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Amparo Fernández Andrés Herrera Antonio Gil Camila Viyuela Carol López CDN El Viaje A Ninguna Parte Fernán Gómez José A. Navarro Miguel Rellán Olivia Molina Tamar Novas Teatro Valle Inclán

El Viaje A Ninguna Parte

Título:
El Viaje A Ninguna Parte

Autor:
Fernando Fernán Gómez (Versión Ignacio del Moral)

Lugar:
Teatro Valle-Inclán

Elenco:
Amparo Fernández (Julia Iniesta)
Antonio Gil (Carlos Galván)
Andrés Herrera (Maldonado/Solís)
Olivia Molina (Juanita Plaza)
José Ángel Navarro (Ceferino/Varios)
Tamar Novas (Carlitos Galván)
Miguel Rellán (Arturo Galván)
Camila Viyuela (Rosa del Valle)
Carlos Montalvo/Ángel Ruiz (Voces en Off)

Escenografía:
Max Glaenzel

Iluminación:
Juan Gómez-Conejero

Vestuario:
Myriam Ibáñez

Ayudante de Dirección:
Anna Rodríguez Costa/Claudio Tobo

Dirección:
Carol López

No voy a negar la alegría que me dio saber que el CDN preparaba una versión de «El Viaje A Ninguna Parte» del inmenso Fernando Fernán Gómez, y a la vez el pánico que me produjo pensar en qué sería lo que iban a hacer teniendo como referente ese clásico del cine español y estandarte de cualquier cómico que se precie de serlo.
Quedé a la espera, hambriento, y el pasado miércoles asistí a la función en el Teatro Valle-Inclán, me senté en mi butaca dispuesto a dejarme envolver por la magia de revivir a la Compañía Iniesta-Galván, llevando su teatro de repertorio por los polvorientos caminos de la España de posguerra.
Es muy difícil abstraerse del original e intentar adaptarse a las nuevas caras sin caer en las comparaciones, pero como ya dije en la crónica sobre «Amantes«, por mi parte, no sería justo para los profesionales que se suben a las tablas para darle vida.
Ignacio del Moral, autor de esta versión teatral, comenta en el programa de mano, que se ha inspirado en la novela, tratando de olvidar la película y el peso que conlleva tenerla de precedente. Y es de agradecer que se intente realizar una revisión del original sin adaptar a las tablas lo que ya vimos en la pantalla… Aunque a veces, inevitablemente, se les escapen «ramalazos».
Conociendo de antemano los personajes, eché en falta una pizca de esa atmósfera de inocencia que destilaban en la película (Lo siento, soy consciente de lo que he dicho y sé que las comparaciones son odiosas, pero se me ha escapado). Ese vivir asimilando las desavenencias que les surgen a través del camino y vivirlas junto a ellos, la ternura de sus pequeños grandes instantes; quizá los saltos en el tiempo, el exceso de fragmentación en las escenas, hicieron que conectara intermitentemente con los personajes. En ocasiones las escenas se suceden con un ritmo algo irregular y no da tiempo a paladear la historia como se merece. Me apetecía saborear un poco más de esos encuentros entre Carlitos y Rosa, o entre la santísima trinidad de los Galván (Abuelo, padre e hijo), por poner un par de ejemplos, ¡porque madera actoral, en esta función, tienen de sobra!
Aunque también es cierto que, cuando la función encara su recta final, esos problemas de conexión se solucionan y uno acaba por sentir la realidad de estos seres frágiles que han optado por vivir el sueño de sus vidas y hacerlo cueste lo que cueste, aunque eso suponga no saber exactamente dónde viven, a dónde pertenecen… Esta troupe con esos dilemas y esas luchas que aún hoy se siguen batallando en el regazo de la cultura…
Uno ve la función y no puede evitar encontrar tantos similitudes con la actualidad, que da la sensación que a veces los actores/personajes han parado la función y están hablándonos directamnte a nosotros, que acabarán por sentarse al borde del escenario para charlar de todo lo que acontece en estos momentos. ¡Qué sabio era Fernando Fernán-Gómez!
Es inevitable que la emoción acabe floreciendo y un nudo se agarre a nuestra garganta cuando ese Carlos anciano acaba caminando junto a los ecos de su recuerdo, continuando su viaje a ninguna parte.

Una preciosa escenografía, cambiante, simplista; ¿excesivamente abierta? no estoy seguro, los campos de Castilla son así, con lo que tampoco es una idea descabellada mostrar la enormidad del escenario del Valle- Inclán como si fuera un inabarcable cielo que se pierde entre matojos y tierras áridas. La verdad que es un placer cuando hay presupuesto y se utiliza a favor del espectáculo. La iluminación, la escenografía, los efectos… Todo juega en pro de la producción otorgándole una gran belleza visual.
Los momentos de ensueño, las mezclas de realidad y ficción, los recuerdos rozando con los dedos una verdad que no es nada justa con Carlos Galván, están muy bien zurcidos, con poesía llena de ternura, con un humor y una picaresca muy agradecida, nacida de la dirección de Carol López; aunque también es cierto que me hubiera gustado un poco más de riesgo, un ir «más allá» en la adaptación teatral para culminarla como la maravillosa historia de los Iniesta-Galván se merece.

Como comento un poco más arriba, creo que en esta función hay madera actoral suficiente como para sacar adelante este montaje. No digo nada que no se sepa al leer los nombres del elenco.
Creo que Antonio Gil lleva con solvencia y dignidad el peso de la historia. Al igual que aplaudo la titánica tarea de Miguel Rellán, enfrentándose a un personaje que permanece en el imaginario de todos los que hemos amado al Arturo Galván fílmico, y que trata con tanto amor y respeto. Preciosa y triste escena la que nos regala Rellán tras el paso de Arturo por la experiencia con el cine… Al igual que el tragicómico Carlitos Galván que nos propone Tamar Novas, divertido, contundente en su sinceridad e inocentemente cruel, desencadenante del devenir de esta compañía. Amparo Fernández derrocha ternura. Creo que Olivia Molina se enfreta aquí a su mejor papel, convenciendo con su Juanita; pero con el permiso de ambas, el descubrimiento personal de esta función es el de Camila Viyuela, que entrega una energía y una luz muy especial a las tablas del Valle-Inclán, ¡me encantó!
Y no quiero dejarme fuera a Andrés Herrera y a José Ángel Navarro que cuentan con la labor de hacernos ver a un amplio abanico de personajes que se cruzan y conviven con la maravillosa compañía Iniesta-Galván.

Creo que esta es una buena función para descubrir el teatro, tiene los ingredientes apropiados para enganchar al espectador primerizo.
Y, a pesar de creer que es una versión algo precipitada y en ocasiones fragmentada, es necesaria para recuperar la memoria de lo que es el arte de amar esta profesión, que a muchos se les está olvidando esa parte de entrega y respeto que, realmente, es la esencia de todo esto.
Y es que, insisto, ¡qué sabio fue, y siempre será, Fernando Fernán Gómez!

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Alfonso Torregrosa Carlos Be Carlos López David González Dorian Francisco Dávila Javier Prieto Jorge Cabrera La Pensión de las Pulgas Oscar Wilde Teatro The Zombie Company

Dorian

Titulo:
Dorian

Autor:
Carlos Be
(Basada en «El Retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde)

Lugar:
La Pensión de las Pulgas

Elenco:
Jorge Cabrera
Francisco Dávila
David González
Carlos López
Javier Prieto
Alfonso Torregrosa

Entrenamiento Actoral:
Fran Arráez

Vestuario:                                            Maquillaje:                             Peluquería:
José Martret y Juan Pablo Pérez       Vanessa HD Makeup            Peinate Tú

Espacio Escénico:                               Música:                                   Producción:
Alberto Puraenvidia                          Algora y Dani Campos           Sara Luesma

Ayudante de Dirección:
Pablo Martínez Bravo

Dirección:
Carlos Be

El martes pasado volví a traspasar el umbral a otra dimensión, esa en la que habita The Zombie Company. Una dimensión a la que me gusta viajar de vez en cuando porque hace que se desperecen en mi interior esos instintos que normalmente uno contiene, por aquello de ser socialmente aceptado.
En La Pensión de las Pulgas “La Zombie” abre un portal espacio-temporal desde el que uno puede estar simultáneamente a comienzos del siglo XXI o finales del XIX y en Madrid, Praga, Nueva York y Bogotá a la vez. Y todo para redescubrir, con los ojos de Carlos Be, un clásico como “El Retrato de Dorian Gary” de Oscar Wilde. Una visión que respeta la esencia del original, pero del que destierra todo elemento fantástico para mostrar una sordidez que en el 1890 quedó astutamente maquillada por la mano de Wilde y que ahora, en el 2014, se muestra tal cual podría haber sido, directamente de la mano de Be.
 
Una historia que supura sordidez, deseo, sexo y muerte; que se deja contemplar impúdica, y nos provoca ciertas reticencias al mirarla, como cuando uno no sabe si dar el paso que traspasa ciertos límites no permitidos del placer.
«Dorian» es la marca de la perdición. Bajo esa apariencia de joven deseable, provocador, dispuesto a conceder un momento de morboso descontrol al pobre mortal, se esconde la turbiedad y lo enfermizo del ser humano. Los personajes que habitan esta pieza son víctimas de esa maldición de fría e inocente mirada azul que es Dorian.
Dorian sufre, es consciente de ser un virus que destruye cuanto (¿ama?) desea, pero se siente cada vez más atraído por la oscuridad y la sordidez, el sadismo de quien se sabe poseedor de poder e insoportablemente superior, y desde ahí contempla, atormentado a veces, encandilado otras, la destrucción que genera y de la que siempre sale impune. Adoptando la imagen de una especie de encarnación vampírica e inmortal.
¿Por qué nadie huye? ¿Por qué no escapan? ¿Por qué se empeñan en seguir atados a él hasta que es demasiado tarde? Porque él es reflejo de nuestros más oscuros deseos y nadie puede separarse de algo que se lleva dentro, aunque sea el mismo infierno.
 
Un texto de ingeniosos diálogos, con una complejidad y una poética al más puro estilo de sus autores (Wilde y Be). Un texto que juega y se pasea por espacios y tiempos indeterminados, y que genera un ambiente decadente y (per)turbador que empapa al espectador hasta que este se siente parte involucrada; lástima que a veces es interrumpido por un exceso de cambios entre habitaciones que afectan el fluir de la función. Es cierto que las atmósferas son las apropiadas y están brillantemente logradas, pero estas rupturas hacen que cueste volver a enganchar con la historia y es que, a veces, son tan breves que uno no llega a “reengancharse” cuando se encuentra con que hay que volver a cambiar. El juego al que se presta La Pensión de las Pulgas es un arma de doble filo con el que hay que tener cuidado para no «matar» el ritmo.

Si algo hay que aplaudir a The Zombie Company es la generosidad y disposición de sus actores para darse tanto como el montaje y su director exijan, y no es poco. Siempre son interpretaciones arriesgadas, difíciles de poner en pie sin un verdadero compromiso, y que no son trabajo que “cualquier” actor quiera, o sea capaz de, llevar a cabo.

Ahí tenemos a este maravilloso elenco en el que la mayoría dobla o incluso triplica personajes, masculinos y femeninos, y lo hacen con grandeza. Uno sale de ver la función realmente satisfecho del trabajo realizado por Jorge Cabrera, Francisco Dávila, David González, Carlos López, Javier Prieto y Alfonso Torregrosa, y los menciono así, sin diferenciar ni individualizar personajes para que la sorpresa se mantenga al ver la función. Tan solo decir que ponen toda la carne en el asador y se entregan a realizar un trabajo muy bien ejecutado y muy serio. Perfectas composiciones que hacen que la esencia de lo que escribió Oscar Wilde permanezca en ellos, son deseables en algunos cosas, detestables en otros, luminosos y extrañamente entrañables. Carlos Be los dirige con inteligencia, ofreciendo momentos y apariciones estelares, ahí están Sibyl, Victoria, Agata… Sus canciones… La ambigüedad en sus acciones… Que nos deje con la miel en los labios… Que nos haga sentir repugnancia, que en ocasiones sugiera en vez de mostrar…
La contundencia que adquirirán con el paso de las funciones puede llegar a ser sobrecogedora, estoy seguro de ello.

Esta versión es una pieza que juega con nosotros, nos excita, que se cuela en nuestros pantalones, nos roza con sus labios, que jadea en nuestros oídos, que nos atrae con un innegable morbo vicioso que, aunque nos hace sentir sucios, nos da placer experimentar, y que acaba por arrastrarnos hacía el terreno más repulsivo y enfermizo del deseo, aquel en el que acaban condenándose estos personajes. Provocando que salgamos masticando un regusto amargo que no nos es del todo ajeno.

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Amor Autostop En Un Entreacto Radio Fuenteovejuna Jorge Naranjo Juan Caballero La Joven Compañía Laura González Mentxu Romero Pepe Grillo & The Jauja Singers The Zombie Company Víctor de la Fuente

En Un Entreacto Radio – Programa 10


El pasado lunes 10 de Febrero tuvimos un En Un Entreacto Radio lleno de invitados.
Artistas que compartieron con nosotros un rato de su tiempo para poder charlar para darnos a conocer sus trabajos y el teatro en general.
Esta vez fueron los propios protagonistas de la cartelera quienes nos hablaros de sus funciones, por eso pudimos escuchar con Víctor de la Fuente hablándonos de La Joven Compañíay su potente propuesta de “Fuente Ovejuna”, que visita el día 21 de Febrero las tablas del Teatro Federico García Lorca de Getafe; un montaje del que ya os hablamos y que recomendamos que nadie se perdiera. 
También tuvimos la suerte y el privilegio de poder charlar con Jorge Naranjo, uno de los directores de cine y teatro que más están dando que hablar en estos momentos gracias a su película “Casting” con la que sorprendió en el último festival de Málaga. Jorge estuvo hablándonos de “Amor” que actualmente se representa en la Sala TÚde Madrid, su primera incursión en el mundo del teatro y que está dando muy buen resultado, una charla que nos apetece que se amplíe en breve con su visita en el estudio.



Después pasamos a charlar con dos de los miembros de The Zombie Company, Juan Caballero y Mentxu Romero, protagonistas de la penúltima pieza de Carlos Be, “Autostop”, dirigida por Fran Arráez. Una magnífica charla que hizo un repaso por sus carreras y la de la compañía.
Y acabamos el programa al ritmo de “Pepe Grillo & The Jauja Singers”, sus protagonistas, Rafael Boeta, Laura González, Alejandro Rivera, Noelia Marló, Justi Vega y Jaime Figueroa nos hablaron de tan particular montaje infantil que se puede ver estos días en la Sala Galileo Galilei, donde mezclan magia, teatro y góspel. Un final de fiesta coronado con el regalo de una de las canciones del espectáculo cantada en directo en nuestro estudio de GetafeVOZ.
Esto tan solo es un breve resumen de lo mucho que dio de si nuestro programa Overbooking de la quincena, pero es mucho mejor escucharlo a que yo os lo cuente.

¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!
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Alba Valldaura Iaia.Memoria histórica Nave 73 Teatro

Iaia. Memoria Histórica

Título:
Iaia. Memoria Histórica

Lugar:
Nave73

Elenco:
Alba Valldaura

Escenografía:
Jordi Viñas
Alba Valldaura

Iluminación:
Joan Grané

Sonido:
Arnau Vidal

Dirección:
Alba Valldaura

Me está resutando complicadísimo poder plasmar en palabras todo lo que «Iaia. Memoria Histórica» despertó en mi el día que tuve la suerte de poder verla.
Uno piensa que cuanto mas le gusta algo, más sencillo le resulta escribir sobre ello, pero es todo lo contrario… Quieres plasmar con tal exactitud lo que te sucedió por dentro que no encuentras las palabras apropiadas que le hagan justicia. Intentaré hacerlo lo mejor que pueda.

«Iaia. Memoria Histórica» no es una función de teatro al uso, es visitar a esta señora catalana de 96 años, y sentarse a escuchar cuanto quiera decir, sin más, dejando que sus recuerdos afloren, y aprender de cuanto nos quiera enseñar.
Un viaje de ida y vuelta a través de la memoria española del siglo XX, pero sin grandes filigranas ni aspavientos. Desde la perspectiva de una persona que lo único que hizo fue vivir dicha época y que cuenta cómo fue aquello, cómo era su familia, su marido, ella misma… una historia que nos habla de la alegría de vivir, que no se olvida ni magnifica los aspectos mas oscuros, simplemente los asume y los encaja en su transitar; que habla de la guerra civil, aportándole la visión de quien le tocó aprender a compaginar su día a día con ese terrible momento histórico. 
Como bien dice Iaia: «En la vida hay que pasar página, pero antes hay que leérsela».
 
Todo ello utilizando varios lenguajes teatrales que se entremezclan y fluyen con absoluta naturalidad, con tal sutileza en el tratamiento de todos los temas que toca, tal delicadeza, que hace que nos sobrecojan aún mas y sabiendo contarnos la crudeza de una época amarga, incluso con un sentido del humor exquisito.
Ver a Alba Valldaura en escena interpretando esta Iaia, es presenciar la magia en primera persona. Casi me atrevería a decir que tiene algo de sobrenatural el trabajo que hace esta actriz. 
Maneja su fisicidad de tal manera que es capaz de mutar de edad a voluntad sin que uno, aún mirándola fijamente, sea capaz decir en qué momento se ha producido la transformación, en qué momento se borran las sombras de la vejez para dar paso a la luminosidad de una muchacha a punto de casarse, o todo lo contrario, como los años consumen un cuerpo y una voz en cuestión de segundos y a ojos del espectador. Y que se atreve a rizar el rizo con ese momento final en el que una sola actriz es capaz de hacernos ver a dos personas ocupando el mismo espacio, a pesar de estar presenciando un monólogo. 
Su composición de personaje es de los que uno ve una única vez en la vida y hace que, por ese mismo motivo, nos sintamos privilegiados. 
Un trabajo hecho desde la sencillez, con poquísimo elementos en los que apoyarse, para levantar una historia que, aunque parezca mínima, es enorme. 
Quizá el texto no sea el más brillante, ni el mas conmovedor, pero Alba lo convierte en un pequeño golpe de genialidad que nadie debería perderse. Sin lugar a dudas, la mejor interpretación femenina desde hace mucho tiempo.
Una función que nos dice que la vida no es solo una «cosa», que es una madeja de situaciones teñida de todos los colores que hay que saber apreciar, porque continúa hacia adelante sin darnos un respiro y hay que saber vivirla. 
Una función que nos muestra cómo es posible que la cotidianidad, nuestro día a día, esté lleno de poesía y belleza, incluso en los momentos duros.  Y que tiene la capacidad de tocar una tecla única y especial dentro de nosotros, y que nos hace salir sintiéndonos diferentes. 
Una absoluta belleza.
 
Me atrevo a decir que es obligatorio ir a visitar a la Iaia, antes de que se marche.
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Concha Velasco Hécuba José Carlos Plaza José Pedro Carrión Juan Mayorga María Isasi Pilar Bayona Teatro Teatro Español

Hécuba

Título:
Hécuba

Autor:
Eurípides

Versión:
Juan Mayorga

Lugar:
Teatro Español

Elenco:
Concha Velasco
José Pedro Carrión
Juan Gea
Pilar Bayona
María Isasi
Alberto Iglesias
Luis Rallo
Alberto Berzal
Denise Perdikidis
Marta d la Aldea
Zaira Montes
Alberto Yuste
Sergio Castellanos

Escenografía:                                    Iluminación:                           Vestuario:
José Carlos Plaza                            Toño Camacho                      Pedro Moreno

Música y Espacio Sonoro:                Caracterización:                      Maquillaje y Peluquería:
Mariano Díaz                                  Juan Pedro Hernández          Gema Solanilla

Ayudante de Dirección:
Jorge Torres

Dirección:
José Carlos Plaza

Después de mucha carretera, cosa rara en los tiempos que corren, llega al Teatro Español esta versión de «Hécuba» de Eurípides, dirigida por José Carlos Plaza y estrenada en el pasado Festival de Teatro Clásico de Mérida.
Una nueva excusa para salir corriendo a ver a Concha Velasco sobre las tablas que, menos mal, dijo con la boca chica aquello de que se iba a retirar.
Esta vez lo que se nos presenta es una tragedia griega hecha con todos los elementos de las mismas, sin adpataciones a los tiempos modernos, ni más monsegar por el estilo; esta vez se presenta el montaje tal cual, con una versión realizada por el gran Juan Mayorga, y eso ya es garantía para saber que lo que se va a ver, como mínimo, está hecho con todo el cuidado y mimo del mundo.
Un montaje que visto en el Teatro Romano de Mérida tuvo que ser espectacular, grandioso, y que en el Teatro Español, aunque en un espacio mas reducido, no desluce en absoluto. Y es que ese teatro engrandece cuanto reposa sobre sus tablas, calidades artísticas, en algunos casos, a parte. 
Una escenografía ideada por el propio director, José Carlos Plaza que nos transporta al universo de esta Hécuba destruida por las desgracias que le ha deparado y le sigue deparando el destino. La ambientación, las caracterizaciones, todo juega a favor de un montaje que está hecho para abstraernos de nuestro mundo y, con la magia de la imaginación, viajar hasta esa Troya devastada por los griegos. (siempre y cuando cierta alcaldesa maleducada no se niegue a apagar su móvil durante la función y mostrar su rostro iluminado en la oscuridad de la sala, sin respeto alguno por espectadores y profesionales que comparten espacio con ella…)
Un comienzo bello, con ese doloroso coro anunciando la entrada en escena de la destronada Hécuba, hace que esperemos algo grande, las expectativas así nos lo exigen; un coro que me convencía y me estaba agradando desempeñando su labor dentro de la tragedia, al igual que la música de Mariano Díaz, hasta ese momento culmen en el que los tambores dan paso a una instrumentalización más moderna que rompe todo lo creado y, para mi gusto, tira por tierra la emoción y la ambientación lograda. Y es que más allá de lo esperado, esta función tiene momentos algo irregulares, la mezcla de los diferentes tipos de interpretación que muestran los miembros del elenco hace que haya muchos baches que sortear para entregarse a la historia. No hay un código general que abarque tanto estilo interpretativo diferente y a veces hay que hacer un doble esfuerzo por creer y comprender lo que nos cuentan. Aunque para la segunda mitad de función la cosa se calma, paradójicamente con lo que se vive en esos momentos de la función, y uno logra disfrutar de un desenlace mas que digno.
Hay interpretaciones que son pura declamación, voces maravillosas para la escena, que son lecciones de teatro vivas, pero que a mi personalmente no me transmiten emoción alguna. Siempre con todo el respeto y admiración, pero es un tipo de interpretación que no me llega nada, la veo, la aprecio, pero no me convence. Veo a José Pedro Carrión o a Juan Gea y me quedo con la sensación de que hay mucho más dentro de ellos de lo que realmente nos están dando, creo que José Carlos Plaza les deja hacer lo que ya saben, apostando sobre seguro, sin molestarse en encontrar nuevos recodos en sus interpretaciones que sumen al montaje; las cuales, como las de todo actor, respeto profundamente, más allá de compartirlas o no.
Sin embargo hay actuaciones como la de María Isasi que, desde la sencillez, me transmitieron la esencia de su personaje, o esa Pilar Bayona, presencia tan necesaria durante la función, que apenas tiene líneas de diálogo y demuestra una calidad interpretativa magnífica. También Alberto Berzal y Alberto Iglesias realizan una labor interesante, que aporta emoción e intensidad a la producción.
Y como no, Concha Velasco que crece y crece a cada montaje, actriz que se expande, que se hace grande por momentos y que logra llevar la batuta de esta tragedia con toda la dignidad de una Gran Dama del Teatro, cosa que es, y con una generosidad a nivel interpretativo que la magnifica aún mas. Eso sí, de vez en cuando se le escapan ramalazos de «La Velasco» asomándose tras su Hécuba ofreciendo algún guiño innecesario, remarcador de intenciones; algo perdonable para alguien que le echa tantos «ovarios» a su carrera y que, a sus 74 años, aún se arriesga y se planta esta tragedia griega por montera, aprobando con nota. 
Que Concha siga amenazando con retirarse, sin cumplirlo ¡por supuesto!, porque nos está haciendo disfrutar de una actriz que es a cada función más inmensa que su propio nombre.
«Hécuba» es una función que hay que ver, sobretodo por seguir descubriendo a una Concha Velasco que no deja de arriesgar, crecer y ofrecer aspectos nuevos en su carrera, y por ver un montaje con tintes grandiosos y clásicos que de vez en cuando son necesarios para no olvidar las raices del teatro universal. 
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Amantes Álvaro del Amo CDN Marc Clotet Marta Belaustegui Natalia Sánchez Teatro Teatro Valle Inclán Vicente Aranda

Amantes



Título:

Amantes

Autor:
Álvaro del Amo
(Basado en un guión de 
Carlos Pérez Merinero,
Vicente Aranda y Álvaro del Amo)

Lugar:
Teatro Valle Inclán (Sala Francisco Nieva)

Elenco:
Marta Belaustegui (Luisa)
Marc Clotet (Paco)
Natalia Sánchez (Trini)

Escenografía:
Paco Azorín

Iluminación:
Nicolás Fitschel

Espacio Sonoro:
Mariano García

Ayudante de Dirección:
César Barló

Dirección:
Álvaro del Amo

“Amantes” es de esas películas que guardé en el recuerdo de mi adolescencia por la turbación que me causó cuando la vi, allá por el 1991, recuerdo esas escenas cargadas de erotismo y sexualidad; y el dolor y la tristeza infinita que me provocó ese terrible desenlace, que hizo que no me atreviera a volver a verla nunca más. Las palabras de la Trini de Maribel Verdú me produjeron tanta congoja que he temido volver a escucharlas hasta el día de hoy. A lo mejor soy un exagerado, pero son los efectos del recuerdo.

Ver programada una versión teatral de esta película hizo que me decidiera a aceptar el desafío de volver a pasar por el trance de revivir ese final, incluso pensando que en teatro, en vivo, me iba a impresionar mucho mas… y eso es lo malo, que uno ya va con las expectativas muy altas y con alguna que otra reticencia con el reparto.
Confieso que cuando vi el reparto al que se le había hecho el encargo de poner en pie la versión teatral de este clásico del cine español, tuve mis prejuicios. Es complicado quitarse de la cabeza esas maravillosas interpretaciones de Maribel Verdú y Victoria Abril, o ese Jorge Sanz fruto de mis más íntimos y húmedos deseos de la época.
 Ahora el turno de poner en pie «Amantes» es de Álvaro del Amo que, muy sabiamente (aunque no tan acertado en algún caso), ha jugado a romper con lo que ya habíamos visto en la película de Vicente Aranda.
La premisa es la misma, una pareja, Paco y Trini, planea un futuro en común tras la finalización del servicio militar de él, hasta que se cruza por medio Luisa, la casera que aloja a Paco, a quien introduce en una espiral de estafas y sexo, destrozando la idílica armonía de la pareja.
Lástima que el adaptación teatral peque de estar excesivamente fragmentada, con diálogos poco creibles en boca del actor, quien lucha por conseguir convencernos sin lograrlo en muchas ocasiones. 
Situaciones excesivamente esquemáticas que, más allá de recrear lo que ya contaba la historia, puesto en escena, no llegan a provocar emoción ni dejan salir la tragedia que porta con la contundencia que merece.

La propuesta de Álvaro del Amopelea por diferenciarse tanto de la película, que se deja por el camino toda la esencia de la historia, las relaciones descarnadas, la sexualidad, los celos, las tensiones, el drama… todo queda en medias tintas, provocando que sea irremediable que el espectador acabe por anhelar la película de Aranda. Y es que en la película había secuencias memorables que uno, como espectador, desea no ver repetidas, pero sí reinventadas al lenguaje teatral y, sin embargo, en muchos casos se opta por obviarlas, dejando la historia en algo ciertamente poco interesante. ¿Dónde está esa viuda negra? ¿Dónde está ese sexo perturbador y excitante? ¿Dónde están esas escenas en las que saltaban chispas entre los personajes? Y no, ese final que tanto temía y deseaba volver a revivir hecho teatro, tampoco está.
Me gustó la propuesta escénica de Paco Azorín que divide los ambientes y a la vez los entremezcla, que los une y los separa, atrayendo a todos los personajes hacia el mismo punto, donde no pueden evitar encontrarse, unas veces tan solo en pensamientos, en sueños, y otras, las más devastadoras, en persona. Acertada propuesta que se desmarca del original, aportando un aire de originalidad y teatralidad que resulta interesante y que funciona por momentos.
Si hablamos de los actores debo decir que decidí no hacer comparaciones, sería muy injusto por mi parte, y muy desagradecido e irrespetuoso con los profesionales que intentan poner en pie esta propuesta. Pero hablando del trabajo visto, creo que Marta Belaustegui no da con el tono adecuado para Luisa, su personaje queda desdibujado, poco definido y sin la intensidad que justifique el desarrollo de la historia, aunque creo que esto está causado más por la floja adaptación, difícil de defender, que por su labor actoral, y la química sexual entre ella y Marc Clotet es francamente nula. 
No me creo que, Paco, sea capaz de hacer los sacrificios que hace por esta Luisa.
A Marc Clotet se le nota la diferencia cuando trabaja con una u otra actriz. Se deja llevar en exceso por las energías de cada una de ellas, dejando la suya en segundo plano, creando unos desniveles interpretativos muy acusados en su personaje; quedando en unas escenas muy velado, con Marta Belaustegui, pero creando otros momentos destacables, con Natalia Sánchez. Aunque hacia el final es cierto que se crece.
Eso sí, y me vais a perdonar la licencia, ¡no se puede ser más bello! Y entiendo perfectamente que cualquiera de estas dos mujeres perdiera los papeles por un ser como él, y aún más con la maravillosa iluminación de Nicolás Fitschel que parece diseñada para ensalzar las virtudes físicas de este actor.
La sorpresa de la función, sin lugar a dudas, es Natalia Sánchez, una actriz a la que fui a ver con todos mis prejuicios y que me los arrancó de un manotazo nada más comenzar la función. Si el resto del montaje no llegó a convencerme, ella me entusiasmó; compré su propuesta y salí encantado de haberla descubierto como una actriz llena de matices y con mucho que ofrecer. Me interesó y me conmovió. Si por algo merece la pena ver la función, es por ella.
No sé si era necesario adaptar al teatro este clásico del cine español, pero creo que la adaptación no ha sido todo lo acertada que uno hubiera deseado. Y estos «Amantes» no brillan en el escenario tanto como brillaron en la pantalla. Quedándose lejos de estar a la altura del original.

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La Esclusa Maica Barroso Michel Azama Sylvie Nys Teatro Teatro del Arte

La Esclusa


Título:

La Esclusa

Autor:
Michel Azama

Versión:
Ángeles Muñoz

Lugar:
Teatro del Arte

Elenco:
Maica Barroso

Dirección:
Sylvie Nys


La Esclusa, dirigida por Sylvie Nys, nos sitúa en los momentos previos a la puesta en libertad de una mujer que ha pasado 16 años en la cárcel por el asesinato de su marido. El momento en el que se encuentra a solas, tras un largo cautiverio, a escasos metros de recuperar su vida; esa vida que ha aprendido a vivir sin ella y que ahora la tiene que volver a aceptar, aunque reservándole una amarga bienvenida, lo primero que debe hacer es acudir al entierro de su madre.
Todo transcurre en una especie de limbo, físico y mental, que es esta esclusa que separa el infierno del cielo o el cielo del infierno (siempre queda la duda), desde donde hace un vertiginoso recorrido por momentos, flashes, que se agolpan en la mente de esta reclusa, preparándola para reemprender un camino que ha quedado en suspenso. El dolor de haber perdido la juventud, la infancia de sus hijos, encerrada, convirtiéndose en un paréntesis para el resto de la humanidad… Supongo que así es la mente de esta mujer a la que retrata, un cúmulo de pensamientos y sentimientos que saltan de un instante a otro de su vida, empachándola de recuerdos para no permitirse un instante de realidad, pues eso ya vendrá por si solo en el momento que supere la esclusa. Todos estos recuerdos atropellados dan a entender que los sentimientos de la reclusa han quedado anestesiados por el trauma de vivir encerrada o que se niega a sentir y permitirse un momento de debilidad que le haría caer al abismo de la desesperación.
Una texto escrito por Michel Azama que resulta más interesante después de visto, macerado en la mente del espectador, que en el momento que es contando; La Esclusa es un recorrido de típicos retazos de instantes carcelarios. 
Me resultó un texto antipático y corto en contenido que a la hora de mostrar el interior de su protagonista se queda en algo demasiado manido. Viéndolo no encontré ningún lugar en común con esta mujer asesina, donde poder llegar a justificar y empatizar con su padecer, a pesar de los intentos por parte de la directora de ofrecer momentos poéticos como la coreografía con la canción de Bebe, desde donde identificar su factor humano o la transformación de la presa en ciudadana de a pie a través del vestuario.
Maica Barroso realiza un trabajo intenso y muy bien ejecutado, desde las tripas, sin tapujos, que nos entrega una interpretación pura, defendiendo un texto complicado de defender. Se entrega a ofrecer un esforzado trabajo de acercamiento desde el mismo momento en el que la escena ilumina su cuerpo tirado en el suelo hasta que la luz de la libertad la deslumbra. Lástima que la historia no la acompañe.
Lo positivo que me llevo de lo que vi fue que una vez pasados los días, en mi cabeza, el montaje toma unos tintes mas interesantes de desgranar, y apetecibles de discutir en una buena charla, que cuando lo presencié; aunque esto debería ser complemento de un montaje que se disfruta y no de una justificación para uno que no me llegó a convencer.
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Ángeles Casting Creep Doriam Sojo El Burdel A Escena En Un Entreacto Radio Fede Rey Israel Criado Jaime Reynolds Teatro del Arte

En Un Entreacto Radio – Programa 9

Hace una semana tuvimos nuestro programa Nº 9 de En Un Entreacto Radio desde el estudio de GetafeVOZ donde, como siempre, hicimos un repaso a la cartelera madrileña, tuvimos nuestro punto crítico y opinamos sobre «Autostop» de Carlos Be.

En el estudio hicimos una mezcla con los invitados, tuvimos a Doriam Sojo gestor de El Burdel a Escena, que tiene actualmente en cartel «Casting» y «Creep», dos historias con ese tipo de teatro que juega con los actores y los espectadores, poniéndoles muy cerca unos de otros; y también tuvimos a Fede Rey y Jaime Reynolds, que vinieron acompañados de Israel Criado, director de su inminente estreno de «Ángeles», que tendrá lugar en el Teatro del Arte, sala de la que también nos hablaron ya que ellos son la parte mas visible de la misma. Entre todos analizamos el actual panorama de las salas que habitan el Off Madrileño.

Una entrevista/charla que dio para mucho, para tratar temas espinosos y para echarnos mas de una risa, y es que con estos invitados, ¡no hay quien pueda!

Una tarde muy divertida que, si te la perdiste o quieres volver a recordarla, te la recuperamos desde aquí.

Como siempre, estáis invitados a opinar y a participar. ¡Bienvenidos a En Un Entreacto Radio!

Categorías
Alfonso Mendiguchía Alfpache Producciones Chema Moro Patricia Estremera Sala TU Teatro Tierra de Nadie

Tierra De Nadie

Título:

Tierra de Nadie

Autor:
Alfonso Mendiguchía

Lugar:
Sala TÚ

Elenco:
Patricia Estremera (Rita Hervaz)

Voces en off: 
Manuel Pavón, David Tortosa, 
Reme Gómez, Luz Valdenebro y Fran Perea

Asesor de Movimiento:
Alberto Velasco

Producción:
Alfpache Producciones

Ayudante de Dirección:
Chema Moro

Dirección:
Alfonso Mendiguchía

Desde En Un Entreacto intento siempre dar a conocer pequeñas piezas que habitan en las salas del Off de Madrid, que quien me lea (si es que hay alguien ahí), sienta curiosidad o al menos sepa de la existencia de estas alternativas al teatro mas comercial. Ofreciendo desde aquí una ventanita desde la que poder asomarse para que les vea todo aquel que quiera mirar.
Propuestas que viven con la ilusión de llegar a ser conocidas por el público. Que conllevan una cantidad de trabajo y de sacrificios, que muchas veces no llegamos a valorar simplemente por el desconicimiento del gran público.
«Tierra de Nadie» es una de esas propuestas que luchan por asomar la cabeza. 
Hacia la primera mitad del 2013 Alfpache Producciones lanzó un teaser con el que llamar la atención de programadores y ahora, en el mes de Enero, han conseguido verla nacer para un escenario, el de la Sala TÚ que le ha brindado la oportunidad de dar sus primeros cuatro pasitos.
Una historia escrita por Alfonso Mendiguchía y protagonizada por Patricia Estremera, llena de ilusión, de sueños y de superación e incluso de sinsabores y desilusión. Quizá podríamos decir que es una función que habla sobre la maduración.
Nos habla de Margarita, bueno, de Rita, una chica que decide liarse la manta a la cabeza y pelear por su sueño, el de ser actriz. Abandonar la comodidad de un hogar y una familia para probar suerte en la gran ciudad.
A modo de monólogo, Rita nos habla, saltando en el tiempo (y en el escenario) de sus ansias de sacarle todo el jugo a la vida; yendo y viniendo entre recuerdos y situaciones, nos adentramos en su universo particular, donde Rita Hayworth tiene un protagonismo especial, como modelo de lo que nuestra (Marga)Rita quiere llegar a lograr. A lo largo de la función la vemos tropezarse, levantarse, sonreír, luchar, cantar, bailar, volver a caer, amar, pelear y siempre con el brillo en los ojos de la pasión por la vida. 
Lo que en algún momento de la función puede parecer una vida llena de puertas cerradas, es un canto a la vida, a la lucha por nuestros sueños, a la firme convicción de que cada uno debemos crearnos nuestra propia aventura.
Una escenografía que es el portal de entrada al mundo de Rita y que de alguna manera me recordó, por su estructura inclinada, a las Torres Puerta Europa de Madrid; desde donde ella contempla el mundo como si de una funambulista se tratara, igual que su admirado Le Petit Philippe, toda una metáfora que resume su filosofía de vida.
El texto, aunque a veces es excesivamente explicativo, posee una belleza que refleja la cotidianidad de una manera positiva y luminosa que hace que uno salga contagiado de la energía de su protagonista. Con ganas de vivir la vida con todo lo que nos traiga.
Es cierto que tiene un comienzo un tanto confuso, que cuesta engancharse al ritmo de Rita, pero Patricia Estremera enseguida te gana, mirando directamente a los ojos del espectador, haciendo que empaticemos con sus circunstancias. La personalidad de su personaje es un tornado de pasión que quizá aturulla un poco, pero también es cierto que así son las personas que viven con la firme convicción de que hay que comerse la vida a bocados.
Ardua tarea la de que tiene Patricia Estremera, mantener durante toda la función un ritmo tan alto, revoloteando por diferentes momentos y cambiando de estado de ánimo a golpe de foco, a lo largo de hora y poquito que dura «Tierra de Nadie».
Una pequeña golosina a la que nos invitan Alfpache Producciones y que hemos saboreado con gusto y mucho cariño porque sabemos el trabajo que ha llevado lograr ponerlo en escena y que esperamos y les deseamos que sean las primeras de muchas mas.
Categorías
Alfonso Lara Claudio Tolcachir Daniel Grao David Castillo Emilia Gloria Muñoz Malena Alterio Teatro Teatros del Canal

Emilia

Título:

Emilia

Autor:
Claudio Tolcachir

Lugar:
Teatros del Canal

Elenco:
Gloria Muñoz (Emilia)
Malena Alterio (Carolina)
Alfonso Lara (Walter)
Daniel Grao (Gabriel)
David Castillo (Leo)

Iluminación:
Juan Gómez Cornejo

Escenografía:
Elisa Sanz
Gonzalo Córdoba Estévez

Vestuario:
Elisa Sanz

Ayudante Dirección:
Mónica Zavala

Dirección:
Claudio Tolcachir

Si algo hizo que terminara por decirme a ver «Emilia» fue una tarde de comienzos de enero de este año en el café María Pandora, concretamente en los Cafés Teatrales que organiza Verónica Doynel. Era una de esas citas imprescindibles que, los que escarbamos en el teatrerío de manera mas obsesiva, no podemos perdernos. Allí estaba Claudio Tolcachir hablando, junto a Luis Luque y Raúl Tejón, sobre el teatro, sus carreras y todo aquello que surge cuando dejan que profesionales de este calibre se sientan cómodos. El caso es que después de escucharles hablar, no pude hacer otra cosa que comprar la entrada para poder ver esta función.
«Emilia», que está escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, cuenta el casual reencuentro de Walter con Emilia, ella fue su niñera durante toda su infancia. La emoción de ese encuentro hace que Walter la invite a su casa para presentársela a la familia y mostrarle a Emilia la dicha de haber logrado poner en pie un hogar.
Una propuesta construida en la nebulosa de los recuerdos, donde sus habitantes danzan, entrando y saliendo de ellos con total impunidad a pesar de la crueldad que encierran. Donde Tolcachir nos ofrece un ramillete de personajes que son víctimas del amor y que lo sienten de diferentes maneras, donde todos intentan ser aceptados, buscando ese hueco en el que refugiarse; a veces con inocencia, otras con torpeza, buscando una segunda oportunidad, o incluso con la violencia que da la desesperación, pero donde todos buscan la aprobación y el consuelo de sentirse arropados.
Una historia sobre el deseo de amar y ser amado. Donde se habla de la imperfección del amor y de sus afiladas aristas, que laceran y hieren profundamente, cuando se le fuerza a ser y a estar.
Es una historia llena de pliegues, de recovecos que a veces tan solo se intuyen y que hacen de esa aparente normalidad algo perturbador.
Claudio Tolcachir cuenta una misma historia desde planos diferentes, girando entre la memoria y el presente, entrando y saliendo de instantes que van acelerándose para llegar a un punto al que nunca nos hubiera gustado llegar, a pesar de estar en él desde el mismo comienzo de la función. 
Generando sensaciones extrañas en el espectador, que contempla la propuesta sin saber muchas veces si lo que cuenta es algo que nos tiene que causar gracia o esconde algo terrible de lo que no deberíamos reírnos. Donde los personajes muestran la torpeza de quien no puede más, y ya no les sale fingir normalidad. Nos ofrece un mar de sombras que hay que jugar a detectar entre tanta luminosidad. 
La Emilia que nos regala Gloria Muñoz es una absoluta delicia, uno la rememora pasados los días tras la función y sigue sonriéndole con ternura, deseando consolar su desdicha. La sencillez y la calidez de su interpretación es tal, que uno reconoce a Emilia en su propia realidad. Una absoluta belleza de trabajo y un lujo poder contemplarlo.
El Walter de Alfonso Lara me hizo sentir inseguro cerca de él, sus expresiones, sus miedos e inseguridades me fueron transmitidos como algo terrible, una olla a presión de la que hay que alejarse. Es un animal encerrado dentro de una jaula de cordialidad que aterra mas que cualquier amenaza directa. Es un disfrute que te provoquen de esta manera.
Gran interpretación la de Malena Alterio con todos esos matices de los que llena a su Carolina; hay tanto que leer en sus silencios, en sus ausencias… ¡y es tan difícil de lograr! Me parece precioso trabajar desde esa sutileza y esa sensibilidad, terrible ese momento con los sándwiches.
David Castillo es todo un descubrimiento para mi, vi tal entrega en su trabajo que me apetece seguirle de cerca. Un bello retrato de la inocencia, arriesgado y muy bien resuelto.
Daniel Grao, nos trae a Gabriel, un ser que reside entre los recuerdos y el remordimiento, y que a la vez reclama su parcela de comprensión, que detona el desenlace y que, siendo el mas marginal de todos, acaba por aportar el punto de cordura a tanto frenesí de aparente felicidad. Transita por un registro diferente que resuelve con nota; en él me sucede como con Malena, destaco la sutileza de sus momentos fuera de foco, son imprescindibles para comprender dónde nos ha colocado Tolcachir.
Disfruté bailando entre la acción principal y todas esas pequeñas situaciones que ocurren fuera de foco y que tanto enriquecen el resultado. Tolcachir muestra tal gusto por el detalle y la sutileza, que no me importaría volver a ver la función para tan solo fijarme en eso que ocurre en los alrededores. Porque posa en los actores tal cantidad de vida que, estando fuera de foco, podemos obtener una lectura mas nítida, e incluso sincera, del sentir de sus personajes al no tener que estar obligados a «ser» lo que los demás les exigen que sean.
«Emilia» es una función de las que invitan a hablar largo y tendido sobre ella, de la que se pueden sacar tantas cosas, tantas lecturas, que apetecen. Y que pasados los días le encuentras aún mas matices y mas intensidad que la que uno capta en el primer instante.
Un auténtico placer poder, por fin, descubrir el teatro de Claudio Tolcachir.

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