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La Verdad de los Domingos

«La Verdad de los Domingos» nació por un encargo del actor Óscar Piñero a su amigo Juan Bey para montar un microteatro en México DF. Lo que no sabían ambos es que esa pequeña pieza crecería y se expandiría de la manera que lo hizo. Llegando a convertirse en una pieza imprescindible que acabaría por representarse en todas las sucursales que Microteatro tiene por el país. Era inevitable que ese texto, tarde o temprano, tuviera un efecto boomerang y regresara a las manos de su creador, pero esta vez transformado en un reto para su «yo» actor: Ser el encargado de dar vida a su protagonista en España. ¡No hay nada como plantarle un buen desafío a un artista que disfruta de serlo!

La propuesta nos sitúa en la presentación de un libro:  «La Resistencia de los Globos». Nosotros como público, nos convertimos en los seguidores y curiosos que acudimos a dicha presentación. Héctor Sinisterra, el autor, comienza con la presentación, pero su objetivo es otro, lo que verdaderamente quiere es aprovechar ese momento en el que tiene captada la atención de todos los asistentes para hablar de lo que realmente le importa: «La Verdad de los Domingos». Un libro que su editorial no quiere publicar por las ampollas que puede llegar a levantar, un libro que habla sin tapujos de nuestras mentiras, de cómo nosotros mismos nos enfrentamos a nuestra propia realidad a golpe de mentira, pero no sólo mentiras hacia los demás, si no esas otras que son aún más graves, las que nos decimos a nosotros mismos.

A partir del momento en el que se nos abre este planteamiento, Juan Bey saca su metralleta dialéctica y comienza a lanzar ráfagas de verdades dichas a la cara, no olvidemos que nosotros somos público que acude a la presentación del libro, es decir: Parte activa del espectáculo; con lo que todo lo que se dice, se nos dice mirándonos directamente a los ojos y planteándonos preguntas que esperan nuestra respuesta. Eso sí, nada de tensiones o nervios, que aquí todo está hecho para ser disfrutado, con un sentido del humor del que todos somos partícipes y que celebramos a golpe de carcaja; alimento del que su protagonista se nutre, haciendo que el espectáculo crezca y adquiera cada vez mayor contundencia.

Un texto francamente divertido e inteligente, que va y viene con un sentido del humor cáustico, socarrón y reflexivo. Nada de lo que dice es casual, tiene su porqué y conviene no tomárselo a la ligera porque momentos después lo retomará y nos lo lanzará a la cara. Entre la dirección de Sara Pérez y el trabajo de Juan Bey, el espectáculo adquiere el ritmo adecuado, delirante por momentos, reflexivo otros y con un puntito de ese amargor que llevan las verdades dichas a la cara, y es que Bey mete caña de la buena a la audiencia con algo tan sencillo como es llamar a los cosas por su nombre, no importa lo mucho que eso llegue a incomodarnos -¡ahí reside la gracia!- Es cosa nuestra si entramos creyéndonos tan «sinceros» con nosotros mismos y acabamos descubriéndonos unos mojigatos de tres al cuarto.

Podría haberse caído en un simple monólogo tipo Stand-Up si no fuera por su planteamiento, por la dirección de Sara Pérez y por ese lugar en el que nos acaba situando.

Aplaudo el estupendo trabajo de Juan Bey, un tío que sale a escena dispuesto, que se pringa en lo que cuenta, que tiene la valentía de mirarnos directamente a los ojos y desafía a sostenerle la mirada, no de una manera agresiva e incómoda, pero sí retadora. Tiene una energía muy poderosa y la maneja con desparpajo. Tiene encanto, tiene magnetismo y genera atracción, y esa es su arma para que nos demos a él con tanta entrega. Absolutamente fascinado con la línea por la que transita, sus giros y el lugar en el que concluye, dándole el peso que merece al conjunto.

La verdad está ahí, queramos o no, lo que pasa que nos cuesta mirarla de frente y ese temor es el que aprovecha esta función para soltarnos unas cuantas bofetadas bien dadas, yéndonos a casa con ellas puestas -¡y encima agradecidos!-

No deberíais quedaros sin conocer «La Verdad de los Domingos».

FICHA:

Título: La Verdad de los Domingos Autor: Juan Bey Dirección: Sara Pérez Elenco: Juan Bey Producción: La Coja Producciones Lugar: Teatro Galileo

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Un Corazón Normal

cartel-ucn-580x820Soy de la opinión de que los acontecimientos pasados no deben quedar únicamente en el recuerdo, como ya sabéis los que leísteis mi anterior crónica; pienso que hay que rescatarlos de la repisa donde los tenemos guardados y sacarles brillo para evitar que queden arrinconados con la llegada de nuevos acontecimientos. La memoria es frágil y enseguida se nos va la atención a otras cosas, por eso mismo es bueno que El Bucle Teatro haya recuperado «The Normal Heart» de Larry Kramer porque parece que en esta sociedad del 2.0 andamos sobrados de información, a salvo de los acontecimientos del pasado, de viejas plagas que ya solo son un mal recuerdo… ¡Cuánta afirmación falsa! La relajación mental es precisamente lo que fomenta que las sombras de lo que ayer fue, se fortalezcan en nuestro presente y hagan tambalear nuestro posible futuro.

«Un Corazón Normal» nos trae de nuevo a primera línea de la memoria el comienzo de los años en los que el SIDA disparó las alertas de una sociedad desconcertada que veía como una extraña epidemia devoraba sin compasión a todo un colectivo, el homosexual, ya de por si tremendamente denostado.

«The Normal Heart» es texto que pasó del teatro al cine para ahora volver de nuevo a las tablas y hablarnos del miedo, de la incertidumbre, el activismo, de la lucha desesperada contra ese mal que arrasaba y al que nadie prestaba suficiente atención por no ser considerado «un mal de todos». Visto ahora, con la distancia, sigue resultando aterrador; esa indiferencia que nos genera lo que no nos afecta de manera directa. Es terrorífico comprobar cómo permanecemos impasibles, casi anestesiados ante el mal de los demás, siempre y cuando no nos afecte personalmente. Y aterrador resulta comprobar que, aun pasando los años, seguimos sin aprender, mostrándonos igual de anestesiados e impasibles ante el horror ajeno: Háblese del SIDA, de los refugiados, de las catástrofes naturales, del terrorismo más allá de nuestras fronteras xenófobas, es lo mismo.

Al comienzo comentaba lo necesario que ha sido que El Bucle Teatro haya recuperado este texto porque estamos olvidando algo que no hace casi ni 30 años que sucedió y que, por desgracia, estamos comenzando a olvidar para nuestro propio error. El SIDA es algo que sigue ahí, ya no como una pandemia, por suerte todo avanza y hemos podido controlarlo, pero está en nuestras manos y en las de las generaciones venideras, que ni les suena que aquello fuera una realidad, para que continúe siendo un peligro «controlado». «Un Corazón Normal», además de una historia de amor y amistad vivida en el límite, es también un toque de atención que viene bien tener presente y la necesidad del activismo ante la impasibilidad del mundo.

Reconozco que antes de ir a AZarte yo ya había visto la película y, aunque suelo hacer un ejercicio para no llevar exceso de precedentes en mi mochila de espectador, a veces se quedan restos que interfieren.

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Me encantó el comienzo, cuando el espectador se adentra en la sala y siente el ambiente de un Club Gay Neoyorkino de los años 80. Ese aire promiscuo, rezumando sexualidad, con la carnalidad del recibimiento, es un buen preámbulo que recibí con satisfacción. Una introducción estupenda que se mezcla con la mirada increpadora del protagonista hacia el patio de butacas para arrancarnos de ese paraíso hacia la cruda realidad de lo que sucede tras las luces de colores y la música estridente. Todo promete, pero ¡ay! enseguida el encanto se rompe al comprobar el abismo tan grande que separa a unos miembros del elenco de otros. El nivel actoral es exageradamente irregular, todos ponen ganas y energía para lograr dar un buen resultado, pero las diferencias entre unos y otros es notable.

El peso de la función recae en un resuelto César Oliver, quien se esfuerza por mantener la naturalidad en su interpretación. Un esfuerzo que como espectador se agradece aunque la intensidad del personaje es extenuante. Yo sé que son elecciones de dirección, pero muchas veces «menos es más» y sobretodo cuando al actor le separan unos pocos metros del espectador. Un momento  de sosiego le vendría muy bien para que lográsemos terminar de empatizar.

Hay evoluciones muy interesantes que hay que destacar junto a la labor de Oliver como, por ejemplo, la de Juan Silvestre que va creciendo a lo largo de la función hasta ese último intervención de su personaje, o personajes que de tan estereotipados resultan reales y acaban por conquistarte, como el de David Simón. Supongo que por eso mismo estos dos personajes han acabado teniendo su particular Spin-Off teatral.

Jesús Amate intenta dirigir una función coral que tiene picos interesantes, pero endeble en su puesta en escena. Hay cierta falta de imaginación a la hora de suplir carencias en la producción y es un pena porque el texto tiene ingredientes y solidez suficiente para atrapar, e ideas como la de ese comienzo, tan dinámico y fluido, que son un acierto, un gran camino por el que evolucionar, pero que acaban por no aprovecharse y la función no encuentra suficientes apoyos para sostenerse, dejando sensación de «ya visto». Al final uno sale sabiendo y apreciando a una compañía esforzada por sacar adelante su propuesta, pero si lo que se valora está en el circuito comercial, por muy off que sea, no es suficiente.

 FICHA:

Título: Un Corazón Normal Autor: Larry Kramer Dirección: Jesús Amate Elenco: César Oliver, Amaya Halcón, Diego Santo Tomás, Pelayo Rocal, Juan Silvestre, David Simón, Igor Estévez, José Guélez y Toño Balach Iluminación y Sonido: Matyssa Pérez Producción: El Bucle Teatro Lugar: Sala AZarte

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Goodbye España

cartel goodbye españaMantener viva la memoria es importante, es necesario. No deberíamos dejarnos llevar por ese impulso tan «español» que es la desidia y permitir enterrar según qué capítulos de nuestra historia. Tan sólo hay que procurar no caer en lo mismo de siempre y conseguir aportar una mirada diferente, personal, para evitar los consabidos comentarios del tipo «Otra de la Guerra Civil». En esta ocasión es Diágoras Producciones quien ha querido aportar su granito de arena a través del musical «Goodbye España», que en la versión original firmada por Judith Johson y K S Lewkowicz lleva por título «Goodbye Barcelona», pero que para evitar confusiones, politizaciones inexistentes y polémicas varias relacionadas con nacionalismos y gentes de pensamiento enrevesado, han preferido modificar el título y abarcar con él un acontecimiento que no sólo ocurrió en un punto concreto de nuestra geografía, si no que nos afectó a todos como país.

«Goodbye España» trata sobre aquellos que vieron en nuestra Guerra Civil un motivo por el cual luchar aun siendo extranjeros. Habla de los Brigadistas Internacionales, centrándose en un caso particular, y al parecer real, de un muchacho que creyó ver en nuestra guerra un motivo para luchar por la libertad, un muchacho que halló la guerra y el amor en el mismo lugar, y de su madre, quien al no recibir noticias sobre su hijo, decide emprender su búsqueda alistándose como enfermera, y encontrando en este conflicto bélico una segunda oportunidad en su vida. Una historia que habla de los valores personales, del amor y la libertad.

«Goodbye España» es un musical que lejos de querer medirse con las grandes producciones, acaricia la posibilidad de acercarse al sentir del público anteponiendo la historia a los efectos y las grandes escenografías. Un gesto que se agradece. Aunque las condiciones de la maldita mutiprogramación no son las ideales y hace que las buenas intenciones a veces queden mermadas, restando calidad a las producciones que no son «Cabeza de cartel». Pero vayamos por partes…

«Goodbye España» está dirigida artísticamente por Daniel Acebes, también dentro del elenco, y musicalmente por Txema Cariñena, quien se encuentra al frente de cuatro músicos estupendos que interpretan en directo las canciones del espectáculo.

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La propuesta enfrenta al elenco, que cuenta con un reparto que mezcla artistas que vienen del teatro de texto, encarando el desafío de trabajar por primera vez en un musical, con artistas de gran bagaje dentro del género, a la desnudez escénica; Diágoras Producciones apuesta por sus ya famosos cubos como único elemento escénico, siendo el reparto el pilar en el que se sostiene el montaje e invitando al espectador a realizar un ejercicio de imaginación, que quizá con la distancia que da el Teatro Infanta Isabel reste efectismo, sobretodo si añadimos el dichoso problema con la iluminación en los teatros con multiprogramación. Es imposible que se logre dar cuerpo e identidad a una producción si se trabaja sobre las luces del espectáculo principal del teatro y no con un diseño propio. Así están las cosas y así toca remar con ellas.

Pero bueno, hablando de aspectos que atañen únicamente a la compañía, hay que decir que la función cuenta un equipo dispuesto, con arrojo y ese puntito de locura e inconsciencia necesarias para querer levantar un musical de esta calidad y magnitud -no olvidemos que hablamos del circuito Off- aún a sabiendas de lo que está pasando con las grandes productoras del género, que de unos meses a esta parte parece que hacen aguas por todos lados.

Este musical tiene una partitura compleja, que Txema Cariñena trata con muchísima sensibilidad, logrando que los números corales brillen vocalmente, a pesar de la sonorización de la sala -de nuevo la precariedad- y haciendo de los tópicos españoles y británicos una historia que apetece escuchar. Quizá, si ponemos en la balanza la parte cantada y la parte hablada, aún quede camino para hallar el equilibrio. Dramáticamente se sobrevuela con excesiva ligereza aspectos de la función a los que habría que tratar con más atención para lograr guiar las emociones del espectador hacia el destino deseado.

Es justo destacar actuaciones como las de Daniel Busquier o Íñigo Asiain, o voces como la de Lourdes Zamalloa, como La Pasionaria, el propio Busquier o Chus Herranz. Insistiendo en la calidad vocal del conjunto, que logran dar un grado épico y emocionado a la partitura.

Una ración de funciones previas le hubiera venido de perlas para limar aspectos que aún quedan pendientes de ajustar, pero en el Off ¿quién puede permitirse semejante lujo? Aquí el artista tiene que ser un poco torero y recibir el día del estreno «A Puerta Gayola» y utilizar el devenir de las funciones para ir dando forma al espectáculo. A nosotros nos corresponde valorar merecidamente el que se haya asumido este riesgo y prestarle atención.

FICHA:

Título: Goodbye España Libreto: Judith Johnson Música y Letras: K S Lewkowicz Adaptación: Daniel Acebes y Gabriel García Elenco: Danie Busquier, Jazmín Abuin, Lourdes Zamalloa, Chus Herranz, Daniel Acebes, Íñigo Asiain, Emilio Verdejo, Adrián de Vicente, Cruz Galiana, Juliette de Laura y Perceval Vellosillo Dirección Artística: Daniel Acebes Dirección Musical: Txema Cariñena Músicos: Txema Cariñena (Piano), Elena Ortega (Guitarra), Belén Zanetti (Violín) y Carlos Márquez/Íñigo García (Percusión) Iluminación: Juanjo Hernández Bellot Vestuario: Dani Maya Escenografía: Diágoras Producciones Diseño Cartel: José Ponce de León Producción: Diágoras Producciones Lugar: Teatro Infanta Isabel

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En Un Entreacto Radio – La Joven Compañía y Juan Bey

En esta nueva quincena del mes de Abril En Un Entreacto Radio vuelve a sentirse privilegiado al contar con un ramillete de invitados absolutamente brillante.
Primero recibimos de nuevo a Moira Lagarde que vino acompañada nada más y nada menos de Oliver Baldwin con quien compartimos opiniones sobre lo que nos ha parecido el anuncio de la programación del Festival de Teatro Clásico de Mérida, además hablamos de la Noche de los Libros y con sus emocionadas palabras dimos paso a nuestro primeros invitados: La Joven Compañía. Cristina Bertol, Pedro Sánchez y Samuel García nos visitaron para presentarnos «Proyecto Homero», la nueva apuesta de esta compañía que está arrasando y que marca un antes y un después en su camino.
Y para cerrar el programa tuvimos el placer de poder recibir a Juan Bey, autor e intérprete de «La Verdad de los Domingos» que actualmente podemos ver los sábados por la noche en el Teatro Galileo de Madrid y conocer el origen y desarrollo de esta pieza que comenzó como un Microteatro y ha resultado todo un éxitazo en Méjico que espera poder repetir en nuestro país.
Como véis, nuestro programa de esta quincena no tiene desperdicio, incluso si os adentráis en él, encontraréis alguna sorpresa más que hará las delicias de vuestros paladares Entreacteros.
¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!

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En Un Entreacto Radio – Especial Nave 73

En Un Entreacto Radio en el mes de Abril se calza los micros y se lanza a la calle.
Hemos querido hablar del teatro desde el mismísimo epicentro de nuestra pasión. Esta vez el teatro no visita la radio, si no que es la radio la que visita el teatro.
Hemos querido acercarnos con nuestra unidad móvil a una sala a la que los Entreacteros tenemos especial cariño: Nave 73; hacer este primer programa fuera de nuestro estudio con ellos porque para nosotros son el reflejo de que el tesón y la pasión, si van de la mano, pueden llegar a convertirse en una realidad.
Y como una sala no es nada si no tiene quien la convierta en los infinitos universos para los que ha sido creada, hemos querido invitar a este especial a tres compañías que están, o han estado, programadas en Nave 73.
Hemos podido ahondar un poco más en la poesía y el humor de «Los Perros» de Teatro a la Plancha, charlando con Selu Nieto y María Díaz.
Descubrir ese lugar abstracto repleto de cuestiones que es «Una y Otro» de Teatro Cruzado con David Huertas y Daniel Jumilas.
Y aprovechar el espíritu de Nave 73 para recordar una gran sala que marcó en gran parte lo que hoy es el Off Madrileño: La mítica Garaje Lumiere, y lo hemos hecho de manos de Celia de Molina y Jota Linares, con los que además hemos hablado del reestreno de «Mejor Dirección Novel».
Gracias a Alberto Salas y Rocío Navarro por llevarnos de la mano y contagiarnos del espíritu de Nave 73 y regalarnos una tarde diferente, llena de cariño, nervios, emoción y muchas risas.
¡Ojalá sea la primera de muchas!
¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!

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Juanita Calamidad

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Alejandra López, Ana López Segovia y Rocío Marín bajo la batuta de Antonio Álamo, o lo que es lo mismo: Chirigóticas, nos traen en esta ocasión su nuevo espectáculo «Juanita Calamidad», en el que nos hablan de esta mujer que vive la vida, bueno, casi mejor dicho, se «bebe la vida» como si no hubiera un mañana.

A Juanita lo único que le importa es pasarlo bien, disfrutar cada segundo, que la resaca sea cortita y lanzarse de nuevo a la calle a gozarlo plenamente. Lo de las responsabilidades y demás historietas que van con el proceso de maduración se la trae al fresco, hasta que un buen día tiene un encuentro inesperado que hace que se replantee su estilo de vida. Un encuentro que abre las compuertas de instintos y llamadas propias de la edad a las que hasta el momento había hecho caso omiso, pero… ¿quién se resiste a una última noche de farra? Una última noche al más puro estilo «Juanita», en la que de nuevo vuelve a cerrar los bares y en la que incluso acaba dando con sus huesos en el calabozo, cambiando su vida para siempre.

«Juanita Calamidad» es un canto a la libertad individual, al tan sobado Carpe Diem. Es ese es enorme mordisco que todos ansiamos darle a la vida; son esas ganas de quemar todas nuestras naves en cualquier gesto que hagamos, que cada noche sea épica, pero además es ese temor a avanzar en la vida; un temor que siempre negaremos ante los demás adoptando nuestra pose más desafiante. Juanita es un canto a la femineidad en su estado más radical, con sus decisiones y sus contradicciones. Un homenaje divertido y muy canalla. Una explosión de  cachondeo a la que apetece unirse desde el mismo comienzo de la función y que no cesa hasta esa traca final.juanita-calamidad-chirigoticas

Nunca hasta este momento había visto a las Chirigóticas en directo. Siempre había escuchado hablar de ellas, las había visto en vídeos que andan colgados por ahí, pero ha tenido que ser siguiendo la estela de nuestra querida Rocío Marín, quien desde hace poco ha comenzado a formar parte de la compañía y que en estos momentos comparte personajes con Teresa Quintero, que no había surgido la ocasión. Oportunidad que ya os digo a todos que no deberíais dejar pasar. La mezcla de talento que se reúne dentro de esta compañía es tremendo y la calidad con la que hacen algo que parece que realmente están tomándose a «guasa» es impresionante. Hay tanto cuidado y amor en este espectáculo que es imposible no rendirse ante ellas.

Todo es tan disfrutable en «Juanita Calamidad» que es lo mismo dejarse llevar por el inmenso poderío escénico de Ana López Segovia, que parece un tren a toda máquina por el escenario, que Alejandra López mutando entre ese par de bombonazos que tiene por personajes o Rocío Marín demostrando con solvencia una vez más que es una actriz todoterreno; el caso es que las tres se bastan y se sobran para marcarse un espectáculo como este donde ellas son el motor y la fuente de energía de cuanto sucede; si hay que enfangarse en una situación y entregarse a ella sin vergüenza, ellas lo hacen y además te lo rematan con una magnífica frase lapidaria, haciéndote soltar una sonora carcajada para, sin darte cuenta, encontrarte inmerso en un nuevo cuadro; que hay que saltar del texto a la canción a capella, ellas te lo hacen sin pestañear y con una sonrisa cómplice, así ¡sin más! como si aquello fuera lo más sencillo del mundo. Y es que las Chirigóticas y «Juanita Calamidad» rezuman arte por los cuatro costados.

¡Todo un viaje de antología!

 

Título: Juanita Calamidad Dramaturgia y Dirección: Antonio Álamo Elenco: Alejandra López, Ana López Segovia, Rocío Marín y Teresa Quintero Música: Marc Álvarez Letras: Ana López Segovia Coreografía: Paloma Díaz Iluminación: Miguel Ángel Camacho Vestuario: Miguel Ángel Millán Escenografía: Curt Allen Ayte. de dirección: Paloma Díaz Lugar: Teatros Luchana

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Mensaje Día Mundial del Teatro

Llega de nuevo el día 27 de Marzo, Día Mundial de Teatro, y como cada año, una figura destacada de las Artes Escénicas es la encargada de plasmar en palabras el sentir actual en el ámbito teatral. Este año el encargo ha recaído sobre la figura de Anatoli Vassiliev, director de teatro ruso:

MENSAJE DEL DÍA MUNDIAL DEL TEATRO 2016

«¿Necesitamos al teatro?

Esa es la pregunta que miles de profesionales decepcionados del teatro y millones de personas que están cansados de él se preguntan.

¿Qué necesitamos del teatro?

En estos años en que la escena es tan insignificante, en comparación con las plazas de las ciudades y los tierras de los países, donde se están jugando las tragedias auténticas de la vida real.

¿Qué pasa con el teatro?

Galerías y palcos chapadas en oro en las salas de teatro, sillones de terciopelo, alas sucias en escenarios, bien pulidas voces de los actores, – o viceversa, algo que puede tener un aspecto aparentemente diferentes: cajas negras, manchadas de barro y sangre, con un montón de cuerpos desnudos rabiosos en el interior -.

¿Qué es capaz de decirnos?

¡Todo!

El teatro nos lo puede decir todo.

Como los dioses habitan en el cielo, o cómo los presos languidecen en cuevas olvidadas bajo tierra, o cómo la pasión nos pueden elevar, o cómo el amor nos puede arruinar, o cómo nadie necesita una buena persona en este mundo, o como reina el engaño, o cómo la gente vive en apartamentos, mientras los niños se marchitan en campos de refugiados, o las formas en que todos tienen que volver de nuevo al desierto, o cómo día tras día nos vemos obligados a desprendernos de nuestras personas queridas, – el teatro puede decirlo todo.

El teatro siempre ha sido y seguirá siendo siempre.

Y ahora, en estos últimos cincuenta o setenta años, es particularmente necesario. Porque si usted lanza un vistazo a todas las artes públicas, se puede ver de inmediato lo que sólo el teatro nos da, una palabra de boca en boca, una mirada de ojo a ojo, un gesto de mano en mano, o de cuerpo a cuerpo. No se necesita ningún intermediario para trabajar entre los seres humanos, que constituya el lado más transparente de la luz, que no pertenezca a ningún sur o norte o este u oeste, oh no, es la esencia de la propia luz, que brilla en todos los rincones del mundo, inmediatamente reconocible por cualquier persona, ya sea hostil o amigable hacia ella.

Y necesitamos al teatro que permanece siempre diferente, necesitamos teatro de muchos tipos diferentes.

Aún así, creo que entre todas las formas y formas de teatro posibles, sus formas arcaicas ahora resultan ser la mayoría en la demanda.

Teatro de las formas rituales, no hay que oponerse artificialmente a las de las naciones «civilizadas».

La Cultura secular está siendo cada vez más castrada, la llamada «información cultural» sustituye gradualmente y empuja a entidades simples, casi como nuestra esperanza de que con el tiempo se acabe el día.

Pero puedo verlo claramente ahora: el teatro está abriendo sus puertas ampliamente. Entrada gratuita para todos y para todo el mundo.

Al diablo con aparatos y equipos – sólo tienen que ir al teatro, ocupar filas enteras en el patio de butacas y en las galerías, escuchar la palabra y mirar las imágenes vivir!

– Es el teatro que está delante de usted, no se descuide y no se pierda la oportunidad de participar en él, tal vez la oportunidad más preciosa que tenemos en nuestras vidas vanas y apresuradas.

Necesitamos cada tipo de teatro.

Sólo hay un teatro que seguramente no es necesitado por nadie, me refiero a un escenario de juegos políticos, un teatro de políticas «ratoneras», un teatro de políticos, un teatro inútil de la política.

Lo que sin duda no necesitamos es un teatro de terror cotidiano – ya sea individual o colectivo, lo que no necesitamos es el teatro de cadáveres y sangre en las calles y plazas, en las capitales o en las provincias, un teatro falso de los enfrentamientos entre religiones o grupos étnicos …»

Traducción: Jorge Crespi

¡Feliz Día Mundial del Teatro para todos!

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La Distancia

«La Distancia» es la primera producción de Bacantes Teatro, nombre que lleva tras de sí cuatro artistas con necesidades y ansias por plasmar en escena su propia mirada al teatro. Ellas son: Caterina Muñoz, Teresa Rivera, Luz Valdenebro y Estefanía de los Santos. Y para esta primera ocasión han querido contar con Pablo Messiez, quien se ha encargado de la dirección y de la dramaturgia, inspirándose en «Distancia de Rescate», libro firmado por Samanta Schweblin, origen de todo.

la-distancia-cartelAmanda agoniza en la sala de un hospital. De repente la urgencia -con voz de niño-adulto- apremia para poder llegar al origen de todo, lograr hallar el punto exacto donde todo desembocó en este último instante y saber dónde se encuentra su hija Nina.

Esa es la premisa desde la que arranca la función… Bueno, la verdad es que no sé si denominarla como tal, porque más que una función la experiencia que se vive desde la butaca del Teatro Galileo podría ser una agonía, una pesadilla, un instante alucinado de un estado febril… y, sin embargo, somos conscientes de que se habla de una realidad totalmente palpable. «La Distancia» es un peligroso secreto que se respira a cada bocanada de aire fresco. Un viaje a través de lugares confortables empapados de un realismo mágico envenenado. Un tránsito lleno de acciones desesperadas, de madres aterradas, de madres perdidas, desconcertadas, e hijos con almas errantes, en tránsito hacia la salvación. Víctimas y testigos consentidores en este intercambio de roles entre las luces y las sombras.

Es muy difícil que con la separación que otorga un patio de butacas se llegue a generar en el espectador la incomodidad y la angustia de ese instante que apremia, que nos importe tener que llegar a tiempo al lugar donde se nos quiere llevar; conseguir que nuestros cuerpos se retuerzan impacientes, deseosos por conocer, manteniendo viva la necesidad de querer mirar, de asombrarnos a cada nueva pincelada y que cada trazo que se nos ofrezca nos acelere el pulso. Y eso lo tiene «La Distancia».

Vi la crudeza y la aberración de un informativo, vi los grandes terrenos del noreste argentino, vi la épica del realismo mágico latino, vi a David Lynch, y además vi un sabor auténtico, ese pellizco del Messiez que sabe qué cuerdas tocar, el que con astucia sabe encontrar siempre el dónde y el cómo. Y todo esto se ve gracias a ese compendio de cuadros solapados, de puertas dimensionales que es la escenografía de Elisa Sanz o la fascinante iluminación de Paloma Parra y al alma y la carne de María Morales, Fernando Delgado, Luz Valdenebro y Estefanía de los Santos que logran ese estado casi paranormal de dejarse desaparecer para que Amanda, David, Carla, Nina o la Mujer de la Casa Verde nos introduzcan en esta espiral de pesadilla con una facilidad que emociona encontrar porque ellos cuatro son portadores de esa mágica, y tan difícil de hallar, paz que nos hace ser conscientes de que no hay necesidad de preocuparse por malos pespuntes en las actuaciones, o descubrir marcas de dobleces, porque no las hay, la continuidad entre el elenco y los personajes es fruto de un mismo tejido. distancia4

Pienso en «La Distancia», ahora que han pasado los días, y evoco el recuerdo del color verde que invade toda la escena, el verde del césped fresco, de la sensación de afabilidad, de la esperanza de una solución desesperada y al hacerlo, aún siento esa caricia cercenadora que abre la piel con el filo de la brizna de hierba, como una cuchilla, infectándolo todo… porque este también es el verde del veneno, de la ponzoña latente, que aguarda amenazante en cada rincón de esta función. La hermosura y la poesía hacen que el incauto relaje sus defensas, aumentando la distancia de rescate y sea contaminado por esta flor venenosa que es «La Distancia».

Título: La Distancia Dramaturgia y Dirección: Pablo Messiez Elenco: María Morales, Fernando Delgado, Luz Valdenebro, Estefanía de los Santos Ayte. Dirección: Teresa Rivera Escenografía y Vestuario: Elisa Sanz Iluminación: Paloma Parra Producción: Bacantes Teatro Lugar: Teatro Galileo

 

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Hamlet

Hemos podido ver versiones de “Hamlet” de todos los colores y sabores, unas más acertadas que otras, unas más arriesgadas, otras más convencionales, algunas emocionantes y otras insufribles ¿Qué tendrá este texto que nos atrapa y nos permite tantas lecturas? Supongo que es la grandeza de cuanto contiene.

Foto Ceferino López
Foto Ceferino López

Ahora, en el cuarto centenario de la muerte de su autor: William Shakespeare, Miguel Del Arco ha querido poner sobre las tablas del Teatro de la Comedia su visión más Kamikaze, y nunca mejor dicho pues se ha lanzado a ofrecernos una propuesta que ha provocado ríos de tinta, tanto para bien como para mal, y eso, sea cual sea la opinión y las sensaciones que genere, es señal de que las ganas por el riesgo y por la búsqueda siguen latentes en esta compañía que se atreve con lo que le echen.

Aquí nos encontramos a un Hamlet situado en una atemporalidad que mezcla duelos a espada, pistolas, bases de ritmos y expresiones como: “Guapérrima” -por poner un ejemplo que no desvele demasiado- que abren un sinfín de posibilidades y de probabilidades, haciendo que todo lo que uno espera, y un poco más, sea lo que sucede en este montaje en el que Miguel del Arco ha jugado a romper estructuras y a mezclar líneas temporales, adentrándonos en la historia que todos conocemos con ojos nuevos para poco a poco focalizar la trama y acabar con la emoción que esta historia guarda en su interior.

Del Arco dibuja lo que Shakespeare escribió. Se adentra en la cabeza del Príncipe para contarnos los hechos previos a la tragedia sin su estructura convencional, si no como Hamlet los podría haber recordado en los instantes previos a ese «The rest is silence»; permitiéndose licencias y saltos que a los más puristas pueden tirar para atrás y dar cerrojazo a la posibilidad de adentrarse en la propuesta, pero que descubren que esta historia nos puede atrapar también desde otros lugares.

Foto Ceferino López
Foto Ceferino López

Una escenografía que es una delicia articulada, una especie de Cubo de Rubik envenenado que, desde un mismo espacio, nos hace volar a través de los múltiples colores que ofrece este balcón con vistas a Elsinor y la tragedia que acecha a sus habitantes. Un dormitorio y sus cuatro paredes se abren a un sin fin de espacios que sorprenden, envuelven y siempre resultan efectivos. Las proyecciones, las luces y las sombras, o los movimientos escénicos suman personalidad a esta producción.

Israel Elejalde se hace y se deshace en el juego macabro y sufriente de un trabajo que personalmente creo lo lanza hacia el firmamento. Quiero más de esta bestia parda que desaparece en el interior de Hamlet para desgarrarse las tripas y servirnos un personaje al que mirar y sentir como si fuera nuestra primera vez.

Ángela Cremonte tiene un reto especialmente complicado con su Ofelia y la visión que Del Arco ha querido otorgarle. En ocasiones baila en el filo de lo esperpéntico – ¿Desde cuando la locura tiene una medida lógica? – y, más allá de lo mucho o poco que uno comulgue con la propuesta de dirección, no se le puede negar que ante el riesgo que conlleva, el trabajo que se marca es de una entrega absoluta y del que sale airosa. Particularmente soy amante de las “idas de olla” que se marca Miguel del Arco y se las aplaudo con entusiasmo. ¿Por qué no? De lo que se trata es de jugar, ¡pues juguemos!

Un placer ver a Jorge Kent formando parte de los Kamikaze, cualquiera de los cuatro personajes que le han sido encomendados tiene identidad propia, variando sus energías a placer y jugándolos con gusto, su presencia es una suma constante.

José Luis Martínez, al comienzo no entré del todo en su propuesta, pero poco a poco, según fue tomando forma su Polonio  me resultó más atractivo. Aunque lo de los acentos de los enterradores sí que no lo comprendí.

Foto Ceferino López
Foto Ceferino López

Con Daniel Freire tuve momentos encontrados, por un lado me gustó la dualidad fraternal, es un acierto y la aprovecha, pero por otro le vi excesivamente forzado. Una duda: ¿Por qué siendo argentino le sale un acento tan “imitado”? ¿es nota de dirección?.

Ana Wagener es una Gertrudis medida, en ocasiones algo errante, gana según avanza la función, pero quizá se me quedó algo insípida.

A Cristóbal Suárez no se le ve cómodo con en los papeles que le han tocado en suerte, no termina de cuajarlos. Al menos nos queda el poder disfrutar de él en el tramo final de la función, donde se deshace de esa incomodidad y nos regala un duelo absolutamente trepidante junto a Elejalde, pena no encontrar más destellos suyos como ese durante la función.

En definitiva, este es un «Hamlet» con un par de narices, vibrante, que ha venido a mostrarse desde otro lado, que no quiere quedarse en lo de siempre, que arriesga y apuesta fuerte, que busca una identidad propia y que, para mí, la tiene bastante clara.

¡Viva el riesgo y el deseo de jugar y descubrir!

Título: Hamlet Autor: William Shakespeare Versión y Dirección: Miguel Del Arco Elenco: Israel Elejalde, Ángela Cremonte, Cristóbal Suárez, José Luis Martínez, Daniel Freire, Jorge Kent y Ana Wagener Escenografía: Eduardo Moreno Iluminación: Juanjo Llorens Música Original: Arnau Vila Vídeo: Joan Rodón Vestuario: Ana López Lugar: Teatro de la Comedia.

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En Un Entreacto Radio – La Ciudad Borracha

Desde En Un Entreacto Radio regresamos un programa más con la actualidad teatral más reciente; junto a Moira Lagarde rememoramos uno de los acontecimientos teatrales más importantes de la temporada: «Monte Olimpo» de Jan Fabre, hacemos nuestra particular quiniela con los Nominados a Los Premios de la Unión de Actores y tocamos el tema del cese de Juan Carlos Pérez de la Fuente al frente del Teatro Español.
Además, recibimos en nuestro estudio a Sara Gómez y Alberto Amarilla, dos de los protagonistas de «La Ciudad Borracha» que acaba de estrenarse en el Teatro Galileo de Madrid.
Una entrevista que ha viajado desde el extrarradio para desmelenarse en la ciudad a golpe de buen humor, mucho amor e… ¡Iker Jiménez! Sí, sí, tal como lo leéis, si queréis saber a qué nos referimos, tan solo tenéis que escuchar este podcast que promete un gran Entreacto. Pasad, estáis invitados.
¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!

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