Lugar:
Teatro María Guerrero
Lillian Hellman
Versión:
Ernesto Caballero
Reparto:
Hector Colomé (Benjamin Hubbard)
Carmen Conesa (Alexandra Hiddens)
Nuria Espert (Regina Hiddens)
Ricardo Joven (Oscar Hubbard)
Paco Lahoz (William Marshall)
Markos Marín (Leo Hubbard)
Jeannine Mestre (Birdie Hubbard)
Victor Valverde (James Hiddens)
Ileana Wilson (Addie)
Dirección:
Gerardo Vera
Antes de marcharme unos días de vacaciones, no podía dejar escapar dos obras que están actualmente en cartel. “De Ratones y Hombres” de Miguel del Arco, de la que os hablaré en breve y “La Loba”de Gerardo Vera.
Sin imperfecciones reseñables y un resultado impecable, y que sin embargo resulta lejana, distante. Quizá sea mi apreciación personal, pero no sentí que traspasara la cuarta pared, todo se quedaba en el escenario.
El reparto al completo están bien, mas que correctos. De hecho, ahora, pensado en lo que quiero escribir y analizando uno a uno a cada uno de los intérpretes pienso que han hecho una muy buena labor, pero algo debe pasar para que tan buenas interpretaciones no me hayan calado.
Nuria Espert consigue ofrecernos un personaje detestable. Ambicioso y lleno de frialdad que hace aborrecerla. Es como si la maldad quisiera, literalmente, brotar de ella en algunos momentos de la función. La Espert es teatro en estado puro, sé que suena a frase hecha, pero es algo innegable. Todo lo que hace está mas que justificado, hay matices en cada acción, en cada frase; nada lo deja a merced del azar. Aunque confieso que hubo ciertos aspectos que se me escaparon en su manera de encarnar a esta Loba humana.
Carmen Conesa y Victor Valverde me gustaron mucho, quizá sea la empatía con sus personajes. Mas humanos que el resto de la familia Hubbard. Algo de amabilidad dentro de tanta maldad hace que sea un golpe de aire fresco tener de dos interpretaciones tan naturlistas.
Si La Espert representa a la Loba, Hector Colomé, Ricardo Joven y Markos Marín interpretan tres hienas que desde el comienzo dejan patente lo despreciable que es su existencia. Despiadados y descarnados, son tres víctimas al servicio de los planes de su hermana/tía. Exudan una violencia a penas contenida que asusta. Son tres catetos bien vestidos que reaccionan descontrolados ante la visión de poder.
No dejo sin mencionar a Paco Lahoz y a Ileana Wilson, dos personajes claves para el desarrollo de la trama. Agentes externos que tienen la verdadera visión de lo que se cuece dentro de la guarida.
Pero si tuviera que quedarme con uno de ellos sería sin duda con Jeannine Mestre y su Birddie. Llena de esa inocencia casi infantiloide que esconde tanto sufrimiento y amargura, tanto sentimiento arrancado a puñetazos de su alma. La advertencia viva de lo que puede llegar a convertirse de nuevo la historia de la familia. No sé si es su manera de decir el texto, de moverse por escena, pero algo hipnótico había en su manera de hacer que arrastraba mi mirada allá donde se encontrara.
