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Abel Zamora David Matarín La Casa de la Portera Marta Belenguer Mentxu Romero Nuria Herrero Pequeños Dramas Sobre Arena Azul Raúl Prieto Teatro

Pequeños Dramas Sobre Arena Azul

Título:
Pequeños Dramas Sobre Arena Azul

Autor:
Abel Zamora

Lugar:
La Casa de la Portera

Elenco:
David Matarín
Mentxu Romero
Raúl Prieto
Marta Belenguer
Nuria Herrero
Abel Zamora

Vestuario:
Puri Peláez

Maquillaje:
Ana Lahoz

Dirección:
Abel Zamora

Esta semana parece que me estoy marcando un especial sobre el teatro de Abel Zamora, cosas que pasan cuando un autor tiene en cartel dos funciones estrenadas en menos de una semana… Bueno, «Pequeños Dramas Sobre Arena Azul», la función de la que voy a hablar, es un re-estreno porque ya estuvo programada a comienzos de año en el mismo espacio, en La Casa de la Portera; por cierto, adoro el título, con esa mezcla entre poética abstracción y escatología mundana.
Había oído comentarios sobre este montaje, pero todo el mundo se ha guardado de hablarme con claridad sobre de qué iba, y aún así había algo en los comentarios de la gente, en lo que no contaban sobre la función, que me llamaba poderosamente la atención, así que no he querido dejar pasar más tiempo y entrar en «La Portera» a curiosear sobre esta «Comedia Triste».
Creo que va a ser complicado contar sin desvelar, pero voy a hacer un esfuerzo para que quien vaya a verla cuente con el factor sorpresa, que creo hace que la experiencia sea aún más gratificante.
En esta función el autor, que también dirige e interpreta uno de los papeles, vuelve a traernos a escena la cotidianidad de la familia. Una cotidianidad que ciertamente no esperamos, pero que al fin y al cabo es el día a día de estos personajes con los que nos topamos, los cuales viven sus días llenos de «normalidad», con sus perezosas tardes anhelantes de emociones, hasta que el drama entra por la puerta para instalarse en sus vidas, un drama en el que nosotros reparamos raramente y que a penas damos importancia, y que sin embargo a ellos les desbarata sus planes de futuro.
Abel Zamora da luz ante nuestros ojos a la invisibilidad de una historia de amor, de amistad, de malas pasadas, que sucede próxima y que nunca somos capeces de ver… hasta ahora, que ya os digo yo que lo miraréis con otros ojos y con la que no podréis dejar de sentir un pellizco de culpabilidad. Una historia que nos provoca la risa por la desconcertante cercanía y la inevitables empatía que sufrimos con esos seres que habitan «Pequeños Dramas Sobre Arena Azul». Quizá es ley de vida, pero por ello la realidad no deja de ser terrible, ¿verdad?
No puedo más que quitarme el sombrero ante la valentía de los actores que se han prestado a esta propuesta, porque no por curiosa deja de ser arriesgada; de hecho me encantaría saber qué pasó por sus cabezas cuando les ofrecieron hacer esta función. 
Cinco actores que se prestan a semejante montaje dan a entender que la confianza que tienen en Abel Zamora es plena. David Matarín, Mentxu Romero, Raúl Prieto, Marta Belenguer y Nuria Herrero, ofrecen una interpretaciones divertidamente dramáticas, llenándolas de verdad, atreviéndose a jugar con todas las consecuencias al juego que se les plantea, que no es moco de pavo, que perfectamente les podría haber salido el tiro por la culata y haber hecho el más grande de los ridículos, y sin embargo ellos lo han defendido y ahí están, haciéndonos pasar un rato tremendamente divertido. Yo los veo como auténticos dibujos animados que han traspasado la dimensión que les separa de nosotros y que se han hecho carne y hueso. Ya desde ahí podéis entregaros a la locura que nos ofrecen con sus personalidades deslenguadas, brutas, primarias, sin malicia, tremendamente tiernas y hasta en el más desagradable de los casos, adorables. 
Unas composiciones tan trágicas que acaban por tocarse por el otro extremo, como un perro intentando morderse la cola, provocando más de una carcajada al contemplar su pesar. Y a la vez transmitiendo un desgarro enternecedor en sus «pequeños» dramas, que después de habernos reído, nos damos cuenta que no son tan risibles, si no que son merecedores de un abrazo que les transmita calidez y consuelo.
Insisto en expresar mi admiración por la mano que tiene este autor para crear personajes sacados de los rincones mas insospechados de nuestro día a día, y ofrecernoslos sin filtros, y que nosotros compremos la idea sin prejuicios. 
¿Qué es lo que se toma Abel Zamora cuando escribe? Pues no lo sé, pero desde luego que yo se lo daría a más de uno. No puedo pasármelo mejor con su teatro y viendo el morro que le echan los actores que trabajan con él.
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Bárbara Lennie Cristobal Suárez Israel Elejalde José Luis Martínez Manuela Paso Miguel del Arco Miriam Montilla Misántropo Moliere Raúl Prieto Teatro Español

Misántropo


Título:
Misántropo
Autor:
Miguel del Arco 
(Versión libre del original de Moliere)

Lugar:
Teatro Español

Elenco:
Israel Elejalde (Alcestes)
Bárbara Lennie (Celimena)
José Luis Martínez (Clitandro)
Miriam Montilla (Elianta)
Manuela Paso (Arsinoe)
Raúl Prieto (Filinto)
Cristóbal Suárez (Orontes)

Producción:
Kamikaaze Producciones
Escenografía:                            Iluminación:                  Vestuario:
Eduardo Moreno                     Juanjo Llorens             Ana López

Sonido:                                     Música:                          Coreografía:
Sandra Vicente                       Arnau Vilà                     Carlota Ferrer

Dirección:
Miguel del Arco

Misántropo es la nueva propuesta que Kamikaze Producciones nos trae. Una versión del clásico de Moliere adaptada libremente por Miguel del Arco, que regresa con el mismo equipo artístico de “La Función Por Hacer”, ¿qué más motivos se necesitan para acudir en masa a ver esta función?
No voy a calificarla de perfecta, por puro egoísmo, porque eso sería admitir que ya no se puede llegar más arriba y me niego a pensar algo semejante; pero sí puedo decir que tras ver la función, la sensación de plenitud con las que uno sale, de satisfacción, de expectativas cumplidas y sobrepasadas, no permite menos que ponerse superlativo en los calificativos. Uno sale deslumbrado por la fascinación que produce ver un trabajo tan bien ejecutado y rematadamente cuidado. El gusto y el empeño de toda la compañía por ofrecer calidad rezuma en cada rincón del escenario.
Es sorprendente verse identificado en comportamientos y situaciones creadas hace cerca de 350 años por Moliere y que Miguel del Arco, cambiando la ubación y las situaciones, la función transcurre en el callejón trasero de una discoteca donde se celebra una fiesta con la crème de la créme de la sociedad, logre crear esta metáfora del estado en el que se encuentra la sociedad en la actualidad, tanto a nivel global como individual, demostrándonos que la vigencia de este maravilloso texto sigue latente.
Una puesta en escena brillante, con una iluminación con la que Juanjo Llorens vuelve a dejarnos boquiabiertos; combinada con la excelente escenografía de Eduardo Moreno y el sonido (¡qué sonido!) de Sandra Moreno, las músicas de Arnau Vilà que crean unos ambientes, unas atmósferas, simplemente magistrales. Esos momentos a cámara lenta, esas coreografías, los silencios, los cruces de miradas, son instantes de genialidad que conforman este montaje que, aunque sorprenda, es algo mucho más raro de ver de lo que cabría esperar.  
Miguel del Arco ha conseguido mantener esa humildad y ese espíritu de compañía que nos ofrecieron los Kamikazes cuando se lanzaron, haciendo honor a su nombre, representando en esos lugares donde falta espacio y sobra talento. Pero lo maravilloso de esto es que, ahora que han cambiado los espacios de 70 butacas por los de 700, les sigue sobrando talento y algo aún más importante, humildad y respeto por su trabajo.
Las interpretaciones, sobresalientes, tal como sucedió, son para aplaudirlas en pie.
Es fascinante ver trabajar a Israel Elejalde, la grandeza de sus intervenciones, en sus puntos de vista, en como nos acerca ese Alcestes. Creo sin ningún tipo de duda cuanto me propone y lo disfruto con placer.
A Barbara Lennie le sienta la escena como a nadie, da igual verla en las distancias cortas como en los grandes escenarios, simplemente está maravillosa, y me sentí seducido y traicionado como el que más con su Celimena. Es un placer ver cómo las líneas de diálogo de sus compañeros calan en ella y provocan lo que posteriormente nos muestra.
Raúl Prieto, tan acertado, tan cierto, tan «como la vida misma», está magnífico en su Filinto. La réplica perfecta de Alcestes, llevada con un gran gusto. Raúl es de esos actores que me hace sentir que me hipnotizan cuando anda en escena. 
Cristóbal Suárez, da un giro en su interpretación de 180º rompiendo con  lo que había visto de él y con este Orontes me vuelve a convencer. Corre riesgos, juega con ellos y lo supera sin problema.
Miriam Montilla y su Elianta, muestra una debilidad y una humanidad de la que carecen el resto de personajes y con la que es inevitable no acabar identificándose, nos va ganando de a sorbitos, y con sumo placer saboreamos.
Manuela Paso está soberbia en esa Arsinoe que nos produce tanto rechazo, pero que tan claramente identificamos (¿en nosotros?). Nos regala unos momentos grandiosos, llenos de hilaridad y de punzante realidad.
José Luis Martínez nos asoma a un personaje como Clitandro al que mejor no tener como enemigo y que dibuja con precisión.

Que nadie que de verdad se precie de gustarle el teatro se la pierda, y si lo hace, estará rechazando la ocasión de ver algo realmente grande, hecho con un gusto exquisito y con una honestidad que arrebata a cualquier alma teatrera, y que me atrevo a decir que será lo mejor de la temporada por goleada. 

¡Señoras y señores, hagan paso! ¡Misántropo llega a la ciudad!… 
Y aquí necesitaríamos, para dibujar la expectación generada, una fanfarria, guirnaldas por las calles, confeti volando y gritos y vítores por parte de los teatreros que ya acudimos al Teatro Español con el aplauso palpitando en nuestras manos. 
No sé qué pensaría Alcestes de nosotros ¿Somos una panda de aduladores o admiradores? Júzguenlo ustedes mismos cuando vayan y la vean.


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Abadía Aitor Tejada Cristobal Suárez Israel Elejalde Juanjo Llorens Kamikaze La Función Por Hacer Manuela Paso Miguel del Arco Miriam Montilla Raúl Prieto Sandra Vicente Teatro Teresa Hurtado

La Función Por Hacer

Título:
La Función Por Hacer

Lugar:
Teatro de La Abadía

Autor:
Aitor Tejada y Miguel del Arco,
adaptación de «Seis Personajes en
Busca de Autor» de Pirandello

Elenco:
Cristóbal Suárez (Actor)
Miriam Montilla (Actriz)
Israel Elejalde (Hermano Mayor)
Teresa Hurtado de Ory (Mujer)
Manuela Paso (Madre)
Raúl Prieto (Hermano Menor)

Iluminación:
Juanjo Llorens

Sonido:
Sandra Vicente

Producción:
Kamikaze Producciones

Dirección:
Miguel del Arco

Uno se pone hasta nervioso al saber que lo que está a punto de ver ha sido y es todo un hito en el panorama teatral actual, incluso que sea el germen de lo que después ha acabado por convertirse en un referente para la cultura de este país…

¿Soy un exagerado? No, no lo creo. 
«La Función por Hacer» es una de esas raras avis que de vez en cuando pare nuestro teatro. Ha cosechado un éxito arrollador en varios espacios de la capital, arrasó en los Premios Max del 2011 y después ha sobrevivido a una gira de dos años por los pueblos de un país que culturalmente agoniza… Incluso ha sido el aval para que posteriormente Kamikaze Producciones haya podido poner en pie montajes que de otra manera no hubieran llegado a nuestros escenarios de ninguna de las maneras. 
¡No me digáis que no estamos ante todo un Titán Escénico! Así que imaginaos mis expectativas donde estaban…
Juro que me cuesta mucho contenerme cuando hablo de algunos montajes porque me impactan tanto que me descontrolo y si ya de por si, en mis crónicas, me gusta hablar en positivo de las funciones que voy a ver, cuando de repente me golpean de la manera que me ha golpeado esta, tengo que hacer un ejercicio de autocontrol bastante grande para no perder los papeles. Veamos por donde voy y donde acabo…
Miguel del Arco y Aitor Tejada nos traen su propia versión de «Seis Personajes en Busca de Autor» de Pirandello, donde unos personajes que han sido abandonados a su suerte por su creador, buscan a alguien que los deje representar su historia y puedan ver cumplida la «misión» para la que fueron concebidos.
Es maravilloso ver como con un simple banco de madera, la siempre acertada iluminación de Juanjo Llorens o con la ambientación de Sandra Vicente y un espacio completamente desnudo se puede crear un montaje como este, donde tan solo se necesita el teatro en sí, como continente, para dar forma a esta historia donde la realidad abre sus puertas y se transforma para acoger a los personajes de una ficción que hacen que, tanto los actores como al espectador, nos planteemos cual es la verdadera realidad, si es la que uno piensa, la que uno presencia, la que le cuentan, la que siente, la que vive, la que vivió… Un juego escénico, cincelado a golpe de verdad por Miguel del Arco, donde vemos retazos de unas vidas que se nos presentan sin velos, con la necesidad del que busca ser escuchado. En ocasiones cómica y en ocasiones  perturbadora y terriblemente dolorosa, pero siempre fascinante.
Para mi el teatro de Del Arco tiene la virtud de hacer que uno se implique con lo que está viendo, que cale muy hondo y lo sienta de una manera especialmente personal. Envuelve todo con un halo de calidez que hace que lo veas como si estuviera hecho únicamente para el disfrute de uno mismo. Y eso es algo que ha sabido transmitir a todo su equipo y cuando ves la puesta en escena el resto del mundo desaparece, casi como si traspasáramos la membrana que separa la realidad de la ficción y te encontraras en medio de una historia hecha a medida.
Los actores, los seis, dan una lección de verdad que casi da pudor mirar, por la cercanía, tanto física como interpretativa. Uno los siente vibrar, siente como fluye su energía por el espacio, tanto si están en ese momento acaparando el foco como si están agazapados entre las butacas, siempre se les siente presentes, sientes la intensidad de sus almas, sientes que realmente están vivos. 
Uno querría tener varios pares de ojos mas para poder ver en todo momento a cada uno de ellos y gozar de todas sus reacciones y sus silencios, porque cuentan tanto o mas que sus propias palabras. Estén donde estén ves como la historia viaja a través de ellos y avanza por su interior.
Creo que precisamente aquí radica lo magnífico de este montaje, los actores forman un todo difícil de desglosar, sus personajes están tan complementados y alimentados por los demás que da pena intentar describirlo en una pocas palabras; daría casi para escribir una crónica con cada uno de ellos para poder hacerles justicia. 
Es fascinante ver trabajar a todos y cada uno de los miembros del elenco, Cristóbal Suárez, Miriam Montilla, Israel Elejalde, Teresa Hurtado de Ory, Manuela Paso y Raul Prieto, como transmiten el desgarro y la pasión por lo que nos cuentan. 
Y como después de dos años siguen manteniendo un grado de compromiso tan grande ante este proyecto que ya ha alcanzado el calificativo de mito entre los teatreros.
Ver «La Función por Hacer» es una absoluta delicia para todo aquel que se precie de amar el teatro. Me refiero a aquellos que lo vivimos como una parte esencial de nuestras vidas, los que cuando pensamos en ver un montaje determinado sentimos un cosquilleo por dentro que a veces incluso nos impide dormir bien, pero que sin embargo nos aporta un sentimiento de plenitud que para muchos es incomprensible.
Aquí vais a encontrar la esencia de lo que es el teatro, dejaos empapar por esta función y disfrutar de las sensaciones que os despierte porque es una auténtica belleza.
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Carles Alfaro Carlos Chamorro CNTC Cristobal Suárez Edu Soto El Lindo Don Diego Javivi Natalia Hernández Oscar de la Fuente Raúl Prieto Rebeca Valls Teatro Teatro Pavón Vicenta Ndongo

El Lindo Don Diego

Título:
El Lindo Don Diego

Lugar:
Teatro Pavón

Autor:
Agustín Moreto

Elenco:
Javivi Gil Valle (Don Tello)
Raúl Prieto (Don Juan)
Rebeca Valls (Doña Inés)
Natalia Hernández (Doña Leonor)
Carlos Chamorro (Mosquito)
Vicenta Ndongo (Beatriz)
Edu Soto (Don Diego)
Cristobal Suárez (Don Mendo)
Óscar de la Fuente (Criado)

Escenografía:                             Vestuario:                              Iluminación:
Paco Azorín                               María Araújo                       Pedro Yagüe

Versión:                                      Dirección:
Joaquín Hinojosa                      Carles Alfaro

Confieso que a veces las parafernalias excesivas me atraen de manera desmedida. Soy como los pequeños insectos que acuden a las luces brillantes y se ponen a revolotear alrededor. No me importa admitirlo, es algo que me sucede de siempre y me va a seguir pasando. En cuanto veo algo que es excesivo me apetece verlo.
Pues algo así es lo que me sucedió con esta función, con «El Lindo Don Diego», vi fotos de lo que iba a ser el montaje y desde ese momento ya quise asistir a una de las representaciones. No sabía muy bien de qué iba la función, pero sentía que me apetecía verla por descubrir que mas había ahí a parte del envoltorio. Siento que todo suene tan superficial, pero si os dijera lo contrario, estaría mintiendo con un bellaco. Pasado el momento de deslumbramiento, ya me fijé en el reparto que tenía y me apeteció aún mas.
Felicito desde aquí a la gente de marketing porque conmigo han conseguido provocar el efecto deseado.
«El Lindo Don Diego» es una función que disfruté desde el mismo momento en el que dio comienzo. Un texto adaptado por Joaquín Hinojosa, comprensible desde el principio. Con un verso y unas rimas sencillas, personajes muy bien dibujados y una trama interesante de seguir y muy divertida. 
Todo gira alrededor de Don Diego, personaje que vive una realidad paralela a la del resto de personajes. Vive inmerso en un narcisismo galopante que le ciega ante los verdaderos hechos que se van sucediendo a su alrededor. Tanto es así que el resto de personajes, encorsetados en las normas de obediencia de la época, se las tienen que ingeniar para conseguir convertir en ventaja lo que en un principio les juega a la contra.
Una delicia de función que gracias a la dirección de Carles Alfaro, lleva un muy buen ritmo en los acontecimientos y que hace que el espectador permanezca divertido en su butaca.
Ciertamente, como dice en el programa de mano el propio Joaquín Hinojosa, los personajes se ciñen a la obediencia jerárquica, sin salirse de la norma. Sin embargo hay en sus palabras cierta visión que resulta muy actual, en sus comportamientos, en sus pensamientos… Eso hace que el espectador se sienta mas identificado o, en cierta forma, reconfortado ante la posible nebulosa en la que uno tiende a perderse por momentos a causa del verso.
Al comienzo de la crónica me declaraba amante de los excesos y en esta función hay ración doble de ellos, aunque tan sumamente cuidados que es un placer deleitarse con ellos. Me parece muy acertado el contrapunto entre lo recargado del vestuario de María Araújo, con la sobriedad, tanto de la iluminación  de Pedro Yagüe como la escenografía de Paco Azorín, que juegan con la limpieza escénica y los diferentes planos; haciendo que el foco recaiga en el lugar exacto donde el director requiere nuestra atención, y haciendo que la trama baile entre pasarelas oscilantes, escaparates y espejos, que sitúan al espectador en diferentes planos, incluso colocándonos en ambos lados de esos espejos en los que los personajes juegan a ser lo que no son o a admirarse de lo que creen que son. Espejo que finalmente devolverá un reflejo doloroso y desestabilizador como lección moral a su protagonista.
Muy agradado de descubrir a Edu Soto y a Carlos Chamorro fuera de sus facetas televisivas, Edu Soto nos dibuja a la perfección un Don Diego que lleva con mucha delicadeza el amaneramiento de su personaje sin dejarle caer en lo afeminado e interpretándolo con muy buena mano y Carlos Chamorro hace de su Mosquito un maravilloso personaje de gracioso que nos conduce al espectador por una trama urdida con gran inteligencia y por el que nosotros nos dejamos llevar con ganas. Trabajo muy destacable también el de Raúl Prieto con ese atormentado Don Juan y Cristobal Suárez con la serenidad de su Don Mendo, acertadísimos ambos en sus papeles y ya con ganas de disfrutarlos en otros nuevos proyectos.
Salí encantado con las maravillosas interpretaciones de las tres mujeres del reparto, Natalia Hernández que es un auténtico bicho de escenario y a la que siempre es un gusto ver y escuchar como dice el texto. Vicenta Ndongo que arrasa la escena con su energía y de la que me encantó la forma de jugar su Beatriz y Rebeca Valls que hace que su Doña Inés traspase al patio de butacas con un humor que roza el exceso, pero que sin embargo fluye con naturalidad. Las tres me provocaron las ganas de que volvieran a escena una y otra vez.
No puedo dejar sin mencionar a Óscar de la Fuente, que aunque su personaje aparente poco peso dentro de la trama, él hace que siempre esté brillando y dando su punto de vista, ¿qué sería de Don Diego sin la nebulosa de perfume en la que es bañado incansablemente por su criado mientras este opina con su mirada y su actitud sobre todo lo que sucede alrededor?
Quizá Javivi es de todos ellos el que quede mas gris dentro del conjunto, puede que debido al papel que le ha tocado en suerte.
En definitiva, este es un muy buen montaje, hecho con muchísimo gusto e interpretado por un equipo de actores que hacen del verso algo cercano y apetecible. 
Ahora terminan en Madrid tras un gran éxito, pero  recomiendo que todo el que pueda se acerque a verles al Festival de Teatro Clásico de Almagro que es su siguiente fecha.
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