Título:
Júbilo Terminal
Lugar:
El Sol de York
Autor:
Selección de textos realizada por
José Pedro Carrión y Valery Tellechea
Elenco:
José Pedro Carrión
Valery Tellechea
Música:
Mariano Díaz
Iluminacioón:
José Manuel Guerra
Vestuario:
Ana Garay
Dirección:
Jesús Castejón
José Pedro Carrión
Con estas premisas parte «Júbilo Terminal». Una denuncia dicha a la cara, que lanza hacia el espectador personajes como Cyrano, Vanya, Hamlet, Ricardo III, Puck… como armas arrojadizas.
José Pedro Carrión dueño y señor de la escena, que tan pronto le vemos como un ser absolutamente derrotado, como le vemos corretear y saltar cual bufón que intenta hacernos reir con sus verdades y que hace que los cimientos de «El Sol de York» tiemblan con esa potentisíma voz con la que revive un buen ramillete de textos del teatro universal.
Valery Tellechea remueve conciencias, lanza luz y provoca un entusiasmo rebelde con el peso que otorga el convencimiento de quien ama esta profesión.
Y que posee momentos muy bellos, como ese fragmento del Cyrano que me emocionó profundamente.
Todo esto tiene algún «pero» y es que creo que es una obra hecha por y para la gente de teatro, que no sé si llegará a un público mas general.
Toda la primera parte de la función es un juego continúo de textos y personajes clásicos que, a parte de lo perfectamente ejecutados y el juego de descubrir su procedencia, creo que despista por su complejidad y no logra indicar hacia donde quiere llegar.
No es hasta el momento en el que Valery Tellechea aparece como la joven actriz, que uno comienza a vislumbrar la propuesta y es ahí, cuando el diálogo se establece de una manera mas clara, consiguiendo llamar nuestra atención.
En ese momento comienzan a decirse verdades como puños. Se arremete contra todo profesional que se precie, desde el mas nuevo e ilusionado actor que quiere llegar rápidamente a lo mas alto, a los grandes «Totems» de la interpretación que miran desde su posición acomodada como todo se desmorona, que no se molestan en mover un dedo desde esa posición privilegiada.
«Júbilo Terminal» apela a un «desperece» general para sacar adelante una profesión que padece de una enfermedad terrible, «ombliguismo galopante«. Su Talón de Aquiles.
La función camina por la fina línea entre la denuncia, absolutamente necesaria, y el panfletismo, y a veces patina excesivamente hacia lo segundo… Espero que al menos esto sirva para que tenga lugar el despertar interno de la profesión.
Es una función complicada de digerir y de asimilar por el nivel de conocimiento teatral que exige para poder caminar comodamente por su interior, pero que puede ser necesaria como grito desesperado que reclama con urgencia una unidad dentro del mundo del Teatro… pero una unidad real, no de «Photocall«.
