Título: Elenco: Escenografía:
Las Dos Bandoleras Helio Pedregal (Triviño) Paco Azorín
David Fernández «Fabu» (Orgaz)
Autor: Macarena Gómez (Teresa) Vestuario:
Lope de Vega Carmen Ruíz (Inés) Antonio Velart
Llorenç González (Don Carlos)
Lugar: Gabriela Flores (Leonarda) Espacio Sonoro:
Teatro Pavón David Luque (Don Lope/Soldado 1) Jordi Collet, «Sila»
Álex Larumbe (Alvar Pérez/Soldado 2)
Dirección: Albert Pérez (Rey) Lucha Escénica:
Carme Portaceli Kike Inchausti
Título:
Los Mácbez
Autor:
Juan Cavestany
(Basado en el original de W.Shakespeare «Macbeth»)
Lugar:
Teatro María Guerrero
Elenco:
Chema Adeva
Jesús Barranco
Laura Galán
Javier Gutiérrez
Carmen Machi
Rebeca Montero
Rulo Pardo
Espeacio Escénico y Vestuario:
Beatriz San Juan
Iluminación:
Valentín Álvarez
Música y Espacio Sonoro:
Nick Powell
Caracterización:
Cécile Kretschmar
Dirección:
Andrés Lima
Título:
Sótano
Autor:
Benet i Jornet
Lugar:
La Pensión de las Pulgas
Elenco:
Juan Codina
Víctor Clavijo
Sonido:
Sandra Vicente
Ayte. Dirección:
Toni García
Dirección:
Israel Elejalde
“Sótano” es un texto escrito por Josep María Benet i Jornet que nos cuenta la historia de un hombre que busca a su esposa, desaparecida tres semanas antes, y que de manera accidental acaba en medio de un pueblo, en casa de un desconocido, hablando sobre su esposa y exponiéndole los aspectos más íntimos de su relación. Situación que le llevará a explorar caminos por los que ni se había planteado transitar.
Es turbador sentir que es la propia amabilidad del entorno lo que hace que todo adquiera ese ambiente insano, la cotidianidad de las acciones son las que impregnan de perversión todo lo que presenciamos. Ofreciéndonos el lado oscuro de la amabilidad y la normalidad.
Elejalde nos hace ser conscientes de que el verdadero terror no está en las historias de fantasmas, si no en lo tangible, en los aspectos más amables y cotidianos de nuestro día a día, esos que según el ángulo desde el que los mires pueden mostrarnos una cordialidad abrumadora o una siniestra turbiedad.
Víctor Clavijo, el otro 50% de este historia, en momentos dibuja en exceso el resultado al que quiere llegar, pasando con ligereza momentos en los que quizá debería definir con más peso la posición de su personaje, pero poco a poco encuentra su espacio dentro de la función y entra en sintonía con el código que le tiende su compañero. Un personaje muy complejo el suyo, que sabiamente deja abiertas varias brechas por donde uno puede verle como víctima o verdugo, cuestión de prismas. Asusta pensar en que cualquiera podríamos acabar en su misma piel, y llegar a transmitir esa inseguridad es una tarea compleja que él logra.
“Sótano” es una pieza que te va devorando poco a poco. Al comienzo sin ser consciente, engaña la amabilidad que supura. Y es que todo está urdido de tal manera que cuando quieres darte cuenta, tienes el vello de punta pensando en lo terrible de la situación y el estómago encogido pensando en lo que realmente estás presenciando.

Autor:
Pablo Messiez
Lugar:
Sala Mirador
Elenco:
Estefanía de los Santos
Ayudante de Dirección:
Alicia Calot
Dirección:
Pablo Messiez
Me gusta entregarme al teatro de Pablo Messiez limpio, en plan lienzo en blanco y dejar que dibuje en él, ¡y vaya si lo hace!
Y una selección de músicas que arañan el alma con rabia y que sacan a tirones el sentimiento de su escondrijo.
Y las palabras… esas reflexiones que son tan íntimas, tan internas y tan ciertas y certeras, que nos emocionan hasta el borde de las lágrimas, que recibimos entre sonrisas cómplices y aplausos.
Y, sobre todas las cosas, Estefanía de los Santos, que se nos entrega abierta en canal, con una potencia, una verdad y un sentimiento que en ocasiones nos corta la respiración, ella habla y parece que improvisa, hace suyas las palabras, las baila, las desgarra, se lacera con ellas, nos golpea, las riega y crecen, las sube al cielo y las vomita, se baja con ellas a los infiernos y nos mira buscando comprensión, otras nos clava los ojos y nos desafía a discutirle lo que dice, pero siempre nos deja la sensación de un abrazo, y eso es tan bello…
Y no nos olvidemos de Nina Simone… ¡momento magistral!
Pasados los días sigo pensando en «Las Plantas», y creo que las palabras de Messiez tienen el don de habitar en un punto concreto y muy especial de nuestro ser, poseen una verdad descomunal, pero con un halo de irrealidad maravilloso, pues nacen en ese espacio del razonamiento que parece una duermevela; es como cuando te despiertas al alba, sin haber dormido demasiado, pero sintiendo tu mente más lúcida que nunca, y los pensamientos brotan con la claridad que entra por la ventana. Es ese momento en el que crees encontrar cuál es la razón de porqué tu vida es como es, e incluso crees hallar el camino para enderezarla… y justo en ese instante, se apodera de nuevo de ti el sueño, cierras los ojos, con la paz meciéndote el alma, y sobresaltado los abres, consciente de que si te duermes, perderás ese instante logrado, pero ya es demasiado tarde, se ha marchado; así que te desperezas resignado, te levantas con la sensación agridulce de saber que por un momento tocaste con tus dedos eso que tanto ansiabas y que se ha esfumado en un parpadeo, pero consolándote porque ya sabes que existe y que puede volver, motivo suficiente para continuar con tu vida.
Lo sé, lo sé, esto se me ha ido de las manos, pero sentía la necesidad de expresarlo. No me culpen a mi, son las cosas que me provoca transitar por los caminos a los que me invita Pablo Messiez.
Título:
Las Heridas Del Viento
Autor:
Juan Carlos Rubio
Lugar:
Teatro Lara
Elenco:
Kiti Manver
Dani Muriel
Diseño de Luces:
José Manuel Guerra
Vestuario:
Félix Ramiro
Ayudante de Dirección:
Chus Martínez
Dirección:
Juan Carlos Rubio
Uno asiste a esta obra con el morbillo de ver a Kiti Manver interpretar a un hombre… y al poco de comenzar la función piensa «¿Perdón? ¿En serio es Kiti Manver quien está en escena?» Desde luego que yo no vi resquicio de ella hasta el momento de los saludos, el resto del tiempo vi a un señor entrado en años, que habla con un gato ausente, llevando con amarga dignidad la elección de su vida y temeroso de sus propios sentimientos al saberse con tiempo suficiente de volver a perderse en el interior de algún corazón ajeno.
Es muy complejo poner en orden las palabras, los pensamientos y las sensaciones para expresar todo lo que uno recibe de esta obra.
El texto de Juan Carlos Rubio es una belleza que habla sin pelos en la lengua, lleno de frases temerarias, de las que te miran desafiantes a los ojos, que se enfrentan de cara a las circunstancia.
Un texto capaz de escarbar en los corazones de cuantos acuden a ver la función, tanto por la empatía que se genera con los dos personajes que interpretan Kiti Manver o Dani Muriel como con el propio padre ausente. Genera tal impacto de sensaciones el ser consciente de que se comparten lugares comunes con estos personajes, que deseas que, en uno de sus múltiples momentos de cercanía con el público, claven sus ojos en ti y te hablen y con la fuerza de la mirada, hacerles entender que les entiendes y abrazarles con una medio sonrisa de comprensión y en ocasiones, de triste identificación.
Son dos personajes que se rajan la piel para mostrar ante nosotros la carne viva del sufrimiento, con toda la amargura posible, sin medias tintas, descubriéndose ante sus miedos y vomitando todo eso que ha permanecido escondido durante tanto tiempo.
Es doloroso pensar en la soledad en la que se han sumergido y que, de alguna manera, has podido llegar a compartir.
Les escuchaba hablar y no sentí ganas de juzgarles, ni de tomar partido por uno de ellos, tan solo quería escuchar lo que tenían que contar y ofrecer mi corazón para que sus almas maltrechas reposaran por un momento, sintiendo la paz que se derrama en ese fugaz instante en el que los labios dejan, al fin, escapar esa verdad que llevaba tanto tiempo lacerándoles el alma.
Dos extraños encontrándose, que se retuercen y se resisten ante la posibilidad de verse expuestos, pero que acaban por encontrar el consuelo de sentirse escuchados, compartiendo ese doloroso nexo de unión que tantas cosas les negó con su silencio.
Me ha encantado comprobar el enorme crecimiento de Dani Muriel como actor, el peso de su presencia, la perfecta réplica a su compañera de reparto, el manejo tan agradable y seguro del texto, la implicación que provoca en el espectador. Confieso que hasta este momento no era un actor al que prestara excesiva atención, sin embargo, viendo el trabajo que hace en «Las Heridas del Viento», me apetece ver más de él. Se ha sabido sacudir todo esos ticks y ademanes que ensucian una buena interpretación y se ha quedado con la esencia. Me gusta sentir en escena a un actor que pisa, y lo hace de verdad; que mira, y clava los ojos; que lanza su energía con potencia, y aquí, Dani, es así.
Me derrito de amor y admiración por lo que Kiti Manver hace en esta función.
Que una actriz de su calibre logre desaparecer tras su personaje con semejante generosidad, es algo maravilloso y que lo haga a dos palmos de nosotros es sublime. Me siento un orgulloso privilegiado por ser testigo de cómo acepta el reto, arriesga, y lo supera con tanta grandiosidad. Creo que su personaje en esta función es de los que seguramente queden anclados en la historia, y si en algún momento, pasados los años, se vuelve a montar esta función, supondrá todo un desafío para la siguiente actriz o actor que lo interprete porque siempre quedará lo que ella ha hecho con él.
Juan Carlos Rubio ha dirigido su texto con una sensibilidad y un acierto enormes, demostrando una vez más que no es necesario un montaje aparatoso para que a uno le deslumbren.
Que logren pellizcarte el alma como Juan Carlos, Kiti y Dani lo hacen, es una de las experiencias más gratificante que se pueden vivir como espectador.
Título:
El Último Vuelo de Saint-Exupéry
Lugar:
Nave73
Elenco:
Antonio Velasco
Ana Parra
Diseño Iluminación:
Sergio Balsera
Espacio Sonoro:
Vaz Oliver
Vestuario:
Ester Lucas Jaqueti
Escenografía:
Teatro de Poniente
Coreografía:
Alberto Velasco
Dirección:
Iria Márquez

Título:
Carne Viva
Lugar:
La Pensión de las Pulgas
Elenco:
Agustín Bellusci (Comisario Torres)
Fernando Nigro (Inspector Bermúdez)
Font García (Oficial Figueroa)
Sara Torres (Oficial Mónaco)
Marta Rubio (Bárbara)
Carmela Lloret (Mía)
Joan Carles Suau (Hugo)
Victoria Facio (Elvira Campoamor)
Juan Vinuesa (Mario Caballero)
Vestuario:
Ana López Cobos
Lorena Puerta
Espacio Sonoro:
Graham Newey
Espacio Escénico:
Alberto Puraenvidia
Dirección:
Denise Despeyroux
El reparto compuesto por Agustin Bellusci, Fernando Nigro, Font García, Sara Torres, Marta Rubio, Victoria Facio, Juan Vinuesa, está a la altura de la propuesta y nos regala momentos de auténtico delirio a los que nos entregamos con disfrute. Con mención especial a Joan Carles Suau, maravilloso ese Niño Índigo y su «constelar«, y Carmela Lloret, fascinante personaje el que construye, convirtiéndose en esa temible Mía.
Además hay que quitarse el sombrero con la impecable labor de precisión a la que se enfrentan; sin olvidar el detalle a tener muy en cuenta, y es el de marcarse tres funciones consecutivas para que nosotros contemplemos un solo espectáculo.
Personalemente yo pagaría una entrada extra para poder contemplar lo extenuante de las tripas de esta función, descubrir el truco entre bambalinas y apreciar la fascinante maquinaria de este reloj suizo que es «Carne Viva».
Título:
Lavar, Marcar y Enterrar
Autor:
Juanma F. Pina
Lugar:
Peluquería Corta Cabeza
Elenco:
Victoria Mora
Mario Alberto Díez
Juan Caballero
Danai Querol
Vestuario:
Magpie
Maquillaje y Peluquería:
Luciano Cañete
Dani Zuñiga
Dirección de Arte:
Juan Camblor
Dirección:
Juanma F. Pina







