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De Ratones y Hombres

Título:
De Ratones y Hombres

Lugar:
Teatro Español

Autor:
John Steinbeck

Versión:
Juan Caño Arecha y Miguel del Arco

Reparto:
Fernando Cayo (George)
Roberto Álamo (Lennie)
Antonio Canal (Candy)
Rafael Martín (Patrón)
Josean Bengoetxea (Sim)
Irene Escolar (Esposa de Curley)
Eduardo Velasco (Carlson)
Diego Toucedo (Curley)
Alberto Iglesias (Whit)
Emilio Buale (Crooks)

Dirección:
Miguel del Arco

Acudir a ver un montaje con tan altas espectativas es muy peligroso y me pone de alguna forma un tanto nervioso. Pienso que con tato halago acabará por dejarme un poco decepcionado, que no seré capaz de disfrutar del espectáculo porque estaré esperando en todo momento ese golpe que me dejará fascinado y el resto será simplemente un relleno ante el «momento«. Aunque poco a poco voy consiguiendo desprenderme  de todos esos pensamientos y sentarme en mi butaca  lo mas limpio posible.


«De Ratones y Hombres» escrita por John Steinbeck, primero como novela y tras el éxito de esta, adaptada por él mismo al teatro, cuenta  la historia de amistad de dos hombres que llegan en busca de trabajo a una granja de Estados Unidos en los años 20. Lennie un hombre con deficiencia mental y una fuerza desproporcionada; un alma inocente dentro del cuerpo de un gigante, y George, un pícaro que solo busca la paz de un hogar propio. Nos cuenta su llegada a la granja, precedida por una serie de problemas ocasionados por Lennie, por su fuerza descontrolada y su atracción hacia las cosas «suaves». 
En la granja se encuentran con una cuadrilla de trabajo, el patrón, el hijo de este, un ex-boxeador, y su esposa, la única mujer en kilómetros a la redonda. Llegan con el sueño dorado de poder ahorrar lo suficiente para poder comprar una granja donde rehacer sus vidas y encontrar la paz que hasta ahora les ha sido negada. Este sueño se hace mas palpable al entablar amistad con otro de los jornaleros, pero los celos desmedidos del hijo del patrón, las ganas de hablar y relacionarse de su esposa, complicarán la realización de dicho sueño.
Creo que estoy sufriendo algún tipo de enamoramiento con el teatro de Migueldel Arco. Ese cuidado que pone en cada puesta en escena, esos ambientes que te transportan, ese cariño con el que los actores cuidan el texto… es todo tan increíblemente agradable de ver… Y con agradable no quiero decir que sea cómodo, quiero decir que los gozo, aunque a veces sea desde el sufrimiento.
Elige unos textos que remueven por dentro, que te hacen seguir pensando en lo que has visto tras la función, que te hacen querer hablar sobre ello, que te transmiten ternura, una vuelta de tuerca distinta para contarnos las cosas; alegría, dolor, sufrimiento, miedo, soledad, amor… Miguel consigue hacerte sentir lo que los personajes sienten, con tanta sencillez que casi ni te das cuenta.
En su teatro hay cosas pequeñas que hacen de la función algo enorme. Toques en el alma que hace que tenga sentido lo que estás viendo.
“De Ratones y Hombres” es un ejemplo de lo que digo. Mezcla la dureza del sufrimiento de unos seres prácticamente condenados a la miseria con la dulzura de sus sueños, de sus anhelos… La relación que hay entre George y Lennie transmite tanto cariño, tanta sencillez, es tan humana, que desarma. En mas de un momento me descubrí sonriendo emocionado, sintiendo tanta ternura… Esos momentos ciertamente paternales que tiene George con su amigo aún me conmueven. Un gesto tan simple como el sacar un pañuelo y sonarle la nariz a su amigo como si de un niño pequeño se tratara… esa risa de Lennie cascabeleando como la de un bebé… Los momentos en el bosque o soñando con su proyecto de futuro. Hacen que incluso escribiendo esto, días después de la representación, sienta un peso emocionado en el pecho.
La obra nos habla de cosas sencillas. Cosas que a veces pasamos por alto, pero que son el motor de nuestro día a día. Todos tenemos sueños que cumplir, queremos compartirlos con alguien que nos escuche, que nos cuide, a quien cuidar. Alguien que nos recuerde, las veces que haga falta, cómo es ese sueño dorado que queremos alcanzar para poder retomar fuerzas para seguir luchando para conseguirlo, y dormirnos con una medio sonrisa creyendo ciegamente que un día será posible…
Hablo de Miguel del Arco, pero todo lo que él nos quiere transmitir no podría hacerse realidad si no fuera por un reparto tan bien elegido.
Fernando Cayo y Roberto Álamo están inmensos. Difícil tarea la de ambos. Fernando llevando a sus espaldas el ritmo de la gran mayoría de escenas, derrochando energía. Sabiendo hacer que el público sintamos lo que él siente, que comprendamos a su personaje y no le juzguemos. Aportando la dosis justa de picardía y ternura. Cuando un actor sigue vibrando en el momento de los saludos, como hace Fernando, deja patente que su trabajo sale desde lo mas hondo del alma.
Roberto me dejó literalmente con la boca abierta. Lennie es un tipo que podría llegar a asustar, su descontrol puede espantar y, sin embargo, es él quien es realmente vulnerable a la crueldad que le rodea. Roberto le regala un alma llena de verdad. Hace de Lennie un personaje desubicado, fuera del mundo al que pertenece. Un ser que tiene mucho que dar, pero incapaz de hacerlo sin causar daño. Todo un regalo para nosotros e imagino que para él.
A Irene Escolar es la segunda vez que la veo y la segunda vez que me deja pasmado con su forma de interpretar. Hace el texto suyo, lo maneja y lo amolda a ella hasta el punto de parecer que lo que dice sale de ella misma, que Steinbeck no tuvo nada que ver en ello. Aunque he de decir que hay momentos en los que quizá le da un toque “niñata” que a mi particularmente me parece que le resta credibilidad.
Y tanto la cuadrilla, formada por Antonio Canal, Josean Bengoetxea, Eduardo Velasco, Alberto Iglesias y Emilio Buale, como el patrón Rafael Martín y el hijo de este Diego Toucedo, forman un reparto muy conseguido, cada uno con su personalidad propia. Me gusta ver que no son personajes planos. Observar que tienen su forma de hacer, sus pequeñas acciones, que aunque no intervengan verbalmente en ese momento, explican historias. Dentro de su “rudeza”, hablo de la cuadrilla, todos tienen el toque de humanidad, de colegas, apropiado para generar ese ambiente de camaradería necesario. Al igual que la hostilidad que exudan tanto el Patrón, como su hijo Curley, devorado por los celos y ese complejo de inferioridad tan grande que quizá sea uno de los detonantes de ese final aplastante.
Tanto para la escenografía de Eduardo Moreno, la música de Arnau Viláy la iluminación de Juanjo Llorens, solo puedo decir elogios y aplaudir la idea. La función transcurre en el bosque y en la granja y las transiciones entre ellas están absolutamente integradas. Me entusiasma la idea de “industrializar” los cambios de escena, con ese ruido ensordecedor de maquinaria, los gritos, el humo, los contraluces… La energía de los actores, haciendo que no sea un tiempo muerto, si no que forme parte de la función, tanto como el propio texto. Tan impactantes como el vertiginoso y angustiante comienzo que ya hace agarrarte a la butaca.
Como digo, no sé que me ha dado esta función que me ha dejado un peso dentro del pecho que se activa cada vez que la recuerdo. Tiene la esencia de esos recuerdos de ciertos momentos pasados que permanecen y que aunque lo recuerdas con cariño, escuecen.
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La Piel Que Habito

Me confieso un admirador de Almodovar, de su estilo, de él mismo y de toda la mitología que le rodea… No puedo negarlo… Aunque no soy de los que se ponen una venda en los ojos y adoran cada paso que da, no he pasado por el aro de todas sus propuestas… Eso sí, película que estrena, película que me cuenta como espectador y esta vez no iba a ser menos, ¡claro!

Me fui a ver «La Piel Que Habito» sabiendo muy pocos detalles, solo que había cierta polémica con algunas críticas feroces, pero sin hacer mucho caso de nada. Cuando Almodovar estrena, yo voy digan lo que digan. La verdad que el trailer me dejó bastante indiferente, y eso fue lo que me vendió la película… ¿Absurdo? No, es que algo me decía que el contenido realmente interesante estaba en el metraje que no desvela el trailer… Odio profundamente los spoiler disfrazados de trailer.

Para mi gusto su cine estaba pidiendo a gritos algo como lo que ha hecho… estaba cayendo en la comodidad de refugiarse en su mundo «Almodovariano». Todos mas o menos sabemos lo que nos vamos a encontrar en la sala cuando se apagan las luces y en la pantalla sale proyectado eso de «Un film de Pedro Almodovar», pero como admirador suyo estaba deseando que me diera algo diferente, algo que me hiciera salir del cine golpeado, KO  perdido… Bueno, pues nada mejor que «La Piel…» Una película completamente atípica… Quizá de tan atípica que es, sea la mas cercana a su esencia porque analizándola detenidamente, tiene todos los ingredientes que le caracterizan… Pero a parte de lo que es en sí la película, me gusta pensar que aún hay mucho que descubrir en su cine.

La película encierra una frialdad terrible, como la venganza que narra su argumento. Unas ideas enfermizas y depravadas que, en el momento que las vas descubriendo, tu cabeza dice «Si, hombre, ¿y qué mas?», porque te niegas a creer lo que te cuenta, pero esa misma idea es la que hace que tu cabeza cambie radicalmente y se da cuenta que, de tan rebuscada que es la propuesta, se hace mas amenazadoramente real, mas palpable que cualquier otra cosa que hubiera querido contarnos…

Almodovar juega con los contrastes. Donde mas luz hayamos, mas oscuro es el propósito que nos quiere contar. Cuanto mas inexpresivo parece el personaje, mas nos da que leer… Donde mas belleza parece que hay, mas dolor es el que encierra… Donde mas espacio abierto existe, mas claustrofobia y mas desamparados nos encontramos… Una película de terror para verla y pensarla. No es la típica película que cuando te marchas a casa comienzas a olvidar. Es una película que cuando termina en la pantalla, comienza en tu cabeza. Es como si Pedro nos diera la semilla que luego tendrá que germinar dentro de cada espectador… Bueno, no, ese no es el símil… Creo que mas que una semilla, lo que hace Pedro es contagiarnos un virus que se cuela por nuestros ojos y nos come la razón. Por eso es tan aterradora esta cinta, no porque saltes en la butaca, si no por lo terriblemente real que puede ser el encontrarnos en manos de otro y que ese otro quiera jugar a ser Dios con nosotros… Y no digo mas para no «Spoilear» demasiado al que aún no la haya visto.

Los actores están magníficos, muy bien afinados para poder sonar al ritmo que la batuta de Almodovar desea.
Elena Anaya tiene una interpretación maravillosa, es hipnótica, casi marciana… Es de esas pocas actrices que sus miradas dicen muchas veces mas que sus palabras… Creo que ha asumido un riesgo enorme a la hora de afrontar este papel, y ha salido victoriosa y con nota.
Para mi Antonio Banderas tiene dos caras, la internacional que sinceramente, no me dice demasiado, y la nacional, donde arriesga con las propuestas y da algo que creo que fuera no saben sacarle. Me gusta haberme encontrado con un Banderas que pensaba que ya no existía…
Jan Cornet, Blanca Suárez, Susi Sánchez y Bárbara Lennie componen entre ellos un universo de personajes tan cercanos que quizá sean ellos los que mas nos hacen sentir escalofríos por sus dosis de trágica realidad que encierran dentro de cada uno.
Al igual que Marisa Paredes y Roberto Álamo, dos seres perdidos, resignados y destinados a una existencia llena de desesperanza.
Por supuesto que hay que mencionar la maravillosa fotografía de José Luis Alcaine y la música de Alberto Iglesias, colaboradores ambos de la creación de una atmosfera asfixiante dentro de un Almodovar gratamente atípico.

Quizá cuando la veáis os parezca como a mi cuando salí del cine, que la película está bien, pero que es demasiado distante y aséptica. Sin embargo según pasan los días se te va colando hacia el fondo, muy al fondo; como si fuera un veneno lento que poco a poco te come por dentro…

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