Categorías
Ana Mayo Antonio Lafuente Borja Luna Iris Díaz Javier Lago José Gómez Friha La Isla de los Esclavos Nave 73 Pierre de Marivaux Venezia Teatro

La Isla de los Esclavos

Título:

La Isla De Los Esclavos

Autor:
Pierre de Marivaux

Lugar:
Nave 73

Elenco:
Iris Díaz (Eufrosina)
Antonio Lafuente (Ifícrates)
Javier Lago (Trivelín)
Borja Luna (Arlequín)
Ana Mayo (Cleantis)

Esecenografía y Vestuario:
Sara Roma

Iluminación:
Marta Cofrade

Dirección:
José Gómez

Ya había tenido la ocasión, y porqué no decirlo, fortuna, de haber podido disfrutar de «La Hostería de la Posta» y «Los Desvaríos del Veraneo», montajes de la Compañía Venezia Teatro, así que con esas dos funciones como garantía, no he querido dejar pasar «La Isla de los Esclavos», espectáculo que realmente ocupa el segundo lugar, cronológicamente hablando, en la vida de la compañía.
Entre Goldoni y Goldoni, Venezia Teatro juega con un Marivaux. Una propuesta diferente, que se desmarca de sus hermanas en un ejercicio de estética y género completamente diferente y que viene a plantearnos cuestiones tales como el compromiso que conlleva la libertad o el abuso del poder, y que dicho así, parece poca cosa, pero que sin embargo da para una larga reflexión tras la función.

La historia nos cuenta como Eufrasina e Ifícrates, junto a sus dos criados Cleantis y Arlequín, sufren un naufragio y van a parar a la Isla de los Esclavos, lugar donde los amos pasan a ser los sirvientes de los que antes estuvieron a su servicio. En esa isla habita Trivelín, quien les da un corto plazo para que cada uno de ellos asuma el rol del otro, nombre incluido, y logren entender y perdonar el comportamiento pasado de su antigua vida en Atenas.

Como digo, es una propuesta que da un giro tanto en el lenguaje escénico como en el género; José Gómez, en este montaje opta por la estética preciosista del blanco sobre negro, diferenciando así los status sociales por colores y ofreciéndonos toda una gama de tonos grises a la que optar dentro de la libertad que se nos ofrece. Un suelo como tablero de ajedrez circular, ¡bellísima y fascinante creación! por la que los personajes se mueven en esta pugna por hallar los valores personales y sociales. La historia aparentemente quiere aleccionar al espectador a la vez que a sus protagonistas, haciendo que todos reacciones en ese final en el que tanto personajes como espectadores nos rebelamos y posicionamos, tomando verdadero partido en lo que acabamos de vivir. ¿Buscamos ser poderosos? ¿Estamos preparados para sentirnos libres y gestionar esa libertad como es debido?  ¿Sabemos perdonar? Son solo una pincelada de las cuestiones que se nos plantean desde esta propuesta.

Los Venezianos se arriesgan y salen airosos de un texto que cambia de género por momentos, que supone un reto interpretativo, que tan pronto te hace reír como reflexionar sobre si estamos riéndonos de lo debido o incluso en contra de nuestra forma de pensar, que es complejo en su ejecución y que a primera vista incluso podría no atraer por, como digo mas arriba, ese tufillo aleccionador que desprende, pero del que sabiamente se desprenden con un solo manotazo.
Un juego escénico brillante, enérgico y bien interpretado. Los cinco componentes del elenco están a la altura y son altamente disfrutables, y esto que digo que suena ciertamente prosaico, es algo que a mi juicio es sumamente importante para llevar a buen puerto una función. Tanto Ana Mayo, Borja Luna y Antonio Lafuente, miembros estables de la compañía, como Iris Díaz y Javier Lago son una más que apetecible materia prima con la que José Gómez logra aportar una particular luz este montaje. Ana arrasa con su personalidad, Borja aporta la vitalidad y energía, Antonio el peso escénico, Iris el sentimiento y Javier la sobriedad. Y si a eso se le suma la cuidada escenografía y vestuario de Sara Roma, pues nos encontramos ante un montaje de esos que hay que explorar.

Me aventuro a decir que Venezia Teatro es una compañía que ya tiene un estilo propio muy recomendable; que a través de sus tres montajes han ido desarrollando un gusto exquisito por el teatro que ponen sobre las tablas, y no solo hablo en lo que a estética se refiere, que son impecables, lo digo porque además se les nota oficio, mamado de todos esos trabajos externos que desempeñan y que inteligentemente plasman en estos otros más personales en los que se embarcan; y algo muy importante, las ganas,  esas que hacen de un montaje, por humilde que sea, algo grande, vibrante y de calidad, que falta nos hace y agradecemos; y esto que digo se ve en la luz que cada uno de ellos desprende tanto como compañía como individualmente, en la generosidad que poseen en cada una de sus propuestas, en cómo saben transmitirlo desde el escenario y en la entrega con la que se exponen.
Un teatro bello, comprometido y con contenido.

Categorías
Ana Mayo Antonio Lafuente Carlo Goldoni Chema Rodríguez-Calderón Javier Lago José Gómez Julián Ortega Julio Hidalgo La Hostería de la Posta Teatro Teatro Fernán Gómez

La Hostería de la Posta

Título:
La Hostería de la Posta

Lugar:
Teatro Fernán Gómez

Autor:
Carlo Goldoni

Elenco:
Antonio Lafuente (Barón Talismani)
Javier Lago (El Conde Roberto de Ripalunga)
Julio Hidalgo (Teniente Malpresti)
Ana Mayo (La Condesa Beatrice)
Julián Ortega (El Marqués Leonardo de Fiorellini)
Chema Rodríguez-Calderón (Criado)
Diana Valencia Sampedro (Violín)

Vestuario:
Vicenta Rodríguez Duque

Espacio Escénico y Caracterización:
Sara Roma

Traducción:
Alejandro Alonso

Dirección:
José Gómez

A veces, cuando escribo las crónicas, me siento un poco como el Abuelo Cebolleta. Siempre tengo alguna anécdota o chascarrillo que tiene que ver con el montaje del que voy a hablar, pero bueno, es una manera como otra cualquiera de personalizar lo que escribo y dar a conocer un poco mas al autor de estas crónicas… Y sí, en el fondo es algo que disfruto.

Cuando comencé a estudiar teatro como asignatura en el instituto; cosa que no estoy seguro que siga existiendo con estos cambios en la educación… No vaya a ser que los chicos nos vayan a salir «titiriteros»…; Una de las obras que nuestro profesor montó con nosotros fue «Arlequín, Servidor de Dos Patrones» de Carlo Goldoni, una obra con la que me divertí muchísimo y que además provocó que apareciera en mi uno de los rasgos físicos que a día de hoy mas me identifican, la perilla; ya que a mi me tocó en suerte representar el papel de Pantaleón, el personaje de mayor edad de la función.
A mi profesor no se le ocurrió otra idea que preguntarme si me crecía suficiente barba como para que me dejara crecer la perilla… con 17 años era la única manera de conseguir que pareciera mayor que el resto de mis compañeros de clase. Así que me la dejé, representé aquel papel y, desde entonces, pocas veces me ha visto nadie sin perilla o barba… Podría decirse que mi profesor y el señor Goldoni fueron los, por así decirlo, «creadores del sello de la casa».
No había vuelto a ver ninguna función de este autor, quizá porque no se ha cruzado en mi camino hasta este momento o porque en España no se representa con demasiada frecuencia; hasta el Jueves pasado, que tuvieron la gentileza de invitarme a ver el ensayo general de «La Hostería de la Posta», montaje que está dirigiendo José Gómez en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.
La obra cuenta el inesperado encuentro de Beatrice con el que será su futuro marido, el marqués Leonardo, cuando viaja a Milán para casarse con él. Ella desconoce la identidad del hombre con el que la van a desposar; lo que el marqués aprovecha para hacerse pasar por un amigo de si mismo, intentando de esta manera descubrir si, cuando se conozcan «oficialmente», ella le aceptará o no como marido, provocando una serie de equívocos que no se desenredaran hasta el final de la función.
El montaje gira, en clave de comedia, en torno al personaje de Beatrice. Único papel femenino. Que rodeada de hombres, tiene claro que quien debe decidir sobre el futuro que la espera es ella misma, chocando con el muro del machismo que dominaba la época.
Ella, Beatrice, como representación de la mujer de aquella época, pelea con firmeza por los valores que debe tener una dama y desafía a personajes y público a intentar frenar su decisión de ser quien elija voluntariamente con quién desposarse. ¿Lo conseguirá?
Nos encontramos ante una función desprovista de cualquier tipo de artificio. José Gómez ha eliminado del montaje incluso las entradas y salidas de los personajes. Ellos están en todo momento en escena, separados del escenario por un haz de luz que hace de frontera entre la realidad y la ficción, con lo que el espectador puede contemplar ese momento mágico en el que el actor respira hondo antes de transformarse en el personaje y salir ante el público. Dejando que el peso de la función recaiga en la labor actoral, de la que destaco a Ana Mayo. Una actriz que domina la escena, que sabe mantener el ritmo, que respeta y disfruta los silencios, que nos cuenta tantas cosas tanto con el texto como con su presencia. Nos encantó ver como desgrana a esta Beatrice que sin duda dio mucho que hablar tras la función.
También disfruté mucho viendo la labor de Antonio Lafuente, Javier Lago y Julián Ortega, cada uno con su estilo, son ese tipo de actores que me hacen abrir mucho los ojos e intentar aprender todo lo que nos ofrecen con su trabajo porque creo que tienen mucho que aportar.
Con Julio Hidalgo confieso que tuve dudas al comienzo de la obra, no lograba encajar la propuesta de lenguaje tan diferente frente a la de sus compañeros. Un personaje grotesco, llevado al límite, que sin embargo acabé por comprar con los ojos cerrados.
Chema Rodríguez-Calderón, sin embargo, hace un buen trabajo, un divertido criado que casi podría ser un «sátiro», pero que creo que queda un tanto desdibujado; no por su trabajo, si no por la falta de peso de su personaje en la trama principal…
Pero como digo, creo que todos los actores hacen una labor excelente. Me hicieron reir con ganas y provocaron una mas que entretenida conversación tras la función, cosa que no suele suceder tan a menudo como gustaría.
En definitiva, es una pieza que recomiendo ver sin lugar a dudas.
Es un placer descubrir este tipo de montajes que, quizá por el desconocimiento general, pueden llegar a pasar desapercibidos y que, sin embargo, son una oportunidad de descubrir savia nueva en el panorama teatral de nuestro país. Tanto el elenco como el director van a dar mucho que hablar de aquí en adelante y si no me creéis, id a comprobarlo por vosotros mismos. Están hasta el próximo 11 de Noviembre.
Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar