso las puertas de Nave 73 y, no sin cierta timidez, me adentro en la sala. Me siento casi como el que profana un lugar sagrado. Oigo al equipo trabajar, actores calentando la voz, alguien barriendo las tarimas. Por el pasillo de acceso se respira ese aroma tan peculiar y que tantos recuerdos me trae; mezcla de madera, polvo y pintura, que en absoluto es un olor desagradable, y es que a mi a lo que me huele es a escenario.
No puedo evitarlo, algo me bulle por dentro cuando penetro en una sala que se prepara para recibir a los espectadores; es una visión completamente diferente a la que uno está acostumbrado como público. Aún hay materiales tirados por el suelo, las gradas llenas de las pertenencias del equipo, focos por dirigir, gente yendo y viniendo concentrados en rematar todo para que esté listo antes de la apertura de puertas. 
Todo eso me hace sentir que estoy donde realmente quiero, en el epicentro de algo largamente deseado. Me hace sentir que ese es mi habitat real, donde yo me quedaría a vivir, donde se ve la trampa y el cartón, donde los personajes se quedan y aparecen los actores, las personas que pueblan esas salas mientras nosotros estamos comprando las entradas. Ese lugar donde uno puede quejarse, transmitir, contar, agitar conciencias, crear revoluciones, fabricar sueños… Porque ahí es donde se respira las verdaderas emociones que después mueven la «maquina de hacer teatro».
Sé que muchos pensaran que me estoy pasando tres pueblos, pero también sé que no soy el único que lo siente así, y si no, esperad que comience la función porque esos a los que miráis, piensan igual. ¡Qué le voy a hacer si tiendo a la dramatización! Entendedme, tengo el alma teatrera.
Uno de estos habitantes es, como decía mas arriba, César Barló, director de la compañia AlmaViva Teatro. Ya nos conocíamos de antes, de cuando hicieron ese maravilloso montaje del «Don Juan Tenorio» en el Campo de la Cebada. Y al igual que aquella vez, me permite traspasar la barrera y conocer de primera mano como se ha gestado el proyecto.
Me recibe en medio de toda esta marabunta de trabajo por rematar para darme la oportunidad de poder husmear como ultiman los retoques antes de su primera representación de «FuenteOvejuna – Ensayo Desde la Violencia» dentro del I Festival de Teatro Clásico que organizan el equipo de Nave 73. Aunque no es su primera representación como tal, porque vienen de reavivar corralas en Aranjuez, donde han tenido una fantástica acogida que les ha reportado una gran vivencia a nivel personal y profesional.

César me comenta que su primera idea era realizar una nueva visión sobre «La Celestina», pero en ese momento el espacio que le había inspirado no estaba disponible para el montaje, además de haber mas versiones rodando por los teatros, con lo que la idea quedó aparcada (Espero que no definitivamente porque lo que me contó sobre ese proyecto prometía mucho). Y como las cosas no suceden nunca porque sí, Daniel Ruiz le presentó la oportunidad de llevar a cabo en Aranjuez, una función recuperando el espacio de una auténtica corrala. A César aquel espacio le inspiró el deseo de querer crear una nueva versión de «FuenteOvejuna», y ya sabemos que un montaje al uso no es precisamente lo que identifica a AlmaViva, así que junto a Antonio Sansano se pusieron manos a la obra y decidieron mezclar el espacio original y el espíritu de comunidad de las corralas, con un texto adaptado al Siglo XXI; un texto en el que se ha contado con Lope de Vega como un miembro mas de la compañía, un miembro que ha aportado su obra como columna vertebral de la acción, al que se le han ido anexando otros textos mas actuales que lo han ido alimentando y lo han modificado hasta llegar a este «Ensayo Desde La Violencia», término el de «ensayo» aplicado en todos sus significados.

El montaje cuenta con cinco actores, Juan Carlos Arráez, Alberto Gómez, Iria Márquez, Luna Paredes y Sergio Torres, que encaran los personajes principales de la función, trabajando desde lo mas básico del ser humano, su respiración y su movimiento. Dejando de lado las poses y los amaneramientos para lograr un mayor acercamiento a la esencia de lo que el texto de Lope nos intenta transmitir.
Un trabajo extenuante, que transmite la agonía del que se siente al límite del desfallecimiento para, desde ahí, mostrar la lucha frente a la opresión de los personajes de Lope, que tantos puntos en común tienen con la situación que estamos viviendo actualmente.

Tener la ocasión de estar presente, hablar con ellos, conocer lo que supone para ellos este viaje, adentrarme un rato en su espacio e incluso ver cómo realizan el calentamiento previo a la función, es un regalo añadido. Ver como realizan un calentamiento que ya posee el espíritu de lo que minutos mas tarde podré presenciar. Donde los actores van entrando en sintonía con sus personajes, primero en grupo y poco a poco de manera mas individual, es casi como mirar el cuerpo desnudo de lo que en un momento vestirán en escena…
Es en ese momento cuando se recogen los bártulos, se colocan las gradas, se echa el último vistazo a que todo esté en su sitio y la energía de la sala se transforma. Es ahí cuando siento que es momento de recuperar mi posición como espectador, abandonar el lugar y guardar cola para ocupar mi asiento.

Lo que vi en la función fue un montaje descarnado, que al comienzo me tuvo un tanto desconcertado al intentar asimilar tanta información recibida desde todos los puntos de la escena. Donde unos actores se calzan, literalmente, unos personajes que intentan zarandearnos, abofetearnos la cara para hacernos reaccionar ante las situaciones que nos incomodan y nos revuelven las tripas.
El movimiento es la pieza clave dentro de este montaje que, mezclado con el verso, con los textos añadidos y las músicas, hacen que algo palpite con mas fuerza dentro de nosotros. Dando una dimensión renovada y absolutamente contemporánea a la idea que propone Lope de Vega en su enorme texto.

Hay tantas imágenes llenas de significado, tantos momentos desgarradoramente bellos, tanta provocación que no se si fue el sentimiento de rebelión, el asco ante lo visto o la tristeza de presenciar lo que parece inevitable, que salí sobrecogido ante la crudeza de la propuesta.
La entrega de los actores es brutal. En muchos momentos había en ellos mas de animal que de ser humano, supongo que el esfuerzo físico al que se someten provocaba esas reacciones tan primarias que, teniéndoles a un palmo escaso de distancia, asustaban por impredecibles.
Un texto orgánico, muy bien enlazado en sus rupturas, con unos silencios necesarios, tensos. Unas miradas directas a los ojos del espectador, llenas de reproche, de súplica agónica, hacen de esta propuesta algo necesario de ser visto y sentido.

Casi me atrevería a decir que quisiera verla seis veces; una general para empaparme de lo que el conjunto provoca y una por cada uno de los actores, para dedicarles toda mi atención. Los cinco llenan de riqueza y significado hasta el último de sus segundos en escena.
Sergio Torres,  Iria Márquez, Juan Carlos Arráez, nos ofrecen unas interpretaciones tan comprometidas y cálidas que son un gusto de contemplar, es fascinante ver como los personajes cobrar vida en sus cuerpos, como son esas reacciones tan verdaderas, salidas desde lo mas hondo de sus tripas; pero lo que hacen tanto Luna Paredes como Alberto Gómez es cosa de otro mundo. La crueldad desmedida de ese animal enjaulado que es el comendador y la impotencia ante la violencia mostrada, hacen que algo se te quiebre por dentro al verlos.
Ver un trabajo así hace que uno quiera estar atento con los cinco sentidos ante sus futuros trabajos porque estoy seguro de que nos harán vivir grandes momentos.
Una compañía sin complejos, con ganas de contar las cosas a su manera, de aportar nuevas alternativas y de ofrecernos los textos del Siglo de Oro bien cerca de donde estemos y en los lugares mas insospechados. Estad atentos, que merece la pena.

Es un absoluto placer haber podido vivir esta experiencia con ellos, con César y con Elena, con Sergio, Iria, Juan Carlos, Luna, Alberto… ¡Mil gracias, es un placer sentir el cuidado y la generosidad con la que me habéis recibido!

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Alicia Fernández El Mal de la Liebre Isabel Alguacil Javier Hernando Herráez Joan Carles Suau Michael Carter Pedro Casas Sala Cuarta Pared Salvador Bosch Sergio Torres Teatro

El Mal de la Liebre (La Verdadera Historia del Sr.Smith)

Título:

El Mal de la Liebre
(La Verdadera Historia del Sr. Smith)

Lugar:
Sala Cuarta Pared

Autor:
Javier Hernando Herráez

Elenco:
Isabel Alguacil
Salvador Bosch
Michael Carter
Alicia Fernández
Joan Carles Suau
Sergio Torres

Iluminación:
Miguel Ruz

Escenografía:
María Iciz

Vestuario:
María Carvajal

Movimiento:
Michael Carter

Dirección:
Pedro Casas


Hay funciones que uno busca, las persigue por la cartelera, y otras funciones que son ellas mismas las que vienen a tocar a nuestra puerta, como ha sido el caso de «El Mal de la Liebre». Una función de la que no sabía nada y que días antes de su estreno vino a darse a conocer a través del perfil de Twitter que tiene este blog (@enunentreacto). Como siempre que suceden estas cosas, a parte de sentirme muy agradecido porque haya gente que demuestre interés en En Un Entreacto, me pongo a investigar por internet, a buscar información sobre la función y conocerla un poco mas, conocer lo que ofrece y los habitantes que la pueblan. En esta en concreto lo que vi me llamó la atención, por su originalidad, por lo diferente de su propuesta, y la verdad es que me apetecía encontrar una producción que me ofreciera, como espectador, la posibilidad de poder descubrir un tipo de teatro distinto del que he estado viendo en los últimos tiempos y el reto como blogger de poder transmitir las sensaciones que el espectáculo ha provocado en mi. Las fechas se me juntaban con otros compromisos, pero gracias a Programate y un poco de suerte, pude no perdérmela.
¿Qué es «El Mal de la Liebre»?
“El mal de la liebre no es que las liebres sean malas. No. El mal de la liebre es que las liebres no se dan cuentan que están corriendo demasiado. El mal de la liebre es que las liebres no se dan cuentan que han dejado atrás al galgo. El mal de la liebre es que las liebres no se dan cuenta que nunca hubo un galgo persiguiéndolas.” Así lo define la propia «Compañía del Señor Smith».
Un espectáculo escrito por Javier Hernando Herráez que, a través de esta fábula, nos habla de como los seres humanos vivimos atosigándonos a nosotros mismos, perdiéndonos en conseguir objetivos en la vida que acaban por asfixiarnos; autoexigiéndonos tanto que acabamos por perdernos en nuestros ensimismamientos y en nuestras preocupaciones, olvidándonos de lo que verdaderamente deberíamos valorar.
Nos habla de nuestros miedos y nuestros deseos, de la disyuntiva en la que vivimos constantemente, corriendo angustiados tras objetivos de los que nunca nos sentimos totalmente satisfechos. Tan cegados, que somos incapaces de darnos cuenta que ya hemos conseguido metas que perseguíamos y que jamás llegamos a disfrutar porque andamos obsesionados en nuevos objetivos asfixiantes, dejando los logros abandonados a su suerte.

Pedro Casas dirige un espectáculo que me fascinó y que aún me fascina cuando lo rememoro en mi cabeza. Lleno de una poética deliciosa, de una delicadeza que va conquistándote por dentro, que posee un humor juguetón y que a la vez es certera en su mensaje.
Un montaje que visualmente atrapa; en el que, sin grandes medios, uno puede ver actores volando como briznas de hierva, sentir la tristeza del abandono, rememorar con una sonrisa agridulce el paso del tiempo, querer y empatizar con todos y cada uno de sus personajes e incluso descubrir la sabiduría tras el paso de una tortuga.
Hasta la escenografía y el vestuario tienen gran peso en el transcurrir de la función, abriéndonos las puertas entre el aquí y ahora y el cuento del Sr. Smith.
Aunque en ocasiones el montaje es excesivamente complejo de seguir, y no estoy seguro si es porque exige demasiado al espectador o si, por el contrario, tan solo le pide que se deje llevar y se contagie de su vivacidad, el caso es que hay momentos en los que llega a extraviarnos en su lirismo.

Seis actores que transmiten una ternura y una poderosa energía positiva desde el mismo momento en el que accedes al patio de butacas. Que aunque los sientes cercanos y comunicativos con el público, nunca lo percibes de forma invasiva. Desde el comienzo hacen entender que lo que quieren es simplemente que les mires, que les prestes atención un instante de tu vida para que te cuenten y te dejes conquistar por un ratito, después se evaporarán siguiendo otra estela, pero en ese momento es a ti a quien quieren.
Isabel Alguacil, Salvador Bosch, Michael Carter (preciosa composición de movimiento y danza que ha creado para esta función)Alicia Fernández, Joan Carles Suau y Sergio Torres hacen un maravilloso ejercicio de interpretación, vistiéndose y desvistiéndose personajes, ofreciéndote la oportunidad de poder disfrutar tanto de su realidad como personas, como de la fantasía a la que juegan siendo actores. Que nos regalan momentos llenos de sensaciones que nos calan dentro por la sencillez que practican en su acercamiento.

Un fantástico viaje que quizá no sea apto para todo tipo de público, aunque si les apetece aparcar a un lado lo habitual y dejarse invadir por la poesía y la fábula, seguro descubren un lugar que es mas común de lo que en principio uno pueda pensar.
Desde luego que a mi el Sr. Smith y sus compañeros me conquistaron y aún me hacen reflexionar.
 

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