Lugar:
Garaje Lumiere
Autor:
Paco Anaya
Elenco:
Javier Martínez (Kike)
Jorge Quesada (Lu)
Celia De Molina (Macarena)
Iluminación:
Chon López
Ayudante de Dirección:
Lydia Ruíz
Dirección:
Paco Anaya
Esta función escrita y dirigida por Paco Anaya se apoya en todos los tópicos que cualquiera puede tener en su mente sobre el ambiente, riéndose de ello y mostrándolo sin ningún tipo de pudor.
Un texto que tiene un estilo muy particular de contar las cosas, que ya hemos podido disfrutar en otras obras coescritas junto a su amigo y colaborador Jota Linares. Nos hablan de frente y sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre, creando situaciones y provocando emociones con las que todos nos podemos sentir identificados, mas allá de donde se desarrolle la acción y el tono de la obra.
Me parece una idea bastante valiente, en los tiempos tan mojigatos y rancios a los que estamos retrocediendo, el realizar un montaje donde se llama a cada cosa por su nombre y donde si hablamos de un lugar en el que lo que predominan son los encuentros sexuales, se nos muestren sin autocensuras y con todas las consecuencias. Y si «S.Paradise» es una comedia donde se habla de amor, sexo, «tíos buenos» y pollas, sea eso lo que veamos.
El situar a los personajes en una sauna tan solo es la excusa para hablar de las formas tan diferentes que tenemos unos y otros a la hora de encarar las relaciones. Cuando hay unos que simplemente piensan en un encuentro casual, echar un polvo sin mas, jugar con el cuerpo y disfrutarlo, otros se dejan embelesar y sienten la necesidad de engañarse y ver en ese flirteo, la posibilidad de encontrar el amor verdadero. Reflejos, ambos, de la soledad en la que muchas veces nos hayamos sumidos y de la que cada cual intenta salir a su manera. Todo ello roto muy acertadamente con los soliloquios de Macarena que marcan el tono divertido y ácido de la función.
Los tres actores realizan un buen trabajo de interpretación. Jorge Quesada y Javier Martínez resultan convincentes en sus roles y dan perfectamente con los estereotipos necesarios para que la historia sea creíble, aunque quizá el texto de su historia se les quede algo corto, dejando la balanza inclinada a favor del bombón que es Macarena, con el que tanto nos divierte y se divierte Celia de Molina y del que exprime todo el jugo con mucha gracia y enorme complicidad.
Una función divertida que nos plantea con mucho cachondeo los tópicos que siempre se han atribuido al ambiente gay mas «promiscuo» y que, como marca del autor, deja un regusto un tanto amargo para que la función no sea tachada de frivolidad, cosa que tampoco tendría porqué ser un calificativo negativo para esta obra.
