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Albert Hammond Canal Carlos Solano El último jinete Guido Balzaretti Julia Möller Leo Rivera Marta Ribera Miquel Fernández musicales Ray Loriga Victor Conde

El Último Jinete

Título:
El Último Jinete

Lugar:
Teatros del Canal

Autor:
Ray Loriga

Elenco:
Miquel Fernández (Tirad)
Julia Möller (Lady Laura)
Marta Ribera (Al Khansa)
Toni Viñals (Jinete Dorado/Camello)
Carlos Solano (Beduino/Abdul Aziz/Tom Cribb)
Guido Balzaretti (Jimmy/Cucaracha)
Leo Rivera (Principe Faisal/Lord Pendal)
Elena Medina (Langosta)
Víctor González (Abbas Pasha)
Teresa Ferrer (Coro)
Sara Pérez(Coro)
Laura Enrech (Coro)

Música y Letra:                                                                        Arreglos y Orquestacion:
John Cameron, Albert Hammond y Barry Mason                     Chris Egan

Letrista Español:                                                                     Dirección Musical:
Alicia Serrat                                                                           Julio Awad

Director:
Víctor Conde


El montar un musical de gran formato concebido en nuestro país es una apuesta muy fuerte e incluso ilusionante. Cierto es que el riesgo que conlleva es enorme, quizá es un paso a ciegas, ya que aún no está muy claro si el público español se siente realmente atraído por los musicales o acude a ellos por las campañas de publicidad y los carteles de renombre… Sea como sea, es muy valorable y aplaudo la valentía. Ya hemos visto que los musicales de pequeño formato si han dado un buen resultado, y quizá era el momento de probar a jugar en 1ª división. Y ya que se hace, se hace en condiciones, es decir, juntando un equipo intachable, tanto técnico como artístico. Pero, claro, hay que tener cuidado, si a toda esta gente no se le da un material en condiciones de ser trabajado, poco mas pueden hacer de lo que actualmente están haciendo en “El Último Jinete”
Viendo la función, uno tiene la oportunidad de poder disfrutar de unos actores/cantantes/bailarines notables. Grandes voces que vienen avaladas por montajes que todos hemos conocido y hemos aplaudido.
Que en un mismo musical tengamos a Marta Ribera, Julia Möller, Miquel Fernández, Leo Rivera, Carlos Solano Guido Balzaretti… es motivo mas que justificado para pagar la entrada, y si a eso añadimos al director, Víctor Conde, que tiene en su curriculum obras que después de varias temporadas aún siguen en cartel y girando por España, la cosa parece que está hecha.
¡Da vértigo mirar el programa y reconocer algunos nombres!
Pero si a todo esto no le damos una historia en condiciones, bien contada y comprensible, poco o nada se puede hacer…
El libreto de Ray Loriga parece la idea de lo que debería haber sido y no es. Las canciones me dejaron un tanto frío, no se si por como estaban calzadas dentro de las escenas, pero salvando un par de ellas, no me parecieron que brillaran ni aportaran nada que no fuera el buen hacer de sus intérpretes. 
Uno ve esta obra y se queda con la sensación de que todo se queda a medias, que las situaciones no están bien desarrolladas, los personajes están desdibujados y que después de complicar la historia, se resuelve pasando todo por alto. No me hubiera importado incluso que se cayera en lo infantiloide, eso también es disfrutable y no hace falta dar solemnidad al asunto para llevarlo a buen puerto. Solo esperaba una buena historia de aventuras, con momentos de emoción, romance y humor, pero lo que me encontré es un pequeño apunte de lo que, supongo, se aspiraba a contar…
Es como si se hubiera cogido el manual de qué es lo que debe contener un musical y se hubieran encajado todo allá donde se pudo, quedando una sucesión de números que, individualmente pueden resultar interesantes, pero que en conjunto no dicen nada. Y confieso que todo esto lo digo con mucha pena porque tenía ganas de que el proyecto funcionara.
La escenografía es imponente y está muy bien aprovechada. Los efectos visuales son interesantes y en ocasiones espectaculares, otras un tanto innecesarios, como el holograma… Sin embargo, hay momentos cinematográficos que son muy efectivos y ofrecen un grado de emoción que, es una pena, no son seguidos por la historia. 
Los personajes tienen ese aire tan atractivo de las grandes aventuras; el héroe nunca reconocido como tal por el resto, de gran corazón, y perseguidor incansable de su sueño. El elemento de misterio aportado por la Poetisa, conocedora del destino del protagonista y guía del mismo. La dama que enamora al héroe, de carácter férreo y enfrentada a su época. Los villanos ansiosos de arrebatar el botín… y un buen puñado de personajes secundarios que dibujan la odisea del protagonista y que ofrecen  situaciones a veces divertidas, a veces emocionantes o intensas y que ayudan a que todo acabe por llegar a buen puerto…. A destacar el caballo protagonista, esa composición entre marioneta y humano me pareció muy bella, con una gestual muy creíble y con mucha personalidad.
Como digo, hay grandes ideas que hubieran hecho del conjunto algo realmente bello y seguramente grande. Quizá haciendo una revisión y volviendo a comenzar, todo pudiera tomar un rumbo acertado, pero tal y como está me parece que pasará a la historia como un nuevo intento de lo que podíamos haber hecho y no conseguimos… ¡Lástima porque se ve mucho trabajo y hecho con ganas!

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Alejandra Mayo Alejandro Saá Canal Elena González Enrique VIII Ernesto Arias Fernado Gil Jesús Fuente Jesús Teyssiere José Padilla Rodrigo Arribas Shakespeare Teatro Teatro Clásico

Enrique VIII

Título:
Enrique VIII

Lugar:
Teatros del Canal

Autor:
William Shakespeare

Versión:
José Padilla

Elenco:
Fernando Gil (Enrique VIII)
Elena González (Catalina de Aragón)
Jesús Fuente (Wolsey)
Alejandro Saá (Gardiner)
Daniel Moreno (Chambelán)
Rodrigo Arribas (Northfolk)
Jesús Teyssiere (Cranmer)
Bruno Ciordia (Suffolk)
Alejandra Mayo (Beatriz)
Oscar de la Fuente (Sands/Intendente)
Andrés Bernal (Sands/Intendente)
Julio Hidalgo (Buckingham/Campello)
Sara Moraleda (Ana Bolena)
Asier Tartás (Figurante 1)
Andrés Bernal/Diego Santos (Figurante 2)
Juan Manuel Artero (Organista)

Adjunto Dirección:
Rafael Díez Labín

Dirección:
Ernesto Arias


De un tiempo a esta parte tenía muy abandonado el teatro clásico, había cogido algo de miedo a ver un montaje en verso; no es que no me guste, todo lo contrario, pero es que los últimos montajes que había visto me habían dejado bastante frío y me negaba a seguir sintiendo eso cuando he disfrutado tanto del verso. Seguramente haya dejado pasar puestas en escena muy buenas, pero poco a poco estoy volviendo a hacer las paces con el género y en un mes ya he visto dos montajes que me están haciendo querer ver mas.
A través de twitter he seguido los pasos que ha ido dando este montaje de Enrique VIII que ahora se está representando en los Teatros del Canal, hasta llegar a las Olimpiadas Culturales de Londres 2012 y su puesta de largo en The Globe Theater. Me parece algo tan sumamente especial para cualquier persona que se dedique al teatro… Imaginaos, poder tener la oportunidad de representar una obra de Shakespeare en el mismo escenario donde se representó por primera vez y en las mismas condiciones en las que se representaban en aquella época. 
¡Qué cúmulo de sensaciones!
Así que, con estos antecedentes, cómo iba a dejar escapar la oportunidad de ver lo que Rakatá, a través de Fundación Siglo de Oro, nos trae. Y ya no solo por todo lo que os he contado, si no por la oportunidad de ver un texto nunca antes representado en España y que además ha sido sacado adelante gracias al «Crowfunding«, una nueva forma de financiar la producción de teatro, cine, danza a través de pequeños aportes de pymes, particulares y algunas empresas que creo, con los tiempos tan oscuros que se nos vienen y el escaso apoyo por parte de las instituciones hacia la cultura, seguramente estará mas que presente de ahora en adelante.
Ojalá que, como ha pasado con este Enrique VIII, lo que haga la adversidad sea agudizar el ingenio y que podamos disfrutar de producciones mucho mas arriesgadas y ricas, que no estén sujetas a las condiciones impuestas que muchas veces ahogan a la cultura.
La función nos sitúa en el momento en el que Enrique VIII estaba separándose de la que fue su esposa hasta ese momento, Catalina de Aragón, y su posterior matrimonio con Ana Bolena. Las injustas acusaciones y presiones a las que Catalina fue sometida y las intrigas, montajes y manipulaciones que había en la corte.

Un montaje sencillo, sin grandes decorados, con los elementos justos para sacar adelante la función. Por lo que he visto en los vídeos del Globe, creo que han intentando respetar lo máximo posible todos esos elementos tal cual estaban cuando representaron allí.
La compañia ha querido rodearse de público, dejando que unos pocos puedan permanecer sentados en gradas en los laterales del escenario, obteniendo una visión completamente diferente a la que se suele estar acostumbrado. Una perspectiva curiosa para el público, aunque en algunos momentos un tanto incómoda para seguir los movimientos de los actores en escena.

El simple hecho de que comiencen la función saludando al público para después vestirse encima al personaje, a mi, que soy espectador al que le gustan los pequeños detalles, ya me predispone a querer disfrutarlo. Esa sensación de ver una compañía que viene a contarnos algo al público, me hace respirar un ambiente distinto. Se que enseguida me meteré en la historia, pero ahora lo que cuenta es que para el actor estoy ahí, sintiendo que la presencia de ambos es importante para los dos, rompiendo la frialdad del primer momento.

La obra, dirigida por Ernesto Arias, tiene un ritmo muy ágil, respetando silencios, pausas, pero impregnándolo todo de una energía muy viva.
Los actores vibran a cada verso gracias a la adaptación de José Padilla. Reaccionan y respirar al servicio de la función. A mi me tuvieron atento en todo momento a cuanto acontecía en escena, creo que me pasé mas de la mitad de la dos horas que dura la función echado hacia adelante en mi butaca, procurando que no se me escapara nada. Disfruté muchísimo sintiendo que me llegaban todas y cada una de las palabras, de las intenciones, de las miradas. Es un placer ver un trabajo tan bien hecho y que atrape de esta manera.
Los actores están de sobresaliente, hay algún caso que quizá quede algo rezagado del resto, pero no empaña el conjunto. Se nota el oficio y la pasión por mostrar un trabajo hecho con cariño y respeto.
Hay grandes momentos que no puedo dejar de mencionar, como ese final de Jesús Fuente como Wolsey, que deja sin palabras; demostrando que cualquier personaje de Shakespeare, por muy retorcido que pueda llegar a ser, está hecho de carne y hueso, llenándolo de debilidad humana. O cualquiera de las intervenciones de Elena González como Catalina de Aragón, un bombón para cualquier actriz, en el que Elena se regodea y nos regala unos momentos impagables, de poner los pelos de punta. Una actriz cargada de energía que nos la suelta a bocajarro, dejándonos aturdidos con tanto sentimiento. Te indignas, peleas y sufres con ella, está inmensa. Alejandra Mayo, una lección de como permanecer en segundo plano dentro de la trama y sin embargo demostrar su valía haciendo que el público sonría y sufra cuando ella lo hace; me entusiasmó, al igual que Rodrigo Arribas, Jesús Teyssiere, Alejandro Saá o Fernando Gil, por poner algunos ejemplos. Con esto no quiero hacer de menos a nadie de la compañía porque, repito, disfruté muchísimo de sus interpretaciones que son toda una lección de cómo debería ser el teatro clásico.

Además que como regalo extra, cuando fuimos a ver la función resultó ser el día en el que la compañía tenía encuentro con el público, donde pudimos enterarnos de muchas mas detalles del montaje, de su forma de trabajar, de anécdotas…
Esto es algo que el espectador medio desconoce y que puede ser interesante para despertar la curiosidad y hacer que el público se sienta mas involucrado con el mundo del teatro. En estos encuentros uno trata de tú a tú con todo el equipo y el intercambio de impresiones es muy interesante y enriquecedor.

La verdad que no me importaría volver a verla, saborearla de nuevo ahora que la conozco y descubrir cosas nuevas que seguramente con el primer visionado uno se pierde.
Creo que es uno de los imprescindibles de esta temporada, quien vaya a verlo va a poder disfrutar de un gran montaje que, además, sorprenderá por lo actual de todo lo que cuenta.

Un gran reencuentro con el teatro clásico que me ha vuelto a hacer disfrutar y además a lo grande.


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Asorey Canal Hernández-Simón Macbeth Maurín Pedroche Pimenta Sánchez Zafra Shakespeare Teatro Tomé

Macbeth

Título:

Macbeth


Autor:
William Shakespeare


Lugar:
Teatros del Canal


Reparto:
José Tomé (Macbeth)
Pepa Pedroche (Lady Macbeth)
Óscar Sánchez Zafra (Duncan/Macduff)
Javier Hernández-Simón (Banquo/Médico)
Tito Asorey (Ross/Asesino)
Belén de Santiago (Malcolm)
Anabel Maurín (Lady Macduff/Enfermera)
Coro de Voces Graves de Madrid.


Dirección y Versión:
Helena Pimenta

Hace unos días vi un vídeo por internet de una nueva versión de Macbeth que había dirigido Helena Pimenta con Ur Teatro. Enseguida llamó mi atención la propuesta, tenía ciertos elementos innovadores que me la hicieron atractiva y compré las entradas para no perdérmela. La verdad es que siempre me produce mucha curiosidad cuanta vuelta de tuerca se le da a las obras de Shakespeare, leyéndolas te das cuenta de cuántas opciones diferentes te ofrece, cuántas puertas te deja abiertas para conseguir que, por muchos montajes que haya con el mismo título, nada tengan que ver unos con otros…
La versión que vi el pasado Sábado 3 de Diciembre en la Sala Verde de Los Teatros del Canal me pareció muy original. Un montaje basado en las proyecciones, utilizando tan solo unas sillas y unos telones semitransparentes. Muy sencillo y sin embargo dando un tono siniestramente épico, que no siempre se consigue en un escenario. Así es como aparecen unas fantasmales brujas, un ejército al completo, jinetes montados a caballo, espectros… Y con el que consiguen que el espectador haga una inmersión en ese universo en el que Macbeth hace de su deseo su propio infierno. En gran medida ese toque épico que menciono también fue gracias a la gran idea de integrar al Coro de Voces Graves de Madrid, que enfatizaba e incluso salvaba ciertos momentos. Como digo, gran montaje, aunque confieso que me dejo algo frío. Como elemento visual me pareció muy atractivo, pero no consiguió llegarme.
Con las interpretaciones tuve mis mas y mis menos.
José Tomé no llegó a convencerme como Macbeth. Me daba todo el tiempo como fuera de papel, no llegué a creerme su texto, salvo en contadas ocasiones. La verdad que no debió ser su mejor día; lleno de percances, esa daga que no dejaba de caérsele y ese vestuario mal rematado con botones desprendiéndose de casacas y chaquetas; se notaba que le hacían estar incómodo y demasiado pendiente de ello.
Tampoco me convenció Belén de Santiago como Malcolm. En todo momento veía una actriz intentando hacer de «jovencito», pero siempre viendo una figura femenina en escena intentando dar el pego en un rol masculino. No tengo nada malo que decir de ella, simplemente que mi imaginación no se dejó engañar.
Pepa Pedroche sin embargo nos ofrece una Lady Macbeth que va siendo mas y mas interesante según va transcurriendo la obra. Al comienzo creo que se excede en histerismo, pero tras el asesinato todo cambia, y nos muestra una Lady Macbeth llena de matices que nos hace de su maldad algo humano.
Con los que disfruté muchísimo, hasta el punto de inclinarme en mi butaca para no perder detalle de sus interpretaciones fue de Anabel Maurín, Óscar Sánchez Zafra, Javier Hernández-Simón y Tito Asorey. Lo mas destacable a nivel actoral de esta función, sin lugar a dudas. Haciendo que el montaje adquiriera un ritmo realmente interesante en los momentos en los que el foco se centraba en ellos. Hubiera escuchado todo lo que hubieran tenido que contarme sin perder un ápice de atención.
En definitiva, el montaje es espectacular, bello e impactante, la mayoría de las interpretaciones son mas que interesantes; pero el conjunto no me parece que haya sido pensado para emocionar, sino para innovar. No digo que esté mal ofrecer nuevas opciones, soy de los que piensa que hay que desempolvar los clásicos, hacerlos mas cercanos, mas atractivos para todo tipo de público, pero hay que encontrar la dosis apropiada para encontrar un equilibrio que haga conectar con las emociones, no dejarlas eclipsadas intentando hacer algo «diferente».
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