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Duet For One Juan Pastor La Guindalera María Pastor Teatro Tom Kempinski

Duet For One

Título:

Duet For One

Autor:
Tom Kempinski

Lugar:
Teatro Guindalera

Elenco:
María Pastor (Stephanie Abraham)
Juan Pastor (Dr. Feldman)

Iluminación:
Sergio Balsera

Vestuario y Ambientación:
Teresa Valentín-Gamazo

Ayudante de Dirección:
José Bustos

Dirección:
Juan Pastor

El Teatro Guindalera cumple 10 años y lo celebra por todo lo alto, con un director y una actriz que tienen mas sabor a guindas que el propio licor que allí nos sirven. Una sala que ha luchado contra viento y marea para permanecer y poder ofrecer con muy buen gusto un repertorio de calidad; con grandes profesionales que han dado vida textos de dramaturgos que brillan por si solos y que para algunos de nosotros han abierto una nueva dimensión a lo que entendemos por teatro. 
Una sala que sigue luchando, que quizá ha llegado un tanto magullada por el maltrato generalizado al que se está sometiendo a la cultura y a las salas pequeñas en particular, pero que se ha hecho con el cariño y la admiración de todos los que amamos el teatro y que sigue en su empeño por querer ofrecernos una elegancia y una excelencia que no todos consiguen.
La función con la que celebran esta primera década de existencia es «Duet For One» de Tom Kempinski, montaje dirigido por Juan Pastor que interpreta junto a su hija, María Pastor
La historia nos presenta a Stephanie Abraham, una importante violonchelista a la que le han diagnosticado esclerósis múltiple, teniendo que abandonar su profesión; acude «obligada» por su marido, un director y compositor de fama mundial, a la consulta del Dr. Feldman, el psiquiatra que luchará con la paciente por conseguir tratar la depresión que le ha provocado la enfermedad. 
Seis encuentros entre psiquiatra y violonchelista son el hilo de esta historia en la que, mas allá del horror que ya es padecer la propia enfermedad, descubrimos que el verdadero dolor reside en verse alejado e impedido de poder hacer aquello para lo que se ha nacido. 
Llena de un humor sarcástico y corrosivo, causado por el poso de profunda tristeza que genera contemplar el vacio que queda cuando nos es arrebatada la esencia de nuestra vida, la historia nos postra ante la rabia y la frustación de saber que jamás podremos volver a hacer aquello que tanto amamos.
Es un texto lleno de pensamientos profundos que nos atenazan el alma y que dichos en voz alta toman una dimensión aún mas descorazonadora. Un texto que Juan Pastor ha querido llevar a las tablas de la Guindalera para hacernos reflexionar de cómo puede ser un mundo sin arte, y que es absolutamente aplicable a la situación tan debastadora que nos ha tocado en suerte.
María Pastor vuelve a regalarnos una interpretación llena de todos esos destellos de vida de la que rodea sus personajes. Una mujer que, desde esa furia que causa la impotencia, arranca de sus entrañas el dolor que la carcome por dentro y nos obliga a acercarnos a ese sentimiento claustrofóbico de vivir lúcido, pero impedidos por un cuerpo que no nos responde. No es necesario que haga excesivos esfuerzos por mostrarnos una fase deteriorada de la enfermedad para transmitirnos su sufrir. Hay algo en el brillo de sus ojos que le da significado a todo e impacta percibirlo desde la distancia que da la cuarta pared.
Sin embargo, me da cierto pudor decir esto, pero Juan Pastor no me convenció. Creo que la dirección a María es fabulosa y consigue sacar de ella momentos que atenazan el alma, como cuando Stephanie, por fin se rompe, logrando un momento profundamente doloroso, pero a él, como Dr. Feldman, le sentí en gran parte de la función fuera de escena, como si estuviera pasando texto, dando la réplica a la actriz; sin mostrar excesiva intención en lo que decía. Supongo que tiene que ser complicado dirigir una función de tan solo dos personajes y que uno de ellos sea tuyo, pero lo que eso me provocó fue que disfrutara de la función desde la distancia; no llegando a colarme dentro. Había cierta frialdad en la propuesta que me mantuvo demasiado alejado, demasiado consciente de estar sentado en una butaca. Quizá fueran los nervios de ser una de las primeras funciones con público… 
Con esto no quiero disuadir a nadie de que vaya a ver la función porque considero que es un muy buen trabajo, pero es que de ciertos profesionales pido y espero listones muy altos. 
Aún así la propuesta me pareció interesante y salí feliz de poder volver a gozar de la interpretación de María Pastor.
¡Larga vida a La Guindalera!
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Brian Friel Bruno Lastra El Fantástico Francis Hardy Felipe Andrés Juan Pastor La Guindalera María Pastor Teatro

El Fantástico Francis Hardy, Curandero

Título:

El Fantástico Francis Hardy, Curandero

Lugar:
Teatro La Guindalera

Autor:
Brian Friel

Elenco:
Bruno Lastra (Francis Hardy)
María Pastor (Grace)
Felipe Andrés (Teddy)

Traducción:
Manuel Benito

Ambientación y Vestuario:
Teresa Valentín-Gamazo

Iluminación y Espacio Escénico:
Juan Pastor

Producción:
Teresa Valentín-Gamazo

Dirección:
Juan Pastor

Esta semana está siendo una semana muy prolífica en cuanto a teatro se refiere. Para cuando estéis leyendo esta crónica ya habré visto alguna que otra función mas e incluso habré vivido alguna experiencia teatral fuera del patio de butacas que ya os contaré mas adelante, y eso que solo han pasado tres o cuatro días desde que vi «El Fantástico Francis Hardy, Curandero» en el Teatro La Guindalera… ¡Me encanta este bullir de actividad!
La anterior vez que estuvieron con esta función en La Guindalera no pude ir, mucha gente me la recomendó y quedé pendiente, pero hizo falta que pasara el tiempo, que saliera de cartel y que otros proyectos llenaran las vidas del equipo artístico, para que yo conociera un poquito mas a Felipe y me volviera a hablar sobre la función y ya no quisiera dejar pasar la oportunidad de verla.
Aunque tenga mis dudas sobre el «Crowfunding», a veces es necesario para que puedan llevarse a escena montajes que de otra manera nunca verían la luz, y este es el caso de «El Fantástico Francis…», gracias a las aportaciones económicas del equipo artístico y de una serie de espectadores, finalmente se ha podido poner en pie y además con este maravilloso resultado que ha hecho que vuelva a programarse una vez mas en este 2013. Se nota cuando hay hambre de teatro y no ganas de lucrarse sin mas.
«El Fantástico Francis Hardy, Curandero» de Brian Friel cuenta una sola historia a tres voces, o quizá también podríamos decir que cuenta tres historias de una misma vida… El caso es que reúne a tres personajes en diferente espacio y momento para contarnos el mismo acontecimiento, pero cada uno desde su percepción.
Los tres hablan sobre una misma vida, la de Francis Hardy, de como irrumpió en las suyas para que jamás volvieran a ser lo mismo.
Son tres personajes que, llevados de la mano de Juan Pastor, se asoman a escena para hablarnos directamente a los ojos, exponiéndonos sus pareceres sobre los hechos que acontecieron; haciendo que, según van sucediéndose los soliloquios, el espectador se plantee si lo que nos exponen es realidad o ficción, y es que lo que para unos supone «su» realidad, para otros tiene cierta sensación a engaño o a distorsión de la verdad.
Este texto de Brian Friel es una gran reflexión en voz alta sobre como afectamos y nos afecta la vida de otros. Lo que para uno es su propia vida, para otro es la renuncia a la suya o una posibilidad para redireccionarla; lo que para uno son frivolidades, para otro son punzadas de dolor o pactos de silencio. Lo que para uno son motivos para continuar viviendo, para otros significa un paso mas hacia la muerte.
Ver esta función es una experiencia llena de sensaciones y sentimientos que se van destapando con cada intervención, como una muñeca rusa. Uno queda hipnotizado con los aspavientos de charlatán de Frank, pero no puede evitar escucharle como el que está a punto de ver como un mentiroso cae presa de su propio engaño. Produciendo una mezcla de tristeza y desprecio hacia este ser que ha sido engullido por su propia luz, y que ha sido incapaz de reparar en las consecuencias que esto acarrea para aquellos que se han entregado a él y se sacrifican por acompañarle en su viaje.

Quedé fascinado con el trabajo tan complicado que realizan los tres actores. Tres personajes que jamás se cruzan en escena y que sin embargo nos embarcan en su odisea, atrapándonos poco a poco en su red para ya no soltarnos. Bruno Lastra consigue que veamos a ese «fantástico» Francis Hardy con su impostación y sus ademanes de charlatán de tres al cuarto, llegando a repudiarlo y a compadecerlo a partes iguales. Felipe Andrés nos regala un Teddy con aire de comediante crepuscular, testigo de primera mano de una tragedia que él maquilla con medias sonrisas, reflexiones aparentemente vanales, pero llenas de sabiduría, haciéndonos comprender que dentro de su comicidad se paladea un regusto amargo. Un personaje al que Felipe le regala esa distinción y cercanía que se disfruta enormemente. Pero Felipe y Bruno me van a permitir decir que la joya absoluta de este montaje es sin duda alguna María Pastor, una actriz que se nos ofrece en carne viva, haciendo que uno pase todo su soliloquio con el alma en vilo, sufriendo con ella, padeciendo su desconsuelo, y que aunque suene a masoquismo, gocé su sufrimiento como pocas veces he gozado de una actriz en el escenario. Creo que María hace una de las actuaciones mas brillantes que he visto en mucho tiempo. La entrega que hace esta actriz en escena es digna de las grandes damas del teatro, llenando su personaje de pequeños matices, gestos, miradas, exclamaciones, tan maravillosas y llenas de significado, que me dejó sin respiración. Esta Grace es un cúmulo de pequeñas sorpresas actorales que me hacen sentir feliz de haber descubierto.

Aunque hay momentos que el texto se hace dificil de seguir y uno no puede evitar tener que esforzarse, creo que debe ser visto para poder gozar de estas grandes actuaciones que el equipo de La Guindalera nos vuelve a brindar.

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