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Alma Andrea Dueso Arturo Turón Bergman Cristina Masson Nave 73 Rocío Muñoz-Cobo

Alma

Título:
Alma

Autor:
Arturo Turón 
(Basado en «Persona» de Ingmar Bergman)

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Rocío Muñoz-Cobo
Andrea Dueso
Cristina Masson

Escenografía:
Juan Divasson

Iluminación:
Jon Corcuera

Espacio Visual:
Sergio Lardiez

Vestuario:
Ana López

Dirección:
Arturo Turón

Unos elementos escénicos naturalistas se reparte en un espacio imaginario que no puede dejar de recordar al Dogville de Lars Von Trier. Las luces de la sala se apagan y un relampagueo de imágenes nos acercan a lo que se nos viene encima; viendo aquello pensé en Bergman, pero también en Buñuel, incluso en Lorca, y en Pasolini, y el corazón se me encogió al descubrir que la voz de Jim Morrison era el colchón poético sobre el que todo ello reposaba y de repente… Electra se queda muda… Fascinante y enigmático, ¿verdad? Pues así es como arranca «Alma», la adaptación escénica que Arturo Turón ha tenido la osadía de realizar de «Persona» de Bergman. Y no utilizo el término osadía como falta de respeto o de vergüenza, si no como jugada arriesgada o peligrosa, ya que el director se expone a ser juzgado y comparado, y eso es lo que me apasiona de su labor, porque yo no creo que Arturo quiera compararse, si no que lo utiliza como vehículo para expresarse.

Que nadie vaya a ver esta función pensando en encontrarse algo sencillo, pensado para agradar a cualquier tipo de paladar. Más de uno y de dos no pasarán por el aro, eso está más que claro, pero yo, que soy el espectador con el turno de palabra, puedo decir que aún paladeo con gusto la propuesta. Sí, quizá en algún momento peque de densa, no vamos a negarlo, pero yo la degusté con placer y cierta fascinación. Me gusta recoger el guante de ciertos retos teatrales y entregarme a ellos, al igual que aplaudo el intento por explorar y beber de cuanto referente nos agite por dentro.

Los problemas internos, mentales, psíquicos, de los actores y actrices, siempre son un tema recurrente. Son personas que se exponen y fuerzan sentimientos, corriendo el riesgo de quebrarse, incluso hartarse o querer dejar de ser quienes son, al darse cuenta de la farsa que viven día sí y día también, y no solo sobre las tablas. Pero también hay que mirar a todos aquellos seres anónimos que tienen necesidad de ser escuchados, de expiar sus pensamientos a base de darles voz, de sentirse vivos a golpe de exceso de verborrea. De ahí surgen tanto Elisabeth, actriz que en plena representación deja de hablar por decisión propia, y Alma, joven enfermera que la cuida en su retiro voluntario, y que decide abrirse a ella, confesándole inocentemente sus más íntimos secretos, hasta el momento en el que Elisabeth, desde su mutismo envenena esa inocencia, llevándola a enfrentarse con sus propias dudas y demonios.
Un juego de espejos donde ambas mujeres se mostrarán desde lados opuestos que terminarán por tocarse y fusionarse.

Andrea Dueso se enfrenta al reto de dar cuerpo a esta función como única voz, y atrapar al espectador con un personaje como Alma, que tiene tanto que contar y del que en momentos nos apiadamos y enternecemos, y del que en otros acabamos por hastiarnos. Nos muestra su inocencia sin filtros y eso no siempre sabemos recibirlo con agrado y comprensión. Y ahí radica la complejidad de su cometido, mantener ese equilibrio de manera interesante para el espectador,  hasta llegar al momento en el que todo se rompe, donde toda esa luz es ensombrecida, dando paso al reverso que cualquier persona portamos y del que no somos conscientes hasta que no nos vemos a través de los ojos de otro. Perturbador.

Y ahí está Rocío Muñoz-Cobo y la difícil tarea de lograr crear un personaje como Elisabeth, que desde el silencio y la escucha logre destilar tantas sensaciones, que transmita el hartazgo y esa extraña fascinación hacia los demás, hacia esa necesidad que tenemos todos de «regalarnos» a los extraños. Qué forma de mirar, de opinar sin hablar, de apoyar y subrayar cuanto Andrea dice… Su Elisabeth es ese gato cruelmente juguetón que observa sin compasión a un esperanzado ratón que acabará entre sus fauces , pero… ¿finalmente eso será así? Ahí lo dejo para no destripar nada a quien vaya a verla.
Impresionante la magnifica elección de actrices, la conexión y la simbiosis que se genera entre ambas mujeres. 

El caso es que ambas actrices, junto a la coreógrafa y bailarina Cristina Massón, y al gran equipo que dan forma a «Alma», tejen un poema teatral, lleno de belleza, de contrastes y similitudes, que uno se lleva a casa y que, aún pasados los días, uno lo nota que sigue latiendo. Es desasosegante, terriblemente fría, cruel, y por eso mismo creo que es fascinante.
«Alma» es de esas funciones de largo recorrido que, si se la deja crecer, conseguirá tener un poso tan potente que apetecerá revisitarla unas cuantas veces, además de ir descubrir y desgranando todos esos detalles que Arturo Turón esconde dentro de ella.

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Ana Mayo Antonio Lafuente Borja Luna Iris Díaz Javier Lago José Gómez Friha La Isla de los Esclavos Nave 73 Pierre de Marivaux Venezia Teatro

La Isla de los Esclavos

Título:

La Isla De Los Esclavos

Autor:
Pierre de Marivaux

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Iris Díaz (Eufrosina)
Antonio Lafuente (Ifícrates)
Javier Lago (Trivelín)
Borja Luna (Arlequín)
Ana Mayo (Cleantis)

Esecenografía y Vestuario:
Sara Roma

Iluminación:
Marta Cofrade

Dirección:
José Gómez

Ya había tenido la ocasión, y porqué no decirlo, fortuna, de haber podido disfrutar de «La Hostería de la Posta» y «Los Desvaríos del Veraneo», montajes de la Compañía Venezia Teatro, así que con esas dos funciones como garantía, no he querido dejar pasar «La Isla de los Esclavos», espectáculo que realmente ocupa el segundo lugar, cronológicamente hablando, en la vida de la compañía.
Entre Goldoni y Goldoni, Venezia Teatro juega con un Marivaux. Una propuesta diferente, que se desmarca de sus hermanas en un ejercicio de estética y género completamente diferente y que viene a plantearnos cuestiones tales como el compromiso que conlleva la libertad o el abuso del poder, y que dicho así, parece poca cosa, pero que sin embargo da para una larga reflexión tras la función.

La historia nos cuenta como Eufrasina e Ifícrates, junto a sus dos criados Cleantis y Arlequín, sufren un naufragio y van a parar a la Isla de los Esclavos, lugar donde los amos pasan a ser los sirvientes de los que antes estuvieron a su servicio. En esa isla habita Trivelín, quien les da un corto plazo para que cada uno de ellos asuma el rol del otro, nombre incluido, y logren entender y perdonar el comportamiento pasado de su antigua vida en Atenas.

Como digo, es una propuesta que da un giro tanto en el lenguaje escénico como en el género; José Gómez, en este montaje opta por la estética preciosista del blanco sobre negro, diferenciando así los status sociales por colores y ofreciéndonos toda una gama de tonos grises a la que optar dentro de la libertad que se nos ofrece. Un suelo como tablero de ajedrez circular, ¡bellísima y fascinante creación! por la que los personajes se mueven en esta pugna por hallar los valores personales y sociales. La historia aparentemente quiere aleccionar al espectador a la vez que a sus protagonistas, haciendo que todos reacciones en ese final en el que tanto personajes como espectadores nos rebelamos y posicionamos, tomando verdadero partido en lo que acabamos de vivir. ¿Buscamos ser poderosos? ¿Estamos preparados para sentirnos libres y gestionar esa libertad como es debido?  ¿Sabemos perdonar? Son solo una pincelada de las cuestiones que se nos plantean desde esta propuesta.

Los Venezianos se arriesgan y salen airosos de un texto que cambia de género por momentos, que supone un reto interpretativo, que tan pronto te hace reír como reflexionar sobre si estamos riéndonos de lo debido o incluso en contra de nuestra forma de pensar, que es complejo en su ejecución y que a primera vista incluso podría no atraer por, como digo mas arriba, ese tufillo aleccionador que desprende, pero del que sabiamente se desprenden con un solo manotazo.
Un juego escénico brillante, enérgico y bien interpretado. Los cinco componentes del elenco están a la altura y son altamente disfrutables, y esto que digo que suena ciertamente prosaico, es algo que a mi juicio es sumamente importante para llevar a buen puerto una función. Tanto Ana Mayo, Borja Luna y Antonio Lafuente, miembros estables de la compañía, como Iris Díaz y Javier Lago son una más que apetecible materia prima con la que José Gómez logra aportar una particular luz este montaje. Ana arrasa con su personalidad, Borja aporta la vitalidad y energía, Antonio el peso escénico, Iris el sentimiento y Javier la sobriedad. Y si a eso se le suma la cuidada escenografía y vestuario de Sara Roma, pues nos encontramos ante un montaje de esos que hay que explorar.

Me aventuro a decir que Venezia Teatro es una compañía que ya tiene un estilo propio muy recomendable; que a través de sus tres montajes han ido desarrollando un gusto exquisito por el teatro que ponen sobre las tablas, y no solo hablo en lo que a estética se refiere, que son impecables, lo digo porque además se les nota oficio, mamado de todos esos trabajos externos que desempeñan y que inteligentemente plasman en estos otros más personales en los que se embarcan; y algo muy importante, las ganas,  esas que hacen de un montaje, por humilde que sea, algo grande, vibrante y de calidad, que falta nos hace y agradecemos; y esto que digo se ve en la luz que cada uno de ellos desprende tanto como compañía como individualmente, en la generosidad que poseen en cada una de sus propuestas, en cómo saben transmitirlo desde el escenario y en la entrega con la que se exponen.
Un teatro bello, comprometido y con contenido.

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Andrés Requejo Bradley Secker Carlos Alonso Callero Douglas Rintoul Elegy Nave 73

Elegy

Título:
Elegy

Autor:
Douglas Rintoul

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Andrés Requejo

Espacio Sonoro y Música Original:
David Good

Movimiento Escénico:
Fredeswinda Gijón

Iluminación:
Marta Cofrade

Escenografía:
Matías Cabia

Dirección:
Carlos Alonso Callero

La memoria es caprichosa no tiene una forma lineal de recordar las cosas, va, viene, vuelve a retroceder, enlaza lo que aparentemente no tiene relación y provoca que nuevos recuerdos broten en los momentos más inesperados, y así sucede con Elegy. Una historia contada en fragmentos, como los de los corazones rotos desde los que emanan estos recuerdos. Corazones rotos por el amor, por la soledad, por el rechazo, por la pérdida… pero también contada desde las sonrisas, la inocencia, las miradas cómplices, las caricias y los besos, que también habitan en esos mismos fragmentos.
Una historia que nace de la rebeldía de una mano izquierda que lucha por tener su propia identidad y que crece hasta convertirse en la inmensidad de toda una población.
Elegy es la historia de multitud de voces que habitan en la clandestinidad, de cuerpos amontonados, del eco de los abrazos, de la incomprensión, de la diferencia, del castigo por amar, pero a la vez de la lucha por no olvidar, de una huida hacia adelante por preservar un recuerdo y la voz con la que poderlo contar.
Un texto escrito por Douglas Rintoul basado en las entrevistas que tuvo el fotoperiodista Bradley Secker con refugiados iraquíes homosexuales que se ven obligados a huir a Siria por la persecución a la que son sometidos en su propio país. Un golpe al recuerdo en forma de monólogo, dirigido por Carlos Alonso Callero  e interpretado por Andrés Requejo, que destapa el dolor de quien tiene que exiliarse por las creencias y la incomprensión de un pueblo.
Este montaje es un canto al amor, que comienza con esa primera vez que un niño descubre que la palabra «amistad» se queda pequeña para la inmensidad que siente dentro del pecho hacia su amigo y que no puede definir con palabras, pero que, sin embargo, puede demostrar con tan solo un roce o una mirada cómplice… Ese amor viaja, imperturbable, en el tiempo, pero el destino querrá colocarles en el sitio menos adecuado para expresarlo abiertamente y les llevará a sufrir una persecución que vendrá dada de la mano con la tragedia y el exilio.
Todo esto contado así puede sonar excesivamente tremendo, y desde luego que el tema da para ello, pero que sin embargo, tanto Carlos Alonso Callero como Andrés Requejo, ayudados por todo ese equipo que les acompaña en este viaje, han preferido romper con la oscuridad en su lenguaje y afrontar el drama desde la luz, provocando la sonrisa cómplice del espectador, fórmula perfecta para calar hondo en cada uno de nosotros y descubrirnos que, además del exilio y de la pérdida, de lo que realmente se habla es de la esencia de la vida, de ese sentir que no se apaga y que es mucho más fuerte que cualquier persecución o vejación o tortura que se pueda infligir a un cuerpo, la que los amantes sienten; esa que permanece más allá de la vida y la muerte y que queda absolutamente patente en estos personajes sin nombre que habitan en el interior de Elegy, de estos seres poseedores únicamente de una inicial como identidad porque deben permanecer ocultos por seguridad, o porque realmente no son solo un individuo, si no la voz de una inmensidad a la que se le pretende obligar a sentir como los prejuicios imponen.
El maravilloso y delicado trabajo que ejecuta Andrés Requejo es digno de alabanza, aún le queda camino para alcanzar la redondez, son pocas las funciones, pero ya hay tanta belleza en lo que ofrece, transmite tanto sentir, tanta verdad y honestidad en dosis tan cuidadas que, cuando posa sus ojos en nosotros, entendemos todo la carga de esta historia; es más, desde el mismo momento que, dándonos la espalda, comienza a contar a través de esa mano izquierda, que dice tantas cosas y que parece tener vida más allá de su dueño, ya nos tiene entregados.
Como dije en otra publicación sobre esta misma función, Andrés dibuja el texto en cuerpo y palabra,  tan importante es lo que nos cuenta a viva voz, como lo que nos muestra a través de sus movimientos, ¡qué belleza!, viajando junto a él a todos esos lugares desde los que nos desgrana la historia. Una silla es su único elemento, y creedme, no es necesario más, porque nosotros veremos todo lo que Requejo nos quiera mostrar e iremos allá donde nos quiera llevar.

Los saltos en el tiempo, de la inocencia de la niñez, en ese río donde comienza todo, a esa sala de interrogatorios llena de palabras tergiversadas, o desde ese otro río que es sinónimo y antónimo, dependiendo de su orilla, pues le entrega libertad, soledad, esperanza y desarraigo a partes iguales, a esa plaza donde el dolor y la muerte convierten en eternidad el amor de esos amigos, contienen un grito de libertad y de vida tan sobrecogedor que incluso ahora, mientras os lo estoy contando, el sentimiento atenaza la garganta recordándolo. 

En Elegy bella es la interpretación, bella la propuesta escénica, el movimiento, la música, bella es la puta tragedia que arroja y bello es el amor que dibuja. Y todo es debido a que está contada desde una realidad llena de denuncia y desgarradora brutalidad, pero rebosante de un poético sentimiento de amor por vivir la vida fieles a nosotros, luchando por nuestra identidad, como esa mano izquierda.

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Beatriz Arjona Cliff Delicia En Un Entreacto Radio GetafeVoz La Casa de la Portera La Pensión de las Pulgas Nave 73 VACA

En Un Entreacto Radio – Programa 26

Llega un nuevo programa de En Un Entreacto Radio cargado de ganas y de mucha ilusión por poder acercaros estos 70 minutos de actualidad teatral desde nuestro estudio de GetafeVOZ.
Tras nuestro periplo londinense venimos con ganas de hincarle el diente a las propuestas que nos ofrece la cartelera madrileña y ofrecérosla a todos nuestros amigos Entreacteros.
Esta vez hemos tenido el enorme placer de poder contar con Alberto Velasco y hablar de los espectáculos que tiene en cartel en estos momentos, “¡VACA!” en la Sala TÚ, “Cliff” en La Pensión de las Pulgas y el inminente estreno de “Delicia” en La Casa de la Portera, además de poder charlar con él de cómo romper estereotipos en el mundo del arte.
También hemos visitado de la mano de nuestros invitados Abel Zamora y Beatriz Arjona el reestreno de “¿A Quién Te Llevarías a Una Isla Desierta?” de Jota Linares y Paco Anaya, que podemos ver en Nave 73, con un nuevo elenco y novedades en el montaje. Una charla llena de sorpresas y de mucha cercanía.
Una vez más salimos encantados de poder recibir a invitados como los que han poblado esta nueva entrega de nuestros entreactos.
Esperamos que los disfrutéis tanto como nosotros.
¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!
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Íñigo Rodríguez-Claro Carlota Gaviño Grumelot Javier Lara Juan José Rodríguez Los Brillantes Empeños Mikele Ruíz Nave 73 Pablo Messiez Rebeca Hernando

Los Brillantes Empeños

Título:
Los Brllantes Empeños

Autor:
Pablo Messiez
(Sobre textos del Siglo de Oro)

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Carlota Gaviño
Rebeca Hernando
Javier Lara
Juan José Rodríguez
Íñigo Rodríguez-Claro
Mikele Urroz

Escenografía, Vestuario e Iluminación:
Pablo Messiez
Javier L. Patiño
Grumelot

Producción:
Grumelot
Nave 73
Festival Internacional De Teatro Clásico de Almagro

Dirección:
Pablo Messiez

Adoro el teatro en verso, adoro lo que cuenta y sobretodo cómo lo cuenta, adoro escucharlo en boca de quien tiene algo que decir con él y adoro también el silencio, esos espacios en los que uno respira, mira desde su interior y siente la necesidad de no decir porque lo que le remueve por dentro es más grande que las propias palabras.
«Los Brillantes Empeños» es todo un homenaje a esto y a otras muchas cosas que irán saliendo a lo largo de la crónica… o no. Con todo lo que pellizca Pablo Messiez por dentro uno no sabe ni lo que va a contar al hablar de ello.
Seis hermanos en escena, como seis niños perdidos en el País de Nunca Jamás, con una Wendy en el filo de la infancia y la adultez, llena de responsabilidades cruelmente impuestas como primogénita, con un corazón lleno de amarga soledad, insoportable carga de madurez para su edad.
Seis seres humanos con la pasión de los clásicos como única referencia a imitar; empujados a interpretar la vida desde la mirada de los autores del Siglo de Oro español, con el verbo y la retórica de la época para aprender a canalizar y descubrir el sentir del espíritu humano.
Seis almas «segismundianas» que destapan el sentir más primario a golpe de olores, roces, besos, de carnalidad y de Luna. Impulsos llenos de enternecedora e ilimitada inocencia; con una vida atrapada entre cuatro paredes de pasado incierto, violento, desdichado. Una mirada primeriza, llena de misterio, de extraño sentir, de dolores extracorpóreos que comen el alma más inocente, y de AMOR. Amor al alma, amor a la carne, amor fraternal, ciertamente incestuoso, a la palabra, al silencio, a la música, al ritmo interno de cada una de esas seis vidas, que se transforman en infinitas cada vez que recitan un nuevo parlamento como explicación a tanto sentir enigmático.
Un juego de textos propios y ajenos bien enfrentados, quizá algo densos en algún momento, pero con una acertada y necesaria sencillez en lo que cuenta; que invita a abrirse a las interpretaciones post-función. La complejidad que abraza este experimento lo encontramos ya escrito varios siglos atrás, estupendamente adoptada en favor de la historia.
De «Los Brillantes Empeños« salí tremendamente enamorado, conmovido por el trágico lirismo del destino de estos seis hermanos, con el corazón enternecido de tanto sentir. Con una puesta en escena breve de espacios, esquemática, y sin embargo tan profunda en simbolismos.
Hubo momentos que casi me subía en la chepa del espectador que tenía delante de tanto que me iba inclinando en mi asiento. Sentía la necesidad de acercarme más y más a lo que sucedía en escena para impregnarme de ello, intentando asirme a una brizna extra de aquello que fluía en escena.
Escuchar los versos de Calderón, de Lope, de Quevedo, fuera del contexto de sus obras originales y percibir un sentimiento renovado en ellos, es algo fascinante. Volver a saborearlos en labios ajenos a los personajes para los que fueron creados, es volver a descubrirlos con un gusto maravilloso, con un renacer tan cargado de sentir que se agarrota en la garganta y se escapa por los ojos en forma de lágrimas. Cuántos matices escondidos, qué belleza redescubrir la riqueza del vocabulario y las mil formas que adopta; y con un extra tan sublime como es que se pueda aplicar a cada uno de nosotros, prueba palpable de que realmente son universales y que son la vía perfecta para canalizar todo ese torbellino de vida que nos bulle por dentro.
Lo que Grumelot hace en escena es arriesgado, está lleno de valentía y de buenas intenciones, pero sobretodo ganan al espectador con la ternura y la sencillez desde donde se nos ofrecen. 
Un trabajo físico complicado, mezcla acertada de códigos que conforman un microuniverso perturbador y a flor de piel. Un mundo lleno de primeras veces, de ojos que aprenden a mirar, de almas que se expanden y de las que asistimos a su primer salto al vacío con el que emprenden el vuelo a la vida.
Una maravilla la forma que tienen de hacernos redescubrir el verso, haciéndolo tan terrenal, tan primario y, porqué no decirlo, tan sexual. En definitiva sintiéndolo tan vivo.
Confieso que a mi me ganaron por completo desde ese momento «mesa» «silla», a partir de ahí me entregué de lleno a ellos y dejé que jugaran cuanto quisieran con mi alma.
La comunión entre la particular visión de Messiez y la absoluta implicación de Grumelot posee una luminosidad tan íntima que invita a que la amemos sin prejuzgarla, que la descubramos con ojos limpios y dispuestos. 
Una propuesta delicada que guarda en su interior un bello homenaje a la esencia del Siglo de Oro, a la música, al ritmo, al silencio, a la palabra… y sobretodo, y por encima de todo, al empeño de vivir.
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Alfonso Casas Amores Minúsculos Iñaki Nieto Los Zurdos Nave 73 Teatro

Amores Minúsculos

Título:

Amores Minúsculos

Autor:
Iñaki Nieto (Basado en el comic de Alfonso Casas)

Lugar:
Nave 73

Elenco:

DESEO                              PASIÓN
Guillermo Barrientos      Álvaro Cea
Pablo Castañón                Álvaro Puertas
Elena Alférez                    Celia Arias
Mariona Tena                   Miriam Juanes
Héctor González               Ramón San Román
José Asunción                   Javier Martínez

Escenografía:
BATAVIA, Elvira Ruíz

Iluminación:
Javiér Hernández

Música:
Juan Hernando

Producción:
Los Zurdos (Iñaki Nieto, Edu Díaz y Diego Rebollo)

Dirección:
Iñaki Nieto

Ha llegado a nuestra cartelera «Amores Minúculos», un nuevo montaje que ofrece un retrato generacional, al más puro estilo de «Los Miércoles No Existen» (es inevitable hacer comparaciones), es decir, un elenco juvenil, caras conocidas, con una historia cercana y dos repartos diferentes que nos cuentan la misma historia.
En esta ocasión todo sucede en un espacio de tiempo mucho más corto, con una línea argumental más sencilla y directa, donde la media de edad ha bajado, y donde se nos habla de esos jóvenes a punto de llegar a la treintena que se plantean si eso del «Amor» es algo que pasa o que hay que buscarlo.
Basada en el comic de Alfonso Casas que lleva el mismo nombre, «Amores Minúsculos», dirigida y adaptada por Iñaki Nieto; habla de esos instantes en los que sentimos como alguien irrumpe inesperadamente en nuestras vidas volviéndonos el corazón del revés. El instante justo en el que se enciende la chispa que no sabemos si acabará por ser un simple fogonazo cegador o será el inicio de esa gran historia de amor que todos esperamos.
Como ya decía, en esta función se pueden ver con dos repartos diferentes, a los que han llamado «Deseo» y «Pasión«, y de los que, habiendo visto ambos elencos, puedo decir que hay diferencias bastantes notables entre uno y otro. Quizá no sea correcto comparar, cada trabajo está enfocado desde una perspectiva diferente, las químicas y las personas no son las mismas, pero yo como espectador he encontrado mis preferencias.
Hay que partir de la base de que la historia es bastanta tópica, no hay que ir con la idea de ver la obra definitiva que dibuje a toda una generación, ni mucho menos, simplemente hay que ir con ganas de ver un divertimento que contiene elementos juguetones, desenfadados y con algún giro tramposillo. Eso sí, tiene algunos agujeros en el libreto que deberían ser subsanados para redonderla un poco más. Y no me vale la excusa de que está así en el comic. Creo que ya que se realiza una adaptación, hay que intentar mejorar las carencias del original, ¿no?
El primer elenco que vi fue «Pasión«, un reparto que tiene sus luces y sus sombras. 
Comenzó la función con un volumen muy flojo y excasa proyección, yo me encontraba sentado en la penúltima fila de una abarrotadísima grada de Nave 73, y apenás si escuché el primer monólogo de Álvaro Cea, pero no solo le pasaba a él, era la tónica general del reparto, al igual que algún personaje excesivamente parco en reacciones y en expresividad, las intepretaciones con sobredosis de televisión hacen mucho daño en teatro. 
Hay excepciones como Celia Arias, que destaca por su energía, capaz de levantar escenas ella sola. O Javier Martínez y Álvaro Puertas que dan algo de poso y madurez a sus personajes. 
En general la función no estaba del todo asentada, el ritmo tenía excesivos altibajos y salí con la sensación de que las emociones que pretendían generarme con la historia, venían provocadas realmente por la música, acertadísima en cada momento, de Juan Hernando y no por el trabajo actoral. Creo que es un reparto al que aún le queda trabajo por hacer, que pasa por encima muchos matices que están en el texto y al que la dirección debería pulir intenciones. Sus personajes están excesivamente estereotipados como para llegar a empatizar con lo que les sucede.
Después he visto «Deseo«, un reparto que desde el mismo comienzo sale a escena con ganas de comerse lo que le pongan por delante y demuestran un peso que llama gratamente la atención, interesa. Y eso que fui con desconfianza.
El texto lo tienen mucho más interiorizado, saben de lo que están hablando, lo que te quieren contar. Es un elenco mucho más potente, donde se ve que el engranaje encaja. De él quiero destacar el maravilloso trabajo que hace Elena Alférez que no para de crecer durante toda la función, un auténtico placer ver como hace evolucionar a su personaje. Sin desmerecer al resto de actores, que dibujan unos personajes mucho más interesantes, más naturales, en los que se ve con claridad cuales son las relaciones entre unos y otros, transmitiendo una realidad en sus situaciones que, aún conociendo la historia y sabiendo los giros, consiguieron que saliera emocionado y divertido. Un trabajo muy recomendable de ver para todo aquel que tenga ganas de pasar un rato agradable.
Habría que ver que sale de mezclar un elenco y otro.
Un «pero» que pongo a la función en general es el empeño en acercar la acción tanto a la primera fila. Tan solo es una apreciación mía y el director tendrá sus razones para haber decidido hacerlo así, pero creo que Nave 73 posee un espacio escénico enorme y resulta incomodísimo tener al actor tan cerca cuando no es teatro de proximidad. Si la acción transcurriera metro y medio más atrás, sería perfecto. El espectador de la primera fila no se sentiría invadido y los que lo ven desde atrás no tendrían que estar esquivando cabezas para ver lo que sucede.
«Amores Minúsculos», si saben sacar partido de lo que tienen entre manos, podría estar llamada a ser una de esas obras que perduran en cartelera meses y meses, pero hay que cuidar algunos aspectos y pulir ciertas carencias que pueden hacer que se quede en un fogonazo.
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Alberto Velasco Ana Parra Antonio Velasco El Ultimo Vuelo Saint-Exupery Iria Márquez Mon Hermosa Nave 73 Teatro Teatro de Poniente

El Último Vuelo de Saint-Exupéry

Título:
El Último Vuelo de Saint-Exupéry

Autor:
Mon Hermosa

Lugar:
Nave73

Elenco:
Antonio Velasco
Ana Parra

Diseño Iluminación:
Sergio Balsera

Espacio Sonoro:
Vaz Oliver

Vestuario:
Ester Lucas Jaqueti

Escenografía:
Teatro de Poniente

Coreografía:
Alberto Velasco

Dirección:
Iria Márquez

Desde hace ya un par de montajes me he convertido en un incondicional de los montajes de Teatro de Poniente, tienen ese «algo» especial que cala poquito a poco y que logra quedarse ahí dentro dejando un regusto muy tierno.Dejarse llevar por su embrujo es algo que todos deberíamos probar aunque fuera una sola vez en la vida.
En esta ocasión nos presentan un nuevo desafío, una apuesta que va un paso adelante en lo que a su universo particular se refiere. Con motivo del Festival Surge Madrid nos traen «El Último Vuelo de Saint-Exupéry».
La historia nos presenta a Antoine de Saint-Exupéry, autor del famoso libro «El Principito», quien tuvo una vida intensa y una muerte misteriosa, de la que nada se ha sabido hasta hace poco que un pescador rescató del mar un brazalete en el que figuraba el nombre de su esposa… Partiendo desde esta pemisa, la mente de Mon Hermosa se disparó y comenzó a imaginar cómo pudo ser el tránsito de Saint-Exupéry en esa especie de limbo hacia la muerte. A partir de ahí todo lo que veremos es pura poesía.
Un montaje que nos convierte en una presencia que respira y observa desde la oscuridad, y que el protagonista siente, en cierta manera nos teme, no sabe qué somos y la manera de combatir ese temor es hablar. Hablar de su vida, con excitación, con la pasión de quien toma su paso por la tierra como una aventura por la que hay que transitar con intensidad. Nos habla de sus sueños, de sus conquistas, de sus mujeres, del amor, de cómo entró en su vida y cómo jamás salió de ella; porque Saint-Exupéry tuvo muchas mujeres y todas le dejaron un poso en su interior del que no quiso desprenderse, y eso es lo que nos cuenta, las recuerda a todas ellas con una sonrisa, con un cálido beso, con un abrazo protector, con la nostalgia y la emoción de quien piensa que lo mismo, en este viaje a otro plano podría reencontrarse con ellas, de hecho, mientras espera su partida definitiva, la muerte, personaje temible y juguetón, le hace revivir momentos de su vida para que nosotros, sombras silenciosas, seamos testigos del legalo de este hombre.
Pero no solo habla de mujeres, habla de la hipótesis de cómo fue su final, de momentos históricos, de grandes aventuras, de altos vuelos…
Iria Márquez ha sabido poner en escena con su dirección la ensoñación de Mon Hermosa con una belleza y un gusto exquisito, sabiendo hacer de Antonio Velasco y Ana Parra todo un universo de sentimientos, vida y recuerdos que atrapan y emocionan. Un detalle a tener en cuenta de este montaje es la mezcla entre teatro y danza de la que se compone; apuesta arriesgada que funciona con absoluta naturalidad gracias a la maravillosa e indispensable mano de Alberto Velasco quien subraya con tanta sensibilidad esta bella historia y le imprime una visión sobrenatural y muy poética. Al igual que el espacio sonoro de Vaz Oliver y la bellísima ilumanción de Sergio Balsera, que junto a la escenografía y el vestuario de Ester Lucas Jaqueti, son complementos que acaban por darle sentido y hacen posible el ambiente requerido a esta mágica puesta en escena.
Antonio Velasco se planta la piel de Antoine de Saint-Exupéry y le imprime una personalidad tan palpable, aunque a veces la línea es demasiado fina entre Antoine y Antonio; tan real, que incluso situándole en ese pequeño asteriode en el que se encuentra, uno cree lo que cuenta. Regala tanta sensibilidad a su personaje y lo conduce por un camino tan amable, a pesar de la dureza de lo que cuenta, que logra hacer de este hombre aventurero y viajero un ser entrañable al que querer acompañar a través de este tránsito entre la vida y la muerte. 
Antonio sabe el camino por el que quiere llevar su trabajo, los riesgos que quiere asumir y el enfoque que le quiere dar; es innegable que la magia de Teatro de Poniente reside en sus manos.
Ana Parra tiene la difícil tarea de hacernos creer que ella es todos y, a la vez, un solo personaje. Baila, se retuerce, es animal, es bruma, es magia, es un sentimiento, es hombre, es mujer, lo es todo y siempre con la generosidad de estar al servicio de su compañero de escena. Su «Muerte» es una especie de hada con toques de Gato de Chesire, asusta, es enigmática, transmite dulzura, miedo… Bello trabajo el suyo con la varita de Alberto Velasco.
Una lírica y apetecible propuesta que seguro va a ir creciendo y tomando forma con el transcurso de las funciones, que va a regalar belleza a todo el que quiera entregarse a ella.
Una función diferente, que despeja el espíritu, que emociona con su arrullo y que enamora con esa forma tan especial y personal de contar y tratar a los personajes. Un nuevo golpe de magia de Teatro de Poniente.
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Chochos Esther Gimeno Marta de Castro Nave 73

Chochos, El Musical

Título:

Chochos, El Musical

Autor:
Esther Gimeno

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Marta de Castro
Esther Gimeno

Canciones:
Erik Satie, Kurt Weil, Norbert Glanzberg y Edith Piaf, Alain Boublil y Claude-­Michel
Schönberg, y John Kander.

Música en Directo:
Marta de Castro

Dirección:
Marta de Castro
Esther Gimeno

Así, leído de primeras, puede chocar un espectáculo con ese título, ¿verdad? y el cartel quizá no sea de lo más atrayente, pero esa es solo la primera capa de esta cebolla que es «Chochos», show que se puede ver las noches de Abril en «Las Golfas» de Nave 73.
Si vamos a ver «Chochos«, nos encontraremos con un espectáculo en el cual se mezcla el Stand Up Comedy más corrosivo de la mano de Esther Gimeno, mezclado con canciones que van desde el cabaret berlinés de Kurt Weil, pasando por musicales como Les Miserables, Avenue Q o Cabaret, la presencia de Edith Piaf e incluso deleitarnos con unas gotas de ópera… ¿cómo? ¿ópera? Sí, señoras y señores, Marta de Castro tiene la generosidad de compartir con nosotros, y al piano, su extraordinaria voz en un espectáculo de pequeño formato, acercándonoslo a los que somos profanos de este género.
 
«Chochos» es un espectáculo que critica los tópicos de siempre, que habla de mujeres y los satélites que orbitamos a su alrededor, que discute sobre la guerra de sexos, mofándose de ello, y sobretodo se ríe, y hace que nos riamos a carcajadas de nosotros mismos. Aquí hay para todos, ¿cómo se define usted? ¡pues para usted también hay!
Esther Gimeno y Marta de Castro salen a escena dispuestas a repartir mamporros de humor, erigiéndose como representantes de esos Chochos que siempre han tenido algo que decir y nunca han sido escuchados y, entre canciones y risas, soltar unas cuantas verdades que a alguno pueden incomodar, pero que con la gracia que le imprimen, no queda otra que reirse con ganas y unirnos a su cruzada. Cada vez estamos cayendo en una mojigatería más tontorrona y de vez en cuando apetece que nos metan caña como lo hacen Esther y Marta.
Esther llama a las cosas por su nombre y no se sonroja por ello, además evitando la cansina y pestosa pose de feminista radical en el que era tan fácil caer, haciendo de este espectáculo algo simpático, entretenido, que dentro de su humor corrosivo es muy amable de ver, y que deja con ganas de más.
Y si a eso le añades la ocasión de poder deleitarse de una voz como la de Marta de Castro y una selección de canciones tan bien elegidas, pues no queda mucho más que decir. Solo recomendárosla para comenzar el fin de semana con unas buenas carcajadas.
¡Arriba esos Chochos!

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Edu Ferrés Jota Linares Lo Esencial Es Invisible a Los Ojos Nave 73 Reme Gómez

Lo Esencial Es Invisible A Los Ojos

Título:
Lo Esencial Es Invisible A Los Ojos

Autor:
Jota Linares

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Edu Ferrés
Reme Gómez

Escenografía:
David Pizarro

Iluminación:
Chon López

Ayudante de Dirección:
Lydia Ruíz

Dirección:
Jota Linares

Cuando se va viendo mucho teatro y pasa el tiempo, uno va repitiendo autores, directores, actores… y va viendo sus evoluciones o sus estancamientos. Unas veces uno ve como trabajos que han fascinado se quedan en éxitos pasajeros, en momentos en los que «la flauta» suena y otras veces que, sin convencer demasiado, acabamos contemplando «el estirón» profesional, sorprendidos con avances mayúsculos. 
También hay veces que somos testigo de crecimientos coherentes, pero que sorprenden gratamente porque rompen con todo para explorar nuevos caminos por los que seguir contando historias.
Un ejemplo de esto que hablo es Jota Linares, cineasta que se ha dejado seducir por el teatro para contarnos algunas de esas historias que se gestan en su universo particular, aportándonos una visión muy peculiar sobre todo aquello que le rodea, y que ha decidido dar un paso adelante a su carrera, para ofrecernos una cara más adulta y un lenguaje más duro para contarnos según qué cosas.
Lo Esencial Es Invisible A Los Ojos es una historia de iniciación, de la complejidad en las relaciones amorosas y de denuncia en una época convulsa… ¿A alguien le suena de algo? 
Jota Linares, que sorprende con este giro en su teatro, ha querido dar su personal puñetazo sobre la mesa y contarnos sin medias tintas su visión de la actualidad, centrándose en el ámbito que el maneja con más familiaridad y enfrentándose a aspectos que escuecen en lo tocante a la cultura y la política, como la censura, la manipulación o las dobles morales que últimamente campan a sus anchas.
Lo ha hecho entretejiendo una trama en la que la actualidad y las relaciones personales transitan en diferentes planos permeables unos con otros; dando cabida a un amplio ramillete de temas que coinciden en un mismo instante. Ese en el que dos seres que huyen, se encuentran, se nutren el uno del otro, tanto de lo bueno, como de lo malo y que reanudan su huída.
Habla de las necesidades del ser humano por sentirse querido, de ser importante para los demás, de las ambiciones individuales, de hasta qué punto somos capaces de renunciar a nosotros por el otro o de la incapacidad de algunas personas para amar.
Un texto incisivo, repleto del universo personal del autor, lleno de referencias que convierten en estimulante la contundencia de algunos momentos. Que quizá peca en exceso de literario y que en algunos momentos resulta algo redicho, pero que, sin embargo, golpea donde quiere golpear, que muestra el crecimiento de unos personajes que se hacen adultos a la vez que su autor y las ganas de este por contar todo aquello que ve.
Un trabajo bien rematado por sus actores, tanto Reme Gómez, que me enamoró con su amarga luminosidad, como Edu Ferrés, con esa gravedad que le da una dimensión tan creíble a su personaje. El avance de los personajes, el calado de los agentes externos que les rodean, están muy bien asimilados y transmitidos, al igual que la debilidad y las necesidades de Celia, y el crecimiento y la determinación de Santi
Un pequeño aspecto a corregir, la proyección y la vocalización de ciertos momentos.
Punto negativo: La escenografía, no me terminó de convencer. Aporta poco, da sensación de suciedad no buscada e incómoda en las transiciones. Y esos momentos en los que se juega con las adicciones, me resultaron precipitados y no del todo bien resueltos.
Punto positivo: La inteligente utilización de las locuciones periodísticas en cada transición, sitúan con sencillez al espectador en el instante que va a vivir y hacen que todo avance con claridad.
Una función necesaria, que se implica y que ofrece con mucha rotundidad el mensaje de denuncia que quiere transmitir. Un avance hacia la madurez de un autor con mucho que decir y que muestra destellos de una versatilidad que me interesa y que seguiré de cerca.
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En Un Entreacto Radio GetafeVoz Jota Linares Lo Esencial Es Invisible a Los Ojos Nave 73 Rocio Navarro

En Un Entreacto Radio – Programa 12

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Llega ya el programa número 12 de En Un Entreacto Radio
Ya sabéis que me gusta poder acercaros los diferentes tipos de profesiones que rodean a un montaje teatral porque el teatro esconde mucho más que lo se ve cuando sube el telón.
En este programa quise invitar a charlar con nosotros al equipo de Nave 73, sala de teatro que desde hace un año está trayéndonos gran parte de las mejores propuestas que se dan cita en la cartelera de Madrid. Fue un estupendo encuentro con Álvaro Moreno, Alberto Salas y Rocío Navarro, que nos hablaron de lo que supone perseguir un sueño y que las casualidades acaben por llevarles a vivir el dulce momento en el que se encuentran actualmente.
Junto a ellos quisimos invitar también a Jota Linares, un cortometrajista andaluz al que se le coló el veneno del teatro hace ya tres montajes y que descubrió cómo dar una nueva dimensión a algunas de sus historias. Por eso se acercó a nuestro estudio de GetafeVOZ y nos presentó su trabajo teatral más reciente «Lo Esencial Es Invisible A Los Ojos» que ha estrenado precisamente en Nave 73.
Un programa en el que hablamos de cómo las casualidades acaban por desembocar en maravillosos momentos; cómo se pasa de pensar en marcharse del país porque las puertas se cierran a abrir una sala de teatro que acaba siendo todo un referente, o cómo recoger la caca de tu perro puede acabar brindándote la oportunidad que tanto estabas esperando… ¿Que de qué estoy hablando? Pues de todo lo que charlamos con nuestros invitados en el programa pasado, para descubrirlo solo tienes que dedicarnos un momento y escucharnos.
¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!
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