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Antoine, la increible historia del creador de El Principito

El otro día estuve viendo Antoine, un musical que posee las hechuras de un espectáculo de gran formato, pero que, a la vez, transmite la intimidad de una producción pequeña, que baila entre el teatro adulto y lo familiar, pero sobre todo logra hacernos sentir la cercanía de lo emocional con una propuesta muy diferente al teatro musical habitual.

Confieso que no soy uno de esos amantes de El Principito, lo leí en su momento, pero no me tocó como le ha tocado a tantas otras personas. Sin embargo, al ver Antoine me di cuenta que quizá no lo leyera en el momento adecuado, el trenzado de realidades que existen en el musical abrieron puertas que me lo redescubrieron, haciéndome salir del teatro con la sorpresa de verme emocionado. Quizá fuera la aventura vital de Antoine o el amor por lo intangible del pequeño príncipe, no lo sé, pero allí estaba.

Un asteroide en mitad del escenario es testigo de ese choque de realidades, la de Saint-Exupéry y la de su más famosa creación. Un aroma como de ensoñación se desborda, como una flor rara, ante nosotros, transportándonos en un viaje a través del tiempo y de las dimensiones, entre el drama, la poesía y el realismo mágico, retratados por unas canciones y una música, creación de Elefantes, pegadiza, delicada, de atmósfera envolvente, que perfila la poética de este espectáculo y que apetece recuperar tras la función.

Tanto la dirección de Ignasi Vidal, cómo se nota que conoce a la perfección el terreno que pisa, como el fantástico elenco (¡Todxs!), realizan una cuidadísima labor, contándonos este cuento para adultos con ritmo y emoción. Las recreaciones de los pasajes del libro son una delicia, poseen el halo mágico de carga justa, entre filosófica e infantil, para atraparnos. Trabajazo el de Víctor Massan y Alberto Vázquez que apuestan por arriesgarse, dando vida a unos personajes entre lo histriónico y lo entrañable -¡Gracias!-. Un ambiente que se mezcla con la fascinante, y desconocida para muchos, vida de Antoine de Saint-Exupéry, encarnado por un inspirado y generoso Javier Godino ¡Más actores con ese peso escénico en musicales, por favor! Al que acompaña una estupenda y potente Aida de la Cruz. Es cierto que me costó entrar en la propuesta de encontrar a un actor adulto interpretando al Principito, Shuarma, cantante de Elefantes, se estrena en la interpretación con este rol. Nada que objetar a su trabajo, pero fue un ejercicio exigente para mí como espectador verle en ese papel. Aún me pregunto cómo hubiera resultado el espectáculo con un niño en ese papel. Pero esta es la propuesta y es completamente disfrutable.

Grandes voces, vibrantes, interpretaciones notables y una puesta en escena que cogerá cuerpo y brillará más y más a lo largo de las representaciones. Antoine es un gran viaje por un universo al que algunos dicen conocer, pero del que muchos saldrán sorprendidos y emocionados.

Texto publicado en Teatro Madrid

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Llámame

La vida del artista, o se toma con filosofía o mejor te dedicas a otra cosa. Pero no me refiero al artista de alfombra roja, que ese, aunque es el que suele estar más a la vista, realmente pertenece a la especie con los ejemplares mas escasos; me refiero al que se pelea día tras días por lograr una mísera publi donde ni si quiera se le reconoce, el que se come todos los «noes» en los castings, el que se va a casa andando porque la recaudación de taquilla no le da para un taxi, ese (o esa) es el que vive dentro de Llámame, propuesta que actualmente se puede ver en Espacio Gallinero, inaugurando el ciclo Teatro Por Horas (TXH).

Marieta ganó un Goya en los 90, la vida ha pasado y el teléfono a penas si ha sonado. Marina saca fuerzas de donde no las hay para continuar en Madrid y no volver a casa de sus padres con las orejas gachas, ¿cómo pueden poner fin a esta sequía y dedicarse a lo que de verdad desean?: Subiéndose al escenario para contar su situación.

Lo que suena a realidad trágica es una ficción cómica y viceversa, Marieta Orozco y Marina Campos Albiol han creado un espectáculo mirándose las miserias para carcajearse de ellas, plateándose una catarsis sanadora metiéndole un buen chute de humor a la cosa.

Sol Aguirre y Paulo García Conde han dado forma de sitcom a la idea original de las actrices y Antonio Hortelano se ha puesto a los mandos de la dirección escénica, por primera vez, para crear una pieza ágil, que busca un nuevo aire «desnaturalizador» sobre la situación, convirtiéndolo en un ejercicio de máscara neutra. Aunque se agradece la originalidad de la propuesta, a veces se les va un poco de madre y el ritmo endiablado afecta a la dicción de las actrices, dificultando la comprensión de algunos gags – Es cuestión de tiempo, sacarse los nervios y asentar la función – porque, sin duda, Llámame es un canto, de sonrisa amarga, a la esperanza y a la lucha ante la adversidad.

Texto publicado en Teatro Madrid

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Cluedo 1942: Asesinato en el Berlín Express

En menos de un año La Caja Lista ha logrado poner en órbita un buen puñado de espectáculos de teatro interactivo, a cada cual más interesante, más elaborado y más emocionante, ofreciendo una alternativa teatral poco explotada en Madrid y logrando algo realmente difícil de conseguir que es, basándose en un mismo tipo de propuesta, lograr combinaciones infinitas que sigan interesando al espectador. Ahora llega Cluedo 1942: Asesinato en el Berlín Express, una nueva trama en la que nos adentraremos, literalmente -No hay que olvidar que el público es pieza fundamental dentro de estas propuestas- en la Alemania Nazi.

Nuevamente la sala se transforma y se reinventa, llevándonos al interior de un tren; sí, sí, ¡un tren! -Es estupendo comprobar la inventiva del equipo para crear diferentes ambientes en un espacio tan reducido- donde los pasajeros/público viajaremos, divididos en diferentes compartimentos, compartiendo espacio con los protagonistas de la historia.

La mecánica es sencilla: Ha habido un asesinato, el asesino viaja entre nosotros junto a un espectador cómplice, ¿seremos capaces de desvelar su identidad y los motivos del crimen? Las escenas se sucederán, intercaladas con momentos de intervención por parte del público – ¡Que nadie se asuste! Cada uno interviene cuanto quiere- Ofreciéndonos una pieza trepidante, llena de ritmo, que baila entre géneros. Qué gran idea la de entrelazar el misterio habitual de este tipo de historias con tramas llenas de romanticismo, emoción y épica histórica, redoblando el disfrute de un argumento que es un claro homenaje a Agatha Christie y su personaje más popular: Hércules Poirot.

En Cluedo 1942: Asesinato en el Berlín Express se nota el gusto de su creador, Javier Posadas, por la Historia, elaborando un cuidado entramado lleno de referencias reales que, tras la función, querrás conocer más a fondo. Además de estar plagado de pequeños detalles que (¡ojo!) serán claves para salir victoriosos de este nuevo espectáculo.

Mención a parte para el elenco que, para mi gusto, realiza uno de sus mejores trabajos, aportando atractivo a los personajes, dándoles dimensión y llenándolos de emoción, algo muy complicado si tenemos en cuenta el tipo de espectáculo que es, donde la brevedad de las escenas y los saltos entre cuadros complican el desarrollo de personaje. Tampoco hay que olvidar su magnífica capacidad de improvisación para lograr interactuar con todos y cada uno de los espectadores, haciéndonos sentir parte del espectáculo y logrando que el tiempo pase volando.

Una fantástica opción, llena de calidad, para aquellos que buscan ir un paso más allá en su experiencia teatral.

Texto publicado en Teatro Madrid.

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Man Up

¡Hablar de igualdad también es cosa de hombres! Por eso las siempre originales Teatro en Vilo, o lo que es lo mismo: Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez – ¡Tanto monta, monta tanto! – se suben al escenario junto a cinco actores: Fernando Delgado-Hierro, Pablo Gallego Boutou, Alberto Jo Lee, Juan Paños y Baldo Ruiz, para cuestionar la masculinidad, dejando de lado las proclamas grupales y centrándose en el individuo, iniciando una búsqueda de aquello que podamos hacer desde nosotros mismos. Man Up quizá sea un intento de encontrar la punta del hilo desde donde comenzar a tirar antes de meternos de lleno con la madeja.

Los estereotipos de lo que se supone ser «muy macho» desfilan por el escenario: Superhéroes, deportistas, seductores, incluso animales, dan claras muestras de esa posición dominante… o así lo parece, antes de que Noemí y Andrea los desmonten uno a uno a golpe de sátira en este espectáculo juguetón, crítico y, aparentemente, caótico, donde todo toma forma cuando un puñado de anónimas voces en off, apeladas por las creadoras, comienzan a expresar aquello que les gustaría ver hacer o decir a los hombres sobre un escenario. Ahí se inicia el verdadero viaje. Un proceso para desenmascarar y borrar cualquier atisbo de personaje – No solo teatral – y mostrar lo que realmente nos interesa: Todos esos bloqueos, miedos y anhelos que llevamos acumulados en este viaje por la masculinidad impuesta y contra la que cada uno de los intérpretes, desde su propia vivencia, lucha para lograr una identidad propia, igualitaria, nacida del encuentro, el diálogo y el amor.

Un trabajo tanto actoral como de dirección lleno de comicidad, emoción, belleza y, sobre todo, honestidad. De buen ritmo, quizá de duración algo excesiva, con instantes, reflexiones e imágenes que te acompañan tras la función: El momento playero, la escena de la bañera de Baldo Ruiz seguida del bloque de Alberto Jo Lee o Noemí hablando de sus compañeros. ¡Inevitable no romperse con a ellos y amarlos!

Y es que en Man Up, entre tanto cachondeo y tanta artificiosidad buscada, lo que finalmente acaba quedando es un delicioso y delicado mensaje de amor y unión que, además, nos invita a reflexionar sobre lo mucho que aún debemos mirarnos y cuestionarnos a nosotros mismos para, a partir de ahí, poder sumarnos y colaborar en construir.

Texto publicado en Teatro Madrid.

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La señora y la criada

Es innegable el gusto de Miguel del Arco por dar a los autores clásicos un toque diferente, sin pasar por alto su esencia, abordándolos desde su particular mirada y aportando ese «¿y por qué no?» que los transforma y nos los descubre desde un ángulo insospechado. Algo que vuelve a hacer con La señora y la criada de Calderón.

Nos encontramos en la Italia de los años 50, con todos sus estereotipos vistos en el cine clásico de la época que, sorprendentemente, encajan a la perfección con el planteamiento «calderoniano». Miguel ha optado por llevárselo al extremo, exprimiendo el jugo a esos versos gamberros, desprejuiciados y muy cachondos, poniéndolos en boca de unos personajes delirantes, caricaturescos y extremos que dan forma a este vodevil explosivo, de ritmo frenético, y de furor incontrolable – ¡Viva la revolución sexual! – que no da un segundo de respiro y que, incluso, podría decirse que resulta casi un musical ¿Quién iba a decir que Calderón casaría tan bien con el Mambo Italiano o con Raffaella Carrá? Pues lo hace, ¡vaya que sí! La música es importantísima, ayuda a avanzar en la trama, es un complemento maravilloso en las transiciones, incluso es la forma de expresarse de alguno de los personajes ¡Padam! y, lo mejor, hace que salgamos del teatro tarareando.

El delirio vodevilesco se desparrama por la escena en esta comedia de enredos en la que todo funciona como un reloj suizo. Desde esa versión tan asequible y chispeante de Julio Escalada, pasando por una escenografía – Amaya Cortaire – y unas luces – Juanjo Llorens – que juegan a favor en todo momento, hasta llegar a esa fantástica música – Arnau Vila – de la que ya he hablado. Pero nada de esto funcionaría sin un elenco como el de La Joven del CNTC, un reparto en estado de gracia -Del primero al último- que sale a divertirse, arriesgando, poniendo toda la carne en el asador y dejándonos boquiabiertos con todo ese derroche de talento. Da igual que Del Arco les ponga a cantar, a hablar o a bailar, que les pida que jueguen a pasarse tres pueblos, ellos aceptan el reto y se lo devuelven multiplicado. Con permiso de sus compañeros, y a riesgo de ser injusto, no puedo no mencionar a Alba Recondo que nos regala un personajazo recargado de gestos, intenciones, ¡deslumbrante!; ella se lo pasa de muerte en escena y nosotros nos lo gozamos a manos llenas; o la solidez actoral de Irene Serrano, Alejandro Pau y Mariano Estudillo. Estoy seguro nos va a dar muchísimos momentos de disfrute, ¡ya lo hacen!

¡Queremos más comedias de Miguel del Arco (algún musical también) y queremos más de ese torrente de talento que guarda dentro La Joven del CNTC! (Ay, qué ganas de esa versión que nos va a llegar de Sueño de una noche de verano en breve). Como decían por ahí, propuestas así demuestran que el teatro clásico no es algo casposo y acartonado y hace que el público joven, y no tanto, encuentre placer viéndolo.

Texto publicado en Teatro Madrid.

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Chicas y chicos

Uno piensa que la vida avanza, evoluciona y, lo que antes eran problemas, hoy debieran ser soluciones… Hasta que nos topamos con el machismo. Violencia de género, discriminación, techos de cristal, siguen a la orden del día y eso hace que textos como Chicas y chicos de Dennis Kelly sean tan importantes de poner sobre el escenario.

Chicas y chicos es un monólogo, dirigido por Lucía Miranda, que refleja la vida cotidiana de cualquiera de nosotros y nosotras: Familia, amor, sexo, amigos, hijos, trabajo. Aspectos que entran dentro de nuestra vida, como entran en la de ELLA, la protagonista de esta historia que, después de beberse la vida, como nos la hemos bebido cualquiera, lucha por lograr un equilibrio en pareja, hijos incluidos, y perseguir un entorno laboral de éxito. Asistimos a su crecimiento personal y profesional, lo celebramos junto a ella, hasta que todo lo que brillaba se hace añicos con un zarpazo de realidad. Pero, ¿por qué? Hay un detalle: ELLA es mujer…

Antonia Paso se enfrenta por vez primera a un monólogo y lo hace poniendo sobre el escenario todas sus armas como actriz para moverse en la fina línea que hay entre el retrato demoledor y el melodrama. Los ritmos, los cambios de tono, son complejos, se salta de corretear por la escena persiguiendo a dos niños juguetones y contestones – ¡Qué importante es la labor del espacio sonoro creado por Irene Maquieira! – a sujetarnos la barbilla para obligarnos a no retirar la mirada de una situación que quisiéramos ignorar. La propuesta es capaz de llevarnos de la mano por ese sendero, sin victimizar al personaje e incluso con humor, aunque aún sea evidente la fragilidad de las primeras funciones. Solo un «pero»: Creo que jugar a cambiar de voz y caricaturizar a los otros personajes que intervienen en la historia es algo que le va a la contra a la actriz y resta verosimilitud al conjunto. Antonia posee armas suficientes para lograr que el público «vea» sin evidenciar. De hecho en Chicas y chicos, además de su estupendo tono para la comedia, la actriz, se descubre con un peso dramático que será interesante poder seguir descubriendo en futuras propuestas.

Chicas y chicos nos zarandea para hacernos conscientes de esta otra realidad que, como solo sale en las noticias, parece que nos duele menos. Hasta que el cristal del televisor se requebraja y el problema se nos cuela en la vida. Y entonces, ¿qué se hace?.

Texto publicado en Teatro Madrid.

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Dirección gritadero

Una sociedad a la que no se le permite alzar la voz, en la que las charlas en público están vetadas, donde la gente anda anestesiada por la vida, que piensa que lo que hace todo el mundo es lo correcto por el simple hecho de ser lo que todo el mundo hace, donde lo de pensar con independencia está descartado, donde nadie mira a los ojos a nadie… ¿nos suena? Pues ese es el mundo «inventado» por Guy Foissy en Dirección Gritadero y que Paula Castellano ha querido poner en escena para su primera dirección.

La espera desespera, y si no que se lo digan a ellas, a estas tres mujeres divertidas, confundidas, insatisfechas, desequilibradas, aterradas, atrapadas en un «esperando a Godot» en toda regla, solo que aquí el tal Godot viene en autobús. Mientras, aguardan conteniéndose las ganas, rellenando globos con la hiperventilación de sus gritos y atisbando que realmente está en las palabras, y no en los gritos, el desahogo que buscan.

Un espacio vacío, lleno de globos desinflados, ¿seña que indica el tiempo que llevan sus protagonistas atrapadas en su espera?, unas luces que nos empujan a la escena como parte de la historia o que nos dejan mirando a través de la membrana de la cuarta pared, un texto brillante, repleto de reflexiones chispeantes, contundentes, rabiosamente actuales y tres fantásticas actrices, Cristina Acosta, Amanda Recacha y Ana Varela, entregadas a esta dosis de surrealismo de ritmo creciente, entre lo divertido y lo desesperanzado, chapoteando a placer en el absurdo, nos invitan a posicionarnos, a cambiar de bando, a cuestionarnos, a identificarnos con este mundo paralelo tan posible. Lástima que el globo que van inflando a lo largo de la función, y que esperamos que reviente con un fuerte estallido, acabe desinflándose en una resolución dejada en manos del público que, desconcertado, no sabe cómo rematar. ¿Figura así en el texto original? Lo desconozco. Ante la duda, me quedo con un pensamiento: ¿No es tiempo ya de dejar de esperar inflando globitos?.

Texto publicado en Teatro Madrid.

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Anastasia, el musical

Esta temporada Stage Entertainment sí ha sabido dar en la diana con el estreno de Anastasia, el musical. Ha sabido coger lo mejor de cada uno de los montajes que ha ido estrenando en nuestro país y conjugarlo en el escenario del Teatro Coliseum. Se la estaba jugando con otras grandes productoras que le estaban comiendo su pedazo del pastel, el bluf de El Guardaespaldas a muchos aficionados nos estaba desinflando el mito de esta productora que, si bien no se le puede negar el haber abierto brecha en el terreno de los musicales en nuestro país, estaba visiblemente de capa caída; después del estreno, hace ya demasiado, de El Rey León, solo se le estaban conociendo traspiés, dejando la sensación de vivir de las rentas del rey de la selva G r an Vía, pero para esta ocasión ha sabido sacar la artillería pesada y demostrar que sigue tan potente como se la recordaba. ¡Afortunados todos!

Una puesta en escena llena de espectacularidad, que mezcla el detalle de lo clásico, ¡qué vestuario!, con las nuevas tecnologías. Lo que el año pasado parecía un complemento más propio de un macro concierto, aquí ha sido utilizado en favor de la historia haciendo que nos marquemos un viajazo desde nuestra butaca. Esas pantallas – El equivalente 2.0 a los viejos telones – van a dejar a más de uno con la boca abierta. Me declaro enemigo de utilizar pantallas para la escenografía, pero la utilización que se le han dado en esta producción aporta un dinamismo y una espectacularidad innegables.

En cuanto al elenco, al fin se han decidido a contar con artistas que saben que la interpretación hablada tiene tanta importancia en un musical como la cantada o el saber bailar, aunque lamentablemente no todos. Un gran acierto el contar con Jana Gómez como Anastasia, es una delicia la energía que aporta al personaje, quizá tiene que atender más a la composición corporal, pero estoy seguro que sabrá encontrarla con el transcurso de las funciones y, ni qué decir tiene que escucharla cantar es una auténtico placer, puede sin problema con el peso de un personaje que los fans de la película mirarán con lupa. A Íñigo Etayo y a Carlos Salgado quizá les haya tocado bailar con la “más fea”, vaya por delante que son dos estupendas voces, pero sus personajes se me quedan algo planos e insípidos en desarrollo frente a la fuerza que tienen el resto; una duda, Gleb, el «malo» de la función, ¿no es demasiado parecido al Javert de Les Miserables?. Contar con Angels Jiménez siempre es un tanto a favor, ¡si hasta supo salir airosa de la última producción de Nine! Elegante, tierna, sobria y con una voz como pocas. Pero los que realmente me hicieron disfrutar, porque se nota que ellos lo gozan, son Javier Navares y Silvia Luchetty, ¡fuegos artificiales dentro del espectáculo! Por separado son magistrales, no cabe duda, pero la química que tienen cuando están juntos en escena es algo sublime que no quieres que deje de suceder. ¡Merecen un spin-off ya!

Que nadie vaya pensando en comparar la película de animación con el musical, esto es otra cosa y así ha de verse. Se ha prescindido del toque ‘sobrenatural’ para aportar algo más de verismo a esta leyenda que forma parte de la historia de los Romanov; pero que nadie se asuste, sí, contiene los números musicales que todo el mundo espera ¡y son de ponerte nudo en la garganta! y además hay un buen puñado de números más que llenan de espectácularidad este musical que cuenta con unas voces y una música en vivo de impresión, ¡qué gran placer!

Es cierto que hay un contraste dramático entre los dos actos que quizá descompensa el resultado final, el segundo acto se ha estirado en exceso y quizá le falte un broche algo más brillante para un desenlace que resulta algo atropellado y deslucido, pero estoy seguro que todos vamos a salir con la sensación de haber disfrutado de un fantástico espectáculo que bien merece la entrada y que puede mirar a su «hermana americana» con la cabeza bien alta.

FICHA:

Dirección: Darko Tresnjak Reparto: Jana Gómez, Íñigo Etayo, Carlos Salgado, Javier Navares, Silvia Luchetti, Àngels Jiménez, José Navar, Andrea Currello, Diego Rodríguez, Juan Bey, Marc Flynn, María Arévalo, Marta Malone, Rafael Granados y Xènia García Libreto: Terrence McNally Música original: Stephen Flaherty y Lynn Ahrens Traducción: Zenón Recalde y Roger Peña Escenografía: Alexander Dodge Iluminación: Donald Holder Sonido: Peter Hylenski Audiovisuales: Aaron Rhyne Peluquería: Charles G. Lapointe Vestuario: Linda Cho Coreografía: Peggy Hickey Producción: Stage Entertainment España y Tom Kirdahy Productions

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El curioso incidente del perro a medianoche

Comienza la función de El curioso incidente del perro a medianoche y aquello ya es una explosión de lo que se nos viene encima. El interior de la cabeza de Christopher Boone es un cúmulo de estímulos, de ideas, de imágenes, de lugares que se comparten con el espectador, pasando de cero a cien en cuestión de segundos, y de ahí podría decir que todo se convierte en una carrera de fondo para su protagonista, pero no sería verdad, es un extenuante sprint de dos horas y cuarto para Álex Villazán, secundado por un infatigable elenco, al que José Luis Arellano le confía la columna vertebral de esta mega-producción bajo la adaptación de José Luis Collado.

El curioso incidente del perro a medianoche y su protagonista, Christopher Boone, se han convertido en clásicos contemporáneos, tanto de la literatura, gracias a Mark Haddon, como del teatro por la multipremiada adaptación de Simon Stephens. Las páginas de la novela, como su paso por los escenarios, han hecho que el gran público se emocione con este viaje iniciático. Una gran aventura épica llena de descubrimientos, donde la familia, el paso al mundo adulto y, sobre todo, la superación se convierten en los grandes temas de la historia de este muchacho de 15 años, procedente de una pequeña ciudad británica, al que un hecho fortuito como es la muerte del perro de su vecina, le hará emprender el mayor viaje de su vida. Un viaje que descubriremos desde el interior de su cabeza, desde su particular punto de vista, Christopher padece síndrome de Asperger, circunstancia que nos abrirá los ojos a su forma de percibir el mundo y que, quizá, a muchos nos haga mirar la vida desde una nueva perspectiva tras abandonar el teatro.

La factura técnica de la producción madrileña, con esa escenografía creada por Gerardo Vera, iluminada por Juanjo Llorens, la video escena de Álvaro Luna y el espacio sonoro de Luis Delgado, es apabullante, el auténtico reflejo de cómo funciona el interior de la cabeza de Christopher; imágenes superpuestas, el caos, el orden, la calma, la lógica. Una factura mayúscula que viene a sumar y no a envolver, como suele pasar cuando se realiza un despliegue de medios como el que puede verse en el Teatro Marquina.

Se nota que José Luis Arellano se lo ha pasado como un niño componiendo este montaje. Lograr que todos los engranajes de este espectáculo funcionen con la precisión adecuada no es algo sencillo y lo logra, vaya que si lo logra, pero es que además lo hace transmitiendo diversión, una fuerte carga emocional y una fluidez que se agradecen muchísimo desde el patio de butacas. El dinamismo que tiene el acabado es magnífico, es cierto que un corte en algunos momentos le aportaría algo más de homogeneidad en ritmos y energías, pero en conjunto es un viaje completamente disfrutable y admirable. Es complicado que tanta infraestructura técnica no ahogue la ternura y la humanidad que posee su historia, pero el cariño y la mano de su director lo logran. Viendo el trabajo que ha estado, y está, desarrollando en La Joven Compañía creía haberlo visto todo en su forma de trabajar, pensaba que le tenía pillado “el truco”, pero con El curioso incidente del perro a medianoche, Arellano demuestra que tiene muchos ases todavía bajo la manga y lo aplaudo gozoso.

En cuanto a la interpretación… ¡Uf! ¿Cómo contener el entusiasmo desmedido que me produjo el trabajo de Álex Villazán para no llenar esto de calificativos superlativos? Solo repetiré lo que ya dije por redes sociales, espero que le caigan uno tras otro todos los reconocimientos posibles porque lo que hace Villazán es estratosférico. Tiene entre manos un potro desbocado que le podría hacer salir bastante magullado y, sin embargo, lo ha domado con gusto. Qué placer sentir la emoción que nos atenaza el corazón, esa última pregunta aún se agarrota en mi garganta, y es que tanta honestidad apabulla. Me encantaría sentarme con él y que me hablara sobre lo que pasa por su cabeza durante la función, ¡menudo torrente tiene que correr por ahí adentro! Me produce mucha alegría haber sido testigo de su camino desde que comenzara en La Joven Compañía, comprobar su evolución montaje tras montaje y ver cómo brilla ahora sobre las tablas del Marquina. Emociona pensar en todo el camino que tiene por delante.

Pero la función no sólo es él, además cuenta con Marcial Álvarez, Lara Grube, Mabel del Pozo, Carmen Mayordomo, Anabel Maurín, Boré Buika, Eugenio Villota, Alberto Frías y Eva Egido. Un reparto que juega a favor de este entramando, todos a una, sin apenas respirar, construyendo y deshaciendo, interviniendo, sacándose y poniéndose personajes, jugándolos, pasándolos por la cabeza y el recuerdo de Christopher, a veces caricaturizándolos, otras dándoles algo más de sobriedad, y siempre con un resultado, salvo alguna excepción que aún no ha pillado bien el paso, acorde con lo que exige el conjunto.

Ojalá que El curioso incidente del perro a medianoche haya llegado para quedarse, que sea un tren de largo recorrido, porque esto tiene que verlo todo el mundo, sentir el poder transformador que habita en la mirada de este chico.

Ficha del espectáculo:

Título: El curioso incidente del perro a medianoche Autor: Mark Haddon Adaptación Teatral: Simon Stephens Dirección: José Luis Arellano Reparto: Álex Villazán, Marcial Álvarez, Lara Grube, Mabel del Pozo, Carmen Mayordomo, Anabel Maurín, Boré Buika, Eugenio Villota, Alberto Frías y Eva Egido Versión: José Luis Collado Escenografía: Gerardo Vera Iluminación: Juanjo Llorens Vestuario: Silvia de Marta Coreografía: Andoni Larrabeiti, Música: Luis Delgado Videoescena: Álvaro Luna Producción: Grupo Marquina y Acción Sur.

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Algún día todo esto será tuyo.

¿Cómo se transforma una persona que nace sin tener nada y acaba teniéndolo todo? ¿Cómo nos cambia el poder? ¿Qué somos capaces de hacer por lograr estar en la cima? Estas son solo alguna de las preguntas que Club Caníbal nos plantea desde Algún día todo esto será tuyo, la última entrega de su trilogía Crónicas Ibéricas. A golpe de sarcasmo, mucha guasa y un corrosivo sentido del humor que ahonda en las costumbres y comportamientos patrios.

En la primera parte, Desde aquí veo sucia la plaza, ponían el foco en las tradiciones festivas, en Herederos del ocaso, era la picaresca y, ahora, cerrando esta trinidad teatral, Algún día todo esto será tuyo, rascan en el mundo de la empresa. Las tres propuestas poseen una estructura similar, los tres intérpretes, Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa, bajo la socarrona mano de Chiqui Carabante, juegan a quitarse y ponerse un amplísimo abanico de personajes delante del público, con los que ayudan a dibujar una historia central, en este caso la vida de Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés; un comprometedor lenguaje empeñado en mostrar el lado más mundano de las cosas para, desde ahí, confeccionar un complejo entramado de ritmo frenético que no da respiro. Y, por supuesto, la música en directo a cargo de Pablo Peña que, sin duda, es un personaje más con voz y voto dentro de este “juego de niños” elevado a la enésima potencia. Digo que es un juego de niños porque así nos lo quieren mostrar ellos, envueltos en trajes chaqueta de pantalón corto y sacando ese comportamiento entre lo revoltoso y lo cruel. Ellos se pringan en todos los sentidos y cuanto más sucios, más grotescos y más burros se muestran, mayor es el disfrute.

Bajo esta sátira se esconde un trabajo arduo de investigación, de experimentación y de concreción, que les dispara poniendo en escena esta nueva pieza que mantiene las mismas dosis ácidas de crítica social que sus predecesoras. Los Caníbales se miran el ombligo, el de todos nosotros, para meter caña de la buena; lo tienen muy claro, para reírse de algo, primero hay que hacerlo de uno mismo y ¡vaya si lo hacen! Utilizando un estilo guiñolesco, plantean un juego de personajes y situaciones que, cuanto más controvertidas resultan, más carcajadas provocan.

Para ver esta nueva pieza hay que dejarse las expectativas en la puerta -Bueno, como debería hacerse siempre que se va a ver cualquier espectáculo- Como mejor se va a disfrutar es tomándose cada una de las partes de la trilogía como un plato diferente de un mismo menú, sin esperar necesariamente la misma explosión de sabores en cada uno de ellos. Este plato es igualmente chispeante, pero su escozor es menos evidente, quizá con Algún día todo esto será tuyo se han ido hacia el lado más paródico y la crítica sea menos salvaje, más reflexiva. Si en los dos montajes anteriores se golpeaba con contundencia la moral conjunta del comportamiento patrio, aquí se apunta hacia un individuo concreto, poniendo en tela de juicio su moral para, desde ahí, generar cuestiones que llevarse a casa para reflexionar, pero saliendo, por esta vez, ilesos. Eso sí, los momentos delirantes e incómodos no faltan, la referencia a las cunetas de España removió visiblemente al público que lo recibió con una exclamación de asombro, un golpe de genialidad al más puro, y gozoso, estilo Caníbal.

Un gran broche final para esta trilogía que tanto nos ha hecho disfrutar, divirtiéndonos y escandalizándonos al mirarnos en ese espejo que son las Crónicas Ibéricas. ¿Qué será lo siguiente? ¡Ya le tenemos ganas!

Ficha del espectáculo:

Título: Algún día todo esto será tuyo Dramaturgia y dirección: Chiqui Carabante Reparto: Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa, Pablo Peña / Laura Nadal (música en directo) Diseño de iluminación: Nerea Castresana Música en directo y composición: Pablo Peña Vestuario: Salvador Carabante Escenografía: Walter Arias Ayudante de dirección: Vanesa Espín Diseño gráfico: Fratelli Moca – Jose Fernández Producción: Club Canibal

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